Los días del 14 al 18 de mayo de 2018 la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) se encargó de organizar el curso ‘Antropología Integrativa: abrazando la diversidad metodológica y una teoría evolutiva contemporánea’, a través del Posgrado y la Licenciatura en Antropología Física y a cargo de Agustín Fuentes, director del Departamento de Antropología de la Universidad de Notre Dame, EE. UU. El curso se dirigió a estudiantes de licenciatura, posgrado e investigadores y durante las sesiones el profesor Fuentes expuso su propuesta teórica y metodológica; el curso contó en cada una de éstas con un taller en el que los asistentes pudieron intercambiar ideas, resultados e inquietudes. Como complemento del curso se dictó la conferencia magistral: ‘Raza, racismo, antropología y evolución,’ en el auditorio Fray Bernardino de Sahagún del Museo Nacional de Antropología, la cual contó con otros especialistas del tema para su discusión. En suma, se trató de una semana muy importante para esta disciplina ya que la propuesta del Dr. Fuentes, al margen de las posibles y esperables críticas, fue un elemento sumamente estimulante para todos los asistentes; algunos de los puntos a destacar los relataré a continuación.
El primer día del curso el profesor Fuentes pidió a los asistentes presentarse y compartir sus intereses académicos, actividad que le permitió ver la amplitud de temas e inquietudes abordadas por los antropólogos físicos/biológicos mexicanos en la actualidad. A partir de allí el investigador pudo darse una idea de cuáles serían los temas que mayor interés atraparían a lo largo de la semana. Dentro de la inquietud temática destacaron los estudios sobre genómica y ADN, la biología y antropología del desarrollo, la bioarqueología; además de enfoques como la primatología, el comportamiento, la demografía y la cognición. Muestra de que el abanico de posibles preguntas de investigación dentro de la antropología biológica mexicana es amplio y diverso. Creo que el profesor Fuentes fue capaz de capturar esta gran panorámica de intereses entre los antropólogos mexicanos.
Durante la primera sesión se realizó un repaso enfocado al pensamiento evolucionista, por un lado, en el que destacó la propuesta de la Síntesis Evolutiva Extendida. Por otra parte, Fuentes retomó algunas de las ideas esgrimidas hace cerca de cien años por el destacado antropólogo Franz Boas. Este autor sentó las bases de lo que en su tiempo se dio por llamar el ‘particularismo histórico’, metodología antropológica que estableció desde un inicio que los diversos grupos poblacionales están adaptados a las condiciones y presiones particulares que su propio devenir histórico ha delineado. No hay en esta perspectiva sociedades más o menos desarrolladas, ni mentes ‘primitivas’ o ‘civilizadas’; estas son ideas muy relevantes del pensamiento boasiano, las cuales permitieron confrontar los postulados de los antropólogos ingleses que desarrollaron la corriente del ‘evolucionismo unilineal’ (ver: L.H. Morgan, E.B. Tylor, G.V. Childe). De la propuesta de Boas surgió, asimismo, la ‘antropología-de-los-cuatro-campos’; enfoque interesado por integrar las cuatro disciplinas antropológicas: arqueología, lingüística, etnografía y antropología física. A casi un siglo de esta propuesta, Agustín Fuentes es uno de los más claros exponentes de un enfoque ‘neo-boasiano’, en el que no sólo se postula una ‘antropología integrativa’, sino también la importancia del enfoque evolucionista.
Dicho de otra manera, y retomando las ideas de Eric Wolf (1964), “la antropología –apunta Fuentes– es la más humanista de las ciencias, a la vez que es la más científica de las humanidades” (Wolf 1964; Fuentes 2016); este carácter dual de la antropología biológica ubica a ésta en un punto de intersección –o bisagra– entre las ciencias y las humanidades. Un artículo publicado hace apenas unos días por Susan Antón, Ripan Malhi y el propio Fuentes (2018) señala que la “antropología biológica estudia la variación y evolución de los humanos y primates no-humanos vivos, así como de nuestros ancestros, razón por la cual el campo debería encontrarse en una posición ideal para atraer científicos con formaciones diversas desde diferentes perspectivas y experiencias” (Antón et al. 2018), aunque no siempre sea así.
Durante la segunda sesión se profundizó particularmente en la Síntesis Evolutiva Extendida como un marco teórico ampliado respecto del neodarwinismo, en donde destaca herramientas teórico-metodológicas que constituyen una versión más completa y compleja del marco evolucionista contemporáneo (Laland et al. 2015). En este punto el ponente enfatizó la relevancia de la teoría de construcción de nicho, en particular, y del enfoque constructivista-humanista, en general; como el marco epistemológico sobre el cual debe ser estudiado el fenómeno humano. De cara a desarrollar su propuesta Fuentes apuntó la relevancia del concepto de ‘nicho humano’, el cual, de acuerdo con el autor, se trata de un contexto de posibilidades en el que las sociedades humanas por medio de una de las más distintivas características de la especie, la cultura, se desarrolla, evoluciona, se complejiza y transmite historias, experiencias, saberes, tradiciones y memorias. Dicho de otro modo, el concepto de ‘nicho humano’ es crucial en una perspectiva científico-humanista-constructivista sobre el estudio de la evolución humana, fundamentada en un enfoque bioantropológico. Una forma en la que esto puede resumirse es que la evolución humana debe estudiarse a partir de la comprensión de los procesos y patrones que subyacen a la variabilidad de los diferentes grupos humanos y que, a su vez, han derivado en lo que conocemos hoy como ‘Homo sapiens’; lo que contrasta claramente con el interés por estudiar únicamente el resultado –la(s) consecuencia(s)– de esos procesos y patrones.
La tercera sesión, como ya lo apunté, fue la conferencia magistral y una mesa redonda en el Museo Nacional de Antropología –inmejorable recinto para discutir sobre temas de relevancia como la raza, el racismo y la evolución. Luego de una destacadísima presentación, el profesor de la Universidad de Notre Dame apuntó, entre otras cosas, que la raza es una categoría analítica que no da cuenta de la diversidad inmensa que existe en la especie humana de acuerdo a la distribución de las frecuencias alélicas. Según el investigador, “existen mayores diferencias entre dos grupos diferentes de chimpancés que en toda la especie humana”, lo que contrasta de manera notable con las diferencias fenotípicas que es posible observar en los diferentes grupos humanos. En otras palabras, todos los seres humanos –al margen de la apariencia, etnicidad, religión, etc.– contamos con los mismos genes –¡exactamente los mismos genes!– que componen nuestro genoma, lo que varía son las diferentes variantes en las que esos genes se expresan: las frecuencias alélicas; diferencias que responden a la historia evolutiva –migraciones, entrecruzamientos, cuellos de botella, efectos fundadores, y otros motivos y mecanismos– que ha ocurrido en los últimos millones de años de evolución homínida. El porcentaje de diferencia en el genoma de los humanos es únicamente del 1%, el resto (el 99%) es idéntico en los más de 7 mil millones de personas que viven hoy en este planeta. Otro punto valioso de rescatar fue el señalamiento de que “la raza y el racismo existen”, pero en ningún caso estas categorías tienen una base biológica; por el contrario, son resultado de construcciones sociales, históricas, políticas y económicas que responden a las experiencias propias del grupo en cuestión. No existen poblaciones aisladas o “puras” biológica o genéticamente, los seres humanos hoy día somos el resultado de la historia biológica y cultural de nuestros ancestros. Fuentes señaló que en su país –Estados Unidos– el tema de la raza juega un papel social importante, ya que si bien a su entender ésta no es una categoría biológica, no obstante su uso social tiene efectos que, de hecho, se expresan a nivel biológico. Por ejemplo, existen marcadas brechas sociales en las tasas de mortalidad, enfermedad, encarcelamiento, acceso a la educación, movilidad social, entre muchas otras, que no son consecuencia directa de las características propias del individuo, sino de los efectos secundarios que tiene esta perpetuación de estructuras sociales jerarquizadas con base en ciertos rasgos y apariencias físicas.
La discusión posterior incorporó la presencia de la Dra. María Nieves Colón (LANGEBIO-CINVESTAV) y del Dr. Francisco Vergara Silva (Instituto de Biología-UNAM).
En esta parte de la presentación los investigadores realizaron un intercambio de ideas sobre aspectos relevantes de las ciencias genómicas, que en ocasiones tienden a presentar sus resultados de tal manera que se revindican ciertas ideas y postulados racistas y raciológicos. La Dra. Nieves señaló la importancia de distinguir entre raza y ancestría, conceptos que tienen significados muy distintos entre sí. Como se dijo antes, la categoría de raza tiene su base en una construcción social; por su parte, la ancestría es, de hecho, el resultado de diversos procesos biológicos, culturales e históricos. En ese sentido, la investigadora señaló el sesgo de algunos estudios genómicos que cuentan con una sobrerrepresentación de las poblaciones europeas y norteamericanas, mientras que grupos humanos alejados de los centros económicos, políticos, culturales hegemónicos prácticamente no aparecen en dichos estudios, lo que genera resultados poco representativos de la variabilidad biológica humana.
Por el otro lado, el Dr. Vergara recuperó el concepto de ‘mestizo’ utilizado por Fuentes durante su presentación. Este concepto es una categoría identitaria fundamental en la población mexicana en general y en la conformación nacional desde hace casi un siglo. Y aunque los tres investigadores coincidieron en que este concepto sí tiene una base biológica –a diferencia de la noción de raza–, es cierto que existe un espacio dentro de las ciencias sociales en el que resulta interesante para debatirse entre antropólogos, sociólogos, historiadores y filósofos.
En la cuarta y última sesión no hubo presentación por parte del profesor Fuentes, sino que consistió en la exposición del proyecto de investigación de los asistentes con respecto a cómo esta propuesta teórico-metodológica modificó o no algún aspecto concreto de la misma. Lo que más llamó mi atención fue la motivación que cada uno de los participantes mostró por compartir su trabajo. Considero que los días previos estimularon de manera importante la reflexión y revisión del trabajo individual tanto para estudiantes de posgrado y licenciatura como para los investigadores asistentes. Una frase que sintetiza la propuesta del Dr. Fuentes es que una antropología biológica contemporánea debe buscar la forma de estudiar e investigar la historia evolutiva humana, fundamentada en un enfoque biocultural preocupado por desgranar aquellos elementos que constituyen las diferentes naturalezas humanas. En otras palabras, la principal misión de nuestra disciplina sería comprender la diversidad y variabilidad humanas.
Es preciso indicar que la propuesta aquí descrita no escapa de posibles críticas, las cuales, por supuesto, buscan robustecer los argumentos que la sostienen. En ese sentido, señalo dos de las que fueron destacadas por los asistentes durante las sesiones: i) la dificultad de financiar proyectos transdisciplinares ambiciosos; ii) que no en todos los casos una antropología integrativa es necesariamente la metodología más pertinente, por lo que no puede decirse que para todos los temas y preguntas de investigación debe ser empleada esta metodología. En este mismo sentido, es interesante reflexionar sobre el contraste entre el enfoque antropológico y el biológico/biomédico. En el primer caso se defiende la premisa de que la variabilidad es la condición hegemónica en las sociedades y grupos humanos, desde nuestros ancestros más remotos hasta hace unos cuantos cientos de miles de años. Mientras que las otras perspectivas –la biológica y la biomédica– tienen como punto de arranque la normatividad, por lo que todo aquello que escape del ‘patrón’ representa una desviación de la norma.
Finalmente destaco la organización de los estudiantes del posgrado y la licenciatura en antropología física de la ENAH, de manera particular reconozco públicamente a Andrés Gualito, Jani Galland y Paulina Ruíz Martín, por la excelente gestión del curso y por la amable atención con los asistentes. En suma, fue un evento que debe repetirse con otros investigadores y especialistas de nuestra disciplina.
Bibliografía
Antón, S., Mahli, R. y Fuentes, A. (2018) ‘Race and Diversity in U.S. Biological Anthropology: a decade of AAPA iniciatives’. American Journal of Physical Anthropology, vol. 165, pp. 158-180.
Fuentes, A. (2016) ‘The Extended Evolutionary Synthesis, Ethnography and the Human Niche’. Current Anthropology, vol. 57(13), pp. S13-S26.
Laland, K. et al. (2015). ‘The Extended Evolutionary Synthesis: its structure, assumptions and predictions. Proceedings of the Royal Society B 282:20151019. http://dx.doi.org/10.1098/rspb.2015.1019.
Wolf, E. (1964) ‘Anthropology’. New York: Norton.