MARIANO OTERO

MARIANO OTERO

Por Emilio García Bonilla

Este Centro de Estudios rinde homenaje a Mariano Otero Mestas en el año del Bicentenario de su Natalicio. Formó parte de la brillante generación de liberales mexicanos de mediados del siglo XIX. “Fue un hombre eminente que dentro de los liberales moderados hizo aportaciones muy valiosas a la estructura jurídica y política de México”.[1] Promotor del federalismo, defensor de los derechos fundamentales y creador del juicio de amparo junto con Manuel Crescencio Rejón.

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 5 de febrero de 1817, y murió prematuramente, a los 33 años de edad, el 31 de mayo de 1850 víctima de cólera. Sus restos descansan en la Rotonda de los Jalicienses Ilustres. En reconocimiento a su obra, la Suprema Corte de Justicia de la Nación honra la memoria de Mariano Otero con esculturas y murales en el vestíbulo principal del edificio que la alberga.

Estudió en el Instituto del Estado de Jalisco donde a los 18 años se tituló como abogado. Su formación intelectual abarcó el derecho natural, político y civil, economía política, estadística e historia, abrevando de las ideas de Rousseau, Alexis de Tocqueville, Bartolomé de las Casas, Humboldt, José María Luís Mora, entre otros. Desde muy joven se destacó como orador, jurista e ideólogo liberal en una época de constantes revueltas militares e inestabilidad política.

Durante su segundo mandato, el presidente Anastasio Bustamante, empodera al alto clero y al ejército creándose el Supremo Poder Conservador, lo que provoca la revuelta del general Mariano Paredes que llevó una vez más al poder al inefable Antonio López de Santa Anna. En 1841, Otero incursionó en la política al ser designado delegado de Jalisco a la Junta de Representantes de los Departamentos, y al año siguiente fue electo diputado constituyente para el congreso que buscaría abrogar la Constitución centralista de 1836, tal como lo disponían las Bases de Tacubaya.

Mariano Otero participó activamente en los debates del constituyente planteando que se incluyera en la Constitución el término “república federal”, la libertad para practicar cultos diferentes a la religión católica, permitir la enseñanza particular y la libertad de imprenta, proponiendo elaborar un catálogo de “derechos individuales” que tendrían que ser inviolables. Su participación política la respaldó con la publicación de su Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestión social y política que se agita en la República Mexicana (1842), en el cual planteó la necesidad de que se despojara al ejecutivo del control del ejército y se alejara al clero de la política, ejerciendo el poder la clase media, para “evitar lo malo de lo alto y de lo bajo”.

Sin embargo, Santa Anna pidió reiteradamente que la nueva constitución no fuera federalista, censurando además los escritos contrarios a su gobierno. Finalmente abandonó la presidencia retirándose a su hacienda; Nicolás Bravo asumió el cargo, disolviendo el congreso constituyente. Otero fue hecho preso junto con Mariano Riva Palacio, Manuel Gómez Pedraza, Juan Álvarez y José María Lafragua, acusados de conspirar contra la paz de la República.

Una vez puesto en libertad por una amnistía declarada por el propio Santa Anna, Mariano Otero ideó la defensa de los derechos y garantías de los ciudadanos ante la autoridad, lo que daría lugar a la formulación del juicio de amparo, figura ya existente en la Constitución Yucateca de 1841 y establecida por el jurista Manuel Crescencio Rejón.

Después de ocupar el cargo de alcalde de la Ciudad de México, Mariano Otero volvió a ser electo diputado constituyente en 1847, en plena guerra de intervención estadounidense, participando en la redacción del Acta de Reformas que restauró la Constitución de 1824, como una manera de conciliar a las facciones políticas en medio de la agresión militar. El acta modificó sobre todo los artículos referentes al Poder Judicial: en el artículo 25 se encuentran las ideas de Otero acerca del amparo, se otorga a los tribunales de la federación competencia para proteger a cualquier ciudadano en el ejercicio y conservación de sus derechos constitucionales contra todo ataque de los poderes legislativo y ejecutivo federales o estatales. En su voto particular presentado el 5 de abril de 1847, Otero señaló:

No he vacilado en proponer al Congreso que eleve a grande altura al Poder Judicial de la Federación, dándole el derecho de proteger a todos los habitantes de la República en el goce de los derechos que les aseguren la Constitución y las leyes constitucionales, contra todos los atentados del Ejecutivo o del Legislativo, ya de los Estados o de la Unión.

Ante la ocupación de la Ciudad de México por el invasor norteamericano, Otero se pronunció por seguir resistiendo mediante guerrillas para obtener mejores condiciones al negociar la paz. Ante la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, votó en contra de su aprobación junto a otros tres diputados, argumentando que los territorios que se perdían no eran materia de disputa al comenzar la guerra, evidenciándose que era una guerra de despojo, por lo que propuso al congreso se negara a reconocer cualquier acuerdo que implicara cualquier enajenación del territorio nacional.

Siendo presidente de la República José Joaquín de Herrera, le correspondió a Mariano Otero el cargo de ministro de Relaciones Interiores y Exteriores. Como tal, fue responsable de la entrega de la aduana de Veracruz en manos de los invasores estadounidenses, negoció con Inglaterra el pago de la deuda contraída durante el período de guerra, se encargó de reubicar a las familias de mexicanos que residían en los territorios arrebatados por los Estados Unidos, así como de proyectar la colonización de las tierras del norte del país con migrantes europeos para preservar la integridad territorial de la nación mutilada.

Otero fue autor de un proyecto de régimen penitenciario para el Distrito y territorios federales, basado en la regeneración y corrección del delincuente mediante el trabajo en talleres de artes y oficios, y no a través del castigo. En 1848 logró que se estableciera una Junta Directiva de Cárceles. Al renunciar al Ministerio de Relaciones Interiores y Exteriores, Otero se incorporó a la mencionada junta desde donde promovió la modernización del sistema penitenciario de la Ciudad de México.

En 1849 fue electo Senador de la República, presentando un proyecto de Ley de Garantías Individuales: libertad, seguridad, propiedad e igualdad, que fue el antecedente inmediato del capítulo primero de la Constitución de 1857.

De forma paralela a su actividad política, Mariano Otero fue cofundador del periódico El Siglo Diez y Nueve, en el que colaboró durante más de ocho años como redactor y articulista. Fue también vicepresidente del Ateneo de México. Su obra escrita comprendió estudios sobre temas sociales, políticos y jurídicos.

Su trayectoria política, aunque breve, fue intensa y fructífera. Su legado ha trascendido el tiempo permaneciendo en la legislación vigente. Su contribución principal, el juicio de amparo, quedó incorporado en la Constitución de 1857 de la que pasó a la actual promulgada en 1917 en sus artículos 103 y 107. Es una figura jurídica única en el mundo que ha sido adoptada por la legislación de otros países creando figuras similares, como la tutela constitucional.

Mariano Otero estuvo casado con Andrea Arce con quien procreó a siete hijos. Su descendencia fue numerosa, una de sus nietas, Rosa María Otero y Gama, fue esposa y compañera de vida de Vicente Lombardo Toledano, madre de sus tres hijas: Rosa María, Adriana y Marcela.

[1] Vicente Lombardo Toledano, “Al fin: Justicia a Miguel Otero Arce”, artículo publicado en Siempre!, núm. 586, 16 de septiembre de 1964.

Vicente Lombardo Toledano. Su concepto de reforma agraria

Vicente Lombardo Toledano, su concepto de reforma agraria

Por Emilio García Bonilla

Emiliano Zapata

El 10 de abril de 1939, la Unión de Revolucionarios del Sur, reconociendo en Vicente Lombardo Toledano un continuador del caudillo revolucionario, le otorgó la condecoración “Emiliano Zapata”, ante la estatua del apóstol del agrarismo en Cuautla, Morelos, con motivo del vigésimo aniversario de su deceso.[1] ¿Por qué se hizo merecedor de tal distinción?

Siendo estudiante universitario, Lombardo se comenzó a vincular con los trabajadores organizados, relación que definió su trayectoria intelectual y política llegando a figurar como uno de los dirigentes obreros más reconocidos de todo el mundo: en su momento fue el máximo líder del proletariado en México, presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina y vicepresidente de la Federación Sindical Mundial.

Tuvo el mérito de haber presidido el primer congreso agrario de la República que se realizó en Iztapalapa en septiembre de 1921. Unos meses después, a principios de 1922, publicó el folleto titulado El reparto de tierras a los pobres no se opone a las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo y de la santa madre Iglesia, teniendo como portada un dibujo de Diego Rivera, dejando a los reaccionarios y terratenientes sin argumentos religiosos contra la reforma agraria. Durante un breve periodo de tres meses entre 1923 y 1924, Lombardo ocupó el cargo de gobernador provisional del estado de Puebla, en ese tiempo repartió más tierras que todos los gobiernos previos en esa entidad, casi 13 mil hectáreas.[2]

Portada de Diego Rivera, 1922.

De las aportaciones concretas de Lombardo a las luchas campesinas destacan tres:

1) La tesis de la unidad de la clase obrera con la campesina. Cuando Lombardo Toledano se separó de la CROM fundó una nueva central sindical: la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, la cual desapareció al crearse la Confederación de Trabajadores de México (CTM), dándole ese nombre para que pudieran incorporarse los campesinos dentro del concepto de trabajadores. Después de la crisis de la CTM por la corrupción de sus líderes, Lombardo auspició la creación de la Alianza de Obreros y Campesinos de México, esta organización se disolvió al crearse la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM).

2) La tesis de que la tierra debería entregarse a los trabajadores agrícolas también, y no sólo a los pueblos y comunidades indígenas. El general Lázaro Cárdenas hizo ley esa idea y la aplicó durante su periodo como presidente de la República.

3) La tesis del trabajo colectivo ejidal implantado en las zonas agrícolas más importantes de la República, como La Laguna, el Yaqui, el Mayo, los Mochis, Mexicali, etcétera,[3] consistente en una concepción cooperativista de la producción, del crédito y de las ventas.[4]

Para Vicente Lombardo Toledano era fundamental tener claridad de las condiciones históricas y sociales del país para actuar políticamente, así sintetizó a la personalidad de México como definida por:

Tres revoluciones populares intensas y dramáticas; dos guerras injustas que mutilaron físicamente el país y desangraron grandemente a su pueblo; varias invasiones militares de su territorio por tropas extranjeras, y un tronco histórico formado por las civilizaciones indígenas y la española del siglo XVI, que dio frutos propios y ricos en todos los órdenes de la vida social y sigue floreciendo de manera inagotable.[5]

Las tres revoluciones que menciona son: la de Independencia, la de Reforma y la iniciada en 1910, esta última definida por el propio Lombardo como una revolución democrático-burguesa, antifeudal, y antiimperialista.

Pero además destacó el papel que la tierra ha representado para el pueblo mexicano:

Su apego profundo a la tierra y su sentimiento de dominio sobre todo lo material y espiritual que la tierra representa, ha desempeñado la principal fuerza motriz en las grandes luchas que el pueblo mexicano ha librado, en las tres revoluciones trascendentales de su historia y en su resistencia a la intervención del extranjero en su vida interior.[6]

De ahí que considerara que la causa principal de las contradicciones que dieron pie a la Revolución de 1910 fue el latifundismo, el cual identificó con una forma de feudalismo. En este sentido, el artículo 27 constitucional es fundamental pues expresa el sentido antifeudal y antiimperialista de la Revolución al oponerse al latifundismo y expresar la defensa del territorio nacional ante los extranjeros.

Vicente Lombardo Toledano. Retrato de Juan Madrid

Por eso es importante al hablar de luchas campesinas conocer algunos conceptos agrarios que sostuvo Vicente Lombardo Toledano.

En su momento señaló que la única forma de elevar el nivel de vida de los mexicanos era la industrialización del país, pero el desarrollo industrial debía apoyarse en una agricultura próspera; que tenía que reducirse la disparidad entre la vida rural y la urbana: “El campo y la ciudad deben marchar paralelamente. Por eso la agricultura y la industria deben ser consideradas como dos aspectos complementarios de un mismo proceso económico, social, político, educativo y cultural.”[7]

La reforma agraria no fue una concesión del régimen, fue producto del esfuerzo y la decisión de los campesinos en armas, había sido conquistada de abajo hacia arriba, arrancada por los campesinos a los gobiernos en turno. Entre sus aspectos positivos, Lombardo destaca que la tierra ejidal no pertenece ni al individuo ni a la familia, sino al núcleo de población, había hecho que el campesinado se organizara y participara con mayor conciencia en las luchas del pueblo, también había logrado minar las fuerzas de la reacción al acabar con la clase social enriquecida del campo.[8]

Consideró que la reforma agraria tuvo por objeto multiplicar las fuerzas productivas y cambiar las relaciones de producción en el campo. Para ello era necesario terminar con los latifundios que sólo se cultivaban en una mínima parte y de un modo primitivo, devolver a las comunidades agrarias las tierras que habían perdido y dotar de ellas a los núcleos de población rural que nunca las habían tenido. Esto tenía como fin liberar a los peones de su situación casi de esclavitud, anular los contratos infames de aparcería y convertir a los campesinos en factores de producción, para que pudiera elevarse su nivel de vida y para crear un mercado nacional con creciente capacidad de compra.[9]

Para Lombardo, la reforma agraria no se podía limitar al hecho de entregar la tierra, sino que debía de ser integral, consistente en asegurar el uso de la tierra, el agua, dirección técnica y el crédito; radicando en este último el problema principal, pues tierra sin crédito es tierra que se abandona o se arrienda.[10]

Al ejido lo consideró no como una propiedad, sino en función del derecho de los campesinos a hacer uso de la tierra sin poder venderla, lo que garantizaba la integridad del territorio nacional al impedir la reintegración de los grandes latifundios y que los extranjeros poseyeran las tierras más valiosas del país.[11]

Ante las críticas de la reacción, que consideraba como medidas comunistas los principios contenidos en el artículo 27 constitucional relativos al dominio directo de la nación sobre los recursos naturales y acerca de la facultad del Estado para dotar a la propiedad privada las modalidades que dictara el interés público, Lombardo aclaró que se trataba del capitalismo de Estado como una forma de facilitar el desarrollo de las fuerzas productivas procurando superar el atraso y mejorar las condiciones de vida sin sometimiento a las fuerzas económicas del exterior.[12]


(Fragmento de la conferencia “Vicente Lombardo Toledano, la lucha campesina y el pensamiento político de la segunda mitad del siglo XX”, presentada en el Congreso Mexicano de Sociología, La mirada sociológica desde el sur, organizado por el Colegio Mexicano de Sociología y realizado en la Universidad Obrera de México “Vicente Lombardo Toledano” del 22 al 24 de noviembre de 2017.)

[1] Rosa María Otero, Vicente Lombardo Toledano, Datos biográficos, México, Universidad Obrera de México, 1988: p. 47.

[2] Jacinto López, “La lucha de Vicente Lombardo Toledano en defensa de los campesinos de México”, en Homenaje de El Popular a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2014: pp. 40, 44-45.

[3] Ibid.: pp. 45-46.

[4] Vicente Lombardo Toledano, “Los grandes problemas de la reforma agraria y de la agricultura”, discurso del 22 de marzo de 1964, en Obra Histórico-cronológica, tomo VI, Vol. 14, México, CEFPSVLT, 2013: p. 160.

[5] Vicente Lombardo Toledano, “¿Moscú o Pekín?, La vía mexicana al socialismo” [1963], en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, Vol. 11, México, CEFPSVLT, 2011: p. 92.

[6] Ibid.: p. 72.

[7] Vicente Lombardo Toledano, “Los grandes problemas…”, op. cit.: p. 153, 162.

[8] Vicente Lombardo Toledano, “Proyecto de tesis sobre la política campesina”, noviembre de 1955, en Obra Histórico-cronológica, tomo V, Vol. 22, México, CEFPSVLT, 2006: p. 149-150.

[9] Vicente Lombardo Toledano, “Los grandes problemas…”, op. cit.: pp. 153-154.

[10] Ibid.: pp. 155-156.

[11] Vicente Lombardo Toledano, “La Reforma Agraria”, conferencia del 20 de agosto de 1965, en Obra Histórico-cronológica, tomo VI, Vol. 18, México, CEFPSVLT, 2013: pp. 25-26.

[12] Vicente Lombardo Toledano, “López Mateos y los grandes problemas nacionales. El capitalismo de Estado”, artículo del 10 de diciembre de 1958, en Obra Histórico-cronológica, tomo V, Vol. 28, México, CEFPSVLT, 2013: pp. 206-207.

Erasto Cortés Juárez (1900-1972)

ERASTO CORTÉS JUÁREZ, 1900 – 1972

Por el Lic. Javier Arias Velázquez, Emilio García Bonilla y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Erasto Cortés Juárez nació en Tepeaca, estado de Puebla (México), el 26 de agosto de 1900. Fue pintor, grabador, escritor, docente, periodista y crítico de arte, egresado de la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, y es uno de los máximos exponentes de las artes plásticas y  gráficas del siglo XX en México, quien desarrollo durante su vida de grabador la intensa labor de producción, investigación y fomento de la técnica del grabado.

Ejerció la docencia en pintura y grabado durante más de tres décadas en la Escuela de Artes Plásticas “La Esmeralda” de la Secretaria de Educación Pública (México) y en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Estuvo afiliado a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, que tuvo la misión de la promover el ideario socialista desde la cultura. También fue miembro del renombrado Taller de Gráfica Popular. Fundador y miembro de la Sociedad para el Impulso de las Artes Plásticas. Perteneció al Salón de la Plástica Mexicana del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y a la Asociación Mexicana de Críticos de Arte.

Dentro de sus actividades periodísticas, estuvo a cargo de las “Crónicas culturales” del semanario El Vocero del Norte de San Miguel de Allende, Guanajuato (México) y colaboró en diarios y revistas de México. Fundador, miembro Titular y de Número de la Academia de Artes. Participó en exposiciones colectivas principalmente en la Ciudad de México y en San Miguel de Allende, Guanajuato, también en el extranjero y en exposiciones individuales en la Galería de Arte Contemporáneo y en la Galería de Arte Mexicano.

De su obra literaria destacan: Fisonomías de animales (40 grabados), México, 1950; El calendario histórico guanajuatense; Héroes de la Independencia, La Reforma, La Revolución (grabados en linóleum) México, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Viaje a Puerto Príncipe, Haití. (12 grabados). México, 1950; El grabado contemporáneo, 70 biografías de grabadores. Volumen 12 de la Enciclopedia Mexicana de Arte, 1951; Historia del grabado en México; Homenaje al Pensamiento Liberal Mexicano y Del dibujo al grabado, (833 piezas) en exposición en el Museo-Taller Erasto Cortés, Ciudad de Puebla, México.

Falleció en la Ciudad de México en 1972.

Erasto Cortés Juárez. Calendario Histórico Guanajuatense. San Miguel de Allende, Guanajuato, México: Imprenta San Miguel, 1967.

“A el maestro licenciado don Vicente Lombardo Toledano. Con mi profunda admiración y sincera estimación”. (firma) Erasto Cortés

Obra ubicada en el acervo histórico: Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

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Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Fernando Foglio Miramontes (1906-1973)

FERNANDO FOGLIO MIRAMONTES, 1906 – 1973

Por Emilio García Bonilla

Nació en Temósachi, estado de Chihuahua (México) el 8 de diciembre de 1906 y falleció en la Ciudad de México el 23 de mayo de 1973. Ingeniero agrónomo y político. Realizó sus estudios de agronomía en la Escuela Particular de Agricultura de Ciudad Juárez, Chihuahua.

Después de haber servido varios años en el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, desempeñó los cargos de Director General de Estadística, Subsecretario de Agricultura y Ganadería y Titular del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización en el gabinete del presidente Manuel Ávila Camacho.

En 1940, fue postulado por el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) al gobierno de Chihuahua, siendo derrotado por un disidente de su mismo partido, Alfredo Chávez, que se postuló de manera independiente. Cuatro años después ganó las elecciones y gobernó su estado natal de 1944 a 1950, mandó edificar las Ciudades Deportiva e Infantil, primeras en su género de la República. Otra de sus obras emblemáticas fue la presa Francisco I. Madero “Las Vírgenes”. Durante su mandato también se inició la construcción del Instituto Tecnológico de Chihuahua, asimismo se promulgó la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Chihuahua, actualmente vigente y que reformó la anterior de 1921.

Su único libro conocido es la Geografía Económico Agrícola del estado de Michoacán, publicado en 1936. El Centro de Estudios conserva un ejemplar con dedicatoria a Vicente Lombardo Toledano.

Fernando Foglio Miramontes. Geografía económica agrícola del estado de Michoacán. México: Imprenta de la Cámara de Diputados, 1936.

“Con todo afecto para mi estimable amigo el sr. Lic. Vicente Lombardo Toledano. México, D. F., a 29 de octubre de 1963. (rúbrica) de Fernando Foglio”.

Obra ubicada en el acervo histórico Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

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Darío Rubio (1878-1952)

DARIO RUBIO, 1878 – 1952

Por Emilio García Bonilla

Nació en el poblado de Mineral de la Luz, estado de Guanajuato (México), el 8 de diciembre de 1878 y falleció en la Ciudad de México el 21 de enero de 1952. Fue un escritor interesado en la paremiología (disciplina que estudia los refranes y proverbios) y el español popular mexicano. Su obra lexicográfica se caracteriza por una defensa incansable hacia el reconocimiento del acervo léxico mexicano en primer lugar y del americano en segundo lugar desde una postura policéntrica.

Después de realizar sus estudios en el Colegio del Estado de Guanajuato, continuó su educación de manera autodidacta. Sus primeros trabajos los publicó en un periódico dirigido a los mineros: El Barretero, posteriormente fundó El Correo de Guanajuato. Se radicó en la Ciudad de México desde 1905 ocupándose de labore editoriales.  Fue regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México, Jefe del Departamento Administrativo del mismo Ayuntamiento, interventor del Banco Hipotecario y Director del Nacional Monte de Piedad.

En su quehacer literario, se dio a conocer como dramaturgo, crítico teatral, narrador y periodista, pero es más reconocido como lexicógrafo. Su interés por el habla popular lo llevó a recoger los vocablos y frases que consideraba exclusivos de México y de ciertos sectores sociales.

Conocido también por el seudónimo de “Ricardo del Castillo”, fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, a la que ingresó en 1927 y desempeño los cargos de secretario y tesorero hasta su muerte. Colaboró en el diario México Nuevo y en la Revista de Revistas. Entre sus obras destacan: Pierrot: ensayo dramático (1909), Ligeras reflexiones acerca de nuestro teatro nacional (1912), Los llamados mexicanismos de la Academia española, (1917), Nahuatlismos y barbarismos (1919), El jaripeo (1920)  La anarquía del lenguaje en la América española (1925), Refranes, proverbios y dichos y dicharachos mexicanos, dos volúmenes (1925 y 1940).

Dos de sus obras pertenecieron al acervo particular de Vicente Lombardo Toledano, personaje a quien Darío Rubio estimaba.

Ricardo del Castillo. Los llamados mexicanismos de la Academia española. México: Imp. Franco-Mexicana, 1917

“Para el Señor Lic. don Vicente Lombardo Toledano, con la significación de la alta estima en que le tiene el autor de estos apuntamientos (rúbrica) Darío Rubio. Mex. Ocbre. 1°  de 1922.”

Darío Rubio. La anarquía del lenguaje en la América Española. México: Confederación Regional Obrera Mexicana, 1925.

“Para Vicente Lombardo Toledano, con el cariño que él sabe bien le tiene el autor de estos estudios. (rúbrica) Darío Rubio. México, Diciembre de 1925”

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Roberto Montenegro. Expresiones del arte popular mexicano

Roberto Montenegro. Expresiones del arte popular mexicano

Por Emilio García Bonilla

“Emperador Anáhuac”, portada de la revista CROM, Octubre de 1931

El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano” participa en la exposición titulada Roberto Montenegro. Expresiones del arte popular mexicano, que se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes.

Nuestra institución proporciona en préstamo seis ejemplares de la revista CROM, órgano de la Confederación Regional Obrera Mexicana, de los años 1926, 1927, 1931, 1932 y 1933, las cuales contienen ilustraciones del artista Roberto Montenegro, ejemplares pertenecientes al acervo original de Vicente Lombardo Toledano, quien fuera miembro del Comité Central de la CROM de 1923 a 1932.

Nacido en Guadalajara, Jalisco, el 19 de febrero de 1887, esta exposición celebra los 130 años del natalicio de Roberto Montenegro, homenajeando a uno de los exponentes del arte contemporáneo en México, quien además se destacó por difundir el arte popular logrando que las manifestaciones creativas de la cultura mexicana fueran reconocidas y valoradas.

Además de ilustrar publicaciones como la Revista Moderna y la Revista Mundial, fue muralista y escenógrafo, jefe del Departamento de Artes Plásticas de la Secretaría de Educación Pública con José Vasconcelos y director del Museo de Artes Populares de Bellas Artes. Publicó los libros Máscaras mexicanas, Veinte dibujos de Taxco, Pintura mexicana 1800-1860, y Retablos mexicanos. Recibió el Premio Nacional de las Artes en 1967. Murió en la Ciudad de México el 13 de octubre de 1968.

La exposición se presenta del 6 de diciembre de 2017 al 25 de febrero de 2018 en el Palacio de Bellas Artes, ubicado en Av. Juárez y Eje Central, Ciudad de México.

Ilustraciones de Roberto Montenegro en la Revista CROM (1926-1933)

49° Aniversario Luctuoso de Vicente Lombardo Toledano

49° Aniversario Luctuoso de Vicente Lombardo Toledano

Por Emilio García Bonilla

El 16 de noviembre de 1968 falleció en la Ciudad de México el ilustre mexicano Vicente Lombardo Toledano a los 74 años, dejando un legado político e intelectual que aún medio siglo después sigue siendo valorado.

“Boceto para un retrato en mural” de David Alfaro Siqueiros

El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales que lleva su nombre y tiene su sede en el inmueble que fuera su residencia familiar durante 40 años, fue creado por decreto presidencial en 1972 a partir de la donación que hiciera de su biblioteca al pueblo de México para propiciar el estudio de los temas y disciplinas a las que apasionadamente consagró su vida: la filosofía, el derecho, la ciencia política, el sindicalismo, la sociología, la pedagogía, la economía, la historia, etcétera.

Además de albergar los más de 25 mil títulos del acervo bibliográfico original de Vicente Lombardo Toledano, el Centro de Estudios también resguarda fotografías, grabaciones magnetofónicas, objetos personales, carteles y grabados del Taller de Gráfica Popular y obras artísticas realizadas en homenaje a Lombardo Toledano: pinturas de David Alfaro Siqueiros, Jesús Guerrero Galván y  Federico Silva, retratos de Juan Madrid, Raúl Anguiano y Salvador Pruneda, grabados de Alberto Beltrán, Ángel Bracho, entre otros, así como dos bustos en bronce: uno de ellos realizado por  Francisco Canessi.

Fundador y director de instituciones educativas, políticas y sindicales, así como de publicaciones periódicas, la memoria de Vicente Lombardo Toledano es reconocida en todo el país dando nombre a calles, avenidas y escuelas en numerosos municipios y ciudades principales de la República. Forma parte de los héroes y personalidades que han contribuido a engrandecer a nuestra nación.

El 15 de julio de 1984, en ocasión del 90 aniversario de su natalicio, fue develado su nombre con letras de oro en el recinto parlamentario del Congreso del Estado de Puebla, el decreto correspondiente señalaba:

Lombardo Toledano representa toda una vida consagrada a la orientación, educación y formación de la juventud mexicana; a la modernización política de nuestro estado y país, y a la organización de los obreros mexicanos como sector productivo; apoyando con estas acciones y con su patriótico ejemplo abierta y decididamente, en momentos cruciales de nuestra historia, los postulados de la Revolución Mexicana que han hecho posible el fortalecimiento de las instituciones.[1]

En ocasión del Centenario de su nacimiento, la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión aprobó el proyecto de decreto para que se inscribiera su nombre en el muro del honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, la propuesta de dictamen destacaba que:

Él, con su perseverante dinamismo, interpretó y sirvió con fidelidad a su país; por eso es una figura sobresaliente del México revolucionario; por eso constituye un ejemplo a seguir; por ello es un paradigma de la sociedad y, como tal, un personaje cuyo nombre es digno de una evocación permanente. Homenaje que vaya más allá de las efemérides, por cuanto tiene de significado representativo de lo mejor de la patria y designa a una personalidad que simboliza a toda una etapa de la trayectoria del país.

[…] La inscripción de su nombre en el recito de nuestra Cámara nos recordará permanentemente su obra imperecedera, pero ante todo nos advertirá con nitidez que, ante la grandeza de un mexicano no existen diferencias tan pronunciadas que no puedan superarse, ni reticencias que no se sumen al reconocimiento general.

Vicente Lombardo Toledano es de los grandes constructores de la patria. Su vida forma parte de la historia de México. Por eso merece la gratitud del pueblo mexicano y de sus representantes en el centenario de su nacimiento.

Es juicio de esta comisión, que el nombre de Vicente Lombardo Toledano en las columnas de nuestro recinto, será factor de orgullo común y consenso nacional.[2]

En un balcón del Palacio Nacional presenciando un desfile obrero

El 16 de julio de 1994, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres de México. En la ceremonia, el artista gráfico Alberto Beltrán, presidente del Comité Pro-Festejos del Centenario de Vicente Lombardo Toledano dijo que “estudiar la vida de Vicente Lombardo Toledano implica conocer la vida de México […] Lo recordamos como maestro, como filósofo, como historiador, como impulsor del muralismo mexicano, […] como nacionalizador del petróleo junto con Lázaro Cárdenas; como ideólogo de su partido, el Partido Popular Socialista; como escritor.”[3]

El decreto presidencial de inhumación disponía que se difundieran las acciones cívicas, así como la obra política y social de Vicente Lombardo Toledano.[4] El Centro de Estudios Filosóficos Políticos y Sociales cumple con ese mandato con la edición y difusión de las colecciones “Obra Temática”, “Estudios sobre la vida y obra de Vicente Lombardo Toledano” y “Obra Histórico-cronológica”, ésta última que reúne en 94 volúmenes la mayor compilación de artículos, discursos, conferencias, libros y demás escritos publicados por Vicente Lombardo Toledano poniéndolos a disposición de estudiosos nacionales y extranjeros, material valorado como registro histórico, como corpus de pensamiento para la interpretación de diversos momentos de la historia del país y del mundo, como ejemplo de metodología y como guía instrumental para analizar la realidad social en constante cambio.

[1] Decreto del XLIX Congreso Constitucional del Estado Libre y Soberano de Puebla, 28 de junio de 1984, en Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: p. 8.

[2] “Dictamen con proyecto de decreto”, LV Legislatura de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. 8 de noviembre de 1993, en Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: p. 49.

[3] “Palabras de Alberto Beltrán en la ceremonia realizada en la Rotonda de los Hombres Ilustres”, 16 de julio de 1994, en Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: p. 106.

[4] “Decreto del Presidente de la República”, 13 de julio de 1994, en Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: p. 103.

Hannes Meyer, 1889 – 1954

Fotografía en blanco y negro de Hannes Meyer saludando

Por el Lic. Emilio García Bonilla y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

Hans Emil Meyer, conocido como Hannes Meyer. Fue un arquitecto y urbanista que nació en Basilea, Suiza, el 18 de noviembre de 1889 y falleció en Crossifisso, Lugano, Suiza, en 1954.

Estudió arquitectura en Berlín. Junto con Hans Witter realizó sus dos proyectos más famosos: el Palacio de la Sociedad de Naciones en Ginebra y la escuela primaria para niñas, Petersschule. En 1928 asumió la dirección de la reconocida escuela de artesanía, diseño, arte y arquitectura de la Bauhaus bajo el lema: “Las necesidades del pueblo en lugar de la necesidad de lujos”, teniendo que abandonar Alemania en 1930 por motivos políticos, empleándose en Moscú como profesor de la Escuela Superior de Arquitectura Wasi.

En 1938 llegó a México invitado por el presidente Lázaro Cárdenas para dictar una serie de conferencias y un año después fue contratado para impartir clases en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional dirigiendo los cursos de planificación y urbanismo.

Trabajó en la Oficina de Proyectos de la Secretaría del Trabajo donde realizó el Plan Lomas de Becerra para alojar a dos mil familias de trabajadores en Tacubaya, también formó parte de la Comisión de Planeación de Hospitales del recién creado Instituto Mexicano del Seguro Social. Coordinó el Programa Nacional de Construcción de Escuelas. En 1944 realizó la planificación urbana de Tlanepantla por encargo del doctor Gustavo Baz.

En nuestro país, con el patrocinio del presidente Manuel Ávila Camacho editó en 1943 El libro negro del terror nazi en Europa que incluía 164 fotografías y 50 dibujos.

De 1947 a 1949 dirigió el Taller de Gráfica Popular iniciando la publicación La Estampa Mexicana. En ese contexto se publica el libro El Taller de Gráfica Popular: doce años de obra artística colectiva, conservándose en la biblioteca del Centro de Estudios un ejemplar con dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano como una muestra de la relación amistosa y de colaboración que tuvo el destacado intelectual mexicano con dicha agrupación artística con un claro compromiso político y social.

Meyer regresó a Europa en 1949, volviendo a México en 1952 por un breve periodo para participar en el Congreso Nacional de Arquitectos.

El Taller de Gráfica Popular: doce años de obra artística colectiva – The Workshop for Popular Graphic Art: a record of the twelve years of collective work. México: La Estampa Mexicana, 1949.

Dedicatoria de pintores, muralistas, grabadores, escultores, que participaron en el TALLER DE GRÁFICA POPULAR:

Al Maestro Vicente Lombardo Toledano le dedicamos con todo cariño este álbum en ocasión de su 58 aniversario, deseándole larga vida en bien de la cultura popular de la nación mexicana.”
16 de julio de 1952.
Luis Arenal, Ignacio Aguirre, Ángel Bracho, Alberto Beltrán, Roberto Berdecio,
Celia Calderón, Jesús Escobedo, Andrea Gómez, M. Jiménez, Adolfo Mexiac,
Francisco Mora, Betty Cattlet, Leopoldo Méndez, Pablo O´higgins,
Fany Rabel, Joel Tellez, Mariana Yampolsky.

Y la dedicatoria de Hannes Meyer al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
“Al gran luchador y fino amigo Vicente Lombardo Toledano muy cordialmente”
Rúbrica de Hannes Meyer, 31 – VIII – 49 (1949).

Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO
Correo electrónico: bibliolomb@hotmail.com

Carlos Duarte Moreno, 1906-1969

Por el Lic. Emilio García Bonilla, el Mtro. Josep Francesc Sanmartín Cava y el dedicado trabajo realizado por los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

El Centro de Estudios recuerda a Carlos Duarte Moreno, escritor mexicano nacido en Mérida, Yucatán, el 15 de septiembre de 1900. Destacó como periodista, poeta, compositor, dramaturgo y político. Falleció en la Ciudad de México el 22 de abril de 1969.

En 1915, siendo muy joven, inició como articulista para la revista Género Chico de su natal Mérida, de la que llegó a ser director. Colaboró regularmente en el Diario del Sureste de Yucatán con su columna “Caminando por las calles”. Durante su estancia en Cuba, de 1931 a 1934, participó en los periódicos Información y El País, publicando también en las revistas Bohemia, Filmópolis, Orbe y Parisina. En la Ciudad de México colaboró con los periódicos Hoy, Excélsior, Últimas Noticias y El Nacional.

En su ciudad natal fundó los semanarios La Discusión, Gladios, El Pueblo e Ilustración Social. Fue iniciador de la Liga de Periodistas del Sureste, de la Peña Literaria del Club de Periodistas y miembro del Ateneo de Ciencias y Artes de México. Dirigió además las publicaciones Lorito Real (periódico agrarista) y Bandera en Mérida y el Boletín de la Sociedad de Autores y Compositores de Música en la Ciudad de México, y fue socio fundador y presidente de la Liga de Periodistas del Sureste.

De carácter fuerte y combativo, se consideraba poco apegado a los bienes materiales y de espíritu rebelde. Simpatizó con el gobierno revolucionario del general Salvador Alvarado en Yucatán. En 1923 fue electo diputado local habiendo sido postulado por el Partido Socialista del Sureste. En un acto público recibió al nicaragüense Augusto César Sandino a su paso por Mérida. Debido a su posición contra el gobierno de Gerardo Machado en Cuba, expresada en sus publicaciones en la revista Bohemia, fue encarcelado en la Penitenciaría Juárez de Mérida.

De manera paralela a su trabajo periodístico realizó su labor como escritor, compositor, poeta y dramaturgo. Ingresó al Ateneo Nacional de Ciencias y Artes de México en 1936. Escribió las novelas Levadura, Pencas, las comedias La Jaula y Como el alma de los cántaros, también las obras teatrales Cuando las nubes pasan, El hundimiento de la esperanza, El tonto y la infamia y Xocbichuy. De entre sus canciones destacan “Granito de sal” y “Aires del Mayab”, y de su obra poética podemos mencionar Tres poemas jóvenes, Evocación, La rosa poética y Canto a Míster Sam, un ejemplar de éste último libro con dedicatoria a Vicente Lombardo Toledano se conserva en la biblioteca del Centro de Estudios.

DUARTE Moreno, Carlos. Canto a Míster Sam: poema americano. Mérida, Yucatán, México: Talleres Gráficos del Sudeste, 1954.

Al Lic. Vicente lombardo Toledano, Presidente de la CTAL, con mi profunda estimación por su lucha obrera y por su batalla en favor de la Paz. (firma) Carlos duarte Moreno.: Mérida, Yuc., México, 26 de abril de 1954.

Poesías de Carlos Duarte a continuación

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Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” en la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.

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Efemérides con fines de difusión cultural e histórica.

123 Aniversario del Natalicio de Vicente Lombardo Toledano

123° Aniversario del Natalicio de Vicente Lombardo Toledano

Por Emilio García Bonilla

Vicente Lombardo Toledano nació el 16 de julio de 1894 en la Posada Buenavista de Teziutlán, Puebla. Realizó sus primeros estudios en la escuela laica Liceo Teziuteco, posteriormente en la Ciudad de México ingresó al Internado Nacional y a la Escuela Nacional Preparatoria. Cursó de forma simultánea las carreras de Derecho y Filosofía en la Universidad Nacional, donde formó parte de la Generación de 1915 o de Los Siete Sabios junto a Manuel Gómez Morín, Alfonso Caso, Antonio Castro Leal, entre otros.

Destacó en los ámbitos cultural, sindical y político, logrando el reconocimiento nacional e internacional por sus ideas, obra y lucha.

En la Federación Sindical Mundial, grabado de Alberto Beltrán

Fue el mejor intérprete e impulsor de la Revolución Mexicana de 1910. Desentrañó su profundo significado y amplió sus metas. Fue una revolución popular –dijo–, democrática, nacionalista y antimperialista. La primera de ese carácter en el siglo XX. Que produjo la Constitución política más avanzada de su tiempo, al crear un nuevo concepto jurídico de la propiedad, considerándola como una concesión a los particulares, sujeta siempre a las modalidades que dicte el interés público, y no como un derecho natural del individuo. Esta concepción revolucionaria de la propiedad es la que permitió la reivindicación de los recursos naturales de la nación como los hidrocarburos; los minerales del suelo, del subsuelo y de nuestro mar territorial; las comunicaciones e industrias que se encontraban en manos extranjeras. Así, cabe recordar como ejemplo representativo la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938 decretada por el general Lázaro Cárdenas.

Su inteligencia y acción creadora lo llevó a ocupar, desde muy joven diferentes cargos públicos y responsabilidades políticas: fue gobernador de Puebla a los 29 años de edad; oficial mayor del gobierno del Distrito Federal  y regidor del ayuntamiento de la Ciudad de México; diputado federal en dos períodos legislativos por el Partido Laborista en los años veinte; candidato a la Presidencia de la República en 1952 y diputado federal en el período legislativo 1964-1967 por el Partido Popular Socialista, fundado, y dirigido por él desde su creación en 1948 y hasta el 16 de noviembre de 1968.

Fue conductor del movimiento obrero, militó en la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), organizó la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), fundó y presidió la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL) de 1938 a 1963 y participó en la fundación de la Federación Sindical Mundial, de la que fue uno de sus vicepresidentes.

Fundó y dirigió medios impresos, como el diario El Popular y las revistas Futuro y Nueva Democracia. También inspiró, propició y creó instituciones educativas y culturales como la Escuela Nacional Preparatoria Nocturna, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Obrera de México que hoy lleva su nombre; en 1972 se creó por decreto presidencial el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”, con base en su vasta y selecta biblioteca, teniendo como sede la casa que fue su domicilio particular y familiar.

Impulsó el muralismo mexicano, poniendo a disposición de los grandes pintores encabezados por Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco los muros de la Escuela Nacional Preparatoria de la que fue su director.

Nos legó por lo menos dos guiones cinematográficos: Ha caído una estrella y El nervio del mundo. Incursionó en la poesía con sus poemas “Presente y Futuro”, “El hombre ha encontrado su camino”, “Este mi afán”, entre otros. Fue un filósofo, sociólogo, periodista, ensayista, orador, polemista, conferencista, antropólogo, innovando la concepción del homo sapiens y postulando a éste como el homo creator. También es destacable su trabajo arqueológico, antropológico y lingüístico, sobre todo en su tesis doctoral Geografía de las lenguas de la Sierra de Puebla.

En 1964, en ocasión de su cumpleaños número 70 fue objeto de un gran homenaje en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, en aquella ocasión señaló:

Quienes empezamos a meditar sobre lo que México era cuando estalló la Revolución, descubrimos la magnitud del drama en que vivía, y esta revelación decidió el curso de nuestra existencia. Se presentó entonces para los jóvenes de mi generación un dilema: labrar nuestro porvenir como individuos, buscando nuestra felicidad al margen de la profunda convulsión que sacudía al pueblo, o vivir dentro de ella y tratar de contribuir al logro de las metas que pretendía alcanzar. Yo opté por el segundo camino, después de dudas y vacilaciones, cuando salí de la escuela, porque son tentadores la riqueza y los bienes que proporciona. Pero hecha la elección, mi vida como mexicano y como hombre de mi tiempo no me ha dado sino alegrías, porque no puede haber un incentivo mayor que el de sentirse parte, aunque sea infinitamente pequeña, de la grandiosa batalla por el acceso de toda la humanidad a los beneficios de la civilización, de la cultura y de la verdadera libertad que consiste en hacer del pensamiento una palanca para mover el mundo y transformarlo.[1]

Al referido homenaje asistieron personalidades y representantes de instituciones culturales, educativas, de organizaciones políticas y sindicales, así como diplomáticos acreditados en México de las embajadas de la Unión Soviética, Checoslovaquia, Polonia y Yugoslavia. Se recibieron saludos y felicitaciones de organizaciones de una veintena de países de América, Europa y Asia. En representación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el profesor Donaciano Serna Leal destacó que Vicente Lombardo Toledano “que podía haber permanecido encerrado en su torre de marfil, mirando desdeñosamente la realidad como tantos otros, ha preferido el riesgo de la lucha y el peligro de la trinchera. Y pudiendo haberse filiado, como muchos que olvidan su origen proletario, a las clases poderosas, se decide por acaudillar a los humildes y guiar a los desheredados; su talento lo ha puesto íntegro al servicio de la causa del pueblo; su esfuerzo múltiple y fecundo lo ha dedicado al servicio de obreros, campesinos, maestros, burócratas y estudiantes, al lado de quienes ha librado rudas batallas.”[2]

En el Centenario de su Natalicio, el 16 de julio de 1994, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres de México “como un reconocimiento al ilustre mexicano, fiel defensor de las causas sociales y los ideales populares”. En el decreto del entonces presidente de la República se señaló que “hizo de su vida fecunda y destacada labor en beneficio de la patria, teniendo siempre como motivo fundamental de sus acciones el fortalecimiento de la justicia social en pro de los trabajadores mexicanos. Fue impulsor decisivo de la expropiación petrolera de 1938, con firme espíritu nacionalista en favor de la independencia económica del país.”[3] Se dijo además que:

El egregio mexicano promovió vigorosamente la vida política nacional, con plena convicción de que los postulados fundamentales de nuestra Constitución Política deben ejercitarse de manera permanente a partir del principio democrático rectoral que establece que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo y que todo poder público dimana del pueblo. […] Durante toda su vida política generó vertientes participativas en favor de las diversas clases sociales y muy especialmente para impulsar el uso de los derechos políticos por parte de los obreros y trabajadores del país, convencido de que la democracia como sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo, es el único conducto legítimo para alcanzar los grandes objetivos del proyecto nacional.[4]


[1] Vicente Lombardo Toledano, “Lo que la vida me ha enseñado”, discurso pronunciado el 1° de agosto de 1964, en Obra Histórico-cronológica, tomo VI, volumen 15, México, CEFPSVLT, 2012: p. 98.

[2] “Discurso del profesor Donaciano Serna Leal en representación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación”, en Homenaje a Vicente Lombardo Toledano 1894-1964, México, Universidad Obrera de México, 1964: pp. 22-23.

[3] Decreto del Presidente de la República, 13 de julio de 1994, en Marcela Lombardo (ed.), Homenajes de la República a Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2005: pp. 102-103

[4] Ídem.

El Grupo Solidario del Movimiento Obrero

El Grupo Solidario del Movimiento Obrero

Por Emilio García Bonilla

A principios de 1922, Diego Rivera había iniciado su primer mural, La Creación, en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, instalando su taller en el antiguo convento de San Pedro y San Pablo, ubicado en la esquina del Carmen y San Ildefonso en la Ciudad de México; sobre ésta última calle, en el número 20, tenía su despacho Vicente Lombardo Toledano, en ese entonces de 27 años. De estos dos personajes surgió la iniciativa para integrar lo que se llamaría Grupo Solidario del Movimiento Obrero.

Los primeros convocados para formar el grupo fueron personas cercanas a Lombardo y Rivera: el primero invitó a sus compañeros de sus años de estudiante universitario: Teófilo Olea y Leyva, Alfonso Caso, Alberto Vásquez del Mercado, posteriormente se integraría Manuel Gómez Morín, todos ellos del grupo conocido como Los Siete Sabios; Octavio Medellín y Ostos, cercano a ellos, también fue convocado. Diego Rivera invitaría a sus colaboradores Xavier Guerrero y Carlos Mérida, a los también pintores José Clemente Orozco, Adolfo Best, Jorge Juan Crespo y Germán Cueto, y al escultor Ignacio Asúnsolo. Por su parte, la actriz Guadalupe Rivas Cacho, entonces pareja de Rivera, invitó a sus compañeros del Teatro Lírico: Pablo Prida, Manuel Castro Padilla, Joaquín Ramírez Cabañas y Carlos Ortega.[1]

El Grupo Solidario del Movimiento Obrero fue constituido en enero de 1922. Estuvo activo durante casi un año y medio, extendió su trabajo e influencia por diferentes ciudades del país y agrupó a personalidades destacadas de la cultura que se acercaron a los trabajadores organizados. Entre sus miembros más destacados estuvieron: Carlos Pellicer, Daniel Cosío Villegas, Palma Guillén, José Gorostiza Alcalá, el nicaragüense Salomón de la Selva, el dominicano Pedro Henríquez Ureña y el polaco Józef Hieronim Retinger.

La reunión fundacional se realizó el 26 de enero de 1922 en el estudio de Diego Rivera. A la veintena de personas invitadas se les envió el proyecto de las bases generales de la organización, donde se consideraba que los intelectuales mexicanos no habían hecho ningún esfuerzo colectivo por la causa de los oprimidos:

Hasta la época actual, los artistas e intelectuales mexicanos no han sabido identificarse con lo que debían haber considerado como una acción necesaria y primordial, aunque a menudo e individualmente hayan sentido el desorden político, económico y social, y la opresión y la explotación que mantiene en estado de inferioridad a la población indígena de su país.[2]

Se señaló que el grupo se pondría a disposición de las asociaciones obreras, “ofreciendo sus servicios para que progresen las verdaderas ideas revolucionarias”, para ello sus integrantes se encargarían de estudiar los problemas que les encomendaran buscando soluciones, organizarían cursos y conferencias sobre los temas que se les solicitaran y sobre cuestiones del momento con importancia general, también realizarían publicaciones especiales de propaganda e instrucción, poniendo especial atención en los problemas relativos a la educación pública así como al desarrollo del gusto estético y artístico del pueblo mexicano.[3]

Los estatutos del Grupo Solidario del Movimiento Obrero disponían la integración de un comité ejecutivo, al frente del cual quedó Vicente Lombardo Toledano junto a Julio Torri y Diego Rivera, se nombró a Jorge Juan Crespo como tesorero y se constituyeron las siguientes comisiones: de Conferencias, a cargo de Carlos M. Peralta; Instrucción popular, bajo la responsabilidad de Octavio Medellín y Ostos; Trabajo social, con Palma Guillén, Alfonso Caso y Salomón de la Selva; Desarrollo estético, teniendo como responsables a Pedro Henríquez Ureña, José Clemente Orozco y Adolfo Best, y la Comisión de Publicaciones a cargo de Francisco González Guerrero. Se le encargó a Alberto Garduño un proyecto de dibujo para el emblema que usaría el grupo en su propaganda y documentos oficiales”.[4]

Portada de Diego Rivera, 1922.

En la reunión fundacional, Vicente Lombardo Toledano presentó un escrito sobre la propiedad de la tierra, proponiendo a los presentes que se imprimiera a costa del grupo, lo cual fue aprobado. Se publicó con el título El reparto de tierras a los pobres no se opone a las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo y de la santa madre Iglesia, la portada consistió en un dibujo realizado por Diego Rivera. En ese texto, escrito luego de haber presidido el Primer Congreso Agrario del Distrito Federal en septiembre de 1921 como oficial mayor del gobierno de la capital, Lombardo defendió con base en textos eclesiásticos al artículo 27 constitucional, afirmando que: “La revolución actual en México y en el mundo entero, no es más que la continuación del establecimiento del orden nacido de la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, que nos enseña a gobernar la Tierra por el amor de los unos a los otros y no por el egoísmo”.[5]

Las primeras acciones del grupo consistieron en fundar una escuela de artes y oficios para obreros en Tacubaya y prestar ayuda a la Sociedad Cooperativa de Obreros del Departamento de Establecimientos Fabriles para iniciar la construcción de una colonia obrera.[6]

A partir de febrero de 1922, el GSMO junto a otras asociaciones culturales participó en la organización de festivales en beneficio de los trabajadores, realizados en diferentes cines de la capital contando con el patrocinio de la Secretaría de Educación Pública. Los programas incluían piezas musicales, vistas cinematográficas, declamación de poesías y conferencias. Carlos Pellicer, Joaquín Ramírez Cabañas y Pedro Henríquez Ureña fueron algunos de los miembros que participaron en esos actos.[7]

Unas semanas después de haberse constituido el grupo, el comité ejecutivo remitió una carta a Felipe Carrillo Puerto, entonces gobernador de Yucatán, para informarle de sus propósitos, definiéndose como una organización integrada “por un número considerable de intelectuales y artistas mexicanos y extranjeros que desean contribuir a la resolución de los problemas sociales que constituyen el anhelo de nuestro pueblo”. Expresaron su voluntad de colaborar de manera incondicional con el gobierno de Carrillo Puerto al considerar que “los problemas revolucionarios, difíciles por sí mismos de resolverse en el sentido del bien, tropiezan con una serie incalculable de obstáculos”.[8]

Los estatutos del grupo señalaban que se tendrían sucursales en las principales ciudades del país. Para ello se integraron comisiones para viajar a Guadalajara, Querétaro y Morelia, logrando establecer contacto con agrupaciones sindicales y culturales.[9]

El 1° de marzo de 1922, Vicente Lombardo Toledano asumió la dirección de la Escuela Nacional Preparatoria, cargo en el que permaneció hasta septiembre de 1923. Invitó a miembros del grupo a impartir cursos en la Escuela Nacional Preparatoria Nocturna, fundada para los alumnos que tenían la necesidad de trabajar durante el día.[10] Además, Lombardo impulsó el trabajo artístico en los muros del antiguo Colegio de San Ildefonso, participando Diego Rivera, Xavier Guerrero, Carlos Mérida y José Clemente Orozco, miembros del GSMO. En esa misma época también trabajaron David Alfaro Siqueiros, Ramón Alva de la Canal, Fermín Revueltas y Jean Charlot. Comenzó así el movimiento muralista mexicano.

Vicente Lombardo Toledano en 1922.

La Secretaría de Educación Pública autorizó subvencionar dos cátedras para obreros en Guadalajara y aceptó que los folletos y propaganda del GSMO se imprimieran gratuitamente en los Talleres Gráficos de la Secretaría, debiéndose suministrar únicamente el papel. Se impulsó la formación de una sociedad de librería de propiedad del GSMO, para lo cual los escritores miembros y amigos del grupo entregaron de una a tres de sus obras para su venta. Vicente Lombardo Toledano y Carlos M. Peralta, miembros del GSMO, solicitaron que fuera trasladado al Archivo General de la Nación el archivo del Marquesado del Valle por considerarlo de interés público, pero al estar en posesión del Hospital de Jesús, y ser éste una persona moral con capacidad para poseer bienes, no procedió su petición.[11]

Tres meses después de haber sido constituido el grupo, y en una reunión en la que fueron aceptados como miembros Manuel Toussaint, Manuel Gómez Morín y Daniel Cosío Villegas, se decidió reformar sus bases organizativas con el objetivo de que la institución pudiera trabajar lo más eficazmente posible.[12]

Desapareció la figura del comité ejecutivo y sus atribuciones fueron concentradas en el secretario general, cargo que recayó en Vicente Lombardo Toledano; Jorge Juan Crespo fue relevado por Guillermo Toussaint como tesorero de la organización; se suprimieron todas las comisiones y se creó un cuerpo consultivo que en asuntos trascendentales asesoraría al secretario general, quedando integrado por Diego Rivera, Julio Torri, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Caso, J. H. Retinger y Daniel Cosío Villegas; se reconoció como vocales del grupo a Enrique Delhumeau, Salomón de la Selva, Carlos Pellicer, Ciro Méndez, Xavier Guerrero, Ignacio Asúnsolo, José Clemente Orozco y Palma Guillén, quienes asumirían las responsabilidades de las antiguas comisiones en la coordinación de las actividades del grupo.[13]

Manuel Gómez Morín agradeció su aceptación en el grupo, del que tuvo tan favorable opinión que llegó a señalar que: “el movimiento espiritual en México sigue tan intenso y tan interesante como antes. Un gran número de intelectuales, (profesionistas, pintores, periodistas, músicos, arquitectos, etc.) han constituido un grupo solidario del movimiento obrero que, esperamos, dará fuerza técnica a la evolución social en México”.[14] Agustín Loera y Chávez se enteró de la existencia del grupo a través de Lombardo Toledano y desde Sevilla pidió que se le considerara parte de él, estando “dispuesto a colaborar en cuanto me sea posible”.[15]

La solidaridad internacional del grupo se expresó en mayo de 1922, cuando ofreció sus oficinas para que los estudiantes centroamericanos residentes en México pudieran reunirse. El GSMO consideró que, con esa medida, los estudiantes podrían estar en contacto frecuente y “conocer de modo definido nuestra interpretación de los ideales que hoy mueven a la conciencia mexicana”, manteniéndose además “vivos los ideales centroamericanos en los estudiantes hoy alejados de su patria”.[16]

El Grupo Solidario del Movimiento Obrero llegó a colaborar abiertamente con la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), entonces la principal central obrera del país, de tal forma que el Instituto de Ciencias Sociales, dependiente de dicha organización, fue cedido para que el grupo lo dirigiera, recayendo esa responsabilidad en Ciro Méndez. El brazo político de la CROM, el Partido Laborista Mexicano, celebró su Tercera Convención Ordinaria, siendo invitado el GSMO para enviar una delegación con el carácter de fraternal al acto de inauguración el 21 de abril de 1922.[17]

A fines de agosto, el Grupo Solidario del Movimiento Obrero organizó una comida a la que invitaron a los principales dirigentes de la CROM, entre ellos a Luís N. Morones, Ricardo Treviño, Celestino Gasca, Eduardo Moneda, José López Cortés y Samuel O. Yúdico. También fueron invitados Antonio Caso y Emilio Portes Gil. En la reunión, Lombardo rindió un informe en su calidad de secretario general del grupo.[18] Probablemente de esta reunión surgió la invitación para que el grupo enviara un delegado a la IV Convención Nacional de la CROM que se realizó en el mes de septiembre y a la que acudió Diego Rivera.[19]

Una actividad no oficial del GSMO fue la organización de una exposición de arte popular mexicano para presentarse en Estados Unidos. Miguel Alessio Robles, secretario de Industria, Comercio y Trabajo, invitó a Lombardo para que se hiciera cargo de la administración de la exposición,[20] lo cual aceptó involucrando en esa tarea a algunos miembros del grupo durante varios meses: Alfonso Caso, J. H. Retinger y Xavier Guerrero se encargaron de adquirir y registrar los objetos que integrarían la exposición. Guerrero y Adolfo Best viajaron a Estados Unidos para su instalación. A pesar de las dificultades pudieron informar a Lombardo que:

El éxito moral para México ha sido un suceso de mucha importancia en este país; la juventud en general, los elementos de educación representados por hombres de reconocida cultura, han tenido elogios muy bellos para las industrias pequeñas y su porvenir en este sentido; las universidades y los planteles de educación en general desfilaron ante nuestra colección, y todos están verdaderamente encantados de haber presenciado este contingente que representa la manifestación más noble del pueblo mexicano.[21]

A finales de 1922 se fundó la revista Vida Mexicana, con un cuerpo directivo integrado por Daniel Cosío Villegas, Vicente Lombardo Toledano, Salomón de la Selva, Eduardo Villaseñor y Enrique Delhumeau, posteriormente Alfonso Caso asumió la dirección. La publicación, de corta vida, pues sólo salieron dos números, se convirtió en el órgano del Grupo Solidario del Movimiento Obrero publicando poseías, cuentos, reseñas y artículos. Así, en el número de marzo de 1923 se publicó un artículo sobre las juntas de conciliación y arbitraje, y se reprodujo el escrito de Lombardo sobre el reparto de tierras con la portada de Diego Rivera.[22]

El grupo ofreció su colaboración para analizar problemáticas sociales y temas de interés para los trabajadores: Alfonso Caso realizó un estudio sobre la migración hacia los Estados Unidos;[23] asimismo, se acordó con el Sindicato de Redactores y Empleados de la Prensa del Distrito Federal hacer un estudio “del trascendental tema del Seguro del Trabajo”, comprometiéndose la organización sindical a hacer lo posible para que dichos trabajos fueran publicados en los diarios de la capital.[24]

La revisión de los documentos que han sobrevivido al tiempo arroja una lista de 44 personas que en algún momento se consideraron miembros del GSMO, además de los nombres ya mencionados también estuvieron: Francisco Zenteno, Francisco Orozco, Oscar Crespo, Tomás Montaño, Abelardo Olvera, José Romano Muñoz, Ignacio Rodríguez, Rogerio de la Selva, Ezequiel Salcedo y Manuel Toussaint.

El Grupo Solidario del Movimiento Obrero dejó de tener actividad a mediados de 1923. Para muchos de sus miembros constituyó la primera experiencia de organización colectiva y contacto con los intereses y organizaciones de trabajadores,[25] fue también el antecedente de importantes agrupaciones que acercaron la labor de artistas e intelectuales al pueblo, como el Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores (1922), la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (1933) y el Taller de Gráfica Popular (1937).


[1] Invitaciones firmadas por VLT y Diego Rivera, 25 de enero de 1922, en Fondo Histórico de la Universidad Obrera de México (FHUOM), Legajo 17.

[2] Bases generales y estatutos del Grupo Solidario del Movimiento Obrero, 26 de enero de 1922, en FHUOM, Legajo 17.

[3] Idem.

[4] Cartas de VLT a los responsables de las comisiones del GSMO, 30 de enero y 6 de febrero de 1922. Carta de VLT a Alberto Garduño, 7 de febrero de 1922, en FHUOM, Legajo 18.

[5] Acta fundacional del GSMO, 26 de enero de 1922, en FHUOM, Legajo 19. VLT, “El reparto de tierras a los pobres no se opone a las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo”, en Obra Histórico-cronológica, tomo I, vol. 1, México, CEFPSVLT, 1994: pp. 117-121.

[6] Acta de la reunión del GSMO del 3 de febrero de 1922, en FHUOM, Legajo 18..

[7] Invitación y programa para los festivales del 26 de febrero de 1922 y 18 de marzo de 1922, en FHUOM, Legajos 19 y 21, respectivamente. Dichos festivales están señalados como el segundo y el sexto. Cartas de VLT a Carlos Pellicer, Joaquín Ramírez Cabañas y Carlos M. Peralta, 7 de febrero de 1922, en FHUOM, Legajo 18.

[8] Carta del comité ejecutivo del GSOM a Felipe Carrillo Puerto, 20 de febrero de 1922, en FHUOM, Legajo 19

[9] Artículo 1 de los Estatutos del GSMO, 26 de enero de 1922, en FHUOM, Legajo 17. Cartas de VLT a Celestino Gasca, 14 de febrero de 1922, 24 de febrero de 1922 y 17 de marzo de 1922, en FHUOM, Legajos 18, 19 y 20, respectivamente.

[10] Nota periodística, “Se proyecta establecer una Escuela Preparatoria Nocturna”, Excélsior, 15 de noviembre de 1922, en FHUOM, Legajo 29. También en Obra Histórico-cronológica, tomo I, vol, 1, México, CEFPSVLT, 1994: pp. 315-317.

[11] Acta de la reunión del GSMO del 9 de marzo de 1922, en FHUOM, Legajo 20. Documento sin firmas presuntamente de 1922, en FHUOM, Legajo 30. Carta del subsecretario G. Valenzuela a Carlos M. Peralta y VLT, 22 de abril de 1922, en FHUOM, Legajo 22.

[12] Carta de VLT a Manuel Toussaint, Manuel Gómez Morín y Daniel Cosío Villegas, 28 de abril de 1922, en FHUOM, Legajo 22. Comunicado de VLT a los miembros del GSMO, 28 de abril de 1922, en FHUOM, Legajo 22.

[13] Idem.

[14] Carta de Manuel Gómez Morín a VLT, 10 de mayo de 1922, en FHUOM, Legajo 23. Carta de Manuel Gómez Morín a J. Salter Hansen, 22 de abril de 1922. Citado por Enrique Krauze, Caudillos culturales en la Revolución Mexicana, 6ª ed., México, Siglo XXI, 1990: pp. 157-158.

[15] Carta de Agustín Loera y Chávez a VLT, 20 de febrero de 1922, en FHUOM, Legajo 19.

[16] Invitación del secretario general del GSMO a estudiantes centroamericanos, 23 de mayo de 1922, en FHUOM, Legajo 25.

[17] Nombramiento de VLT a Ciro Méndez, 10 de mayo de 1922, en FHUOM, Legajo 23. Carta de Ricardo Treviño, secretario general de la CROM al GSMO y respuesta del comité ejecutivo, 21 y 22 de abril de 1922, en FHUOM, Legajo 22.

[18] Rosa María Otero, Vicente Lombardo Toledano. Datos biográficos, México, Universidad Obrera de México, 1988: pp. 12-13.Invitaciones de VLT a Antonio Caso y Emilio Portes Gil, 29 y 30 de agosto de 1922, en FHUOM, Legajo 28.

[19] John Lear, “La revolución en blanco, negro y rojo: arte, política y obreros en los inicios del periódico El Machete”, en Signos Históricos, México, UAM-Iztapalapa, No. 18, julio-diciembre 2007: pp. 114-115.

[20] Carta de Miguel Alessio Robles a VLT, 16 de marzo de 1922, en FHUOM, Legajo 20.

[21] Carta de Xavier Guerrero a VLT, 28 de enero de 1923, en FHUOM, Legajo 35.

[22] Armando Pereira (ed.), Diccionario de Literatura Mexicana, siglo XX, México, UNAM, 2004: p. 479. John Lear, “La revolución en blanco, negro y rojo…”, op. cit.: p. 115.

[23] Héctor Ramírez Cuéllar, Lombardo: Socialismo en la Universidad, México, edición del autor, 2013: p. 184.

[24] Carta del Sindicato de Redactores y Empleados de la Prensa del Distrito Federal al secretario general del GSMO, 14 de mayo de 1923, en FHUOM, Legajo 38.

[25] John Lear, “La revolución en blanco, negro y rojo…”, op. cit.: p. 114.

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (segunda parte)

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (segunda parte)

Por Emilio García Bonilla

La Revolución Democrática, Antifeudal y Antiimperialista

Lombardo analiza con especial atención las causas y características de la tercera revolución mexicana por ser la más reciente y la que estaba vigente en el tiempo en que escribió. Encuentra que la causa principal de las contradicciones que dieron pie a esta revolución fue el latifundismo, el cual identificó con una forma de feudalismo.

portada_ap1910La concentración de las tierras hizo que las masas populares quedaran enfrentadas con la clase terrateniente, porque “la mayoría de la población económicamente activa estaba formada por peones”, quienes “vivían eternamente endeudados con el señor de la tierra, con el señor feudal” para quien trabajaban en jornadas de doce horas como mínimo, estando sujetos además a su jurisdicción pues el hacendado obraba como juez sin posibilidades de apelación; por si fuera poco, los peones “carecían de libertad para abandonar la hacienda”.[1]

El latifundismo también implicó la contradicción entre la burguesía mercantil y la naciente burguesía industrial porque la producción de las haciendas se limitaba a los mercados regionales imposibilitando la integración de un mercado nacional único, porque el poder adquisitivo de las masas rurales “era casi nulo”, y porque “el rendimiento de las tierras era bajísimo” debido a los rudimentarios métodos y medios de producción, en tanto, la incipiente burguesía industrial “pasaba ya de los talleres artesanales a los obrajes y a las primeras fábricas que empleaban los instrumentos mecánicos”.[2]

Una tercera contradicción producto del latifundismo se dio “entre el sistema democrático de gobierno establecido en la Constitución de la República, y la dictadura de la clase terrateniente que dominaba a los círculos dirigentes del país.” La prohibición de partidos políticos, la represión y censura política, el desinterés de la mayoría de los ciudadanos de votar en las elecciones, eran aspectos de lo anterior.[3]

20Una última contradicción que encuentra Lombardo enfrentaba a “los intereses de la nación con el capital extranjero invertido en el país”, debido a que en manos de extranjeros estaban tierras que habían sido de la Iglesia pero también que habían pertenecido a comunidades indígenas que fueron despojadas para beneficiar a los favoritos del régimen y a los extranjeros mediante la aplicación a modo de la Constitución o con la creación de leyes con ese fin.[4]

En su interpretación, Lombardo destaca que a finales del siglo XIX el capitalismo había entrado en su etapa imperialista, caracterizada, como la definió Lenin, por la exportación de capitales a los países atrasados. En el caso de México, los monopolios británicos y estadounidenses invirtieron principalmente en los ferrocarriles, la minería, las fundiciones y la industria petrolera.[5]

Nuestro autor señaló que se dio una alianza entre el capital extranjero y los terratenientes conservadores, lo cual era totalmente sui generis pues los capitalistas extranjeros ya habían llegado a la fase del imperialismo mientras que los terratenientes nacionales defendían, según Lombardo, una forma de feudalismo. Como quiera que sea, esa alianza frenó el desarrollo del capitalismo en México quedando relegada de la vida económica y política la burguesía nacional que iba emergiendo.[6]

De esa burguesía nacional relegada destacó la burguesía rural progresista, que se oponía a los latifundistas feudales, y que estaba formada por terratenientes con mentalidad burguesa que estaban relacionados con la industria minera en manos de mexicanos y con las industrias metalúrgicas y textiles. Fueron estos terratenientes progresistas (como Madero y Carranza) los que se pusieron a la cabeza del movimiento revolucionario.[7] Así, la revolución no fue un movimiento apoyado sólo por las masas populares sino también por “los sectores más avanzados de la burguesía mexicana que se hallaban en el campo”,[8] fue entonces, una revolución democrático-burguesa pero con características particulares: las luchas por las tierras le dieron el carácter de antifeudal, y la oposición al capital extranjero la definió como antiimperialista.

Si bien no hubo un programa único a lo largo de la revolución armada que definiera las características y reivindicaciones del movimiento, Lombardo nos dice que al examinar los manifiestos, planes y proclamas que surgieron al calor de la revolución, e incluso en los que se publicaron años antes de 1910, como el Programa del Partido Liberal de 1906, es posible observar que todos tenían rasgos comunes pues expresaron las exigencias del pueblo en el ámbito político-democrático, contra el latifundismo, por mejores condiciones laborales, y en menor medida contra la acción del imperialismo.[9]

Todas o casi todas las reivindicaciones expresadas en los planes revolucionarios quedaron incluidas en la Constitución de 1917. Lombardo considera que con el Congreso Constituyente de Querétaro murió el pensamiento liberal:

porque la filosofía liberal se basa en el individuo, en la persona física como base y objeto de las instituciones sociales; en cambio este liberalismo renovado, progresista, muy avanzado de la Asamblea de Querétaro invierte los términos. En 1857 se dijo: primero la persona, después la familia, después la nación. En Querétaro, en 1917, se dijo: primero la nación después el individuo.[10]

En la nueva Constitución, al lado de las garantías individuales quedaron las garantías sociales, expresadas en los artículos 27 y 123, la Carta Magna fue el resultado de la primera revolución democrática, antifedual y antiimperialista en el mundo. El objetivo inmediato de terminar con el sistema feudal en México se logró, además se establecieron “limitaciones para la participación de los extranjeros en el aprovechamiento de los recursos naturales del país”.[11] En este sentido, el artículo 27 constitucional es fundamental pues expresa el sentido antifeudal y antiimperialista de la Revolución al oponerse al latifundismo y expresar la defensa del territorio nacional ante los extranjeros.

muralismoLombardo Toledano analizó e interpretó a la Revolución Mexicana no con fines académicos, sino para encausarla hacia nuevos objetivos que permitieran un mejor nivel de vida para los mexicanos, y mayor soberanía e independencia económica para la nación.

Vale la pena repensar a la Revolución Mexicana a partir de las ideas que le dieron origen y sustento, producto de condiciones materiales y contradicciones sociales que hubo que superar para aspirar a nuevas perspectivas de desarrollo. Negar la rica historia de nuestro país y nuestro pueblo, bañada en sangre y lágrimas, y rememorar nuestro pasado sólo como pasajes anecdóticos y pintorescos, es condenarnos como nación.


(Ponencia presentada con el título “Vicente Lombardo Toledano, teórico de la Revolución Mexicana” en el III Coloquio Internacional y VI Coloquio Nacional “La Revolución Mexicana. Nuevas fuentes, instituciones, actores sociales y culturas”, realizado en la ciudad de Puebla del 16 al 18 de noviembre de 2016.)

[1] VLT, “La Revolución Mexicana. Causas”, conferencia dictada en el Paraninfo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia Michoacán, el 4 de abril de 1960, en Causas, objetivos y realizaciones de la Revolución Mexicana, México, CEFPSVLT, 2009: p. 9.

[2] Ibíd.: pp. 9-10.

[3] Ibíd.: p. 10.

[4] Ídem

[5] Ibíd.: p. 12.

[6] Ibíd.: p. 16-17.

[7] Ibíd.: p. 17.

[8] Ibíd.: p. 18.

[9] VLT, “La Revolución Mexicana. Primeros objetivos”, conferencia dictada en el Paraninfo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia Michoacán, el 5 de abril de 1960, en Causas, objetivos y realizaciones de la Revolución Mexicana, México, CEFPSVLT, 2009: pp. 22-33.

[10] Ibíd.: p. 34.

[11] VLT, “La Personalidad de México”, capítulo de ¿Moscú o Pekín? La vía mexicana hacia el socialismo (1963), en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, Vol. 11, México, CEFPSVLT, 2011: p. 81.

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (primera parte)

LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO (primera parte)

Por Emilio García Bonilla

Vicente Lombardo Toledano es uno de esos personajes de quien todos hemos oído su nombre alguna vez pero poco sabemos de su obra. Esto tiene un trasfondo político, ya que además Lombardo Toledano en vida y aún después de muerto ha sido uno de los hombres más calumniados y tergiversados.

Nacido en 1894, cuando inicia la Revolución Mexicana tenía 16 años y estudiaba en el Internado Nacional de la Ciudad de México. Señaló que la noticia que leyó en la prensa del hecho de sangre en la casa de los hermanos Serdán fue el detonante para que comenzara a pensar en la patria y sus problemas, por lo que intelectualmente Lombardo se consideró como un hijo de la Revolución Mexicana.[1]

Simultáneamente cursó dos carreras en la Universidad Nacional: Derecho y Filosofía, aunque su actividad abarcó ámbitos diversos, fue la política a la que más atención le dedicó, pues decía que era “la ciencia que descansa en todas las ciencias. Es la arquitectura por antonomasia. La que construye la sociedad humana. Y la política revolucionaria, la que crea un nuevo tipo de hombre, superior a todos los del pasado”.[2]

Así que Lombardo fue un político revolucionario, y como tal fue uno de los principales ideólogos de la Revolución Mexicana en su etapa constructiva, en el entendido de que se destacó no únicamente como teórico, fue además un hombre de acción, fundador de instituciones, líder sindical y dirigente político. Sus postulados básicos fueron tres: elevar el nivel de vida del pueblo de México, el desarrollo independiente de la nación y la ampliación del régimen democrático.

revolucionesEn esta ponencia me centraré en la interpretación que hizo de las Revoluciones de México. Lombardo señaló que se trata de una sola revolución en tres tiempos: la Independencia, la Reforma y la iniciada en 1910. Cada una ha complementado a la anterior en la lucha del pueblo mexicano contra la miseria y la opresión, y cada una ha dado lugar a un nuevo marco jurídico, una constitución política.

Las tres revoluciones fueron sustentadas por frentes nacionales de fuerzas sociales discrepantes entre sí pero unidas por un objetivo común: en la revolución de Independencia, la liberación política de México; en la de Reforma, liquidar la estructura colonial de la nación y hacer del Estado la única autoridad del país; y en la iniciada en 1910, impulsar el progreso económico y social dentro del marco de la democracia burguesa.[3]

Para Lombardo: “la historia no se puede considerar como una relación de hechos, sino como el examen crítico de las causas que engendran los acontecimientos y de sus frutos, dando preferencia a las fundamentales”.[4] En este sentido es muy interesante conocer cuáles fueron las contradicciones sociales que dieron lugar a cada uno de los movimientos revolucionarios de nuestro país, según el análisis realizado por el filósofo teziuteco.

La Revolución de Independencia

Lombardo señaló que la patria mexicana nació con el movimiento independentista. Si bien la revolución armada estalló en 1810, sus causas se fueron gestando en las últimas décadas del régimen virreinal, haciéndose cada vez más evidentes las contradicciones que lo llevaron a su fin, pues era muy “honda la división entre los privilegiados y los desposeídos de toda clase de bienes y libertades”.[5]

imagen5El régimen colonial “había paralizado la vida del país con sus monopolios materiales y políticos y con el aislamiento internacional de la Nueva España”.[6] La metrópoli estableció límites a la producción agrícola y artesanal, cobraba tributos civiles y eclesiásticos, el comercio interior se regulaba con alcabalas y el exterior era monopolio estatal, se prohibió a las colonias comerciar entre sí, se prefirió a los peninsulares para los principales cargos civiles, eclesiásticos, educativos y militares, además la Inquisición perseguía a los que diferían con el régimen. Todo lo anterior había sido implementado por España para impedir que la Nueva España se desarrollara y pudiera aspirar a su independencia, pero las medidas a la larga fueron contraproducentes pues luego de casi tres siglos el régimen se hizo insostenible.

Pero las condiciones económicas y sociales por sí solas no puedan generar cambio alguno. Es necesario que esas condiciones se expresen como contradicciones irreconciliables, pues sólo éstas pueden ser motores de cambios radicales en la sociedad. Así, encontramos varias contradicciones insalvables: la que se manifestó entre el régimen feudal que iba en decadencia y el régimen capitalista que emergía: las ideas feudales eran sostenidas por las clases privilegiadas, y las ideas liberales por los revolucionarios influidos por la ilustración; la contradicción entre el enorme crecimiento de la población y el escaso desarrollo de la producción económica, es decir, entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las formas de producción de la Colonia; la contradicción que se dio entre la nación mexicana que luchaba por nacer y el dominio español que se resistía a ser desplazado, es decir, entre los peninsulares y los criollos, mestizos, indios y castas; y finalmente, la contradicción entre el alto y el bajo clero.[7]

La lucha de clases se confundió con una lucha de razas en la que los peninsulares se empeñaron en defender al régimen colonial caduco, mientras que criollos, mestizos, castas, indígenas y negros, quienes formaban la nueva nación mexicana con una conciencia de lo propio, enarbolaron las ideas modernas y democráticas de la revolución francesa y la Ilustración. Así, en plena guerra comenzaron con la reforma social y la lucha contra los privilegios: Hidalgo declaró abolida la esclavitud en México, mientras que Morelos decretó la desaparición de las divisiones por motivos raciales para que todos fueran nombrados sólo con el título de americanos.[8]

Una vez consumada la Independencia se dieron las principales reformas: se suprimió el tributo que pagaban los indios, se prohibió la coacción para el pago de los diezmos, el capital que antes salía directamente para la metrópoli se quedó en México permitiendo su circulación, además “la libertad de producir todo género de mercancías, de comerciar y de expresar el pensamiento en todos los órdenes de la vida, impulsó considerablemente el desarrollo de las fuerzas de producción económica y amplió el horizonte de nuestro país”.[9]

Si bien, después de once años de lucha se consiguió la independencia política respecto a España, prevaleció buena parte de la estructura económica colonial, esto llevó a las contradicciones que desencadenaron en la segunda revolución.

La Revolución de Reforma

caratulaLa segunda revolución mexicana fue eminentemente liberal, contra el régimen del monopolio de la tierra y de la conciencia en manos de la Iglesia católica, y a favor de los derechos del hombre, de la libertad de comercio interior y exterior y de una República democrática y representativa de acuerdo con el sistema federal.[10] La postura de los liberales, “los partidarios del progreso” se contrapuso al de los conservadores, “obstinados en conservar el pasado”. De esta manera, los principios de libertad e igualdad se enfrentaron al sistema de fueros y privilegios heredados de la colonia, pero principalmente se atacó a la Iglesia que acaparaba “más de las dos terceras partes de la tierra laborable del país”.[11]

Los liberales, influidos por las ideas de la Ilustración y la Enciclopedia buscaron que fueran reconocidos los derechos individuales del hombre como base y objeto de las instituciones sociales,[12] pero también la Revolución de Reforma pretendió con su clara oposición a los privilegios legales y materiales de la Iglesia darle al Estado el carácter de autoridad única e incorporar en el mercado nacional las propiedades eclesiásticas, para ello se emitieron las Leyes de Reforma y se promulgó la Constitución de 1857.[13]

No obstante que las Leyes de Reforma desamortizaron los bienes de la Iglesia, las grandes extensiones de tierras sólo cambiaron de dueño y “no se transformaron desde el punto de vista que representaban para la producción económica. Así, el latifundismo dejó de ser eclesiástico y pasó a ser civil, pero siguió condicionando el desarrollo de las fuerzas productivas”.[14] Esa fue una de las causas de la tercera revolución.


(Ponencia presentada con el título “Vicente Lombardo Toledano, teórico de la Revolución Mexicana” en el III Coloquio Internacional y VI Coloquio Nacional “La Revolución Mexicana. Nuevas fuentes, instituciones, actores sociales y culturas”, realizado en la ciudad de Puebla del 16 al 18 de noviembre de 2016.)

[1] VLT, “Apuntes autobiográficos y acerca de la Revolución”, entrevista con James W. Wilkie y Edna Monzón, 6 de mayo de 1964, en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, suplemento, México, CEFPSVLT, 2016: p. 12.

[2] VLT, “Mensaje de la FSM al Congreso Latinoamericano de Juventudes” (1960), en Escritos a la juventud, México, CEFPSVLT, 2013: p. 41.

[3] VLT, “La izquierda en la historia de México” (1962), en La Izquierda en la Historia de México, 3ª ed., México, CEFPSVLT, 2004: p. 53.

img180[4] VLT, “La perspectiva de México: una democracia del pueblo” (1955), en Vicente Lombardo Toledano, ideólogo de la Revolución Mexicana, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 2010: p. 245.

[5] VLT, Contenido y trascendencia del pensamiento popular mexicano. Mensaje de la Universidad Obrera de México a la UNESCO (1947), edición facsimilar, México, CEFPSVLT, 2010: p. 8.

[6] Ibíd.: p. 12.

[7] Marín Rebollo, Héctor, “Contradicciones antagónicas que originaron la Guerra de Independencia en México”, conferencia presentada en la sede nacional del Partido Popular Socialista, 27 de febrero de 2010.

[8] VLT, Contenido y trascendencia…, op. cit.: p. 10.

[9] VLT, “La Revolución Mexicana. Causas”, conferencia dictada en el Paraninfo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia Michoacán, el 4 de abril de 1960, en Causas, objetivos y realizaciones de la Revolución Mexicana, México, CEFPSVLT, 2009: p. 7.

[10] VLT, Contenido y trascendencia, op. cit.: p. 16.

[11] VLT, “La bandera mexicana y el proletariado” (1936), en Vicente Lombardo Toledano, ideólogo de la Revolución Mexicana, Vol. I, México, CEFPSVLT, 2009: p. 174.

[12] VLT, “Una solución al conflicto entre lo propio y lo ajeno. Lo nacional y lo universal en la historia de México” (1964), en Obra Histórico-cronológica, Tomo VI, Vol. 14, México, CEFPSVLT, 2012: p. 109.

[13] VLT, “La Revolución Mexicana. Causas”, op. cit.: p. 8

[14] Ídem.

48° aniversario luctuoso de Vicente Lombardo Toledano

48° aniversario luctuoso de Vicente Lombardo Toledano

Por Emilio García Bonilla

El 16 de noviembre de 1968 fallece en la Ciudad de México el doctor Vicente Lombardo Toledano, destacado como pensador, dirigente político y líder sindical, demostrando a lo largo de una trayectoria de medio siglo una consecuente correspondencia entre su acción y su pensamiento.

Nacido el 16 de julio de 1894 en Teziutlán, Puebla, formó parte de la Generación de 1915, también llamada de los Siete Sabios. Desde su época de estudiante universitario comenzó a relacionarse con los más destacados integrantes del mundo de la cultura y las artes, círculo que se amplió con el paso de los años, tal como lo constata la colección de 1341 libros con dedicatoria que se resguardan en la biblioteca del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales que lleva su nombre.

"Boceto para un retrato en mural" de David Alfaro Siqueiros
“Boceto para un retrato en mural” de David Alfaro Siqueiros

Ideólogo de la Revolución Mexicana en su etapa constructiva, buena parte de su obra la dedicó a analizar ese proceso histórico a fin de encausarlo hacia nuevos objetivos que permitieran un mejor nivel de vida para los mexicanos, y mayor soberanía e independencia económica para la nación. Entre sus mayores contribuciones en este ámbito podemos mencionar su participación en el proceso que culminó con el decreto de nacionalización de la industria petrolera en 1938, dirigiendo la lucha de los trabajadores petroleros como secretario general de la Confederación de Trabajadores de México.

Internacionalmente se destacó como organizador y presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina, desde la cual impulsó el frente antifascista continental en plena Segunda Guerra Mundial, al término de la cual participó en la fundación de la Federación Sindical Mundial, de la que fue uno de sus vicepresidentes. También fue reconocido por su labor solidaria con la República Española, la Revolución Cubana, entre otras causas.

Fundó instituciones como la Federación Nacional de Maestros, la Confederación de Trabajadores de México, la Universidad Obrera de México, el Partido Popular Socialista y la Unión General de Obreros y Campesinos de México, también importantes medios impresos como el diario El Popular y la revista Futuro. En 1952 fue candidato a la Presidencia de la República, recorriendo el país en una exitosa campaña financiada por sus propios simpatizantes.

A su muerte se recibieron decenas de telegramas provenientes de todo el país y de muchas partes del mundo, así como expresiones de condolencia de parte de destacados personajes. En el sepelio hablaron: Jorge Cruickshank en nombre del comité central del Partido Popular Socialista, Antonio Savañy en representación de la Federación Sindical Mundial y David Alfaro Siqueiros, quien recordó que siendo Lombardo director de la Escuela Nacional Preparatoria en 1922, “fue el apoyo más decidido y más infalible ideológicamente de nuestro movimiento; indudablemente que a él se le debe más que a nadie, más que inclusive a las personalidades más prominentes en ese momento en la vida burocrática gubernamental del país, nuestro muralismo mexicano. Ese movimiento extraordinario que nos permitió unirnos al pueblo, no solamente de nuestro país, sino del mundo entero.”[1]

El general Lázaro Cárdenas escribió en sus Apuntes: “Ilustre intelectual, fue un constante luchador por la causa social del país y por la liberación de los pueblos oprimidos. […] Deja un saldo afirmativo por sus concepciones sociales conocidas mundialmente; se significó por su honestidad y su gran capacidad de trabajo. […] No participó en mi campaña política a la Presidencia de la República, pero fue amigo del gobierno que presidí, que apoyó con su organización obrera, sin que el gobierno le haya prestado ayuda económica, ni él llegó a solicitarla para su organización, ni pidió puestos para sus amigos o agremiados.”[2]

José Alvarado publicó en las páginas de la revista Siempre!, de la que Lombardo fue colaborador semanal desde su primer número:

No es posible entender bien a Lombardo Toledano si no se le sitúa en su generación. Hombre de su tiempo y de su mundo, como él mismo prefería definirse; ese tiempo y ese mundo explican su vida y su obra, la prodigiosa aventura de su existencia y las múltiples facetas de una actividad infatigable sólo detenida por la muerte, que lo llevó de líder obrero a candidato a la Presidencia de la República; de maestro de ética a promotor de huelgas, y de filósofo a peregrino por el mundo.

[…] En algunos momentos él sintió vivir dentro de sí a todo México; siempre se consideró un residente en la Tierra. Más, aparte de todo esto, es un hijo legítimo de la Revolución Mexicana, consciente y gozoso de serlo, esa revolución en cuya nómina civil figura acaso en el lugar más destacado.[3]

Lombardo fue diputado del Congreso de la Unión en tres legislaturas, destacándose sus esfuerzos por democratizar el Poder Legislativo como verdadero cuerpo representativo de la nación mexicana y de sus diferentes expresiones políticas. Por eso, en la Cámara de Diputados se le rindió homenaje en la sesión del 19 de noviembre de 1968, haciendo uso de la palabra los diputados Ezequiel Rodríguez Arcos del Partido Popular Socialista, Adrián Tiburcio González del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, y Ángel Bonifaz Ezeta del Partido Revolucionario Institucional, éste último destacó que:

Fotografía de la campaña presidencial de 1952.
Fotografía de la campaña presidencial de 1952.

El reconocimiento de las virtudes excepcionales que Vicente Lombardo Toledano puso al servicio de sus concepciones filosóficas, políticas y sociales, no podría tener el valor de la solidaridad con las mismas, ni mucho menos implicar afinidades tácticas ni estratégicas, con las organizaciones políticas de que fue sin duda, sin regateos, de propios y extraños, mucho menos de extraños, el militante más distinguido, el de visión más penetrante, más clara y lúcida.

Pero la divergente militancia política no justificaría permanecer al margen del reconocimiento de sus virtudes y los méritos de su vida, la laboriosidad de su gran talento, la firmeza de sus convicciones, el entusiasmo dinámico de sus actos permitieron a su personalidad, rica, múltiple y facetada, incursionar con éxito magisterial, sin posible sospecha de haber caído en el mero diletantismo, en territorios muy amplios de la cultura; los del derecho, la historia y la filosofía en los que aplicó con rigor su poderosa dialéctica materialista.

Deja escrita Vicente Lombardo Toledano una obra facunda, que será imprescindible tener presente cuando se busque una visión cabal del México contemporáneo y en la que sólo el porvenir descubrirá si hubo a no anunciaciones proféticas, mejor aún, si hubo a no traiciones arteras.[4]

El 16 de noviembre de 1993, en el 25 aniversario de su deceso, el nombre de Vicente Lombardo Toledano quedó inscrito con letras de oro en el muro de honor de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, y en ocasión del Centenario de su nacimiento, el 16 de julio de 1994, por decreto presidencial sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres.

El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales que lleva su nombre, dependiente de la Secretaría de Educación Pública, se creó en 1972 a partir del legado que Vicente Lombardo Toledano hiciera de su biblioteca, y tiene su sede en la casa que habitara durante cuarenta años. En 2016 se concluyó con la edición de la Obra Histórico-cronológica, que reúne en 94 volúmenes la mayor compilación realizada de sus escritos, conferencias, discursos, entrevistas, artículos y libros, la cual está a disposición de todos los interesados en conocer los procesos más importantes de los que Lombardo fue testigo, actor y no pocas veces también protagonista.

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[1] David Alfaro Siqueiros, “Un maestro por su sabiduría y cultura”, en revista Nueva Democracia, Año 2, No. 6, México, enero de 1969: p. 184.

[2] Lázaro Cárdenas, Apuntes: Tomo IV, pp. 126-127, 17 de noviembre de 1968.

[3] José Alvarado, “Lombardo Toledano, su mundo y su tiempo”, en Siempre!, México, No. 806, 4 de diciembre de 1968.

[4] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XLVII Legislatura, México, 19 de noviembre de 1968.

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