Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (segunda parte)

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (segunda parte)

Por Emilio García Bonilla

Vinculación con los trabajadores organizados

Lombardo continuó en el cargo con el voto de confianza de la Academia de Profesores y Alumnos para continuar con la organización de la institución. La vinculación de la Escuela Central de Artes Plásticas con trabajadores organizados se afianzó, a tal grado que delegaciones de estudiantes intercambiaron opiniones y conocimientos con miembros de sindicatos a través del Centro “Acción Social” de Estudiantes Universitarios.

Vicente Lombardo Toledano
Vicente Lombardo Toledano

Así, en septiembre, cuatro alumnos viajaron a Orizaba invitados por la Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos, participando en diferentes actos culturales en los que presentaron conferencias con diversos temas relacionados con salud pública, nacionalismo, el papel de los jóvenes en la sociedad y su relación con los trabajadores. Al agradecer a Vicente Lombardo Toledano, el secretario general de la Confederación Sindicalista expresó que “Ojalá que siempre se les siga inculcando [a los estudiantes] el deber que tienen de acercarse a las clases trabajadoras tanto del campo como de la ciudad, para poder apreciar las necesidades de los mismos y distinguir cuáles son los factores que contribuyen al engrandecimiento de la Patria, y cuáles son los elementos que están traicionando a la misma como el mal llamado Partido Nacional Revolucionario, que lo ha estado demostrando con sus hechos”.[1]

La misma brigada de estudiantes universitarios se dirigió al puerto de Veracruz, donde presentaron los mismos temas, por lo que las autoridades municipales expresaron sus deseos para que los estudiantes continuaran con esa labor “para que en un futuro no muy lejano, México pueda ser una Patria grande y logremos obtener lo que los verdaderos revolucionarios creemos que se debe hacer para lograr nuestro gran ideal, consistente en reivindicar al pueblo de México”.[2]

De la misma forma, un grupo de universitarios visitaron la zona de Atlixco dándose cuenta de los problemas que enfrentaban los trabajadores.[3] El 30 de octubre, Vicente Lombardo Toledano sustentó en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria una conferencia con el tema “El sentido humanista de la Revolución Mexicana”, el secretario general del Centro “Acción Social” de Estudiantes Universitarios, felicitó a Lombardo agradeciendo además su colaboración con ese organismo en su labor social y cultural vinculando a los estudiantes con los trabajadores:

Quiero asegurar a usted, maestro, que con esta nueva actuación de usted en favor de la depuración de nuestros más caros valores espirituales, ha reafirmado usted el viejo prestigio ya fincado en el cerebro y en el corazón de todos los estudiantes universitarios que han aquilatado las virtudes altísimas que usted posee y que ha exhibido en su triunfal carrera magisterial.[4]

Esa misma organización estudiantil remitió a Lombardo la convocatoria del Concurso de Teatro Socialista para Campesinos, Obreros y Niños, solicitando que la difundiera a través de los órganos de la CROM y entre aquellos compañeros que escribieran.[5] Además, presentaron el proyecto para fundar la “Casa del Pueblo”, que sería un “nudo coordinador de todas las tendencias proletarias”, y que estaría conformada por una procuraduría de pueblos, un bufete para obreros, consultorio médico, biblioteca, estación radiodifusora, un club infantil, una escuela de líderes, y un salón de conferencias y cine.[6]

Emiliano Zapata
Emiliano Zapata

Al menos tres monumentos se comenzaron a realizar estando Lombardo al frente de la Escuela Central de Artes Plásticas: uno dedicado a Emiliano Zapata en Cuernavaca que, por acuerdo de la academia mixta, quedó a cargo de Ignacio Asúnsolo y Manuel Castillo Negrete.[7] Para conmemorar la huelga de Rio Blanco en 1907, se emitió una convocatoria firmada por la Cámara del Trabajo de Orizaba y la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, dirigida a alumnos y profesores de artes plásticas para que presentaran una maqueta de monumento que conmemorara ese episodio y, “al mismo tiempo, el ideal del movimiento obrero”, el proyecto ganador sería erigido en la ciudad de Orizaba. En la misma convocatoria se invitaba a presentar bocetos sobre el mismo tema, a fin de que el ganador pintara al óleo en grandes dimensiones un lienzo que se colocaría en el salón de sesiones de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal. Las organizaciones sindicales otorgarían como estímulo una cantidad de dinero a los ganadores de ambos concursos.[8]

Un nuevo Plan de Estudios

En diciembre de 1931, la reestructuración de la Escuela Central de Artes Plásticas a cargo de Vicente Lombardo Toledano fue culminada con la publicación de un nuevo plan de estudios, contemplándose además la organización interna de la institución y la creación de una sociedad cooperativa con los alumnos de la misma para la producción y venta de las obras que realizaran.[9] En la exposición de motivos se destacaba que la institución no se proponía la formación de artistas, sino la enseñanza de un programa mínimo de conocimientos para ejercer el oficio de obrero de las artes plásticas.[10]

En el nuevo plan de estudios se diferenciaban dos modalidades de estudios: una de seis años, relativa al aprendizaje de técnicas de pintura, escultura, grabado y artes del libro, cuyo requisito para ingresar era haber cursado la enseñanza primaria superior; y otra de dos años, cuyos únicos requisitos eran saber leer y escribir y conocer las cuatro operaciones básicas de la aritmética, y que estaba dirigida a los trabajadores de las industrias ya organizadas con la finalidad de formar obreros calificados a través de la enseñanza de oficios artísticos y contribuir a la “depuración del gusto estético de las masas y de la sociedad en general”. Esta última modalidad establecía los siguientes cursos artístico-industriales: ebanistería, orfebrería, tallado en madera, tallado en piedra, vitrales, fotografía, cinematografía, forja, fundición, litografía y grabado.[11] Mediante estos cursos se pretendía hacer más accesible el conocimiento a los trabajadores, dentro del ideal de la democratización de la Universidad y el aumento de su influencia social.[12]

Se destacó que los talleres de la escuela serían comunes para todos los alumnos, funcionando como un solo gran taller, procurando que el trabajo artístico fuera colectivo para que profesores y alumnos integraran “un verdadero cuerpo nacional de producción estética”. En su régimen interno, la escuela sería considerada como un centro de trabajo, “que impone responsabilidades concretas, lo mismo a los maestros que a los alumnos”; y las enseñanzas teóricas, además de reforzar las capacidades técnicas, darían a los estudiantes “un mínimo de cultura general que les permita valorar seriamente la función social que les impone su oficio”.[13]

Detalle del mural de Arturo García Bustos en la estación Universidad del metro de la Ciudad de México.
Detalle del mural de Arturo García Bustos en la estación Universidad del metro de la Ciudad de México.

Se estableció que anualmente, durante las vacaciones, grupos de alumnos y profesores acudirían a distintas poblaciones del país para exponer parte de la producción artística de la institución, así como informar sobre la importancia de las artes plásticas en la sociedad. La orientación del nuevo plan de estudios era clara cuando se declararon abolidos “los concursos que tengan por objeto presentar proyectos sobre obras imaginarias o irrealizables, así como todos los que tengan como fin la decoración o el adorno de edificios, de interiores o de lugares públicos que desempeñen una función contraria a las necesidades de las masas de trabajadores o a los principios de renovación material y espiritual del pueblo mexicano”.[14]

A principios de 1932, Lombardo rindió ante la comisión permanente del Consejo Universitario un informe acerca de su labor al frente de la Escuela Central de Artes Plásticas, destacando la superación de rivalidades que impedían el trabajo organizado de la institución. Refirió que al asumir el cargo había sólo 47 alumnos regulares, y durante su gestión la matrícula creció a 600 al abrir la escuela a los trabajadores. Se le dio un carácter práctico a los estudios, adoptando además una nueva forma de expresión y de orientación estética, con una vinculación directa con la sociedad y los centros de trabajo. Además, se hicieron mejoras al edificio de la escuela. Lombardo Toledano consideró terminada su misión y solicitó al Consejo Universitario que aceptara su separación definitiva del cargo.[15]


[1] Carta a VLT de José Ponce y Luís Torres, secretario general y secretario del interior, respectivamente, de la Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos de Orizaba, Veracruz, 25 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[2] Carta de la Junta de Administración Civil de Veracruz a Antolín Piña Soria, secretario general del Centro de Acción Social de Estudiantes Universitarios, 29 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[3] Informe presentado por la Comisión Nacionalista y Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, 28 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[4] Carta de Antolín Piña Soria a VLT, 31 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[5] Carta a VLT de Mauricio Magdaleno, secretario general del Centro Acción Social de Estudiantes Universitarios, 15 de agosto de 1931, en FHUOM, Legajo 185.

[6] Antolín Piña Soria, “Proyecto para la fundación de la Casa del Pueblo”, 20 de agosto de 1931, en FHUOM, Legajo 185.

[7] Carta a VLT de José López Lira, secretario general de la Universidad Nacional Autónoma, 27 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[8] Cartas de VLT al Secretario general de la Cámara del Trabajo de Orizaba y al secretario general de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, y Convocatoria a los dos concursos, 25 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173. La convocatoria se publicó en la revista CROM del 1° de noviembre de 1930.

[9] VLT, “Bases constitutivas de la sociedad cooperativa de los talleres”, diciembre de 1931, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 16-27.

[10] VLT, “Plan de estudios de la Escuela Central de Artes Plásticas”, diciembre de 1931, en Obra Histórico-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 1-15.

[11] Ibid.: pp. 1-2, 6.

[12] VLT, “¿Cuál debe ser el fin de la Universidad? ¿El fomento de la educación popular o la creación de un grupo superior de intelectuales?”, en revista CROM, 15 de octubre de 1930; en Obra Histórico-cronológica, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 379-380.

[13] VLT, “Plan de estudios…”, op. cit.: p. 2.

[14] Ibid.: pp. 7-8.

[15] “Renuncia como director de la Escuela de Artes Plásticas”, nota periodística publicada en la revista CROM, México, 15 de febrero de 1932. En VLT, Obra Histórica-cronológica, Tomo II, Vol. 3, México, CEFPSVLT, 1995: pp. 51-52.

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (primera parte)

Lombardo, Director de la Escuela Central de Artes Plásticas (primera parte)

Por Emilio García Bonilla

A mediados de mayo de 1930, Diego Rivera renunció a su cargo como director de la Escuela Central de Artes Plásticas de la Universidad Nacional. El Consejo Universitario, al mismo tiempo que aceptó la renuncia del destacado muralista, acordó designar a Vicente Lombardo Toledano como director interino de dicha institución.[1] ¿Qué implicaciones tuvo la presencia de Lombardo al frente de la principal escuela de artes plásticas de nuestro país entre mayo de 1930 y enero de 1932?

Academia de San Carlos
Academia de San Carlos

El 20 de mayo de 1930, Lombardo Toledano tomó posesión en su nueva responsabilidad. Comunicó al rector que de inmediato había realizado un recorrido por las instalaciones de la escuela, la antigua Academia de San Carlos, pudiendo comprobar el estado de ruina y abandono en que se hallaba el inmueble, siendo un ambiente tan hostil para los estudiantes que preferían permanecer en los corredores y en el patio y no en los talleres. En vista del urgente acondicionamiento material del edificio, propuso al director de la Facultad de Arquitectura integrar una comisión con profesores y alumnos de ambas escuelas para que formulara las reparaciones necesarias.[2]

La estrecha relación de Vicente Lombardo Toledano con los trabajadores agrupados en la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) dio lugar a una extensa carta que le dirigió el comité ejecutivo de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, en la cual señalaban que, en vista de su reciente nombramiento, podían dirigirse “con confianza a uno de nuestros propios elementos con la seguridad de contar por anticipado con su cooperación –confianza que no tenía la clase trabajadora que representamos con las anteriores autoridades del establecimiento”. El motivo de la misiva era poner a consideración de los profesores y alumnos de la Facultad de Arquitectura y de la Escuela Central de Artes Plásticas el problema del alojamiento de los trabajadores en la Ciudad de México.[3]

En su comunicación, los dirigentes obreros expresaron que el auge económico que experimentaba la Ciudad de México no había beneficiado a los trabajadores, quienes vivían en pocilgas de vecindades antihigiénicas, donde además se hacía evidente la crisis moral de los hogares mexicanos. Por lo que proponían a las mencionadas escuelas su colaboración para la construcción de una ciudad obrera con un carácter social y estético que dignificara la vida de los trabajadores, lo anterior considerando “la tendencia de la Universidad Nacional Autónoma de servir a las masas, que hemos acogido como una promesa de beneficios reales inmediatos y futuros”, ya que en la máxima casa de estudios concurrían “los elementos más capacitados del país por su cultura y su preparación profesional”.[4]

Lombardo Toledano solicitó la opinión del rector Ignacio García Téllez, agregando que “el estudio del problema que plantea la organización a la que pertenezco” había sido “acogido con entusiasmo” por profesores y alumnos,[5] y esperaba el mismo interés de parte de los de la Facultad de Arquitectura.[6] Con la finalidad de realizar un estudio que sustentara el proyecto, Lombardo consultó a diferentes organizaciones sindicales de la región industrial de Puebla para conocer el número de trabajadores en una fábrica determinada, cuántos tenían una vivienda propia y cuántos carecían de ella, si la fábrica proporcionaba o no habitaciones a los trabajadores, la cantidad que pagaban de renta y la correspondencia porcentual según su salario.[7]

Tamayo
Rufino Tamayo

Como director interino, Lombardo Toledano se encargó de reorganizar la Academia Mixta de Profesores y Alumnos, pudiéndole informar al rector que el 16 de junio de 1930 había quedado legalmente instalada.[8] En la primera sesión en la cual, entre otros puntos, se trató la “Iniciativa del Director Interino, sobre el servicio social que pueden realizar la Escuela y la Facultad de Arquitectura, organizando y dirigiendo la construcción y la decoración de casas para los trabajadores del Distrito Federal.”[9] Una vez instalada la academia, el siguiente paso para restablecer la normalidad en la escuela era que ese mismo órgano propusiera al Consejo Universitario una terna para la designación de director.[10] Mientras tanto, Vicente Lombardo Toledano continuaría en el cargo.

En las siguientes semanas, el Sindicato de Pintores y Escultores del Distrito Federal, comunicó al rector de la Universidad que Rufino Tamayo había sido expulsado de ese organismo “por indigno de pertenecer a él”. El también profesor de pintura en la Escuela Central de Artes Plásticas había incumplido el compromiso de realizar un mural en el edificio del Sindicato de Panaderos, saboteando, además, “el entusiasmo de los otros compañeros comisionados para este trabajo”, pero sobre todo, Tamayo fue expulsado por su criterio anti-sindical y por oponerse al postulado El arte al servicio del proletariado, en la lucha por su emancipación, “ya que como partidario del ‘arte puro’ que convierte al artista en un individuo neutro y pasivo, aconseja a sus alumnos que no pinten temas proletarios”.[11]

El nervio del mundo

A principios de agosto, se inauguró el taller de cinematografía en la Escuela Central de Artes Plásticas, estando a cargo del profesor Emilio Amero, a quien se dirigió Lombardo Toledano para proponerle que realizara una película con la temática y características que detalló. Llevaría el título de El nervio del mundo y su finalidad sería demostrar plásticamente y de un modo sintético que “el trabajo es la única fuente de la riqueza” y que “la capacidad creadora es el rasgo distintivo del hombre”.[12]

Para conseguir los objetivos de la película, Lombardo propuso que se hicieran tomas de diferentes actividades laborales a lo largo del país, aconsejando además a quiénes se debía recurrir en cada caso para conseguir los permisos correspondientes. Clasificando al trabajo en manual e intelectual, en el primer rubro se mostrarían escenas de diferentes tipos de industrias: extractiva, agrícola, manufacturera, del transporte y comercial. Como aspectos del trabajo intelectual se realizarían tomas del trabajo técnico aplicado a las industrias antes mencionadas, así como del trabajo docente en diferentes niveles y el trabajo del artista.[13]

Dentro del filme se incluiría el siguiente texto:

El hombre se distingue del resto de los individuos de la escala zoológica, por su facultad creadora. El trabajo es la única fuente de la riqueza económica y el único medio de elevación moral e intelectual del hombre. El que no trabaja produciendo bienes materiales o espirituales, vive a expensas de los demás, es un parásito que la sociedad no puede permitir y a quien la legislación de todos los países llegará a privar de todo derecho.[14]

FábricaLa película terminaría con la proyección de un gran desfile obrero, “imponente por su número, procurando dar la impresión de grandes masas humanas que marchan sin detenerse”, representando al trabajo en triunfo. Para lo cual, Lombardo recomendó filmar una manifestación que se realizaría en Orizaba “en apoyo de la acción nacionalista que el C. Presidente de la República desarrollará, frente a la política del imperialismo económico de los Estados Unidos”, y en la que desfilarían alrededor de 25 mil trabajadores.[15]

El argumento cinematográfico de El nervio del mundo, escrito por Vicente Lombardo Toledano, hasta ahora inédito y desconocido, se suma al guión para la película Ha caído una estrella, de 1936, como dos muestras de la importancia que en su tiempo Lombardo concedió al cine como medio para transmitir conocimientos y concientizar a las clases trabajadoras. Lamentablemente, ambos proyectos quedaron sin concretarse.

Relacionado con la cinematografía, en 1930 se introdujo a nuestro país el uso del “vitáfono” en la transición del cine silente al cine sonoro, correspondiendo a Vicente Lombardo Toledano encabezar la comisión encargada de supervisar las primeras pruebas en la proyección de películas habladas en inglés y emitir su opinión al respecto a petición del rector de la Universidad.[16]

Ratificación en el cargo

A mediados de agosto, Lombardo Toledano recibió un oficio del Consejo Universitario en el cual se le pedía que solicitara a la Academia de Profesores y Alumnos de la escuela a su cargo la proposición de la terna para la designación de director definitivo.[17] Una vez que Lombardo recibió esa comunicación y convocó a la academia, manifestó al rector que daba por concluida su responsabilidad como director interino, por lo que rendiría un informe del trabajo realizado durante los tres meses que estuvo al frente de dicha institución.[18]

Vale firmado por VLT en su etapa como director de la Escuela Central de Artes Plásticas
Vale firmado por VLT en su etapa como director de la Escuela Central de Artes Plásticas

El rector García Téllez reconoció la labor de Lombardo y el empeño que demostró en la responsabilidad que se le confió, por lo que le expresó sus agradecimientos y le solicitó que hiciera la entrega del plantel al profesor Eduardo Solares, a quien en su carácter de decano de la escuela le correspondía asumir provisionalmente la dirección en tanto se pronunciara el Consejo Universitario.[19] En respuesta a la solicitud de una terna para designar al director definitivo, Solares informó que la academia acordó dar un voto de confianza a Vicente Lombardo Toledano “por sus méritos personales y por la brillante labor que ha desarrollado al frente de la Escuela”, haciendo “repetir por tres veces seguidas su nombre para que figure en la terna que debe elevarse a la consideración del Consejo Universitario”.[20]

Además de ejercer el cargo de director de la Escuela Central de Artes Plásticas, Lombardo siguió impartiendo clases en la Escuela Nacional Preparatoria y en las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales y Comercio y Administración, además de colaborar con el Instituto de Investigaciones Sociales, recién fundado en ese mismo año de 1930 y cuyo primer director fue Luís Chico Goerne.[21]


[1] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a Diego Rivera, 17 de mayo de 1930; en Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Universidad Nacional, ramo Rectoría, caja 31, exp. 398 (en adelante AHUNAM), folio 120. Carta de José López Lira a Vicente Lombardo Toledano (VLT), 17 de mayo de 1930, en AHUNAM, folio 119.

[2] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 20 de mayo de 1930, en AHUNAM, folios 62-63.

[3] Carta a VLT firmada por Reynaldo Cervantes Torres y Ricardo Treviño, secretario general y secretario del interior respectivamente, del comité central de la CROM, 28 de mayo de 1930. Transcrita al rector de la Universidad Nacional Autónoma, 1° de junio de 1930. En AHUNAM, folios 80-84.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

[6] Carta de VLT al director de la Facultad de Arquitectura, 1° de junio de 1930, en AHUNAM, fojas 85-89.

[7] Cartas a VLT del Sindicato de Obreros “Mártires de Chicago” de la fábrica La Constancia, del Sindicato de la fábrica La Economía, del Sindicato de Obreras y Obreros de la fábrica La Unión, del Sindicato de Obreros “Francisco Ferrer Guardia” de la fábrica El Patriotismo, del Sindicato de Obreros de la fábrica El Carmen, Sindicato de la fábrica Beneficencia, Sindicato de “Obreros Perseverantes” de la fábrica El León, Sindicato de Obreros Revolucionarios de Metepec, Sindicato Emancipación de Obreros Textiles y similares de la fábrica La Concepción, Sindicato de Obreros “Mártires del 22 de agosto” de la fábrica La María, 23, 24 y 25 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[8] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 17 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 107.

[9] Orden del día de la sesión inaugural de la Academia de Profesores y Alumnos de la Escuela Central de Artes Plásticas, 16 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 108.

[10] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a VLT, 20 de junio de 1930, en AHUNAM, folio 106.

[11] Carta del comité ejecutivo del Sindicato de Pintores y Escultores a Ignacio García Téllez, 5 de julio de 1930, en AHUNAM, folio 99.

[12] Carta de VLT a Emilio Amero, 7 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 100-104.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] Carta de José López Lira, secretario general de la Universidad Nacional Autónoma, a VLT, 29 de septiembre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

[17] Carta de José López Lira, secretario del consejo universitario, a VLT, 11 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 105.

[18] Carta de VLT a Ignacio García Téllez, 14 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 123.

[19] Carta de Ignacio García Téllez a VLT, 15 de agosto de 1930, en AHUNAM, folio 122-122v.

[20] Carta de Eduardo Solares a Ignacio García Téllez, 16 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 117-118. Acta de la sesión de la Academia Mixta de Profesores y Alumnos de la Escuela Central de Artes Plásticas, 19 de agosto de 1930, en AHUNAM, folios 114-116.

[21] Telegrama de Luís Chico Goerne a VLT, 6 de octubre de 1930, en FHUOM, Legajo 173.

La Condecoración del Combatiente

La Condecoración del Combatiente

Por Emilio García Bonilla

Diploma de la condecoración.
Diploma de la condecoración.

El 28 de febrero de 1946 le fue entregada a Vicente Lombardo Toledano la Condecoración del Combatiente, otorgada por un grupo de personalidades destacadas en la ciencia, el arte y la cultura de nuestro país.

Al ser el más decidido dirigente del movimiento obrero en el continente y encabezar la lucha antifascista desde la Confederación de Trabajadores de América Latina, Lombardo fue víctima de una campaña de calumnias y ataques realizada a través de la prensa reaccionaria, intensificada durante el último año de la Segunda Guerra Mundial.

El homenaje nacional que le rindieron las mujeres y los hombres más sobresalientes en sus ámbitos de acción en ese momento, sirvió de reconocimiento “a la devoción de toda una vida dedicada a defender a los trabajadores y a su patria, que crean con su esfuerzo los bienes innumerables de nuestra civilización”.[1]

Los otorgantes señalaron las razones por las que Vicente Lombardo Toledano había merecido dicha condecoración:

Primero. Como justo reconocimiento a sus esfuerzos en defensa de la patria, en contra de sus enemigos del interior y del exterior.

Segundo. Por ser y haber sido, por ese motivo, el mexicano más calumniado por los órganos de la prensa representativos de la regresión social y política del país.

Tercero. Porque consideramos que es de nuestra incumbencia, dadas las actividades que representamos, pronunciarnos por la verdad, por la justicia, y por el decoro, y

Cuarto. Porque creemos necesario estimular a quienes se signifiquen por su labor civil, arrostrando las diatribas y las calumnias sólo por servir a la más noble de las causas posibles.

La revista Futuro, al referirse a tan significativo acto, expresó: “Lombardo Toledano representa al intelectual verdadero, al hombre cuya preocupación no lo lleva a la torre de marfil, sino a la lucha apasionada para cambiar el mundo. Es un auténtico creador del futuro, nacido del presente de luchas y de esperanzas. Quienes le atacan –con armas que establecen su enana estatura moral– representan un pasado condenado definitivamente a desaparecer. Las fuerzas vivas, las fuerzas de la inteligencia –una de las mayores potencias de la historia– y las fuerzas del trabajo que transforman el pensamiento en obras perdurables– están con Lombardo Toledano”.[2]

Martín Luis Guzmán
Martín Luis Guzmán

El escritor Martín Luis Guzmán fue el encargado de pronunciar el discurso en la ceremonia de entrega, que definió como un acto para “defender la dignidad y la vergüenza de nuestro país; por cuanto se refiere al hombre objeto de este homenaje, nuestro acto es el reconocimiento y la exaltación de una conducta que merece ser imitada, de una conducta ejemplar; y desde el punto de vista de la vida pública de México, es esta una lección de civismo que se da a aquellos que, teniendo en sus manos los instrumentos para orientar la opinión del país, no hacen sino desfigurarla y desvirtuarla”.[3]

Los dueños de la opinión no habían podido evitar que se congregaran tantas personas dispuestas a desafiar, “exactamente en la misma proporción en que ha estado desafiándola Lombardo Toledano desde hace mucho tiempo, la ira y el encono de que ellos son capaces”. Martín Luis Guzmán dijo que con su presencia daban una prueba de valor, “nosotros, cuyos nombres figuran en una lista, nosotros que no nos ocultamos, que queremos ser ofendidos, denigrados y calumniados del mismo modo que se ha denigrado, calumniado y ofendido a Vicente Lombardo Toledano”. Mencionó además que todos los firmantes constituían la más alta autoridad moral de la República Mexicana.[4]

Lombardo, al agradecer la deferencia, reconoció que ese acto era una compensación muy generosa a la humilde labor realizada al servicio de la clase trabajadora y de su pueblo:

Este homenaje me llena de estímulo para seguir luchando con mayor vigor que nunca. Pero en realidad yo lo he aceptado porque sé lo que significa; porque yo soy el pretexto para una comparecencia de los mejores valores del pensamiento, de los hombres y mujeres dedicados a la ciencia y a las artes, para decirle al pueblo mexicano que están con él, que interpretan sus enormes sufrimientos, que respaldan sus ideales y que están decididos a luchar por su cumplimiento cabal.[5]

Señaló que la prensa no podría manchar el nombre de tantos hombres y mujeres como los congregados, porque no eran personas improvisadas en el arte, la cultura, la ciencia y el pensamiento, sino que contribuían a dar lustre a nuestra nación. Como grandes mexicanos, trataban de servir a su país y servir a la causa de la cultura universal: “Los héroes no son los que una vez lucharon por la independencia de un país, sino todos los que están construyendo de día en día, bienes colectivos, no sólo con las armas, sino también con el pensamiento, en todas las formas de la actividad creadora”.[6]

Consideró que convenía que no fueran sólo unos cuantos los combatientes anhelantes de un mejor país, sino que cada día aumentaran: “Que no seamos unos cuantos los que peleamos, que todos los hagan desde el punto de vista de su actividad […] cada quien, por humilde que parezca, dará una aportación de importancia la vida futura, a la libertad futura de nuestra patria”.[7]

Lombardo manifestó que recibía esa distinción en nombre del pueblo mexicano, al asumirse como un vínculo entre éste y el estado mayor de la inteligencia y de la cultura superior del país.

Firmaron el diploma de la condecoración las siguientes personalidades.

Científicos: Dr. Manuel Sandoval Vallarta, Ing. Joaquín Gallo, Luís Enrique Erro, Dr. Isaac Ochoterena, Lic. Alfonso Caso, Lic. Salvador Toscano, Dra. Eulalia Guzmán, Lic. D. Rubín de la Borbolla, Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán.

Escritores: Lic. Alfonso Reyes, Dr. Enrique González Martínez, Martín Luís Guzmán, Lic. Antonio Castro Leal, José Iturriaga, Ermilo Abreu Gómez, José Mancisidor, Lic. Rafael López Malo, José Revueltas, Andrés Henestrosa, Enrique Ramírez y Ramírez, Ludwing Rehn, Anna Seghers, Juan Rejano, Efraín Huerta, Germán List Arzubide, Jesús R. Guerrero, Carlos Velasco, José Rogelio Álvarez, Fernando Rosenzweig, Antonio Prieto, Gonzalo Beltrán Luchichi.

VLT y Diego Rivera
VLT y Diego Rivera

Artistas: David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Carlos Chávez, Luís Sandi Meneses, Dolores del Río, José Pablo Moncayo, “Tata Nacho”, Leopoldo Méndez, Raúl Anguiano, Carlos Orozco Romero, Gabriel Fernández Ledesma, Julio Prieto, José Chávez Morado, Luís Arenal, María Izquierdo, Nelly Campobello, Jesús Guerrero Galván, Miguel Covarrubias, Julio Bracho, Agustín Tinoco, Gabriel Figueroa, A. Bracho, Fernando Gamboa, Carlos Mérida, Xavier Guerrero, Federico Canessi, Manuel Márquez, Manuel Álvarez Bravo, Alfredo Zalce, Alfonso Guillén Zelaya, Pablo O’Higgins, Isidoro Ocampo, Ignacio Aguirre, Hermanos Mayo, Federico Silva, Joel Marroquín, F. Bustos Cerecedo.

Intelectuales y profesionistas: Dr. Daniel Cosío Villegas, Ing. Adolfo Orive, Arq. Carlos Obregón Santacilia, Ing. José Domingo Lavín, Lic. Alfredo G. Uruchurtu, José López Moctezuma, Profr. Gaudencio Peraza, Profr. Manuel Germán Parra, Profr. Antonio Betancourt Pérez, Elvira Vargas, Gral. e Ing. R. Catalán Calvo, Lic. Guillermo Ibarra, Lic. Alejandro Carrillo, Manuel O. Padrés, Rosendo Gómez Lorenzo, Dr. Alfonso Millán.

Dirigentes políticos: Fidel Velázquez, Dionisio Encina, Senador Fernando Amilpa, Diputado y consejero de la CTAL Juan Vargas Puebla.

 


[1] “La condecoración del Combatiente otorgada a Vicente Lombardo Toledano”, en revista Futuro, núm. 109, México, marzo de 1946.

[2] Idem.

[3] Martín Luís Guzmán, “El homenaje a Vicente Lombardo Toledano, la mayor condena a la prensa facciosa y antimexicana”, 28 de febrero de 1946, en Vicente Lombardo Toledano y la batalla de las ideas. Testimonio de intelectuales, México, CEFPSVLT, 2005: pp. 105-109.

[4] Idem.

[5] VLT, “Condecoración del Combatiente a Vicente Lombardo Toledano”, 28 de febrero de 1946, en Obra Histórico-cronológica, Tomo IV, Vol. 18, México, CEFPSVLT, 2000: p. 161.

[6] Ibid.: pp. 162, 170, 172.

[7] Ibid.: p. 174.

James Wilkie y la Historia oral

JAMES WILKIE Y LA HISTORIA ORAL

Por Emilio García Bonilla

En 1961 salió publicado el libro de Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez, realizado a partir de las entrevistas hechas a una familia mexicana que contaba su historia. James W. Wilkie se inspiró en esa obra para comenzar a desarrollar su proyecto de historia oral con los miembros de la familia revolucionaria para que dieran su testimonio sobre la historia de México.

James W. Wilkie
James W. Wilkie

Wilkie refiere que en el mismo año de 1961 tuvo su primera entrevista fallida, con Pascual Ortiz Rubio, a quien sin más preámbulos le dijo: “Entiendo que se dice que el papel de usted en la presidencia fue ser títere de Calles. ¿Cómo explica usted eso?”, esto hizo que al viejo Ortiz Rubio se le descompusiera el semblante y Wilkie no pudiera continuar, lo cual le sirvió de experiencia para establecer un método que le permitiera adentrarse en la memoria de los personajes con los que conversaría posteriormente.[1]

Así, entendió que tenía que escuchar el relato personal del entrevistado antes de tocar temas complicados con mayor tacto. Por eso, en todos los casos, Wilkie comienza pidiendo datos biográficos y familiares; así, entran en confianza y se sienten cómodos para comenzar a hablar de otros temas.

James Wilkie y su esposa, la guatemalteca Edna Monzón, tuvieron el acierto de emprender en 1964 un ambicioso proyecto que recogió de viva voz los testimonios de personajes que destacaron en la etapa constructiva de la Revolución Mexicana, lo mismo dentro del oficialismo que en la oposición. En 1959, Wilkie había obtenido la maestría en la Universidad de California con una tesis sobre el gobierno de Lázaro Cárdenas en Michoacán, a quien conoció en 1962, teniendo largas conversaciones con él, aunque nunca aceptó que se le grabara. Su cercanía con Cárdenas permitió que comenzara a entrevistar a sus antiguos colaboradores: José Muñoz Cota, Luis Chávez Orozco, Ramón Beteta, Marte R. Gómez y Jesús Silva Herzog.

De entre los posibles entrevistados fueron descartando a quienes se negaban a hablar, como Antonio Díaz Soto y Gama, o simplemente tenían poco qué decir, como Fernando Torreblanca y Fidel Velázquez, este último dijo que en México no existían problemas de ningún tipo, no quería hablar de asuntos específicos, evitaba la confrontación, decía: “No, yo no recuerdo nada de eso; todo estaba tranquilo, como siempre.” Según él, nunca hubo divisiones en el sindicalismo ni huelgas. No decía nada. Como opinó Wilkie: “tal vez ese fue el éxito de su vida: no hablar de rumores, no hablar de nadie, no decir nada.” Lo curioso de la entrevista con Fidel Velázquez fue que al revisar la grabación, se dieron cuenta que la grabadora había fallado, que la cinta no registró nada.[2]

A Miguel Alemán Valdés no pudieron acercarse porque su secretario particular se los impidió. Con Martin Luís Guzmán les fue difícil entablar una conversación, respondía que él ya había escrito sobre ese tema, que podían leerlo en tal obra. Ezequiel Padilla habló de su actuación en la política hasta 1940, no quiso hablar de la elección de 1946 en la que fue candidato, y ahí se terminó la entrevista.

Con el paso de los meses, Wilkie y Monzón lograron lo que parecía imposible: reunir las voces de personajes tan disímbolos como Salvador Abascal, Emilio Portes Gil, Ezequiel Padilla, Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Juan Andreu Almazán y Daniel Cosío Villegas. Varios factores influyeron para conseguirlo, en especial su condición de jóvenes y extranjeros que no se identificaban con ningún grupo político, lo que permitió que los entrevistados expusieran con franqueza su opinión sobre asuntos polémicos, pero también el hecho de comprender que se encontraban ante una oportunidad seria de dejar su testimonio.[3]

Era frecuente que le pidieran al entrevistado que les recomendara a alguien más para que participara en el proyecto de historia oral. De tal forma, fueron ampliando su red de contactos. Así fue como llegaron con Lombardo. Al respecto, recuerda Wilkie:

A veces, la única referencia que teníamos de algún personaje que deseábamos entrevistar era un número de teléfono, como nos ocurrió con Vicente Lombardo Toledano. Edna llamó por teléfono para decir que veníamos de la Universidad de California y queríamos oír y grabar su historia. Aceptó recibirnos, y aunque en un principio fue bastante suspicaz de nuestras grabaciones, una vez que empezamos las entrevistas, cooperó con nosotros con toda puntualidad y con bastante entusiasmo.

Lombardo tomó muy en serio nuestro proyecto. Llegaba a la cita con nosotros preparado, con sus propias notas para ayudarnos. Y cuando ya estaban transcritas y editadas, leyó el original que íbamos a publicar en México visto en el siglo XX. Recordamos mucho nuestras extensas pláticas con él en su hermosa casa en San Ángel.[4]

Edna Monzón
Edna Monzón

Edna Monzón narra que cada entrevista requería de un trabajo previo de varias horas de estudio e investigación para saber cuál había sido el papel desempeñado por el entrevistado en diferentes momentos y su posición ante determinados temas. Fueron meses de intenso trabajo, hubo días en los que hacían dos entrevistas. Para cada personaje elaboraban un cuestionario cuyas preguntas podían surgir o no a lo largo de las conversaciones, cuyo curso debían prever. En el caso de Lombardo, los Wilkie hablaron con Robert P. Millon, quien les facilitó su obra Vicente Lombardo Toledano. Biografía intelectual de un marxista mexicano, que recién había presentado en la Universidad de Carolina del Norte como su tesis doctoral en 1963.

Dos anécdotas dan muestra de los matices del trabajo realizado por James y Edna. En una, cuentan que al estar Emilio Portes Gil expresando sus opiniones contra la Iglesia católica y la enseñanza religiosa, entró su esposa a la habitación donde se realizaba la entrevista para decir: “Tengo que salir porque si no, no llego a tiempo a misa”. Portes Gil asintió, naturalmente. En otra ocasión, antes de iniciar una entrevista con Alfonso Caso, verificaron la última grabación de la cinta para comenzar con la nueva, en eso se escuchó grabada la voz de Ezequiel Padilla, y Caso dijo: “Por favor, no me pongan en la misma cinta que Padilla”, en parte en serio, en parte en broma.[5]

Edna, junto con su hermana Getrude Monzón, se encargaron de transcribir las grabaciones de las cintas que contenían las entrevistas. El trabajo tendiente a su publicación consistió en varios pasos: Primero la transcripción palabra por palabra; segundo, correcciones gramaticales, de sintaxis y del orden de las frases; tercero, revisión de Edna Monzón; cuarto, revisión de James Wilkie; quinto, revisión por parte del entrevistado; y sexto, adición de referencias en notas a pie de página.[6]

En total registraron 124 entrevistas, la mayor parte de ellas fueron publicadas entre 1995 y 2004 en cuatro volúmenes por la Universidad Autónoma Metropolitana bajo el título Frente a la Revolución Mexicana, 17 protagonistas de la etapa constructiva. Todavía permanecen inéditas 22 entrevistas realizadas a once personajes.

La historia oral estuvo en boga en la segunda mitad del siglo XX, con el desarrollo tecnológico que facilitó el registro de voces. Con el paso del tiempo, ese furor por grabar audios fue siendo desplazado por las primeras cámaras de video. En 1987 James y Edna quisieron ampliar su proyecto de historia oral entrevistando a Porfirio Muñoz Ledo y años después a Roberto González Barrera, pero ya no con el éxito inicial porque ninguno de ellos tenía la talla de los primeros entrevistados.[7]

PortadaEl volumen que hoy presentamos recoge las entrevistas realizadas a Vicente Lombardo Toledano entre el 6 de mayo de 1964 y el 29 de enero de 1965. Fueron diez encuentros en un periodo de nueves meses. El mayor lapso entre dos entrevistas fue de tres meses y el menor, de dos días. De todos los entrevistados, con Lombardo tuvieron el mayor número de conversaciones y las más extensas, porque como reconocieron James y Edna: “siempre tenía algo interesante qué decir”. Visto a la distancia, constituye un interesante ensayo autobiográfico en el que Lombardo dio a conocer detalles de su historia personal y pública, así como su interpretación de hechos de la historia de México ocurridos durante su vida.

Especial importancia para los estudiosos de la vida de Lombardo tienen los aspectos que revela de su etapa que podemos llamar formativa (desde su niñez hasta 1933), así como de su historia familiar, que de otra forma no hubiéramos conocido.[8]

De tal suerte que refiere tres momentos determinantes para su trayectoria: el primero de ellos, el impacto que produjo en él la noticia del inicio de la Revolución Mexicana siendo un estudiante preparatoriano, a tal grado que Lombardo asume que empieza a pensar en su patria el mismo día en que estalla la revolución en Puebla.[9]

El segundo momento decisivo lo tuvo al terminar sus estudios de Derecho y Filosofía en la Universidad Nacional y presentársele la disyuntiva entre abrir un despacho de abogado como querían sus familiares y maestros como una posibilidad para vivir sin preocupaciones económicas, o seguir su camino al lado de las clases trabajadoras que había comenzado como secretario de la Universidad Popular Mexicana. Después de mucho pensarlo decidió dedicarse a dar clases, a escribir y a no hacerse rico. Lombardo dijo como Martí: “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”. Un año después de egresar de la Universidad, fundó la Liga de Profesores del Distrito Federal, el primer sindicato de maestros del país, y con eso entró a formar parte del movimiento obrero.[10]

Y el tercer momento definitorio fue cuando Lombardo comenzó a cuestionarse su formación idealista recibida en la Universidad, principalmente de su maestro Antonio Caso, lo que daría pie a que comenzara a estudiar el socialismo científico de forma autodidacta, de tal suerte que para 1930 era ya un marxista formado.[11]

“Lombardo era un hombre de extraordinaria puntualidad y disciplina, que se movía rápidamente” (Wilkie)
“Lombardo era un hombre de extraordinaria puntualidad y disciplina, que se movía rápidamente” (Wilkie)

A través de sus entrevistas con Wilkie y Monzón, Lombardo refiere diferentes aspectos de su etapa formativa, como su trabajo como oficial mayor del gobierno del Distrito Federal en 1921, su labor como director de la Escuela Nacional Preparatoria en 1922, su paso por el gobierno del estado de Puebla entre 1923 y 1924 en el marco de la rebelión delahuertista, su actuar como regidor del ayuntamiento de la Ciudad de México, su militancia dentro de la CROM y del Partido Laborista Mexicano, del que fue diputado entre 1925 y 1928, y sus diferencias con José Vasconcelos y Antonio Caso, políticas con el primero y filosóficas con el segundo.

Lombardo dio a conocer aspectos que ningún historiador había señalado, como el hecho de que, cuando Álvaro Obregón fue asesinado en el restaurante La Bombilla, él se encontraba a unos metros, en su casa, trabajando en la formulación de un proyecto de seguro social por encargo del presidente electo.[12]

En suma, este volumen constituye un valioso material para los interesados en conocer la vida de Vicente Lombardo Toledano en relación con la historia de nuestro país, como un referente para comprender la etapa constructiva de la Revolución Mexicana debido a su actuar en momentos decisivos y a su larga trayectoria de medio siglo en diferentes frentes como el político, el sindical, el legislativo, el educativo y el ideológico.

Por eso, con la presentación de este libro rendimos homenaje a Vicente Lombardo Toledano en el 122 aniversario de su natalicio.

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Intervención en la Presentación del Suplemento del Tomo VI de la Obra Histórico-cronológica de Vicente Lombardo Toledano que recoge sus entrevistas con Wilkie y Monzón. 14 de julio de 2016, Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, México.

[1] Rafael Rodríguez Castañeda, “La Historia oral de la Revolución Mexicana”.

[2] Rafael Rodríguez Castañeda, “Prefacio”, Frente a la Revolución Mexicana, 17 protagonistas de la etapa constructiva, Vol. IV, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2004.

[3] IbId.: p. XLIV.

[4] Citado por Rodríguez Castañeda en “Prefacio”, op. cit.: p. XLIII.

[5] Ibid.: pp. XLV, XLVIII.

[6] Ibid.: Nota a pie de página número 36.

[7] Rodríguez Castañeda, “La Historia oral…”, op. cit.

[8] “El decenio de 1920 a 1930 fue decisivo en mi vida intelectual y en mi vida de militante político”. VLT, Entrevista del 13 de mayo de 1964, en Obra Histórica-cronológica, Tomo VI, Suplemento, México, CEFPSVLT, 2016, p. 43.

[9] VLT, “Apuntes autobiográficos  y acerca de la Revolución”, Entrevista del 6 de mayo de 1964, en op. cit.: p. 12.

[10] VLT, “Cómo se hizo obrerista y sus primeros encuentros con Marx”, Entrevista del 6 de mayo de 1964, en op. cit.: p. 38.

[11] Ibid.: pp. 39-40, y VLT, “Aspectos autobiográficos e ideológicos”, Entrevista del 21 de septiembre de 1964, en op. cit.: pp. 82-84.

[12] VLT, “Opiniones y datos políticos con relación a la década de 1920”, Entrevista del 13 de mayo de 1064, en op. cit.: pp. 60-61.

Presentación del libro En la tierra de Lombardo

PRESENTACIÓN DEL LIBRO EN LA TIERRA DE LOMBARDO*

Por Emilio García Bonilla

Señoras y señores:

En primer lugar quiero agradecer al Dr. Julio Patricio Eufracio Solano, director del Museo de la Revolución Mexicana en Puebla por las facilidades para presentar este libro en este histórico lugar: la Casa de los Hermanos Serdán, cuyo apellido es sinónimo de intransigencia ante el autoritarismo y la falta de democracia en la época porfirista.

Los hermanos Serdán formaban parte de toda una corriente política que anhelaba un cambio en el país, imagesesos hombres y mujeres harían temblar los cimientos de la estructura oligárquica que se había apoderado de la nación, y después de varios años de lucha le darían una nueva fisonomía con la Carta Magna que el próximo año cumplirá un siglo.

Como los hermanos Serdán, la historia de nuestro país está llena de mujeres y hombres que han estado dispuestos a dar su vida en defensa de las mejores causas. Con defectos como todos los seres humanos, pero con grandes méritos que los hacen ocupar lugares de honor en nuestra historia.

Junto a los grandes dirigentes sociales y políticos que figuran en los libros y en los registros, han estado masas oscuras de hombres y mujeres cuyos rostros y nombres ha borrado el tiempo, pero sin cuya participación los personajes destacados no hubieran figurado. Hidalgo y Morelos no podrían entenderse sin los insurgentes; Juárez no hubiera podido vencer a los enemigos de dentro y fuera del país sin la participación de los combativos chinacos; Villa y Zapata no serían recordados como los caudillos más populares de la Revolución Mexicana si no hubieran estado al lado de ellos miles de hombres y mujeres con las armas en la mano.

No son los héroes los que hacen a los pueblos, sino los pueblos los que forman a sus héroes, como decía Vicente Lombardo Toledano, y en su caso, aunado a su innegable talento intelectual, su relación con los trabajadores le hizo destacar como dirigente político, líder sindical y pensador al servicio de los más necesitados. Hubo momentos de su trayectoria política en los que Lombardo Toledano estuvo respaldado no sólo por cientos de miles de personas, sino por millones, como en la década de 1940 cuando, en plena Segunda Guerra Mundial, presidió la organización sindical más grande que haya existido en el continente: la Confederación de Trabajadores de América Latina, y al final de la guerra, en 1945, participó en la fundación de la Federación Sindical Mundial, de la que fue uno de sus vicepresidentes. Por eso en una ocasión señaló: “el pueblo es el único héroe de la historia, y los individuos valen en la proporción en que sepan interpretar y servir fielmente los intereses y los anhelos del pueblo”.[1]

No es mi afán en esta ocasión hacer una apología de Vicente Lombardo Toledano, sino explicarles la razón de ser de mi libro.

Hace ya varios años, siendo estudiante universitario, empezaron a llegar a mis manos algunos materiales que hicieron que me planteara la posibilidad de realizar esta obra. Primero conocí la fotocopia de una carta fechada en 1927 en la cual Lombardo Toledano se dirigía de una forma muy emotiva a los trabajadores teziutecos (paradójicamente esta carta cierra el último capítulo del libro). Conocí también un expediente judicial de un proceso que se le siguió a uno de los dirigentes lombardistas en Teziutlán, Benigno Campos. Al empezar a investigar en el archivo particular de Vicente Lombardo Toledano, que resguarda la Universidad Obrera de México, me llevé la grata sorpresa de que había cientos y cientos de cartas, telegramas, oficios, informes y fotografías, de la época de los inicios de la trayectoria política y sindical del destacado teziuteco.FB_IMG_1468351703281 Estos documentos se complementaron con los hallados en el Archivo General de la Nación: informes de agentes de la Secretaría de Gobernación, recortes de periódicos, documentación oficial, entre otros. Todo esto se convirtió en la materia prima para escribir el libro y me permitió empezar a conocer a los primeros lombardistas.

Nunca nadie se había preocupado por rescatar del olvido a esos teziutecos que impulsaron a Vicente Lombardo Toledano en sus primeros años de vida política. ¿Cómo se llamaron? ¿Quiénes eran? ¿Cómo pensaban? ¿Cómo se expresaban? ¿Cómo estaban organizados? ¿Qué problemas, triunfos y derrotas tuvieron? Todas esas preguntas fui contestándolas con los más de mil quinientos documentos que pude recopilar. Comencé a encontrar nombres, situaciones, conflictos, que fui relacionando hasta hilvanar una línea narrativa que rebasó mis expectativas iniciales.

El resultado fue este libro voluminoso, de más de 500 páginas. Nada de lo que contiene es producto de la imaginación, todos son hechos reales y comprobables. En él podemos encontrar detalles de la vida política y social en el Teziutlán de los años veinte, antes de la influencia de los Ávila Camacho, podemos conocer cómo eran los procesos electorales en esa época (desde las campañas hasta la calificación de los resultados), la forma de hacer política, los personajes y los partidos que contendían, la etapa de gran inestabilidad que vivió el estado de Puebla, al grado de tener 19 gobernadores en diez años, y Teziutlán 34 presidentes municipales en ese mismo periodo (1919-1928).

Ocupan un lugar principal en mi libro las elecciones en las que participaron Lombardo y sus partidarios, DSC03764el ascenso en la organización política y sindical, los conflictos en los que se vieron involucrados, los momentos de represión y persecución de que fueron víctimas, los esfuerzos de Vicente Lombardo Toledano para infundirles ánimo, su labor como interlocutor ante el gobierno federal, pero sobre todo el trato fraterno y cordial que siempre tuvo con sus compañeros y paisanos.

En un capítulo me refiero al breve periodo en el que Lombardo Toledano, con 29 años de edad, fue gobernador provisional de Puebla, realizando algunas acciones significativas: la prohibición de las corridas de toros, la firma del primer contrato colectivo de trabajo del país, el proyecto para crear el Museo de Historia, Arqueología y Etnografía (hoy Museo Casa de Alfeñique), la modernización del Colegio del Estado (antecedente de la BUAP), la dotación a pueblos y ejidos con casi trece mil hectáreas de tierras, todo esto en sólo cuatro meses que estuvo al frente del gobierno estatal.

En otro apartado señalo que, sin descuidar su actividad política ni su trabajo como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria y la Universidad Nacional, Vicente Lombardo Toledano llevó a cabo una interesante investigación arqueológica y antropológica en la Sierra Norte de Puebla, donde realizó trabajo de campo en diferentes asentamientos prehispánicos, así como en comunidades indígenas para conocer sus particularidades culturales y lingüísticas, a fin de proponer un método pedagógico para la enseñanza en las escuelas primarias de las regiones indígenas del país.

Los protagonistas de mi libro son los hijos del pueblo, los trabajadores organizados, porque con esta obra he pretendido hacer un humilde reconocimiento a los primeros lombardistas teziutecos, quienes fueron los más combativos, los mejor organizados y los más sinceros, los que estuvieron dispuestos a ofrendar su sangre en aras del progreso social y que tuvieron la fortuna de ver de cerca el ascenso de Vicente Lombardo Toledano en el ámbito político y sindical. Los zapateros, los panaderos, los peluqueros, los carpinteros, los mineros, el oficinista, el pequeño comerciante. Al honrar a esos hombres desconocidos cumplo con mi deber como historiador y como teziuteco.

Señoras y señores:

Aquí en Puebla hay una leyenda muy conocida que dice que los ángeles subieron la gran campana de ocho toneladas hasta su lugar en la torre norte de la catedral. Ojalá hubieran sido ángeles y no las decenas de hombres sin nombre y sin rostro que a fuerza de músculo y sudor lograron esa proeza.

DSC03742La historia la hacen los pueblos, la riqueza la producen los trabajadores con su esfuerzo, las naciones progresan con el sudor de su gente, y los gigantes del pensamiento y la acción son grandes porque interpretan los anhelos de las clases trabajadoras, las que pocas veces son mencionadas por los historiadores.

Quiero concluir con unos versos del poema titulado Los Nadies, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, porque con mi libro, los olvidados por la historia, los nadies de Teziutlán, al mencionarlos y reconocerlos, dejan de serlo. A ellos dedico esta presentación.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados.

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Información detallada del libro


*Palabras pronunciadas el 11 de junio de 2016 en el Museo Regional de la Revolución Mexicana, Casa de los Hermanos Serdán, Puebla, Pue.

[1] VLT, “El papel del individuo en la historia”, 27 de julio de 1956, en Obra histórico-cronológica, tomo V, Vol. 24, México, CEFPSVLT, 2006: p. 26.

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Lombardo, Diputado Laborista (1925-1928)

Lombardo, Diputado Laborista (1925-1928)*

Por Emilio García Bonilla

La labor parlamentaria de Vicente Lombardo Toledano está dividida en dos periodos, dos épocas distintas, separadas la una de la otra por casi cuarenta años. A pesar de esa particularidad, Lombardo fue en la Cámara de Diputados un representante de la clase trabajadora en las tres legislaturas de las que formó parte. Los discursos en intervenciones que aquí se presentan así lo demuestran, señalándonos la consecuente línea política que sostuvo durante toda su trayectoria.

En la década de 1920 participó muy activamente en la política electoral: en cuatro ocasiones consecutivas se presentó como candidato a diputado federal por el distrito de Teziutlán, Puebla, su tierra natal (1922, 1924, 1926 y 1928). Además, fue electo regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México en 1924. En esos años, asimismo ocupó el cargo de oficial mayor del gobierno del Distrito Federal (1921) y gobernador provisional del estado de Puebla (1924). Desempeñándose también como jefe del Departamento de Bibliotecas de la recién creada Secretaría de Educación Pública (1921) y director de la Escuela Nacional Preparatoria (1922).

Membrete de la CROM, 1925
Membrete de la CROM, 1925

Lombardo Toledano comenzó a relacionarse con los trabajadores organizados aun siendo estudiante, cuando fue invitado por Alfonso Pruneda a hacerse cargo de la Secretaría de la Universidad Popular Mexicana en 1917. Desde 1921 se integró a la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), la central sindical más importante de la época, y en 1923 era ya miembro de su comité central, formando parte además del Partido Laborista Mexicano desde ese año. Su condición de dirigente sindical le permitió conocer de cerca los problemas de los trabajadores, relación que determinó su concepción política; en esta etapa fue destacable su influencia en su región natal donde se formaron los primeros sindicatos que quedaron incorporados a la CROM, siendo estas las organizaciones que lo respaldaron en sus candidaturas y defendieron su triunfo.

No fue fácil el ingreso de Lombardo a la Cámara de Diputados: ya en 1922 el colegio electoral le había negado el triunfo conseguido en las urnas sin siquiera revisar su caso. En la siguiente elección las cosas no fueron diferentes, a pesar de haber sido postulado por los dos principales partidos nacionales: el Partido Laborista Mexicano y el Partido Nacional Agrarista, las discusiones en la Cámara de Diputados para calificar los comicios del distrito de Teziutlán se trabaron y se fue posponiendo el caso una y otra vez hasta que finalmente se aprobó el 9 de octubre de 1925, quince meses después de la elección, por lo que en la XXXI Legislatura, Lombardo sólo fue diputado la mitad del periodo de dos años. En 1926, consiguió la reelección sin mayores problemas, por dos factores principalmente: una mejor organización de sus bases de apoyo en el distrito de Teziutlán,  y una correlación de fuerzas favorable en la integración de la Cámara de Diputados y en el consiguiente colegio electoral.

En la XXXI Legislatura, los diputados laboristas se integraron el llamado Bloque Revolucionario, mientras que en el siguiente periodo formaron parte de la Alianza de Partidos Socialistas, suscitándose interesantes debates en esa etapa de confrontaciones y definiciones políticas.  Las intervenciones de Vicente Lombardo Toledano como diputado del Partido Laborista Mexicano, del que en diferentes ocasiones desempeñó la función de portavoz, fijando la postura del mismo ante determinados temas, demuestran su claridad de ideas y su calidad como polemista, aclarando conceptos con la capacidad del catedrático universitario que era y del estudioso de la ciencia política que nunca dejó de serlo. Más allá del tema coyuntural que originaba el debate, Lombardo abordaba la tribuna para orientar y asumir una postura crítica pero fundamentada.

VLT en la Cámara de Diputados
VLT en la Cámara de Diputados

Son memorables las intervenciones del laborista teziuteco en debates trascendentes, como la discusión con motivo de la reforma constitucional que permitiría la reelección de Álvaro Obregón como presidente de la República, en la que reconoció estar contradiciendo uno de los principios que dieron lugar al movimiento revolucionario de 1910, pero las condiciones así lo exigían y era un acuerdo tomado por los partidos revolucionarios para frenar a la reacción, por lo que la legislatura tendría que asumir su responsabilidad histórica.[1]

Fue en la XXXII Legislatura en la que por primera vez se planteó que los servidores públicos tenían al Estado como patrón, debiéndoseles garantizar todos los derechos laborales consagrados en la Constitución. Una dramática huelga de maestros en el estado de Veracruz fue la que puso en el orden del día ese tema, siendo Lombardo Toledano uno de los portavoces del movimiento obrero organizado, a grado tal que él mismo realizó con su sombrero una colecta de fondos en el recinto legislativo en solidaridad con los huelguistas.[2]

Las pugnas políticas de esos años están reflejadas en los debates parlamentarios. En 1926, Lombardo y los diputados laboristas poblanos se enfrentaron desde la cámara al gobernador Claudio N. Tirado, que había declarado una ofensiva en contra de los trabajadores organizados, y en particular contra los cromistas, siendo especialmente violenta la represión en Teziutlán, por lo que en defensa de sus coterráneos, el laborista teziuteco se convirtió en un factor clave para que Tirado fuera destituido de su puesto. Este conflicto, además dio lugar a una crítica al principio del municipio libre, que había sido incorporado en la Constitución de 1917 pero que, en la práctica, los gobernadores convertidos en caciques estatales eran los primeros en trasgredir al controlar las elecciones municipales e intervenir en los ayuntamientos.[3]

Ya desde esos primeros años de su actividad política se hizo patente en Lombardo Toledano la convicción de la necesidad de transformar, de ampliar los horizontes de la Revolución Mexicana, modernizando las instituciones y marcando una clara diferencia con el pasado. Planteó desde la tribuna la urgencia de sentar las bases constitucionales para hacer de la Revolución Mexicana una revolución económica y no sólo de conciencias, pues señaló que “el verdadero problema de este país es el problema de la producción, y México no produce absolutamente nada. Somos esclavos del mercado extranjero, somos esclavos para comer lo indispensable, para vestir lo indispensable, para andar lo indispensable, es decir, para poder realizar la vida vegetativa somos absolutamente dependientes de la balanza internacional, y apenas nos basta nuestra exigua producción con el objeto de vivir pobremente, como en ciertas regiones de la República”.[4]

El tema educativo también fue abordado por Lombardo en varios momentos, lo mismo abogando para que los maestros de primaria pudieran ejercer sin un título académico, en el afán de llevar las letras a los mexicanos más humildes y necesitados de cultura, que pidiendo la supresión del examen profesional como requisito para graduarse, por considerarlo una farsa desde el punto de vista pedagógico e inútil como ceremonia social, permitiendo que cada escuela superior adoptara el procedimiento didáctico que valorara como el más adecuado para comprobar la correcta formación de los estudiantes.[5] Explicó también que la socialización de la ciencia no significaba rebajarla, sino que el gobierno diera oportunidad “lo mismo al pobre que al rico para llegar a adquirir la ciencia”.[6]

Expresó en varias ocasiones que había que poner fin al viejo liberalismo individualista, porque la Constitución de 1917 respondía a una nueva época en la que un nuevo régimen social se vislumbraba como una perspectiva alcanzable en el corto plazo. En este sentido es destacable su intervención en la primera sesión de la XXXII Legislatura, en la que afirmó:

Lombardo, Diputado. Grabado de Alberto Beltrán.
Lombardo, Diputado. Grabado de Alberto Beltrán.

“Mientras no cambie el estado actual social, así puedan morir todos los delincuentes, seguirán produciéndose más delincuentes, y la sangre de los que vengan será mayor que la sangre que corre actualmente. […] La delincuencia se acaba transformando a la sociedad”.[7]

Como diputado, Vicente Lombardo Toledano abogó por dignificar la labor legislativa. Así, señaló que un deber del parlamentario era informar al pueblo “cuáles son las razones de orden fundamental, de orden legal, de orden técnico, de orden filosófico” para reformar la Constitución o aprobar una iniciativa de ley. De la misma manera expresó que la Cámara de Diputados debía trabajar “de una manera seria, decorosa y respetuosa de su propio prestigio”. Hizo una crítica al Congreso de la Unión al considerar que fracasaba como institución revolucionaria y depositaria del Poder Legislativo porque prácticamente toda su labor se limitaba a cumplir indicaciones del Presidente de la República y discutir sus iniciativas de ley, “y no respondemos fielmente a los dictados del pueblo que nos ha traído hasta aquí, o que decimos que nos ha traído.”[8]

Lombardo Toledano participó en los primeros debates legislativos sobre la reglamentación del artículo 123 constitucional para todo el país, habiendo sido aprobado el proyecto por la Cámara de Diputados, el Senado puso trabas a su discusión en lo que Lombardo consideró una estrategia de un grupo de senadores opuestos a la Revolución Mexicana para intentar frenar su avance. A pesar de los obstáculos, se dijo confiado de que:

“El proletariado mexicano tendrá Ley Federal del Trabajo, quiéranlo o no lo quieran; el proletariado tendrá ley. Si esta legislatura no lo hace, la próxima lo hará, o la otra, o quién sabe cuándo, ¡pero se hará al fin! Esto que hoy es bandera, tendrá que ser realidad; y así como la federalización de la Ley del Trabajo, seguramente habrá un seguro obrero; seguramente habrá Secretaría del Trabajo; seguramente habrá toda una serie de principios y de propósitos y de leyes que encaucen a la Revolución”.[9]

Y en efecto, cuatro años después, en 1931 se promulgó la primera Ley Federal del Trabajo, habiendo participado activamente en las discusiones previas como representante de los trabajadores organizados.

En 1928, Vicente Lombardo Toledano buscó una segunda reelección, pero fue víctima de fraude frente a Benjamín Aguillón Guzmán, sobrino del entonces secretario de Gobernación, Adalberto Tejeda, concluyendo así en ese año la primera parte de su labor en el parlamento mexicano. Desde entonces estuvo alejado del Congreso de la Unión, pero tuvo como tribuna “la calle, el sindicato, la comunidad campesina, la cátedra, la prensa y los libros”, siendo un representante del pueblo de México, “en la lucha sindical, en la lucha agraria, en el campo de las ideas internacionales y como exponente de la cultura”.[10]

Fue gracias a la reforma electoral propuesta por el presidente Adolfo López Mateos, con la que se creó la figura de los diputados de partido como un primer paso hacia la representación proporcional, que Lombardo pudo regresar a ocupar un escaño en el Congreso de la Unión, formado parte de la XLVI Legislatura (1964-1967), la primera representación plural en décadas. Para entonces, México vivía una realidad muy diferente a la de los años veinte y Lombardo era ya un reconocido intelectual y un encumbrado dirigente político.

=

*Presentación de la reedición del tomo I de la Obra Parlamentaria de Vicente Lombardo Toledano, México, CEFPSVLT, 2016. En imprenta.

[1] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXII Legislatura, 20 de octubre de 1926.

[2] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXII Legislatura, 23 de septiembre de 1927.

[3] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXII Legislatura, 21 de octubre de 1926 y 16 de noviembre de 1926.

[4] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXI Legislatura, 9 de diciembre de 1925.

[5] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXII Legislatura, 14 y 16 de noviembre de 1927.

[6] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXII Legislatura, 9 de noviembre de 1927.

[7] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXII Legislatura, 10 de septiembre de 1926. La intervención de VLT en esta sesión no había sido incluida en ninguna recopilación previa. Por primera vez la publica el CEFPSVLT.

[8] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXII Legislatura, 21 de noviembre de 1927, 22 de septiembre de 1927 y 28 de diciembre de 1927.

[9] Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Diario de los Debates, XXXII Legislatura, 30 de diciembre de 1926 y XXXII Legislatura, 28 de diciembre de 1927.

[10] VLT, “Mitin electoral en Zaragoza, Puebla”, 15 de marzo de 1964, en Obra histórico-cronológica, tomo VI, vol. 14, México, CEFPSVLT, 2012: pp. 130-131, 129.

Lombardo y la República Española

LOMBARDO Y LA REPÚBLICA ESPAÑOLA

Por Emilio García Bonilla

Vicente Lombardo Toledano es recordado por su destacada defensa de la República en España entre los años 1931  y 1939, año este último en que Francisco Franco se impuso luego de una guerra de tres años dando comienzo a una dictadura que duraría casi cuatro décadas.

En diferentes momentos fue explícita la solidaridad de Lombardo con la causa republicana, lo mismo desde las páginas de la revista Futuro, analizando en varios artículos el proceso político que se desarrollaba en España, que en las resoluciones y campañas de la Confederación de Trabajadores de México, así como en mítines, conferencias y actos de solidaridad en diferentes puntos de nuestro país.

Ya en 1935, Lombardo Toledano estuvo en España, donde visitó a los dirigentes obreros y socialistas presos, además asistió a una reunión de la dirigencia del Partido Socialista Obrero Español donde se analizó la composición del partido, la situación política española en el contexto europeo, la necesidad de que los trabajadores lucharan unidos fortaleciendo el frente popular. Al respecto, Lombardo señaló: “No olvidaré jamás en mi vida aquella sesión secreta y solemne para mí”.[1]

La tremenda lucha entre el gobierno legalmente constituido y los militares sublevados apoyados por la reacción conservadora hicieron de la guerra civil española (1936-1939) un preámbulo de la Segunda Guerra Mundial definido por la contradicción violenta entre democracia y fascismo, destacando el apoyo internacional a alguno de los dos bandos contendientes. México no estuvo al margen y su gobierno, así como organizaciones sindicales y políticas, expresaron su apoyo decidido a la República Española en los momentos más críticos de la guerra civil, particularmente a través del envío de armas y municiones, la acogida de refugiados y la ayuda diplomática.

Por su personalidad e influencia en el ámbito político nacional, destacó Vicente Lombardo Toledano en su calidad de dirigente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la más importante central sindical de la época, la cual expresó de diferentes formas su solidaridad con los trabajadores y el pueblo español desde el internacionalismo proletario, uno de los principios enarbolados por la CTM en sus primeros años. La liga de Lombardo con el movimiento obrero español se había dado a través de la Unión General de Trabajadores (UGT) y sus principales dirigentes como Francisco Largo Caballero y Ramón González Peña.

Francisco Largo Caballero y VLT
Francisco Largo Caballero y VLT

Refiere Amaro del Rosal Díaz que al inicio de la Guerra civil, ante el asedio a la capital española por parte de los franquistas, el primer envío de fusiles mexicanos vía marítima representó un respiro para la causa republicana:

“No se borra de mi mente la figura quijotesca: alto, delgado, con su barbilla, del que había tenido la responsabilidad de la expedición, un tal José María Argüelles, que después de cumplida su misión, visita el domicilio de la UGT para transmitirnos un mensaje de aliento y solidaridad del compañero Lombardo Toledano. Al general Cárdenas, al general Ávila Camacho y a Lombardo Toledano, se debía ese gesto del pueblo mexicano que tanto significó, psicológicamente, para el pueblo madrileño en los días de angustia de noviembre de 1936, cuando la prensa mundial daba por perdida la capital de España y por vencida la resistencia de la República.”[2]

El Presidente de la República Española, Manuel Azaña otorgó a Vicente Lombardo Toledano, por decreto del 9 de febrero de 1937, la condecoración de la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, “por los servicios que ha prestado a la causa de la República”, siéndole entregada por el embajador de España en México, Félix Gordón Ordaz, en una ceremonia pública el 1° de septiembre del mismo año.[3]

Entre las felicitaciones con motivo del importante reconocimiento, destaca la expresada por Daniel Cosío Villegas, en ese entonces responsable de la Legación mexicana en Portugal, quien le expresara en una carta a Lombardo:

Muy querido Vicente:

Puede usted imaginar que a esta distancia toda noticia de México llega con canas. Con ese retraso –ahora sí que vital– me ha llegado la nueva de que el Gobierno Español lo ha condecorado a usted. Ahora bien, parecería un mal pretexto entre gente seria éste de una condecoración, para escribirle a un amigo a quien, de hecho, nunca se le escribe. Yo, que he estado ya tantos años en este negocito dizque diplomático, conozco bastantes secretos sobre condecoraciones. Pero es claro que la que usted recibe ahora, es dada en condiciones absolutamente extraordinarias, pues en otras, habría ido a dar –a buen seguro– a uno de nuestros más conocidos amigos hispanizantes. Le toca a usted por una sencilla razón: porque su vida ha sido congruente con ideas que todos –absolutamente todos– nos propusimos realizar y que sólo usted ha perseguido diariamente, con una energía y una constancia francamente excepcionales. Y aun cuando en mi pequeñísimo haber está el haberlo defendido siempre que en el chismorreo mexicano hacía falta, creo que va siendo necesario que alguna vez –una vez siquiera– se echen a un lado los escrúpulos del elogio cara a cara, y se le diga al amigo lo que el amigo piensa. No por ser fuerte él dejará de necesitar alguna vez un elogio, o, más bien, un juicio.

Por eso, mi querido Vicente, resolví enseguida ponerle a usted estas líneas desde el pequeño pero espeso desierto portugués: reciba usted un gran abrazo, no por la condecoración misma, sino porque ella me ha hecho recordar que desde muy jóvenes aprendimos aquello de realizar con la vida el pensamiento, que a muy pocos de aquel supuesto excepcional grupo les fue dable conseguir.

Con saludos para Rosita y los CAMARADAS Víctor Villaseñor y Xavier Icaza, con los mejores deseos.  [4]

Daniel Cosío Villegas
Daniel Cosío Villegas

A mediados de 1937, el comité nacional de la CTM convocó a una “Semana dedicada a España”, a realizarse del 31 de julio al 6 de agosto, comprendiendo diferentes actividades (conferencias, obras de teatro, conciertos, exhibición de películas, publicaciones especiales, mítines, colectas) para expresar la solidaridad de los mexicanos con el pueblo español, exhortando a los trabajadores para que cooperaran “con entusiasmo a este homenaje grandioso que el pueblo de México debe rendir al pueblo español, en defensa de las libertades democráticas de toda la Tierra y como protesta de los pueblos civilizados contra la barbarie fascista”, señalando además que nuestro pueblo no permitiría que en México “puedan realizarse hechos sangrientos semejantes a los que acontecen en España, salvaguardando la tradición viril de libertad profundamente arraigada en nuestra conciencia histórica”.[5]

En septiembre de 1938 tuvo lugar en nuestro país el Congreso Obrero Latinoamericano, que daría lugar a la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL) con Vicente Lombardo Toledano como su presidente, siendo aprobada una resolución para que todas las organizaciones representadas desarrollaran una intensa campaña de solidaridad en favor del pueblo español.[6] Al congreso asistió como delegado fraterno Ramón González Peña, ministro de justicia del gobierno español y dirigente de la UGT.

Ante la inminente derrota siguió el éxodo de republicanos, siendo México uno de los destinos para los refugiados al ofrecerles el gobierno de Lázaro Cárdenas el derecho de asilo. En la llegada de la primera embarcación al puerto de Veracruz con cerca de dos mil españoles a mediados de 1939, Lombardo Toledano estuvo presente como parte de la comisión de recepción:

Ahí está, en el puerto jarocho, Lombardo Toledano, mostrando una solidaridad afectiva a la causa del pueblo español, a su clase obrera, colaborando con todo. Los obreros de Veracruz, en gesto magnífico de adhesión y simpatía, suspenden el trabajo, el comercio cierra sus puertas. Una gran manifestación recorre las calles y acuden al puerto a dar la bienvenida a los combatientes españoles. Lombardo es el animador de esa movilización de solidaridad. Los inmigrantes nunca olvidarían aquellas horas de emoción.[7]

Juan Rejano, uno de aquellos inmigrantes, recordó así su primer encuentro con Lombardo Toledano al llegar a nuestro país:

Apenas había atracado el Sinaia en el muelle de Veracruz subió a bordo un hombre de ágiles movimientos y mirada perezosa que fue estrechándonos la mano con ademán cordial y sencillo. Pocas horas después, ese mismo hombre nos dirigía la palabra en la casa consistorial del puerto, y a través de uno y otro saludo comprendimos que en Vicente Lombardo Toledano, defensor ardiente de nuestra República en los tres años de guerra, teníamos un verdadero amigo y aliado para reanudar el combate desde México.[8]

VLT momentos después de recibir la condecoración de manos del embajador de España en México
VLT momentos después de recibir la condecoración de manos del embajador de España en México

El asilo brindado por la CTM a los dirigentes obreros españoles también es destacable, la UGT en el exilio tuvo en Lombardo Toledano a uno de sus principales aliados, llegando a compartir domicilio social ambas centrales sindicales en el número 74 de la calle Madero: “la solidaridad, las ayudas morales, las gestiones que a favor de los refugiados realizó Lombardo y sus compañeros de dirección, fueron incontables. La CTM respaldó en todos los momentos los problemas de los refugiados, tanto en México, como en Francia”.[9]

En los años que siguieron, Lombardo siguió expresando de muchas formas su apoyo a los españoles que desde dentro y fuera de su país se oponían al franquismo y denunciaban sus crímenes: “En más de una ocasión he oído yo pronunciar a Lombardo Toledano estas palabras: ‘el pueblo español no ha depuesto las armas desde 1936. El pueblo español jamás será vencido’, aclamando la lucha que los patriotas mantienen en el interior del país frente a los usurpadores, avivando el fuego heroico que un día cercano dará la victoria a los españoles de la lealtad, la libertad y el trabajo”.[10]

[1] VLT, Discurso en el mitin del 26 de julio de 1936, en Obra Histórico-cronológica, México, CEFPSVLT, 1996, tomo III, vol. 4, pp. 304-305.

[2] Amaro del Rosal Díaz, Vicente Lombardo Toledano y sus relaciones con el movimiento obrero español, 2ª ed., México, CEFPSVLT, 2009, p. 9.

[3] Rosa María Otero, Vicente Lombardo Toledano. Datos biográficos, México, Universidad Obrera de México, 1988, p. 40.

[4] Carta de Daniel Cosío Villegas a VLT, 9 de marzo de 1937, en Fondo Histórico de la Universidad Obrera de México, Legajo 293.

[5] Programa de la Semana dedicada a España, julio de 1937, en Obra Histórico-cronológica, México, CEFPSVLT, 1996, tomo III, vol. 5, pp. 289-293.

[6] Resolución núm. 5 del Congreso Obrero Latinoamericano, en El papel histórico de la Confederación de Trabajadores de América Latina. Resoluciones de sus asambleas (1938-1954), México, CEFPSVLT, 2013, p. 26.

[7] Amaro del Rosal, op. cit.: p. 17.

[8] Juan Rejano, “Un homenaje en medio del combate”, en Homenaje de El Popular a Vicente Lombardo Toledano [1950], México, CEFPSVLT, 2014, p. 105.

[9] Amaro del Rosal, op. cit.: pp. 17-18.

[10] Juan Rejano, op. cit.: México, CEFPSVLT, 2014, p. 106.

 

El interés arqueológico de Vicente Lombardo Toledano

El interés arqueológico de Vicente Lombardo Toledano

Por Emilio García Bonilla

En el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano” se conservan algunas esculturas prehispánicas talladas en piedra, las cuales son parte de la colección arqueológica que reuniera Vicente Lombardo Toledano principalmente en la década de 1920. ¿Qué relación tienen esas piezas arqueológicas con la tesis con la que Lombardo obtuvo el grado de doctor en Filosofía por la Universidad Nacional en 1933?

El interés de Lombardo por la arqueología se expresó desde que fue gobernador de Puebla (1923-1924) al presentar una iniciativa para crear el Museo de Historia, Arqueología y Etnografía, primera institución de este tipo en la entidad, en ese documento argumentaba:

He juzgado que uno de los deberes más altos que tiene el gobierno que en la actualidad tengo la honra de presidir, es el de crear cuanto antes un museo […], considerado, no como un conjunto sin orden ni principio de objetos de estimación más o menos relativa, sino como un sitio que recuerde de un modo dinámico el pasado de nuestro terruño y la importancia que tuvo el espíritu privilegiado de los hombres y los pueblos, […] señalando el camino del porvenir.[1]

Luís Castillo Ledón, director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, respaldó ese proyecto, ofreciendo enviar a Puebla las piezas arqueológicas duplicadas que no estuvieran exhibidas en los salones del Museo Nacional. Ante la solicitud de Lombardo de “vaciados en yeso de los más importantes objetos del Salón de Monolitos”, Castillo Ledón aceptó formar una colección “compuesta de veinte piezas de las más interesantes”.[2] Sin embargo, el proyecto no se logró concretar por el breve tiempo que Lombardo Toledano estuvo al frente del gobierno estatal.

De los constantes viajes que realizaba a la Sierra de Puebla, su tierra natal, surgió el interés por estudiar a los pueblos originarios en esa región con tanta riqueza natural y cultural. Lombardo Toledano había aprendido la lengua náhuatl desde niño y mantenía viejas amistades en la zona, por lo que en los años 20 la recorrió y estudió con la finalidad de sustentar su propuesta pedagógica de que en los primeros años de la educación primaria la enseñanza se impartiera en las lenguas maternas de los niños indígenas, porque un idioma no es un simple medio de comunicación, sino que “toda lengua revela el concepto de la vida que tienen quienes la han forjado y la emplean”.[3] Para ello debía elaborarse una carta lingüística de todo el país identificando con precisión los idiomas hablados en las comunidades indígenas. Lombardo decidió comenzar haciendo la descripción y el análisis de las lenguas habladas en su región natal.

MapaA principios de 1925, Abraham Lucas de Tetela de Ocampo le hizo llegar a Lombardo a petición expresa, “un croquis donde señalo los límites donde se habla el mexicano clásico o sea al que se le pospone la l a la t, señalo donde hablan el que yo entendí me dijo Vd. es el olmeca o sea al que no le posponen la l a la t, y también señalé los pueblos que hablan el totonaco, se entiende pueblos de más significación”.[4] Lombardo señaló que esa información la cotejaría “minuciosamente con los datos que ya tenía […] y creo que podrá resultar de todo una carta lingüística bastante exacta.”[5]

Así, y con base en sus investigaciones, Vicente Lombardo Toledano realizó la carta etnográfica de la Sierra de Puebla, señalando las lenguas habladas en cada zona de la región: el otomí, el totonaco, el mexicano clásico y el olmeca-mexicano. Además, pudo elaborar la carta etnográfica para la misma región pero señalando las lenguas que se hablaban en 1570, cuando ya se había implantado el dominio colonial español. En ambos mapas, Lombardo señaló los sitios donde se habían identificado restos arqueológicos indicativos de que hubo núcleos urbanos prehispánicos, habiéndose confirmado la idea de que la Sierra norte de Puebla fue en su momento una de las regiones más densamente pobladas de Mesoamérica.

Vicente Lombardo Toledano también propuso un mapa señalando las rutas que siguieron las lenguas como resultado de las migraciones de los diferentes grupos humanos que poblaron la región antes de la llegada de los españoles.

Alfonso Caso
Alfonso Caso

Lombardo conoció personalmente los yacimientos prehispánicos de su región natal, zona identificada con el Totonacapan: en compañía de su cuñado Alfonso Caso visitó las ruinas de Yohualichan en Cuetzalan invitados por Ángel Huidobro Flores, dibujando el propio Lombardo el primer croquis del lugar dándolo así a conocer.[6] Asimismo a finales de enero de 1925 emprendió un viaje a Papantla, “con el exclusivo objeto de visitar nuestro Tajín para hacer algunos estudios arqueológicos”, para lo cual fue presentado y recomendado por el diputado Luís G. Márquez con Benjamín de Castro, editor del periódico regional El Tajín, quien además tenía “algunas fotografías del sitio arqueológico de hace algún tiempo, cuando todavía no estaba tan destruido como ahora.” Se le solicitó que lo ayudara “en todo lo que pueda para conseguir algunos datos que desea sobre nuestros totonacos.”[7]

Sus amistades poblanas y veracruzanas contribuyeron a que Lombardo Toledano ampliara sus conocimientos arqueológicos, antropológicos y lingüísticos de la región. Por ejemplo, en agosto de 1926, el ingeniero Emilio Aguirre Muñoz, teziuteco que trabajaba en Veracruz, le prometió que “cuando esté Ud. desocupado le enviaré algunos apuntes de datos arqueológicos que poco a poco voy consiguiendo, de personas que dicen haber visto los lugares.”[8] También en diciembre de ese mismo año un amigo de Hueytamalco le comunicó a Lombardo que le había mandado con Luís López “unos ídolos y una máscara de piedra que espero ya sean en su poder”.[9]

A principios de 1927, el profesor José Guadalupe Pérez Méndez desde Teziutlán envío a Lombardo Toledano tres ídolos prehispánicos: dos en regular estado y uno quebrado, y en el mes de mayo le remitió por ferrocarril “el ídolo en buen estado que fue el que le gustó en Xiutetelco y que no le quisieron dar, habiendo sacado Ud. solamente un dibujo; por tratarse de Ud. tomé todo empeño en conseguirlo para proporcionarle la satisfacción de tenerlo.”[10]

Los resultados de esas investigaciones conformarían su tesis doctoral en Filosofía que fue publicada en 1931 con el título de Geografía de las Lenguas de la Sierra de Puebla con algunas observaciones sobre sus primeros y actuales pobladores.[11] En dicha obra, Lombardo realizó importantes aportes para el conocimiento de esa región, destacando la diferenciación que encontró entre el náhuatl clásico o del imperio (hablado en el norte de la región) y el olmeca-mexicano (hablado en el sur), éste último como una variante del primero, producto de la mezcla de grupos culturales diferenciados. En el olmeca-mexicano la t nunca se antepone ni se pospone a la l, existiendo una clara distinción entre los vocablos de una y otra lengua.

Portada de la Geografía de las Lenguas
Portada de la Geografía de las Lenguas

En la Geografía de las Lenguas, Lombardo Toledano presentó la descripción arqueológica y en algunos casos los croquis de sitios prehispánicos en donde él realizó trabajo de campo: Xiutetelco, Teteles, Chignautla, Poza Larga, Hueytamalco, Ixtacapa, San José Acateno, Santa Emilia, Mecapalco, Amixtlán, Yohualichan, San Agustín Matlatlán, Bienvenido o Ignacio Ramírez, Tilapa, Tlacuilolostoc y Atotocoyan. En muchos de esos sitios, Lombardo fue el primero en investigarlos con interés científico, y la gran mayoría en la actualidad siguen ocultos por la naturaleza. Como reconoció el propio autor: “No soy arqueólogo. Estimo que el valor de mi estudio –si es que lo tiene– es el narrativo, con relación a los lugares descritos, los objetos hallados y las costumbres reveladas. Precisamente es de la región totonaca de la sierra de Puebla, de la zona que hasta hoy se ignora casi todo por los investigadores más autorizados del antiguo Totonacapan”.[12]

Vicente Lombardo Toledano destacó a Xiutetelco como el lugar más importante de la región desde el punto de vista arqueológico. Dibujó por primera vez un croquis señalando sus montículos principales y mencionó que ahí había encontrado los ejemplares más hermosos de la escultura totonaca. La riqueza cultural prehispánica de Xiutetelco reflejada en los constantes descubrimientos es clara cuando Lombardo señaló en su libro que estando él en Teziutlán en 1924 le pidieron que acudiera a presenciar el hallazgo de un sepulcro, el cual describió mencionando que era una cripta recubierta de estuco blanco, verde y rojo.[13]

Además, en su obra, Lombardo Toledano realizó un análisis lingüístico de la etimología de los nombres de los pueblos de la sierra, hizo un estudio antropológico de los totonacos contemporáneos como el núcleo cultural más importante de la región: su historia y migraciones, las variantes de su lengua, sus ocupaciones, habitación, muebles, alimentación, vestido, religión y supersticiones, sus danzas, el carácter de la mujer y el uso medicinal de las plantas.

En suma, la Geografía de las Lenguas de la Sierra de Puebla de Vicente Lombardo Toledano constituye un estudio histórico, lingüístico, etnográfico, arqueológico y antropológico para sustentar una propuesta pedagógica aplicable a todo el país. A más de ochenta años de su publicación, sigue siendo un referente para conocer y comprender el desarrollo cultural de los pueblos de esa región. Para su consulta, se encuentra en el tomo II, volumen 2 de la Obra Histórico-cronológica, editada por el CEFPSVLT, la que constituye la compilación más completa de la obra escrita del ilustre revolucionario mexicano.

[1] VLT, “Iniciativa para crear el Museo de Historia, Arqueología y Etnografía de Puebla”, Boletín del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Puebla, tomo I, núm. 8, Puebla de Zaragoza, 9 de febrero de 1924. En Obra Histórico-cronológica, t. I, vol. 2, México, CEFPSVLT, 1994, pp. 51-54.

[2] Carta de Luís Castillo Ledón a VLT, 14 de febrero de 1924, en Fondo Histórico de la Universidad Obrera de México (FHUOM), Legajo 47.

[3] VLT, Geografía de las Lenguas de la Sierra de Puebla [1931], en Obra Histórico-cronológica, t. II, vol.2, México, CEFPSVLT, 1995, p. 191.

[4] Carta de VLT a Abraham Lucas, 28 de enero de 1925, y Carta de Abraham Lucas a VLT, 4 de febrero de 1925, en FHUOM, Legajo 75.

[5] Carta de VLT a Abraham Lucas, 14 de febrero de 1925, en FHUOM, Legajo 75.

[6] Carlos Romero Giordano, “La zona arqueológica de Yohualichan”, en México Desconocido, octubre de 2014.

[7] Carta de Luís G. Márquez a Benjamín de Castro, 29 de enero de 1925, en FHUOM, Legajo 75.

[8] Carta de Emilio Aguirre Muñoz a VLT, 25 de agosto de 1926, en FHUOM, Legajo 96.

[9] Carta del Sr. Martínez a VLT, 18 de diciembre de 1926, en FHUOM, Legajo 101.

[10] Carta de J. Guadalupe Pérez Méndez, 22 de mayo de 1927, en FHUOM, Legajo 113.

[11] Geografía de las Lenguas en la Sierra de Puebla. En Obra Histórico-cronológica, t. II, vol. 2, México, CEFPSVLT, 1995, pp. 191-282.

[12] Ibid., p. 234

[13] Ibid: p. 209

Media hora con el conspirador (Entrevista a Vicente Lombardo Toledano)

MEDIA HORA CON EL CONSPIRADOR

(Entrevista a Vicente Lombardo Toledano)

Por Gonzalo Beltrán

Estoy aquí frente al hombre de los cincuenta trajes idénticos a sí mismos, aquellos trajes mandados a luir expresamente de las bocamangas para dar una impresión de pobreza implacable y diamantina. Enfrente del vergonzante propietario de no sé cuántos rascacielos en ésta y otras metrópolis latinoamericanas. Cara a cara del diabólico agente moscovita, a sueldo de la tentacular Internacional Comunista –susto de beatas y congoja de sacristanes–. Ante el ominoso conspirador impenitente que tantas y tan terribles diabluras ha fraguado sobre la diversa y poliforme fisonomía de la superficie y los volúmenes patrios. Delante del mister Jekill autóctono, autor inverosímil, pero cierto, de la erupción del Paricutín, el terremoto de Colima, las suicidas rachas primaverales –tan caras a nuestros camaradas reporteros–, el alud de barro de Tlalpujahua, la incineración de Cazadero, el desbordamiento del Papaloapan y hasta de los entomicidios del pre-atómico Goyito Cárdenas.

Vicente Lombardo Toledano y Gonzalo Beltrán
VLT y Gonzalo Beltrán

A la hora de la cita –las nueve de la mañana– en la Universidad Obrera. Creí que el maestro no había llegado aún. Pero no, allí estaba, como siempre, puntual y responsable.

Porque Lombardo, a pesar de la importancia internacional que ha logrado su personalidad brillante, su actividad sin límite, su talento extraordinario, no se ha hecho presuntuoso, no ha olvidado las viejas y sencillas costumbres que lo caracterizan, los hábitos de trabajador infatigable, entre los que cuentan el de levantarse con el día. A pocos como él podría dárseles para su escudo, el bello lema que parafraseamos. “Jamás la aurora me encontró dormido”.

Maestro –le dije– se me ha hecho el encargo de escribir varios reportajes sobre la industria del petróleo en México, basados en una serie de entrevistas que tendré con directores, obreros, técnicos y administradores de la rama. Como es lógico suponer, los puntos de vista de unos serán diferentes a los de otros, dado el ángulo profesional desde el cual mire cada quien el problema. Deseo, pues, obtener la opinión de usted, en forma general, con el objeto de que me sea fácil el trabajo. Por consiguiente, quiero hacer una serie de preguntas.

– ¡Hágalas, compañero!

– Primera pregunta: ¿En qué difieren, a juicio de usted, los propósitos, los fines de la industria petrolera mexicana, antes y después de la expropiación?

– El petróleo, antes de la expropiación, servía los intereses del extranjero y no los de México. Como usted comprobará personalmente, las principales, casi todas las refinerías, estaban situadas a la orilla del mar y los canales de salida del petróleo y sus derivados corrían en dirección a los puertos marítimos. Esto revela lo que era una realidad patente: nuestra riqueza aceitífera y sus subproductos eran embarcados con rumbo al exterior, desentendiéndose las compañías, concesionarias o propietarias, de los intereses nacionales. Esta circunstancia nos hacía depender de los productos refinados del petróleo de los Estados Unidos, como ocurre con otras materias primas que salen de nuestro territorio para volver después, transformadas. Con la expropiación, comenzó a realizarse un programa completamente diferente que consiste en servir, en primer lugar, a México.

– Tengo la fortuna de conocer a Lombardo, y muy de cerca, desde que yo era un adolescente. Entonces, mi maestro, no había tomado de manera categórica un camino determinado, preciso. Mucho antes de su famosa consigna: “¡El camino está a la izquierda!” expresada en el histórico discurso en el Cine Mundial y con la que galvanizó a la clase obrera y la juventud mexicana, el maestro Lombardo, en la magia de la cátedra o en el paréntesis ocasional de la conversación, siempre tenía emergente, ansiosa, eruptiva, presta a brotar, una o dos palabras que le salían de la sangre: “México”, “Nuestro país”, “Las gentes nuestras”, “La Patria”, pero insurgían sin mancha chauvinista, patriotera.

Han pasado los años –más de los veinte consabidos– y ese amor profundo, de veta, adentrado y acendrado en la entraña, se ha hecho más cuajado y conmovido, en la medida en que el tiempo y la experiencia han puesto en Vicente Lombardo Toledano mayores motivos, mayor conocimiento para comprender, para amar al país; en la medida en que los enemigos de México nacidos en México, viviendo de México, pero vendidos o inclinados a intereses que están contrapuestos al interés de México, lo acusan de traidor.

No tendría nada de sorprendente ese cariño a la patria en un pueblo cuyos componentes, pese a sus miserias superlativas, han sabido amar el áspero suelo nativo y defenderlo, lo mismo en los años 29, 49, 47 y 62 del siglo pasado, como en el 14 del que corre, y que lo ha expresado con dignidad o con belleza, bien en la voz de sus gobernantes, como Juárez, bien en la de sus poetas como López Velarde.

"El petróleo, antes de la expropiación, servía los intereses del extranjero y no los de México"
“El petróleo, antes de la expropiación, servía los intereses del extranjero y no los de México”

Pero la veneración de Lombardo –el internacionalista, el buscador de modernas anfictionías de pueblos, el creador de la CTAL, el que se ha ganado el remoquete de “Continentalísimo”– tiene la hondura del que posee la fe verdadera en su patria, del que conoce los materiales, la mano de obra y los aliados necesarios para hacer una gran nación y del que, teniendo coraje y decisión, se ha puesto a construirla minuto a minuto, sin importarle las calumnias, los chistes burdos, los calificativos injuriosos, la resistencia pasiva de los indiferentes, el apartamiento de los cobardes, la impaciencia de los sectarios y el resquemor de los envidiosos.

– ¿Cómo se puede servir concretamente en la industria del petróleo a México?

– Refinando cada día más materia prima y sus derivados hasta lograr meter en proceso el ciento por ciento de la riqueza aceitífera extraída.

– Pero, ¿cree usted, de veras, que nuestra incipiente industria nacional pudiera absorber una producción de tamaña importancia…?

– No lo creo. Lo aseguro. En la medida en que se aumente el número y la capacidad productiva de las refinerías, en que éstas se sitúen en los principales centros, y se instalen nuevos depósitos y almacenes que hagan llegar combustibles, lubricantes, parafinas y asfaltos a todos los puntos más importantes del suelo patrio, se irá industrializando más y más nuestro México y, concomitantemente el consumo de los refinados será mayor.

– ¿Quiere usted decir con esto, que el desenvolvimiento de la industria petrolera es condición determinante, decisiva, para la erección de la industria nacional?

– No. No se puede hablar de la industrialización de México sino teniendo en manos de la Nación las industrias esenciales; independientes de los centros de producción en manos de particulares, relativas a esta misma industria, el Estado debe crear sus propias fábricas y plantas para superar la producción privada.

– ¿Quiere usted precisar a qué ramas se refiere, categóricamente, cuando habla de industrias esenciales?

– ¡Cómo no! Me refiero a las del Petróleo, la Electricidad, la Química pesada, la del Hierro y el Acero, y la de los Ferrocarriles. Si estas industrias estuvieran o pudieran estar alguna vez más en manos de extranjeros, jamás podría hablarse de la industrialización de México.

– Hay quienes aseguran, maestro, que las industrias –como la del petróleo– que están bajo la dirección del Estado adolecen de graves defectos perjudiciales a la economía del país. En el caso de la del petróleo se han presentado conflictos que, a mi entender, dan consistencia a tales argumentos.

Lombardo Toledano y Lázaro Cárdenas
Lombardo Toledano y Lázaro Cárdenas

– Esos conflictos acusan solamente que se necesita un verdadero plan para la industria petrolera, hecho mancomunadamente por el Estado y los obreros, y al cual deben sujetarse todos sin excepción. Si no existe ese plan, será muy difícil establecer un trabajo eficaz.

Por otra parte, el programa del gobierno mexicano de servir a los intereses de México en primer término, a pesar de que ya hace varios años de la expropiación, todavía tiene enemigos, y una vez terminada la guerra tiene más adversarios que antes. Se trata de que el petróleo vuelva a manos extranjeras o a manos de mexicanos al servicio de intereses extraños al país.

Los argumentos para lograr este propósito son demasiado conocidos: “que el gobierno es mal administrador”, “que los obreros, cuando sirven al Estado, no cumplen su deber”, etc., etc. Tales argumentos no se pueden ya presentar seriamente en ninguna parte del mundo, sobre todo, después de la elocuente experiencia de la guerra. Durante esta se transformó el Estado en productor gigantesco. Los obreros trabajaron con eficacia y dieron rendimientos espontáneos de tal manera que asombró hasta a los propios simpatizantes de la causa obrera.

. . .

En estos momentos llega un compañero nuestro, chaparrito, joven; en el habla, el acento madrileño clavao.

– Ná, licenciao, que me caso y quiero que sea usté el testigo…

– ¡Cómo no, compañero Mayo! ¿Española o mexicana?

– Mexicana, como tié que ser.

– ¿Cuándo va ser eso?

– Pasao mañana.

– Pues iré, muchas gracias. Mayo apunte aquí la dirección…

– Qué va licenciado… No… Yo estaré aquí por usté.

Esta es otra de las características del monstruoso líder, del sempiterno enemigo de todas las instituciones habidas y por haber: cordial, afectuoso sin afectación, pleno de ternura interior. Con una vida personal límpida, impecable, que ya quisieran para mostrarla como suya todos esos simuladores del cristianismo que lo insultan cotidianamente.

. . .

– Conque decíamos, Compañero Beltrán…

– Hablaba usted sobre las industrias en manos del Estado…

– ¡Ah, sí! Es mentira que el Estado y los obreros no cumplan en las organizaciones económicas estatales. Lo que acontece es que hay hombres que fallan personalmente, pero no es culpa del sistema.

– Lombardo quedó un breve momento en silencio. Tal vez, como en la mía, pasaba por su mente la prolongada teoría de incomprensivos, mixtificadores, traidorzuelos, conculcadores, ingratos, venales y ambiciosos que habían obstaculizado la marcha del movimiento obrero desde los tiempos de la CROM hasta los de la CTM.

– Por otra parte –prosiguió Lombardo tras la pausa– hablar de que las empresas del Estado deben volver a manos de particulares en esta época, cuando en Europa se va rápidamente hacia la nacionalización de actividades económicas fundamentales, no sólo es anacrónico, ¡es ridículo! Hay empresas que por el servicio social que prestan no pueden realizare NUNCA en manos de particulares, cuyos recursos, por grandes que se supongan, son limitados y cuando su única preocupación es el lucro.

Para muestra, basta un botón: Ahí tiene usted el caso de las empresas de irrigación que no organizan, que no pueden organizar los particulares sino siempre el Estado.

– Han sido ya muchas las audiencias pedidas. Sé la cantidad de atenciones que requieren los compañeros que vienen de la provincia en busca de Lombardo y los susceptibles que son cuando no se les atiende en un tiempo razonable y me apresuro a despedirme del maestro…

 

Publicado en la revista Futuro, abril de 1946: pp. 38-39.

Negritas en el original.

CANTO A LA VIDA, FILOSOFÍA DE LA ESPERANZA

CANTO A LA VIDA, FILOSOFÍA DE LA ESPERANZA

De Vicente Lombardo Toledano

Los hombres podrían vivir sin el recuerdo, pero les sería imposible la existencia sin el concepto de futuro. El pasado es historia, lo que quedó atrás para no volver. El porvenir es vida que ha de vivirse. De esta convicción nace la esperanza.

VLT4Sólo quienes renuncian a la vida real, a las relaciones dinámicas con la naturaleza y con sus semejantes, a la convivencia, al progreso común, al bienestar material y a la elevación del espíritu, como tareas sustanciales del hombre, sitúan el futuro en otra vida, forjada por su desesperación o su ignorancia. En su impotencia entregan su suerte a las creaciones de la fantasía o a la urgencia del milagro. Pero los que aceptan las facultades ilimitadas de la razón para el conocimiento y para el logro de la perfección humana, coinciden con Erasmo de Rotterdam, el precursor de nuestra época, al afirmar que nada puede haber más dulce y más precioso que la vida.

Los que aman apasionadamente, sin embargo, especialmente los jóvenes, que nunca son la repetición de la generación de la cual provienen, sino fuerza nueva con aspiraciones propias e ideales de cambio, se encuentran a veces con el camino hacia el porvenir lleno de niebla, que les oculta la meta y lleva a su ánimo el desaliento, la duda o el deseo de fugarse prematuramente de la realidad. Entonces la esperanza deja de impulsarlos.

En el mundo occidental, heredero directo del humanismo clásico, del Renacimiento, de la Ilustración, de los grandes descubrimientos geográficos, de los hallazgos fundamentales de la ciencia, del primer desarrollo impetuoso de la industria, se halla obstruida la ruta hacia el futuro para millones de seres humanos y para la juventud, que ha perdido la esperanza en sí misma. Este hecho es el más dramático de nuestro tiempo, que obliga a una honda y serena reflexión para esclarecer el panorama y limpiar de sombras la perspectiva.

En dos principios esenciales se apoya la ciencia de la sociedad humana: en la evolución ininterrumpida de la vida social y en la desigualdad de su desarrollo. Otros dos principios complementan los primeros: la evolución histórica es progresiva; el atraso social no es signo de inferioridad, sino de simple posesión de los instrumentos del progreso.

Cuando la tribu azteca fundó Tenochtitlan, en el año 1325, vivía aún dentro del régimen del comunismo primitivo, porque las fuerzas productivas de que disponían eran tan exiguas que sólo trabajando todos sus componentes en común podrían satisfacer, en parte, las necesidades biológicas elementales de la sociedad. Desconocía el hierro, la rueda, los animales de tracción. El equipo de trabajo a su alcance era la piedra pulida. En cambio, en Asia, desde el año 2000 antes de Cristo, el caballo era ya un auxiliar del hombre. El carro de dos ruedas se hallaba en uso en el Cercano Oriente, veintiocho siglos antes de que los aztecas se asentaran en el Valle de México, lo mismo que el hierro. Pero cuando los europeos estaban agrupados aún en tribus bárbaras, en China ya se producía acero de la mejor calidad. Hoy, en plena edad atómica, en algunas regiones de África existen agrupaciones sociales anteriores al periodo de la esclavitud, mientras que los antiguos grupos nómadas del norte de Siberia, de los más atrasados del globo hasta antes de la Primera Guerra Mundial, saltaron, en menos de medio siglo, de la barbarie al régimen socialista, sin haber pasado por la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo. Todo esto demuestra el desarrollo desigual de la evolución histórica, lo mismo que el carácter progresivo de la vida social, porque no sólo no se ha dado el caso de que una comunidad humana haya regresado al estadio anterior en el curso de su devenir, sino que el avance, en circunstancias especiales se realiza a saltos.

En el terreno de lo que llamamos cultura, por el contrario, como lo prueban las obras superiores del arte, expresión suprema del pensamiento y de la sensibilidad, los hombres alcanzaron desde los tiempos remotos, a pesar de su instrumental rudimentario, niveles comparables a los de nuestra época, por su perfección y su sentido trascendental de la vida. Las esculturas del antiguo Egipto no son inferiores a las mejores de hoy, lo mismo que las que ornamentan los viejos templos de la India o las que cubrieron de gloria la Atenas del siglo de Pericles. Y otro tanto se puede decir de la arquitectura monumental de los toltecas y los mayas, de los hindúes, los chinos y los romanos, y de la literatura, que desde las “odas” recogidas por Confucio, muchos siglos antes de nuestra era, hasta las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, guardan parangón con las obras de Cervantes, Shakespeare y Goethe, y de otros inmortales modernos.

¿Qué es, por tanto, lo que hace perder la esperanza, si en todos los hombres ha habido siempre la conciencia de su señorío, de su fuerza creadora, de su posibilidad de elevación?

Uno de los mitos más antiguos de Grecia explica que la humanidad pasó por distintas edades. En la Edad de Oro y la Edad de Plata, que siguió después, los hombres vivían felices. Nadie se servía de sus semejantes. La tierra producía para todos. Pero en la Edad de Bronce la tierra dejó de pertenecer a la comunidad. Surgieron las querellas, causadas por la propiedad individual, y en la Edad de Hierro, la última, el crimen se desbordó por todas partes, y la vida de los hombres empezó a ser miserable y dura. Ese mito encierra el verdadero contenido del proceso histórico. La apropiación individual de los medios para producir los bienes que sustentan la vida colectiva, divide a la sociedad en clases antagónicas por sus intereses materiales, que engendran puntos de vista también opuestos en la manera de juzgar las distintas manifestaciones de la existencia. Llega un momento en que la contradicción es tal, que los oprimidos se sublevan y cambian el régimen imperante. Ese fue el papel hermoso y heroico que realizaron: el cristianismo, cuando fue religión de esclavos; los siervos de la gleba y los grandes pensadores y artistas partidarios de la libertad y de la vida plena, contra los señores feudales; los ideólogos del racionalismo y los burgueses, contra el estancamiento del saber, de la investigación y del progreso, protegido por los monarcas y sus cortes de parásitos; y, hoy, el proletariado contra la dictadura de la burguesía, que impone a la mayoría de la sociedad la miseria, la opresión política y formas antirracionales del pensamiento.

Uno de los mitos más antiguos de Grecia explica que la humanidad pasó por distintas edades.
Uno de los mitos más antiguos de Grecia explica que la humanidad pasó por distintas edades.

Dentro de la sociedad basada en la propiedad privada de los instrumentos de la producción, las clases sociales que se levantan contra la injusticia y el embotamiento intelectual son revolucionarias mientras destruyen lo que debe morir; pero andando el tiempo se convierten, a su turno, en fuerzas negativas, defraudando a las masas populares, porque tienen intacta la estructura económica de la sociedad, que sólo beneficia a la clase propietaria. Por eso hoy la clase dominante en el mundo occidental se vuelve contra los principios y los objetivos que hicieron posible su ascenso, porque no puede admitir que el régimen capitalista sea transitorio. Niega las leyes de la evolución y proclama el quietismo social. Declara que la razón es incapaz de descubrir la esencia de las cosas y que sólo los fenómenos del mundo material están sujetos a leyes cognoscibles. Divide arbitrariamente lo que existe en sectores impenetrables los unos en los otros, para abrir la puerta al “soplo divino” como explicación de la conciencia. Para contribuir a matar la esperanza en una sociedad en la que todos vivan sin temor, satisfechas sus necesidades biológicas y culturales y con la seguridad de que cada quien podrá superarse sin obstáculos, de acuerdo con su propia vocación, calumnia al socialismo, llamándolo infierno. Pero como la contradicción congénita al régimen capitalista se ahonda y nadie olvida los tiempos luminosos que, desde el Renacimiento hasta el siglo XVIII, hicieron posible el cambio de los valores negativos por nuevos valores que el entendimiento produjo, ensanchando el horizonte de la humanidad, crea las filosofías de la agresión y del encierro religioso, las tesis de la intuición mística, de la náusea ante el futuro o de la acción sin razonamiento previo, para detener inútilmente el cambio social, ya realizado en la mitad de la Tierra.

La esperanza se apoyó durante siglos incontables en la impotencia del hombre frente a la naturaleza hostil y a la injusticia de los menos, renunciando a la vida. Ahora la naturaleza ya no es la que domina al hombre, sino éste el que se sirve de la naturaleza para subir hasta el espacio sideral infinito, y la injusticia social puede liquidarse para crear una verdadera Edad de Oro, en que el trabajo sea un placer y un honor, y el único combate consista en el desafío fraternal para llegar a la cumbre de la perfección.

En Siempre!La juventud del mundo nuevo ha encendido para todos los jóvenes del planeta la luz que conduce a la mayor felicidad posible. Trabaja con alegría desconocida. De la tierra, de las aguas y del viento obtiene riquezas incontables. Multiplica los medios técnicos para que el esfuerzo humano se convierta en simple guiador de las máquinas. Cuida de la salud y prolonga la vida de la especie. Todos los días reduce el campo de lo desconocido, y en los laboratorios y en la discusión colectiva que preside el arma de la inteligencia, llega hasta donde antes empezaba el misterio. En pocos años más creará artificialmente las células vivas y podrá ayudar entonces a la selección de las mejores cualidades humanas, para que sean las únicas que perduren. Su vitalidad se ensancha en tal forma, que el arte brota con vigor de los más humildes, sin más patrimonio espiritual hasta ayer que el de las lágrimas.

La esperanza renace. Esta vez para siempre. Para no volver a huir hacia la promesa de una vida que no existe, sino para que los hombres, en coro gigantesco, eleven el canto de la victoria.

 

Publicado en la revista Siempre!, num. 317, México, D.F., 22 de julio de 1959.

La Universidad Nacional en manos de la reacción

La Universidad Nacional en manos de la reacción*

Por Emilio García Bonilla

Autonomía Completa

El 17 de octubre de 1933 fue presentada ante el Poder Legislativo la iniciativa del Ejecutivo federal para reformar la Ley Orgánica Universitaria y que había elaborado el secretario de Educación Pública, Narciso Bassols.

La intervención del diputado Alberto Bremauntz fue una de las más acertadas porque planteó el problema en la Universidad en sus adecuadas dimensiones: identificó como el origen del conflicto a la reacción que provocó la “tesis radical” aprobada por el Congreso de Universitarios y que llevó a que los elementos conservadores se agruparan para “contradecir y desvirtuar” el acuerdo que había surgido de ese congreso. Por eso el legislador preguntó a sus colegas si estaban seguros de dejar a la institución educativa en manos de esos elementos reaccionarios que muy probablemente pondrían los recursos económicos otorgados por el Estado al servicio de los enemigos de la Revolución.[1]

Narciso Bassols
Narciso Bassols

Cuatro diputados se inscribieron para hablar en contra del proyecto, pero desistieron una vez que Bassols presentó su exposición de motivos, siendo aprobada la iniciativa “con grandes aplausos”. Quedó, así, derogada la ley de 1929, estableciéndose “que el patrimonio de la Universidad lo constituirán los edificios de que dispone en la actualidad. El resto del año en curso [1933], la Federación cubrirá sus gastos conforme a la vieja ley y a partir de 1934 y durante cuatro años, la misma Federación, si las circunstancias lo ameritan, dará a la Universidad proporcionalmente hasta diez millones de pesos, sin más ministraciones posteriores”. Esta medida representaba un paso importante hacia la completa autonomía, según las declaraciones del comité directivo de la huelga, que consideró que, en los cuatro años que tendría el subsidio de la federación, la Universidad podría asegurarse un patrimonio propio que le permitiría una vida liberada en el orden económico. Bassols señaló que al desatenderse de la Universidad Nacional, el gobierno federal dedicaría sus recursos a incrementar la enseñanza técnica y a desarrollar las universidades en los estados.[2]

Con esto se dio por concluida la crisis en la Universidad Nacional: el gobierno dejó en manos de los propios universitarios la resolución del problema pero quedó favorecido el grupo que con la huelga había tomado por asalto la institución educativa. La nueva ley generó otro cúmulo de opiniones publicadas en la prensa, comenzando con las declaraciones de Vicente Lombardo Toledano, quien finalmente fue destituido como director de la Escuela Nacional Preparatoria siendo expulsado de la Universidad junto a otros catedráticos que le eran afines y que apoyaron la orientación socialista.

Lombardo declaró que el grupo conservador de la Universidad se había opuesto a aplicar una orientación a la enseñanza a pesar de que hubiera profesores de una misma asignatura que se contradecían existiendo una completa anarquía en la que se tomaba como verdad “aquella que con mayor habilidad explica el más elocuente profesor”, resultando que la moral con más adeptos era “la del éxito personal, para obtener un título en el menor tiempo de estudio posible aunque no sepa nada, careciendo de responsabilidad social”. Sin sentirse derrotado, Lombardo Toledano señaló que confiaba en que tarde o temprano “la revolución creará una escuela socialista, para tener técnicos que la organicen y desarrollen”. Con su destitución consideró que se cerraba un ciclo y declaró que no volvería a ocuparse de la Universidad ni de la Preparatoria y se dedicaría “a trabajar y a esperar”.[3] Finalmente, comentó que las universidades de Guadalajara, Tabasco y Mérida se preparaban para adoptar una orientación socialista, como la que se negó para la Universidad Nacional, en acatamiento de los acuerdos del Congreso de Universitarios.[4] La Universidad Michoacana y la de Sinaloa irían en el mismo sentido.

Leña del Árbol caído

Una vez que Lombardo salió de la Universidad, en los diarios fueron más que evidentes los ataques y críticas de que fue objeto él y quienes respaldaron la orientación ideológica de la enseñanza superior. En Excélsior, Manuel González Flores publicó un artículo en el que celebraba que “poco a poco va disipándose la desorientación que en un principio produjo en el campo universitario la tesis del licenciado Lombardo Toledano”, y al ser rechazada en la Universidad Nacional esa posición, los jóvenes universitarios debían de mostrarse agradecidos con Antonio Caso, “el único maestro que supo ponerse a la altura de su deber en los momentos en que un bien organizado grupo de políticos burdamente disfrazados de mentores, clamaban con metáforas sonoras nada menos que por la destrucción de nuestro máximo centro de cultura”, por lo que era necesario reivindicar a la institución educativa “seleccionando el profesorado y haciendo efectiva la disciplina estudiantil”[5].

El periódico conservador Omega señaló que en la Universidad se había impuesto “el individualismo y el poderoso espíritu liberal” sobre “las teorías demoledoras del marxismo judaizante [sic]”, obteniendo “un triunfo clamoroso y durable”[6].

Desenlace del conflicto

Ante el anuncio de que el gobierno federal sólo proporcionaría a la Universidad Nacional cierta cantidad de dinero durante cuatro años, se empezó a hablar de la necesidad de recortar los gastos de la institución y de disminuir los salarios de los directivos.[7] Sobre ese asunto, Luís Chico Goerne, unos de los catedráticos dirigentes de la huelga, se dijo satisfecho porque “queríamos la Universidad libre, sin dinero, y nos la dan con diez millones de pesos”[8].

Luego de la aprobación de la reforma a la Ley Orgánica de la Universidad, y en espera de su promulgación, comenzó a prepararse la renovación en todos los niveles de la institución: elegir a nuevos directores de las escuelas y facultades, nombrar a un nuevo rector y determinar el rumbo que tendrían las organizaciones estudiantiles para no caer en “radicalismos”[9].

Se crearon nuevas agrupaciones estudiantiles que ocuparan el lugar de la repudiada Confederación Nacional de Estudiantes, como fue el caso de la Asociación Universitaria “Reivindicación Social”, que tuvo como principales objetivos: apoyar las reformas promovidas por los profesores e impedir que se formaran camarillas “ya que son peligrosas y nefastas”[10].

Manuel Gómez Morín
Manuel Gómez Morín

Entre los universitarios hubo voces que clamaron para que Antonio Caso se hiciera cargo de la rectoría de la Universidad pero se negó a aceptar esa distinción aclarando que se conformaba con seguir siendo profesor porque “el sueño de mi vida había sido tener una Universidad enteramente autónoma, lo hemos conseguido”, y una vez alcanzada esa meta, incluso podría retirarse de la docencia.[11] En vista de la negativa de Caso, las preferencias de los universitarios se agruparon en torno a dos candidatos: Manuel Gómez Morín, profesor de la Facultad de Derecho, y Fernando Ocaranza, ex Director de la Facultad de Medicina, siendo el primero de ellos el favorecido por el Consejo Universitario, tomando posesión de la rectoría de la Universidad el 23 de octubre de 1933, iniciando así una nueva etapa de la máxima casa de estudios.

Consideraciones Finales

El conflicto universitario de 1933 despertó en la opinión pública, y especialmente en la prensa, el interés por la discusión que culminó en el Primer Congreso de Universitarios Mexicanos en el que prevaleció la tesis del grupo encabezado por Vicente Lombardo Toledano que contó con adeptos en algunas universidades estatales y en la Confederación Nacional de Estudiantes.

Sin embargo, en la Universidad Nacional, el grupo contrario a la orientación socialista de la educación inició un movimiento de agitación principalmente en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, teniendo como primeras exigencias la renuncia de Roberto Medellín a la rectoría y de Lombardo Toledano a la dirección de la Escuela Nacional Preparatoria, el primero por mostrarse dispuesto a acatar las resoluciones del Congreso de Universitarios, y el segundo por ser el principal ideólogo de la tendencia marxista en la Universidad.

Los articulistas de la prensa, al ser contrarios al socialismo, o lo que entendían como tal, criticaron la postura ideológica que aprobó el Congreso de Universitarios, etiquetando como sectarios a sus defensores e influyendo en la opinión pública para rechazar una orientación en la Universidad, aunque no alcanzaran a comprender cabalmente el proyecto presentado por Lombardo.

La huelga que siguió al Congreso de Universitarios llegó a actos violentos, choques entre los estudiantes que defendían una y otra posición. Tales desórdenes obligaron al gobierno federal a intervenir como lo había hecho en 1929, presentando al Congreso de la Unión una iniciativa para reformar la Ley Orgánica de la Universidad, planteando la autonomía completa para esa institución educativa, incluso en la cuestión económica.

Al conceder la autonomía total a la Universidad, el gobierno de la República terminó por aprobar al grupo que fue relegado ideológicamente en el Congreso pero que se había valido de todos los medios para hacerse del control de la institución, por lo que en aras de la libertad y la cultura relegaron a los estudiantes y catedráticos que propugnaban por darle un sentido ideológico a la educación.

Al llegar Gómez Morín a la rectoría, la Universidad Nacional entró en una etapa oscura en la que sirvió a los intereses de empresarios y banqueros, quienes al tener la capacidad de aportar donativos y financiar las actividades de la institución, tuvieron también la prebenda para influir en los contenidos de los programas de estudios de las escuelas y facultades. También se posicionaron grupos católicos, como los jesuitas.[12]

Por otro lado, los profesores encabezados por Lombardo Toledano fundaron en febrero de 1934 la Universidad “Gabino Barreda” para demostrar en la práctica la orientación socialista de la educación,[13] además en agosto de ese año se llevó a cabo en Puerto Álvaro Obregón, Tabasco, el Congreso de Estudiantes Socialistas entre cuyos acuerdos estuvo el de apoyar la reforma al artículo tercero constitucional que ya se discutía en el medio político[14].

Si bien el sector conservador impidió que la educación impartida en la institución universitaria más importante del país tuviera una orientación ideológica, en la educación básica sí prosperó esa reforma y en diciembre de 1934 se aprobó un nuevo texto que establecía que “la educación que imparta el Estado será socialista, y, además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del Universo y de la vida social”[15].

La fundación del Instituto Politécnico Nacional en 1936 como una institución destinada a impartir  educación superior gratuita a jóvenes de familias trabajadoras y buscar consolidar a través de ella “la independencia económica, científica, tecnológica, cultural y política para alcanzar el progreso social de la nación, de acuerdo con los objetivos históricos de la Revolución Mexicana”,[16] tuvo desde un inicio una clara orientación educativa.

– – –

* Último fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las Ciencias Sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] Intervención del Diputado Alberto Bremauntz, Diario de los Debates, Cámara De Diputados, XXXV Legislatura, Año II, Período Ordinario, No. 14, 17 de octubre de 1933.

[2] “La Universidad será realmente autónoma según una nueva ley”, El Diario del Norte, Saltillo, 18 de octubre de 1933, y “Se terminó el conflicto de la Universidad”, La Opinión, Torreón, 17 de octubre de 1933, en Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias (en adelante AHUNAM).

[3] Pasaron 26 años para que Lombardo Toledano volviera a la Universidad Nacional, invitado por Pablo González Casanova, director de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, donde dictó la conferencia “La batalla de las ideas en nuestro tiempo” el 17 de julio de 1959.

[4] “Verdadero origen del conflicto universitario. Opinión del Sr. Lombardo Toledano en este asunto”, El Mundo, 18 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[5] Manuel González Flores, “Por mi Raza Hablará el Espíritu”, Excélsior, 21 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[6] “El vigoroso impulso del espíritu público arrolla a los banderizos radicales”, Omega, México, 23 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[7] “Confianza en la autonomía universitaria”, El Dictamen, Veracruz, 19 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[8] “La queríamos sin dinero y nos la dieron con millones”, El Nacional, 19 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[9] “Mañana se reunirá el Constituyente de la Universidad“, El Universal Gráfico, 20 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[10] “Lo que persigue la Asociación Universitaria”, El Universal, 19 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[11] “La queríamos sin dinero y nos la dieron con millones”, El Nacional, 19 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[12] Juan Hernández Luna, “Prólogo a la polémica en la prensa sobre marxismo: Antonio Caso vs Francisco Zamora”, en Idealismo vs Materialismo. Polémicas filosóficas, México, Masonería Filosófica de Michoacán-Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano-Asociación Francisco J. Múgica, 2008, p. 109.

[13] Esta institución daría lugar en 1936 a la Universidad Obrera de México, enfocada específicamente a la educación de los trabajadores en el aspecto político, sindical y cultural. Las escuelas técnicas y científicas de la Universidad “Gabino Barreda” pasaron a formar parte del IPN al fundarse este en 1936, como la Escuela de Bacteriología que se transformó en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas.

[14] Rosa María Otero y Gama, Vicente Lombardo Toledano. Datos biográficos, México, Universidad Obrera de México, 1988, pp. 32-33.

[15] Citado por VLT, “Prólogo” [1963], Idealismo vs Materialismo Dialéctico. Polémica Caso-Lombardo, México, Universidad Obrera de México, 2010: p. 25.

[16] Artículo 1° de la Ley Orgánica del Instituto Politécnico Nacional.

Una huelga reaccionaria en la Universidad Nacional (1933)

 Una huelga reaccionaria en la Universidad Nacional (1933)*

Por Emilio García Bonilla

Caso y Lombardo en la prensa

En la semanas que siguieron al Congreso de Universitarios Mexicanos y a la polémica suscitada antes de que este concluyera, Antonio Caso publicó dos artículos en Excélsior en los que criticaba a quienes pretendían darle a la educación un enfoque socialista, señalando que el marxismo lo mismo abarcaba “un materialismo histórico, un determinismo económico, que un socialismo de Estado”, y que se pretendía hacer de la universidad “un semillero de politicastros, una confabulación de ignorancias, un régimen que en lugar de la ciencia muestre la política, en vez de la ética, la economía, y en lugar de la patria mexicana, la incolora y absurda tesis materialista”[1].

Por su parte, Lombardo Toledano escribió varios artículos que se publicaron en El Universal, a través de los cuales buscó aclarar las razones que estaban detrás de la postura que defendía y que veía a la universidad como “un vehículo de orientación social” que sirviera a los hombres, haciendo, a la vez, que estos sirvan a su época. Consideró que la cultura por la cultura misma carecía de sentido, y por eso mismo la universidad, como todas las instituciones que no se vinculan a su tiempo, terminaría por servir al pasado, y viviéndose una época de transformaciones, no podía asignársele a la enseñanza superior “el papel de retaguardia permanente del progreso”[2].

Huelga Reaccionaria

Rodulfo Brito Foucher
Rodulfo Brito Foucher

Lejos de los razonamientos que se reflejaban en la prensa, los opositores a la reforma en la Universidad Nacional realizaban movimientos para afianzar su posición, buscando transformar la derrota ideológica en una victoria política. El verdadero conflicto estalló el 11 de octubre cuando los estudiantes de Derecho se declararon en huelga, enarbolando “una bandera rojo y negra en son de guerra”.[3] El principal instigador era Rodulfo Brito Foucher, quien días antes había sido separado de su cargo como director de esa facultad, pero al no aceptar su remoción se había declarado en rebeldía junto a los estudiantes que le eran afines, siendo identificado como “un elemento de clara filiación contrarrevolucionaria” y opositor declarado de la reforma universitaria socialista.[4] Varios catedráticos de Derecho presentaron su renuncia como muestra de solidaridad con el directivo cesado. Por su parte, el rector acusó a Brito de ser “desleal a la Universidad, de intervenir en la política estudiantil, de desplegar maniobras para solidarizar al profesorado de la facultad con su actitud”, llegando a presentarse todavía como director “para hacer propaganda política”[5].

La agitación entre los futuros abogados, además, se dijo que era patrocinada por los conocidos políticos Antonio Díaz Soto y Gama y Aurelio Manrique, encausando el movimiento huelguístico para exigir la renuncia de Roberto Medellín a la rectoría, adquiriendo tal radicalismo que con frecuencia tuvo que intervenir la policía.[6] Uno de los episodios más violentos ocurrió el 13 de octubre, cuando los huelguistas se presentaron “en actitud hostil” en el edificio principal de la Universidad solicitando hablar con el rector, pero les fue impedida la entrada por los preparatorianos, contrarios a la huelga[7], lo que tuvo como respuesta el incendio de la puerta y la lapidación del edificio. Los colegiales de San Ildefonso contestaron enérgicamente, resultando varios heridos por ambas partes hasta que intervinieron los bomberos y la policía que calmaron los exaltados ánimos, pues inclusive se escucharon varios disparos que luego se comprobó que habían sido hechos con pistolitas de dardos[8].

Hubo diarios que exageraron la magnitud de ese enfrentamiento: mencionaron que de no ser por los bomberos “el albergue de la cultura habría sido reducido a cenizas”, cuando en realidad sólo habían prendido fuego a la puerta. También informaron erróneamente que la radicalización de los estudiantes de Derecho se debía a su condición de marxistas, cuando ellos estaban en contra de la línea socialista, y junto a la petición de renuncia de Medellín solicitaban la dimisión de Lombardo Toledano[9].

El rector Roberto Medellín continuó en su cargo a pesar de que fue amenazado de muerte,[10] y en previsión de que la huelga se generalizara, ordenó que se cerraran los cursos en todas las facultades, al tiempo que el edificio de la Universidad Nacional era custodiado por militares. Los únicos que continuaron “normalmente” sus cursos fueron los preparatorianos, mostrando así su apoyo a Lombardo y al rector. Mientras tanto, en la opinión pública se generalizaba la idea de que el conflicto terminaría cuando el gobierno pusiera fin a la autonomía universitaria[11].

“Más de mil estudiantes armados de piedras, palos y cohetes”[12] tomaron el edificio principal de la Universidad Nacional el 14 de octubre cuando los preparatorianos se retiraron pacíficamente después de que el rector y el personal administrativo hicieran lo propio, trasladándose a la Escuela de Medicina donde se instaló provisionalmente la rectoría[13].

Expulsión de Vicente Lombardo Toledano

En ese ambiente de crispación, tuvo lugar una sesión del Consejo Universitario dominado por los estudiantes huelguistas y por profesores que respaldaban ese movimiento, como Luís Chico Goerne y el propio Antonio Caso, acordando la expulsión de Vicente Lombardo Toledano de ese órgano, quien declaró a la prensa que seguiría luchando “porque se dé una orientación socialista a la enseñanza.” Los profesores disidentes integraron un Comité Pro Reforma Universitaria (contrario a la reforma socialista), siendo uno de sus primeros comunicados la amenaza de que “no se haría responsable de las consecuencias si el rector se presentaba ante los huelguistas”.[14] En tanto, los estudiantes rebeldes adoptaron la exigencia de que el rector fuera “nombrado por los estudiantes y profesores en vez de por el Ejecutivo federal”[15].

Abelardo L. Rodríguez
Abelardo L. Rodríguez

El presidente Abelardo L. Rodríguez, en vista de la violencia que estaba tomando el conflicto, emitió un comunicado condenando el hecho de que se hubiera llegado a la expulsión del rector de sus propias oficinas, “además de los serios deterioros causados en los planteles por las luchas de los estudiantes entre sí”. Mencionó que su gobierno se había mantenido al margen de las pugnas internas de la universidad, aunque presenciaba “cómo se desvía de sus nobles fines culturales el instituto que debiera ser orgullo de la nación entera”, por lo que consideró que era su responsabilidad “buscar los medios más adecuados para llegar a una fina y completa solución al estado de cosas reinante”. Por eso informó que en breve enviaría al Congreso de la Unión su iniciativa de reforma a la Ley orgánica de la Universidad[16].

Ante la expulsión de Lombardo Toledano del Consejo Universitario y de la exigencia para que renunciara como director de la Escuela Nacional Preparatoria, el comité central de la CROM “depurada” declaró que el proletariado mexicano estaba expectante del desarrollo del conflicto universitario y que esperaba “que la enseñanza superior profesional no vaya a ser entregada en manos de la reacción”, agregando que tenían la confianza de “que algún día el pueblo  entrará en la Universidad a arrojar del templo a todos los fariseos de la cultura”.[17] Los huelguistas señalaron que los obreros de la CROM habían apoyado a los preparatorianos en los enfrentamientos ocurridos, lo cual fue desmentido categóricamente por Lombardo[18].

Una noticia que causó “gran sensación” en la opinión pública fue el reto a duelo que Brito Foucher hizo a Lombardo Toledano, siendo los dos “figuras culminantes en el movimiento universitario que hasta estos momentos ha sido un problema para las autoridades de la Universidad y para el Gobierno de la República.” Brito designó como sus “padrinos” a los profesores Gual Vidal y González Aparicio, “quienes se acercaron ante el Licenciado Lombardo Toledano, para retarlo en su nombre”, en vista de lo cual “numerosas personas de relieve intelectual, están haciendo todas las gestiones posibles para evitarlo”, siendo en el fondo una provocación[19].

Para el 15 de octubre ya se hablaba de una huelga de carácter nacional, estudiantes de varios estados habían expresado su adhesión al movimiento desconociendo a la Confederación Nacional de Estudiantes; del mismo modo, los directores de las secundarias y facultades favorables a la huelga presentaron “su formal e irrevocable renuncia” en solidaridad con los estudiantes de Derecho y con Brito Foucher.[20] Los huelguistas apedrearon el edificio de la Secretaría de Educación Pública insultando a gritos al titular, Narciso Bassols, después irrumpieron en la Preparatoria donde izaron la bandera roji-negra luego de desalojar violentamente a los estudiantes que la custodiaban. Tuvo que intervenir la policía quedando detenidos varios huelguistas[21].

La prensa informó que oficialmente se había descubierto que la huelga y la agitación estudiantil estaba “instigada y sostenida por elementos católicos bajo la dirección de los Caballeros de Colón que están descontentos por la implantación del marxismo en la Universidad”, habiéndose identificado entre los componentes del grupo católico a Miguel Palacios Macedo y al director de la Escuela de Medicina.[22] Los huelguistas se agruparon en una nueva organización denominada “Federación de Estudiantes Revolucionarios”, que hizo público un pliego petitorio con las siguientes exigencias:

Condonación de adeudos por concepto de colegiaturas.
Enseñanza gratuita en los planteles
Supresión de becas
Derogación de los exámenes de admisión
Depuración del profesorado
Elección directa del Rector, directores y profesores de escuelas
La caída de Medellín, Lombardo Toledano y Jiménez Rueda
La caída de los cachorros [sic] de Lombardo Toledano
La no mixtificación del marxismo
La no intervención de la policía en los problemas estudiantiles
Que no tome injerencia en los conflictos universitarios el Lic. Bassols[23].
 

El 15 de octubre finalmente renunció a la rectoría el ingeniero Roberto Medellín junto al Secretario de la Universidad, Julio Jiménez Rueda y el Tesorero,[24] esta medida fue celebrada por los miembros del Comité Pro Reforma Universitaria al considerar que había “venido a abreviar la resolución del conflicto pues si el Gobierno lo hubiera apoyado [a Medellín], la situación sería delicada; pero desaparecido éste obstáculo es posible seguir adelante”. En cambio, Lombardo Toledano dijo que no había renunciado a la Dirección de la Escuela Nacional Preparatoria, aclarando que no dejaría de asistir a sus labores a menos que fuera cesado. A estas alturas, un sector de los preparatorianos ya había sido cooptado por los huelguistas para que pidieran su dimisión[25].

En vista de la renuncia del rector Medellín, empezaron a manejarse los nombres de sus posibles sustitutos: Manuel Gómez Morín o Miguel Palacios Macedo[26], los dos conocidos por antimarxistas. Dedicado a este último, un universitario anónimo escribió un Ovillejo:

De niño tuvo laurel
Miguel.
Al dinero no es reacio
Palacio.
Y al marxismo tiene miedo
Macedo.
Oportunista y paniaguado,
ante Lombardo es un bledo.
Este pedante ilustrado:
Miguel Palacios Macedo[27].

En el siguiente artículo me referiré a la salida que encontró el gobierno federal al conflicto y su desenlace.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las Ciencias Sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] Antonio Caso, “El marxismo en la preparatoria”, Excélsior, 27 de septiembre de 1933, citado por Héctor Ramírez Cuéllar, Lombardo. Un hombre de México, México, El Nacional, 1992: p. 57.

[2] Vicente Lombardo Toledano “Bases de la Reforma Universitaria”, El Universal, 20 de septiembre de 1933. En Obra Histórico-Cronológica, México, CEFPSVLT, 1995, Tomo II. Vol. 4: pp. 205-206.

[3] “Huelga de estudiantes de Leyes en la C. de Mex.”, El Diario de Durango, 12 de octubre de 1933, en Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[4] Ramírez Cuéllar, op. cit.: p. 58.

[5] “El Rector Medellín ataca al Lic. Brito”, El Demócrata, Mazatlán, 13 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[6] “Sigue tomando incremento la pugna en la Universidad”, El Pueblo, Culiacán, 13 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[7] Cabe recordar que Vicente Lombardo Toledano era director de la Escuela Nacional Preparatoria.

[8] “Frente a la Universidad Nacional hubo terrible choque a pedradas”, El Demócrata, Mazatlán. 14 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[9] “Los estudiantes son marxistas; incendiaron ayer la Universidad”, Noticias, Guadalajara, 14 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[10] “El Rector es amenazado de muerte”, El Tiempo, Hermosillo, 14 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[11] “Clausuraron los cursos en las Facultades”, La Prensa, San Antonio. 14 de octubre de 1933 y “La Universidad iba a ser quemada ayer”, El Mundo, Tampico, 14 de octubre de 1933 en AHUNAM.

[12] “Los estudiantes asaltaron y tomaron la Universidad”, El Mexicano, Cd. Juárez, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[13] “La agitación estudiantil continúa en todo su vigor en la Metrópoli”, El Demócrata, Mazatlán, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[14] “Los estudiantes asaltaron y tomaron la Universidad”, El Mexicano, Cd. Juárez, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[15] Idem.

[16] “Fue sacado el Rector a empellones. El C. Presidente propone reforma a la ley que la volvió autónoma“, El Jalisciense, Guadalajara, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[17] “La CROM lanza unas declaraciones sobre la expulsión de Lombardo y espera que la Universidad no vaya a caer en manos de la reacción”, La Nación, Veracruz, 15 de octubre de 1933, nota similar a “La CROM que preside el C. Lombardo, ataca a los Altos funcionarios universitarios”, El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 16 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[18] “La agitación estudiantil continúa en todo su vigor en la Metrópoli”, El Demócrata, Mazatlán, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[19] “Brito Foucher desafió al Lic. Lombardo Toledano”, La Voz de Chihuahua, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[20] “Los huelguistas cuentan con nuevos elementos”, El Mundo, Tampico, 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[21] “Encarnizado encuentro entre estudiantes en las calles de la Capital”, [desconocemos el título del periódico], 15 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[22] Idem.

[23] El Informador, Guadalajara, 16 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[24] “Renunció el Rector de la Universidad”, El Porvenir, Monterrey, 16 de octubre de 1933, en AHUNAM.Legajo 231 FHUOM

[25] “No renuncia el Lic. Lombardo Toledano”, La Nación, Veracruz, 17 de octubre de 1933, y “El Rector Medellín y casi todos los catedráticos, han renunciado”, El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 17 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[26] “El Rector Medellín y casi todos los catedráticos, han renunciado”, El Demócrata Sinaloense, Mazatlán, 17 de octubre de 1933, en AHUNAM.

[27] “Ovillejo” firmado por Ofir, 1933, mecanografiado en una hoja con el escudo impreso de la Universidad Nacional Autónoma, en Fondo Histórico Lombardo Toledano de la Universidad Obrera de México, Legajo 231.

Polémica sobre la orientación ideológica de la educación superior en México

POLÉMICA SOBRE LA ORIENTACIÓN IDEOLÓGICA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN MÉXICO*

Por Emilio García Bonilla

Debate entre Caso y Lombardo

La primera parte de la célebre polémica entre los doctores en filosofía Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano tuvo lugar el 14 de septiembre de 1933 en el Congreso de Universitarios Mexicanos.[1] Entre los postulados que presentó el primero estaban: que “la Universidad de México es una comunidad cultural, de investigación y enseñanza; por tanto jamás preconizará oficialmente, como persona moral, credo alguno filosófico, social, artístico o científico,” por lo que “cada catedrático expondrá libre e inviolablemente, sin más limitaciones que las que las leyes consignen, su opinión personal, filosófica, científica, artística, social o religiosa”, haciéndose cada quien responsable de las ideas que sustente.[2]

Imagen12
Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano

Por su parte, Lombardo Toledano contestó cada uno de los razonamientos de Caso señalando que como a cada régimen social le había correspondido entender la cultura, no había incompatibilidad “en sostener hoy una teoría y mañana cambiarla por otra”.[3] Además, Mario Souza y Luis Sánchez Pontón rebatieron a Caso señalando que el marxismo no era teoría en su parte esencial, “sino una verdad ya generalmente admitida aun por los mismos enemigos del socialismo”, considerando además que era preferible “tener una orientación, buena o mala, que no tener ninguna”.[4]

Luego de una discusión que se prolongó durante cuatro horas, se procedió a votar, siendo aprobada la orientación marxista por mayoría: 47 votos a favor y sólo 4 en contra, lo que consideró la prensa que tendría “una resonancia especial en la historia contemporánea de Hispanoamérica”.[5]

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos fue clausurado en una ceremonia presidida por el ingeniero Roberto Medellín, rector de la Universidad Nacional Autónoma, teniendo como invitados especiales a los miembros del Cuerpo Diplomático y personalidades del gobierno y de las sociedades culturales y científicas de la Ciudad de México.[6]

Opiniones en la prensa

Una vez conocidos los acuerdos tomados por el congreso, comenzaron a publicarse en la prensa opiniones en columnas y editoriales, la mayoría criticando la posición defendida por Lombardo.

El Excélsior señaló que la universidad socialista sería sólo doctrinaria porque “no iría a los cuarteles ni a las fábricas, ni a las oficinas del gobierno”, y siendo el país un mosaico caótico, el hecho de imponer una universidad socialista “sería un pecado contra el orden práctico, contra la realidad de ese caos”. En cambio, defendió la postura de Caso aceptando que la universidad habría de reflejar la cultura disímbola y contradictoria, prevaleciendo en la educación superior un ambiente tolerante “de discusión, de camaradería, de estudio, de sinceridad, de desinterés, de ausencia de demagogia”, aunque no por eso el editorialista dejara de mencionar que “el socialismo es falso y por esto, y sólo por esto, no debe enseñarse”.[7]

Por su parte, El Universal publicó una editorial en la que se mofaba del Congreso de Universitarios diciendo que “la comedia, si acaso divirtió, no convenció suficientemente” y criticó como sectarias las conclusiones adoptadas porque “las universidades, en los países de más alta civilización, no son ni han sido, por así decirlo, sino crisoles ardientes de cultura”.[8]

En un diario de provincia se dijo que los rectores de las universidades de Guadalajara y Michoacán, Enrique Díaz de León y Gustavo Corona, habían influido para que el Congreso de Universitarios aceptara al socialismo como orientación de la educación superior, pues estos catedráticos eran tenidos por izquierdistas.[9] Es por esto que el periódico El Jalisciense fue uno de los pocos medios impresos que defendió las resoluciones tantas veces mencionadas, inclusive criticando a la prensa capitalina por su abierta postura conservadora, como fue el caso de Excélsior que “no pudo soportar el discurso izquierdista de Díaz de León y estalló en uno de sus artículos cargados de electricidad y bilis”, y aunque la tesis socialista había salido triunfante con el voto del congreso, estaba siendo atacada por los diarios que demostraban con eso los intereses que había detrás de ellos.[10]

El diario tapatío explicó que el motivo de la crítica en la prensa era que “la Universidad ha sido unos de los más fuertes reductos de la vieja ciencia porfiriana: cientificismo político en esencia. Y eso de que la Revolución se los quite en un salto tan singularmente pacífico y pierdan su eficacia los proyectiles de la mentira con que desde ahí nos confundían, no es para permanecer en silencio”, de ahí que los “voceros de la desigualdad, defensores del sistema económico del despojo y de las tradiciones religiosas en que aquella se sustenta” hubieran adquirido una enorme influencia en el medio universitario, y cuando se habló de “orientar la cátedra en sentido de emancipación económica de las masas y de abolición de las clases que hoy dividen a la sociedad”, consideraron socavada “la última posición burguesa en el campo tan influyente de la enseñanza”.[11]

En la Universidad Nacional Autónoma, los catedráticos contrarios a los acuerdos que tomó el Congreso presionaron al rector Medellín para que se discutiera en el Consejo Universitario si se adoptarían o no esos resolutivos en la Máxima Casa de Estudios.

Ante la inquietud de la comunidad universitaria, Medellín determinó que las vacaciones se prolongaran una semana más en toda la Universidad, ya que el lunes 18 de septiembre, fecha en que debían reanudarse las clases, la asistencia de alumnos y catedráticos había sido escasa.[12]

Rector Roberto Medellín
Rector Roberto Medellín

Así, con los estudiantes de vacaciones, se anunció que el lunes 25 de septiembre iniciarían las sesiones del Consejo para examinar y discutir las resoluciones del Congreso de Universitarios. Lejos de los puntos de carácter técnico que difícilmente suscitarían opiniones encontradas, el relativo a la orientación ideológica había dividido a los universitarios en dos bandos: “por una parte los partidarios de la doctrina marxista que hasta ahora están logrando imponer su punto de vista, encabezados por Lombardo Toledano, y por otra, los maestros que sustentan el criterio de que la Universidad debe ser ideológicamente libre y no estar sometida a ninguna de las doctrinas sociales que se han expuesto”. Se presagiaba que el primer grupo terminaría imponiéndose como lo hizo en el congreso, por lo que el debate podría provocar “la renuncia de algunos de nuestros más destacados intelectuales que cuentan con larga actuación en el campo universitario, los cuales no están dispuestos a someter sus enseñanzas a doctrinas políticas o económicas de carácter transitorio”[13].

En otros medios se esperaba que el Consejo Universitario rechazara la postura del congreso. Entre los principales opositores a la orientación marxista se encontraba Rodulfo Brito Foucher, director de la Facultad de Derecho, quien declaró que, en caso de aprobarse la enseñanza socialista, procuraría que la institución a su cargo se mantuviera como una isla donde no soplaran “los vientos radicales del marxismo”. Se decía que en el seno del Consejo se libraría “una gran batalla sin precedentes” ya que entre sus integrantes había representativos de diferentes ideologías: “desde liberales hasta espiritualistas, marxistas, positivistas, ultramontanos”, pero se pensaba que la mayoría se pronunciaría en contra de las ideas sustentadas por Lombardo Toledano y Mario Souza, votando a favor sólo “los representantes de la Confederación Nacional de Estudiantes en el Consejo Universitario y uno que otro consejero”.[14]

Se había dicho que la Constitución de 1917 no abogaba por el materialismo histórico, aunque tenía “en varios de sus artículos doctrina socialista que no deja lugar a dudas”, pero en lo referente a la Universidad, la Ley de la Autonomía decretada por Portes Gil expresamente decía que la enseñanza debía de ser laica, y “al aceptarse el marxismo se haría un llamado a la ortodoxia, de manera que el laicismo vendría a ser echado por tierra”.[15] El propio Antonio Caso declaró que aceptar una orientación ideológica para la Universidad era absurdo e inconstitucional.[16]

En el siguiente artículo me referiré a la violenta huelga con la que los elementos más conservadores de la Universidad Nacional se opusieron a la orientación educativa aprobada por el Congreso Nacional de Universitarios.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las ciencias sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] La versión taquigráfica del debate en el Congreso de Universitarios Mexicanos fue publicada posteriormente en los números 2 y 3 de la Revista Futuro en octubre de 1934. La segunda parte de la polémica fue periodística a través de las páginas de El Universal durante los primeros cuatro meses de 1935.

[2] “Ambiente para el marxismo en la Universidad, La tesis sustentada por el Lic. Lombardo Toledano fue rebatida por el ex Rector Antonio Caso en la sesión de ayer”, Excélsior, 15 de septiembre de 1933, Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[3] Ídem.

[4] “Francamente socialista será la orientación de la Universidad Nacional”, El Nacional, 15 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[5] “Ambiente para el marxismo en la Universidad…”, Excélsior, 15 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[6] “Clausura del Congreso de los Universitarios”, El Universal, 14 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[7] Lo del día [Columna]: “¿Caso o Toledano?” por un Observador, Excélsior, 16 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[8] Sección Editorial. “La Universidad no debe ser sectaria”, El Universal, 16 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[9] Nota en Diario del Norte, Saltillo, 18 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[10] “La Universidad Socialista y los Grajos en Alarma”, El Jalisciense, Guadalajara, 17 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[11] Ídem.

[12] “Una nueva tolerancia de la Universidad Nacional”, Excélsior, 20 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[13] “Se perfila una crisis universitaria”, El Universal Gráfico, 19 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[14] “Formidable batalla se espera en el seno del Consejo Universitario”, Excélsior, 21 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[15] Ídem.

[16] “Es absurda la declaratoria universitaria”, Excélsior, 20 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos*

Por Emilio García Bonilla

A mediados de 1933 la Universidad Nacional Autónoma y la Confederación Nacional de Estudiantes emitieron la convocatoria al Congreso de Universitarios Mexicanos atendiendo la propuesta del IX Congreso Nacional estudiantil que se celebró en Toluca en 1932. El comité organizador quedó presidido por el rector Roberto Medellín, siendo representada la Universidad Nacional por Julio Jiménez Rueda y Vicente Lombardo Toledano, y los estudiantes por Luís Martínez Mezquida y Manuel Boneta. El Congreso tocaría cuatro rubros generales: a) Cuestiones administrativas y docentes, b) Orientación técnica, c) Relaciones escolares, y d) La importancia social de la universidad en el mundo actual. Las universidades estatales enviarían a sus respectivos representantes como delegados y lo mismo harían las federaciones estudiantiles locales, quedando a consideración de los organizadores la invitación de colaboradores con derecho a voz, pero no a voto.[1]

Entre las consideraciones que justificaban la realización del congreso se decía: “Que ha llegado el momento de que los centros de cultura de la República hagan una labor de acercamiento espiritual entre todos sus componentes para dar una orientación a la enseñanza universitaria que esté más en consonancia con el momento actual que vivimos”, por lo que entre los temas que se tratarían estaba el “estudio de la posición ideológica de la universidad frente a los problemas del momento”, además de la “uniformidad de los planes de estudio y programas de las facultades y escuelas”.[2]

Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez
Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez

El Primer Congreso de Universitarios Mexicanos se inauguró el 7 de septiembre en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria con la presencia del general Abelardo Rodríguez, quien fue distinguido como presidente honorario por el comité organizador que además designó a Narciso Bassols, secretario de Educación Pública y a Antonio Caso, ex rector de la Universidad Nacional, como miembros honorarios. Fueron acreditadas delegaciones de 21 entidades del país. Se anunció que el acto inaugural consistiría en una alocución de Guillermo G. Ibarra, presidente de la Confederación Nacional de Estudiantes, “y dos discursos, uno a cargo del rector de la Universidad de Guadalajara, doctor Enrique Díaz de León, representando a las delegaciones de los estados, y otro del señor rector de la Universidad de México, químico Roberto Medellín”, quedando a cargo de la Facultad de Música, la parte artística del programa.[3]

La inauguración del congreso había servido, según se dijo en La Prensa, “para iniciar una fluencia de conceptos” a fin de reconsiderar la imagen pública de la universidad a partir de su función en la sociedad, porque incluso era vista con desconfianza por funcionarios del gobierno, generando en la población cierta “hostilidad como enderezada a una clase de privilegio”. Al respecto, el rector Medellín consideró que “la universidad debe ser el organismo superior de orientación en la posición ideológica que la revolución debe asumir”,[4] para que dejara de ser vista como “semillero de espíritus retrógrados y fábrica de profesionales que se mantienen ajenos a los dolores y a las angustias del pueblo, encasillados en su egoísmo y su conveniencia”.[5]

Llamaron la atención desde un inicio las discusiones dentro de la segunda comisión del congreso, encargada de resolver la orientación ideológica que se le daría a la educación superior en nuestro país. Esa comisión quedó presidida por Vicente Lombardo Toledano, integrándola además Luís Sánchez Pontón, Genaro Ángeles y por Jalisco el doctor Ramón Córdoba, profesor Alberto Terán y pedagogo Saúl Rodiles, quienes defendieron una posición que los llevó, según el diario El Jalisciense a aprobar “los lineamientos principales, que fijan normas completamente izquierdistas para los métodos, programas, doctrinas y textos que se aprueben para el futuro de la vida de nuestras universidades.”[6] La segunda comisión también abordó el tema de la creación de bachilleratos especiales en concordancia con las escuelas y facultades universitarias, avanzando además en la uniformidad de los estudios preparatorios en el país con el establecimiento de normas generales en ese rubro.[7]

Enrique Díaz de León. Rector de la Universidad de Guadalajara
Enrique Díaz de León. Rector de la Universidad de Guadalajara

Los acuerdos tomados en las comisiones serían presentados en la sesión plenaria para que, en su caso, fueran aprobadas por la totalidad de los delegados del congreso, aunque se pronosticaron debates muy interesantes debido a las opiniones divididas, especialmente ante el dilema de considerar a la universidad mexicana sólo como un laboratorio de alta cultura o si debía “tomar parte en la revolución social que conmueve nuestro tiempo”.[8]

Al respecto, el rector de la Universidad de Guadalajara, Enrique Díaz de León, ya había declarado que “la universidad debe ser izquierdista, haciendo para ello una selección rigurosa de catedráticos y trazando una ideología que responda a esa aspiración”.[9] Esto fue considerado como una “amenaza imposicionista” que tenía como propósito, según la prensa reaccionaria, “la propaganda de un radicalismo comunista, copiado, como siempre, del bolchevique ruso, a fin de estimular el proceso revolucionario, agitando a las multitudes desde las cátedras universitarias”, lo que incluso se consideraba subversivo porque “si bien es verdad que en México el Estado se inclina hacia el socialismo, siempre ha desechado los extremos comunistas, persiguiéndolos, en ocasiones como delictuosos”.[10] Para el autor de la nota, iba a ser necesario reformar el artículo tercero constitucional para permitir que la universidad tuviera una orientación ideológica, pues esta iba en contra del laicismo, entendido como “neutralidad”.[11]

La comisión presidida por Lombardo Toledano presentó sus conclusiones, adoptando la ponencia presentada a nombre de la Universidad Nacional en la que se destacaba que:

“Las universidades y los institutos de carácter universitario del país, tienen el deber de orientar el pensamiento de la nación mexicana,” siendo la orientación de sus cátedras e investigaciones tendiente “a la sustitución del régimen capitalista por un sistema que socialice los instrumentos y los medios de la producción económica”. En este sentido, se determinó que “la historia se enseñará como la evolución de las instituciones sociales, dando preferencia al hecho económico como factor de la sociedad moderna, y la ética como una valoración de la vida que señale como norma de la conducta individual el esfuerzo constante dirigido hacia el advenimiento de una sociedad sin clases, basada en posibilidades económicas y culturales semejantes para todos los hombres”.[12]

Asimismo se dijo que las instituciones de educación superior contribuirían “al estudio de nuestro régimen de gobierno; con el propósito de iniciar ante el Estado la organización de sistemas, de instituciones o de procedimientos que mejoren las condiciones económicas y culturales de las masas, hasta la consecución de un régimen apoyado en la justicia social”. Además, se consideró importante que “para lograr la formación de verdaderos investigadores y de técnicos de capacidad superior, deberá proveerse en forma vitalicia a las necesidades económicas de los elementos de cualidades de excepción, para que estos dediquen desde que sean estudiantes, con tranquilidad de espíritu y con entusiasmo, sus energías a la investigación científica”.[13]

En una sesión plenaria con el carácter de permanente que se celebró el 13 de septiembre, fueron presentadas las ponencias y conclusiones de las comisiones primera, segunda y tercera, quedando aprobadas “las conclusiones relacionadas con la uniformidad de los planes de estudio y programas de las facultades y escuelas, los reglamentos de ingreso a las facultades y escuelas universitarias, así como la ponencia de la Universidad Nacional Autónoma sobre la posición ideológica de la universidad frente a los problemas del momento”.[14] Sin embargo, esta última fue objeto de un acre debate al día siguiente, antes de ser clausurado el congreso debido a que Antonio Caso envió una nota al rector Medellín diciendo estar en desacuerdo con la postura de los integrantes de la segunda comisión, por lo que fue invitado a exponer sus juicios al respecto.[15]

En el siguiente artículo abordaré el debate entre Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano dentro del Congreso de Universitarios Mexicanos y sus repercusiones en la prensa.

* Fragmento de la investigación “El conflicto universitario de 1933 en la prensa mexicana” presentada como ponencia en el VIII Coloquio La prensa como fuente para el análisis en las ciencias sociales realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en noviembre de 2013.

[1] “Convocatoria para el Congreso de Universitarios Mexicanos”, en Revista Universidad de México, Tomo VI, No. 31 y 32, Mayo-Junio de 1933. Información Oficial, pp.: 125-126. Archivo Histórico de la UNAM.

[2] Idem.

[3] “Inaugurará hoy el señor Presidente el Congreso Universitario Mexicano. Veintiuna delegaciones asistirán a esa asamblea, en la que estarán representadas las universidades del país”, en Excélsior, 7 de septiembre de 1933, Archivo Histórico de la UNAM, Colección: Memoria Universitaria, Sección: Publicaciones Periódicas, Sub-sección: Noticias Universitarias, en adelante AHUNAM.

[4] La Prensa, 8 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[5] Excélsior, 9 de septiembre de 1933. Citado por Héctor Ramírez Cuellar en Lombardo. Un Hombre de México, México, El Nacional, 1992, p. 54.

[6] “Los trabajos desarrollados ayer por el primer Congreso de las Universidades del país”, El Jalisciense, 9 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[7] “Se trata de unificar la enseñanza universitaria”, El Universal, 10 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[8] “La Universidad debe tener injerencia en la Revolución Social”, Excélsior, y Nota en La Nación, Veracruz, 11 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[9] Idem.

[10] “Al margen del Congreso de Universitarios”, Excélsior, 12 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[11] Idem.

[12] “Posición ideológica de la Universidad y programa de labores”, Excélsior, 13 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[13] Idem.

[14] “Clausura del Congreso de los Universitarios”, El Universal, 14 de septiembre de 1933, en AHUNAM.

[15] VLT, “Prólogo” [1963], Idealismo vs Materialismo Dialéctico. Polémica Caso-Lombardo, México, Universidad Obrera de México, 2010, p. 22.

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