Vicente Lombardo Toledano, un ser humano sin cuento*.

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Artículo un ser humano sin cuento, en el marco del 125 aniversario del nacimiento de Vicente Lombardo Toledano.

Vicente Lombardo Toledano es un clásico de la historia y del pensamiento mexicanos por una razón singular: Combinó acción y reflexión; fue un constructor de instituciones fundadas en una concepción de México y el mundo, generada desde la filosofía, la historia, la economía y la sociología, a lo largo de más de medio siglo de trabajo.

Pero, ¿qué es ser un clásico?

Ser de todos los tiempos: de ahora, de antes y de después.

Esta singularidad confiere a su legado una multiplicidad de instancias de análisis: valor como testimonio histórico; interés interpretativo de los diversos momentos en los conflictos sociales; ejemplo de cientificidad en el estudio de los problemas políticos; vigencia de su pensamiento como guía instrumental; y, sobre todo, posibilidad de pensar y repensar la realidad como una totalidad consistente…

Vicente Lombardo Toledano fue maestro, combatiente político, antropólogo, filósofo, periodista, que de manera infatigable estudió, escribió y comunicó acerca de todo lo que ocurría en México y el mundo de su tiempo. Fue, como José Martí, capaz de escribir páginas inolvidables de los principales personajes de la historia, la política, la literatura, el arte y la ciencia.

Esta excepcional combinación de elementos en una mente privilegiada como la suya, con una personalidad atrayente y sugestiva, y un cariño altruista por su pueblo, el pueblo mexicano del campo, de la fábrica, de la escuela rural, de la sierra, lo convierte en el hombre capaz de agrupar y fundir en un movimiento a toda la clase trabajadora de México y América Latina para luchar por elevar su nivel de vida y defender lo que les  era suyo, la patria, en contra de la reacción interna y las asechanzas de los poderosos externos.

Vicente Lombardo Toledano desarrolló una actividad incansable en el campo de las ideas, y llevó su lema “el que gane la batalla de las ideas ganará el porvenir” hasta sus últimas consecuencias, para unir voluntades y esclarecer conciencias a favor de la causa del progreso social para combatir la ignorancia y la sumisión al explotador y al fanatismo.

Aun dentro de su intensa actividad política, Vicente Lombardo Toledano mostró una gran sensibilidad y preocupación hacia los jóvenes, cuidando siempre su vocación educativa. Uno de sus últimos escritos lo dedica precisamente a la juventud a manera de carta: “a un joven socialista mexicano”, en donde lo exhorta a prepararse, como único modo de ser libre…

En su vida como revolucionario y como pensador, logró articular ciencia, conciencia y acción. Y lo hizo a partir de una actitud ética, porque era un hombre ético; de una gran honestidad para consigo mismo y para con los demás. Era un hombre convencido de sus ideas, con una cultura en la que estaban presentes el pensamiento, el conocimiento y el sentido de lo bueno más profundamente humano.

Esta conducta ética siempre lo motivó a que se debía enseñar con el ejemplo. En ello está la esencia de su virtud humana, de su virtud educativa, la prueba de la consecuencia de su vida…

Como ha dicho el antropólogo hispano mexicano, Santiago Genovés, “este hombre se sabía todos los cuentos de la vida, siendo un ser humano sin cuento”.

Viene, pues, a cuento, un fragmento del poema Quiero… sueño de León Felipe:

No me contéis más cuentos,
que vengo de muy lejos
Y sé todos los cuentos.
No me contéis más cuentos…
Que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero que me arrullen con cuentos;
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero que me sellen la boca y los ojos con cuentos;
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero que me entierren con cuentos…

*Fragmentos del discurso en el acto de develación del monumento a Vicente Lombardo Toledano en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, 1999.

La lógica de las extinciones. A propósito de los dinosaurios políticos.

Dinosaurios políticos en Washington

Dinosaurios políticos

Así como existen teorías para explicar las grandes extinciones de especies en el curso de la evolución de la vida sobre la Tierra, también podríamos decir que existen teorías para explicar las extinciones de distintas especies de políticos.

En la biología evolutiva se proponen varias líneas explicativas a partir de las cuales podría elaborarse un modelo general de las extinciones. Se parte de que la evolución de la biósfera se ha visto repetidamente interrumpida por grandes crisis ecológicas.

Estas líneas explicativas son las siguientes:

La existencia de una serie de crisis globales más o menos periódicas. Las pautas generales del cambio macroevolutivo (diversificación de patrones y niveles de organización) muestran la existencia de varias extinciones en masa en la historia de la vida en el planeta, y éstas han sido determinantes en la configuración pasada y actual de la biodiversidad.

A propósito de la humanidad (Homo sapiens sapiens), podríamos decir que en su historia evolutiva ésta ha sufrido también crisis periódicas, sólo que en este caso las crisis se llaman cambios con ruptura en su organización social.

Ahora bien, el impacto producido por las extinciones en masa ha sido muy amplio, afectando a todo tipo de ecosistemas, en los cuales se distinguen una primera fase contingente e impredecible y una segunda fase de recuperación relativamente predecible y determinista.

Así pues, por un lado existe un componente contingente y catastrófico, que corresponde a la propia extinción en masa. En este intervalo, la evolución tomó direcciones que eran imprevisibles. Los rasgos y características de las especies que conferían resistencia a la extinción en los períodos normales fueron inoperantes, a excepción de aquellas especies que tenían un amplio rango de distribución geográfica.

Algo similar podríamos decir que ha pasado con las sociedades humanas.

Lo anterior, porque las extinciones en masa corresponden a procesos multicausales. Más que el agente o agentes causales que desencadenan una extinción en masa, son las condiciones globales inmediatamente anteriores al impacto las que condicionan la evolución posterior del sistema.

Los ecosistemas tropicales y sus pobladores han sido las primeras y más sensibles víctimas de las extinciones en masa, y aquellos que han tardado más en recuperarse (cuando se han recuperado) una vez que han cesado sus efectos.

En el caso de las sociedades humanas es bastante ilustrativo lo que ha pasado y sigue pasando en África Central, Mesoamérica y Sudamérica.

Anotaba que la recuperación posterior a la extinción es un fenómeno relativamente predecible y determinista, pero muy variable en función de los supervivientes regionales de cada extinción.

Por lo tanto, si esa dinámica que marca las grandes extinciones en la historia de la vida del planeta es correcta, en la historia de la humanidad los dinosaurios políticos no necesariamente estarían menos preparados que otras especies de políticos para soportar los efectos de los agentes causales que desencadenaron la extinción en masa. Permanecerán aquellas especies preadaptadas a las nuevas condiciones del entorno. Así, llámense especies de políticos transicionistas, economicistas o transformistas, sólo aquellas especies con las características adecuadas sobrevivirán a la catástrofe.

En nuestro caso, habrá que ver qué supervivientes quedarán después de la crisis que estamos viviendo, para saber si la sociedad humana evolucionará o se extinguirá. No por nada en la evolución de la vida sobre la Tierra, los dinosaurios se transformaron en pájaros.

Sobre metáforas y paradojas en la ciencia

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Reflexionar o analizar el significado que pueden tener o el papel que pueden jugar las metáforas en la elaboración del discurso científico puede ser importante por lo menos por tres razones:

• Porque pueden servir para comprobar si éstas son un instrumento metodológico pertinente en la descripción de algo (es decir, si tienen poder epistémico).
• Porque pueden servir para dar significado a la explicación de algo (es decir si éstas tienen poder explicativo)
• Porque pueden servir para saber si no se trata realmente de un recurso sustitutivo de la explicación y particularmente de la justificación metodológica de una teoría científica determinada.

Dicho en otros términos, porque pueden servir para saber si las metáforas son realmente un instrumento metodológico o un obstáculo epistemológico para entender algo.

Desde la antigüedad es una constante encontrar la presencia de comparaciones imaginadas en el discurso científico (y filosófico), es decir, de metáforas y analogías. Pero, ¿cómo descifrar el significado de esas comparaciones imaginadas en el discurso científico? He ahí la cuestión.

¿Se trata de conceptos metafísicos?
¿Son figuras de la retórica?
O al fin de cuentas, usarlas, ¿arroja algún beneficio?

Y digo esto porque es un hecho que afectan la capacidad de raciocinio, ya se trate de la claridad en el lenguaje, la “objetividad” en el conocimiento o la capacidad de poder diferenciar entre verdad e imaginación.
Umberto Eco en su obra “Semiótica y Filosofía del Lenguaje” (1988) dice:

“Si uno escucha por metáfora todo lo que ha sido predicado sobre ella en el curso de los siglos, tratar sobre la metáfora significa tratar también (y la lista no es exhaustiva) de los símbolos, de los ideogramas, de los modelos, de los arquetipos, de los sueños, de los deseos, de los delirios, de los ritos, de los mitos, de la magia, de la creatividad, de los paradigmas, de los íconos, de las representaciones, así como, evidentemente, del lenguaje, del signo, del significado y del sentido”

¿La metáfora podría ser entonces, la manera idónea de ver de modo inteligible las semejanzas?

¿O de percibir, visto desde otro ángulo, lo que está en juego en los fundamentos del conocimiento?

Yo en particular me inclino a pensar que la importancia de la metáfora, entendida desde luego como comparación imaginada, reside en el papel que juega en el fundamento de todo conocimiento. Importancia tal vez tan grande como el papel que juegan las paradojas cuando tratamos de discernir cómo se produce el conocimiento científico.

Etienne Klein en su obra “Conversaciones con la Esfinge” (1994) dice a propósito de las paradojas lo siguiente:

“La ciencia se apoya, no hay que olvidarlo, en el carácter abierto de la aventura que permite la puesta en cuestión de sus propias estructuras de pensamiento. Las paradojas son parte integrante de su método. Entonces no hay que ver en ellas como si se trataran de simples accidentes en el camino que con mayor atención o de cuidado se pudiera sistemáticamente evitarlas. La paradoja está consubstancialmente ligada a la ciencia y a lo que la fundamenta. Es ésta la que dialectiza la razón ortodoxa, liberándola de los hábitos de pensamiento… Lejos de ser monstruos estorbosos que hay que eliminar o de disimular, las paradojas son en realidad el combustible del progreso científico. La verdad en ciencia es casi siempre una paradoja superada o un error rectificado”.

Yo creo, pues, que en la ciencia las metáforas juegas un papel tan importante como el de las paradojas, porque sin ellas las paradojas serían menos visibles, es decir, las metáforas ayudan a encontrarlas, son una especie de cristal para mirarlas.

Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con ellas porque suelen ser engañosas y en muchos casos hasta destructivas para el avance del conocimiento científico.

A mí en particular me han ayudado a buscar y a encontrar las respuestas dadas por diferentes autores a problemas importantes en mi campo de estudio, la biología evolutiva, y en particular en el análisis de teorías que tratan de explicar el problema fundamental de esta ciencia, el de cómo conciliar dos ideas: la idea de orden y la idea de evolución, o de la unidad y diversidad del mundo viviente, o de la continuidad y cambio de la vida, que no es otra cosa que el problema, viejo problema, de cómo conciliar la idea de estabilidad de las leyes de la naturaleza (mayor postulado de la llamada objetividad científica) con la idea de la evolución o cualidad de cambiar del mundo.

Sobre el optimismo

Frame de la película Infierno

Artículo sobre el optimismo escrito en honor al 125 aniversario del nacimiento de Vicente Lombardo Toledano

¿Si Vicente Lombardo Toledano hubiera vivido nuestros tiempos, seguiría siendo un hombre optimista como lo fue en sus tiempos?

Obviamente la respuesta sólo se puede responder indirectamente o, mejor dicho, cargada de especulación pero, dada la experiencia que he adquirido a lo largo de muchos años de estudio de las evidencias históricas de la evolución de la vida en nuestro planeta, puedo hacer un ejercicio mental que me de algunas claves para elaborar una respuesta fundamentada.

Acudiendo no a lo que dijo Vicente Lombardo Toledano sobre el futuro sino a su particular sentido del humor que era, dicho sea, muy fino y agudo, me quiero plantear el siguiente escenario:

Si yo le hiciera ver a Vicente Lombardo Toledano tres películas y le pidiera escoger aquella en que se reflejara mejor el momento que estamos viviendo, ¿cuál de las tres escogería?

La primera sería “El infierno”, dirigida por el realizador mexicano Luis Estrada, que trata sobre la llamada “guerra contra el narco”, que muy bien se podría llamar también “50,000” y no precisamente pesos.

La segunda sería “Presunto culpable”, dirigida por el profesor Roberto Hernández, que trata sobre las vicisitudes judiciales y procesales de un hombre falsamente acusado, que igual podría llamarse “justicia mexicana”.

Y la tercera sería “La cena de los tontos”, en cualquiera de sus versiones, aunque la primera la dirigió el realizador francés Francis Veber, que trata sobre el nivel de banalidad en el que ha caído la sociedad actual.

Estoy casi seguro que Vicente Lombardo Toledano se decantaría por la tercera opción, pues refleja de maravilla el nivel de mediocridad en el que vivimos aquí, en Francia o en cualquier otro lugar del mundo.

El optimismo ante la situación actual

Pero permítanme ahora argumentar si todavía cabe la posibilidad de, ante este panorama, seguir teniendo optimismo.

Para ello me voy a permitir utilizar un recurso metodológico muy socorrido a la hora de proponer grandes soluciones a los problemas de siempre como las que utilizan los gobiernos actuales para, según ellos, ejemplificar sus sesudos análisis, el de la analogía.

La discusión actual acerca del origen de los seres humanos nos dice, independientemente de cuántas especies y cuándo salieron de África, cuna de la humanidad, que tras millones de años de evolución, una de esas especies dio lugar al Homo sapiens, nosotros, y la clave para entender ese proceso fue el desarrollo de su cerebro y con él el de la cultura y el lenguaje humanos. Esto ocurrió con la aparición de las primeras manifestaciones artísticas y la conciencia de sí mismo, hace apenas entre 60,000 y 30,000 años, que produjeron el llamado pensamiento simbólico, el cual tuvo una incubación de más de 50,000 años, marcado por la última gran transformación del cerebro. Esta transformación consistió en un refinamiento de las asimetrías entre los hemicerebros izquierdo y derecho y, consecuentemente, un refinamiento en las especializaciones funcionales de cada mitad del mismo.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el optimismo? Desde mi perspectiva lo siguiente:

Las utopías están en desuso, pero recordemos a Tomás Moro, autor del término hace cinco siglos:

“No paréceme menos cierto, amigo Moro —ya que quiero deciros lo que encierra mi espíritu- que doquiera donde mídase todo por el dinero, no se podrá conseguir que en el Estado imperen la justicia y la prosperidad”.

El “Estado de bienestar” que tanto presumió Europa se ha convertido en “Estado de malestar”, si no, véase el llamado movimiento de los chalecos amarillos.

El desarrollo sustentable que nos iba a llevar a un equilibrio con la naturaleza no es tal, si no, véanse los resultados de las cumbres sobre el medio ambiente.

La revolución científico-técnica que nos iba a llevar a la solución de todos los problemas de la humanidad sólo ha traído desolación, si no, véanse las grandes catástrofes naturales y las nuevas y viejas enfermedades producto de la sobrepoblación y la pobreza.

Creo que la única o tal vez la última, no lo sé, oportunidad que nos queda para ser optimistas y honrar a Vicente Lombardo Toledano, uno de los seres humanos más optimistas que he conocido, es apurarnos en avanzar en el conocimiento de cómo funciona ese peculiar órgano que llevamos en la cabeza, el cerebro, para enfocar de un nuevo modo nuestra conducta y cambiar nuestra actual visión del mundo.

Optimismo y neurobiología

Gracias al desarrollo tan grande que ha tenido la neurobiología en las dos últimas décadas, se ha aprendido mucho acerca de cómo, por ejemplo, la luz, el sonido, la temperatura, la resistencia y las impresiones químicas recibidas en nuestros órganos sensoriales activan la liberación de transmisores químicos y variedades eléctricas potenciales que llevan las señales, a través de los nervios, hasta el cerebro y otras partes del cuerpo. También se ha aprendido mucho sobre la manera en que los canales neuronales para la transmisión de información se refuerzan para su uso o son reemplazados cuando se han dañado; o también sobre qué neuronas o grupos de neuronas son responsables del proceso de información procedente de un órgano concreto o de un punto medio ambiental; y sobre otras muchas cuestiones referentes a los procesos neuronales.

¿Nos encontramos en este comienzo del siglo XXI, ante la construcción de una nueva cultura que, basada en los conocimientos que aportan las ciencias del cerebro, pueda llegar a conformar un modo nuevo de pensar y de vivir?

Hace unos cuantos años un buen amigo neurólogo, Bruno Estañol, en un artículo publicado en la revista Ludus Vitalis, señalaba que los seres humanos poseemos dos naturalezas, o lo que es lo mismo, una naturaleza doble: una biológica y otra cultural. Nuestra naturaleza biológica es el producto de la evolución biológica de muchos millones de años, la cual está grabada en nuestro genoma. Nuestra naturaleza cultural es el resultado de la evolución cultural, que es el producto de la adquisición y almacenamiento de información extrabiológica, hecha posible gracias al desarrollo de la técnica. Sin embargo, apunta este autor, dicho desarrollo cultural es el producto de una actividad biológica: la actividad del cerebro, y por lo tanto, que existe una relación dialéctica entre las naturalezas biológica y cultural de los seres humanos. Derivada precisamente de esta relación, Estañol comenta que la cultura no ha sido exitosa en la disminución o en el control de los impulsos agresivos de nuestra conducta. Es decir, el ser humano ha utilizado gran parte de los recursos científicos y tecnológicos que ha logrado gracias a su evolución cultural, para la guerra, la agresión y la destrucción. El Homo sapiens no ha podido convertirse en Homo ethicus, por lo menos, diría yo, con el éxito en que lo pudo hacer en Homo creator, para utilizar un término que Vicente Lombardo Toledano empleaba.

Entonces, de acuerdo con otro amigo neurólogo, Francisco Mora, o bien la moral, el razonamiento moral, y los valores morales y las normas que derivan de ellos vienen emanados de Dios, y, por tanto, la teología tiene casi todo que decir, o bien derivan de los seres humanos mismos, de su proceso evolutivo, de su propia biología en intercambio constante con sus culturas, y por tanto, de su propio cerebro y sus códigos de funcionamiento. En este último caso, la ciencia, la neurociencia en particular y la propia filosofía serían las que tendrían la palabra. Los códigos éticos tienen que ver y han nacido del cerebro humano a lo largo de su proceso evolutivo. A la luz del proceso evolutivo no parece que el cerebro se haya construido a lo largo de cientos de millones de años esperando alcanzar, en el hombre, un conocimiento directamente emanado por Dios y filtrado directamente al cerebro sin que éste tenga ninguna participación. El cerebro no trabaja así. Las verdades éticas humanas son producto del funcionamiento del cerebro en el contexto de su relación social con los demás.

Según este autor, que he querido especialmente resaltar por su, diría yo, optimismo entusiasta, se avecina una nueva forma de pensar y entender la conducta humana.

Conclusiones sobre el optimismo

Hoy sabemos que al igual que cambia nuestra piel, nuestro pelo o el conjunto de nuestra cara, también cambia, con el tiempo, nuestro cerebro. Y que son estos cambios cerebrales los que hacen cambiar nuestra conducta, nuestras percepciones y experiencias, nuestras relaciones con los demás, nuestros procesos mentales y hasta nuestra propia conciencia. Todo esto nos llevará claramente a establecer que todos los procesos mentales, incluso los que dan lugar a los más excelsos pensamientos creativos o espirituales, derivan o son operaciones del cerebro.

Sin poder asegurarlo, creo que Vicente Lombardo Toledano se habría adherido a esta última oportunidad de darle al ser humano la posibilidad de ver el futuro del mundo con optimismo.


Imagen de la película Infierno (2010) albergada en IMDB. Película dirigida por Luis Estrada y producida por Bandidos Films, IMCINE,  FOPROCINE, EFICINE, Estudios Churubusco Azteca S.A y Fonca.

El derecho a la cultura debe basarse en el concepto de los derechos humanos

Raúl Gutiérrez Lombardo

El jurista mexicano Elisur Arteaga en su obra Garantías Individuales de 2009, habla de los derechos humanos y la cultura en los siguientes términos:

“La ley y los derechos humanos son un producto de la cultura. Surgen, evolucionan, se incrementan, enriquecen, disminuyen, pierden valor o concluyen con ella. Es la cultura la que da conciencia de su existencia y naturaleza; es la que lleva a exigir su reconocimiento y respeto” (Elisur Arteaga 2009: 22).

No sería exagerado decir entonces que los derechos humanos son una de las aportaciones más importantes al Patrimonio Cultural de la Humanidad, pero extender los derechos humanos a los derechos culturales es un desafío para el propio Derecho pues tiene que resolver un aspecto que está autocontenido.

Durante muchas décadas este tema ha tenido una evolución muy lenta. Los autores de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en el siglo XVIII, no podrían ni imaginar los alcances de lo que ellos llamaron derechos del hombre. Creo que ni siquiera los autores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, emitida apenas en la mitad del Siglo XX, (1948), pudieron pensar en el panorama de los derechos humanos a nivel mundial que tenemos a principios de este siglo XXI. El derecho de las comunidades autóctonas, los derechos de las mujeres, los derechos de aquellos que tienen una preferencia sexual diferente, los derechos ambientales, los derechos relacionados con la Bioética, los derechos de la tercera edad, son algunos ejemplos.

Esta evolución de los derechos humanos nos llama a analizar seriamente la posición de los seres humanos ante su propia humanidad. En esta discusión, podemos ver que se han desarrollado importantes debates sobre la manera en que tenemos que entender al ser humano en cuanto a sus derechos: desde su perspectiva de sujeto individual (que sirve de fundamento a las teorías universalistas o de trato igual para todos) o como parte de una comunidad con sus propias características (como sucede con las teorías que defienden derechos diferenciados).

En la edición de 1991 del Diccionario Jurídico Mexicano, el autor, Jesús Rodríguez, nos proporciona las siguientes definiciones de derechos humanos, derechos individuales y derechos sociales:

“DERECHOS HUMANOS. Es el conjunto de facultades, prerrogativas, libertades y pretensiones de carácter civil, político, económico, social y cultural incluidos los recursos y mecanismos de garantía de todas ellas, que se reconocen al ser humano, considerado individual y colectivamente” (Jesús Rodríguez Rodríguez 1991: 1063).

“DERECHOS INDIVIDUALES. Son las facultades y libertades esenciales e inalienables del hombre, individualmente considerado. También se les denomina hoy día con la expresión “derechos civiles” y en el ordenamiento constitucional mexicano se agrupan bajo el rubro de “garantías individuales” (Jesús Rodríguez Rodríguez 1991: 1066). 2

“DERECHOS SOCIALES. Son las prerrogativas y pretensiones de carácter económico, social y cultural, reconocidas al ser humano, individual o colectivamente considerados. Hoy en día se les designa generalmente con el término “derechos económicos, sociales y culturales” (Jesús Rodríguez Rodríguez 1991: 1068).

Estos últimos son entonces la base para desarrollar el análisis de los derechos culturales como derechos humanos.

La primera razón se fundamenta en el alcance que permite, en el ámbito individual, la opción del concepto de derechos humanos, ya que los mismos se consideran compartidos por todos los seres humanos. Luigi Ferrajoli, en su libro Los fundamentos de los derechos fundamentales de 2009, trata de clasificar las diversas prerrogativas legales del ser humano en los siguientes términos:

“a) los derechos humanos, que pertenecen a todas las personas en cuanto tales, incluso a las que no son ciudadanos no capaces de obrar; b) los derechos civiles, que pertenecen a las personas en tanto capaces de obrar, independientemente de su capacidad de la ciudadanía; c) los derechos públicos que corresponden a las personas en cuanto a ciudadanos, independientemente de su capacidad de obrar; y d) los derechos políticos, que corresponden a las personas que sean tanto ciudadanos como capaces de obrar” (Luigi Farrajoli 2009: 293).

José René Olivos, en su obra Los derechos humanos y sus garantías de 2011, en una argumentación para fortalecer la tesis de la supremacía de los derechos fundamentales como concepto, nos ofrece una base para reafirmar la importancia de entender los derechos culturales como derechos humanos:

“Las fronteras conceptuales de los derechos humanos son menos precisas que las que tienen los derechos fundamentales. Quizá por esa razón es por la que sobre los derechos humanos han escrito muchas páginas (algunas muy buenas) los sociólogos, los economistas, los politólogos, los filósofos, etcétera, pero sobre los derechos fundamentales –hasta donde tengo noticias – generalmente escriben los juristas” (José René Olivos 2011: 9 y 28-31).

Asimismo, podemos encontrar un criterio adoptado por la comunidad internacional de refrendar el respeto a los derechos humanos como único límite para el desarrollo de los derechos culturales. Es el principio que a decir de la Convención de la UNESCO sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, (2005), debe regir la vida cultural de los Estados y que se contiene en el artículo segundo del mencionado instrumento internacional, mismo que no solo está enunciado sino también explicado a partir de la dinámica de la vida actual, cuyo texto es el siguiente:

Principio de respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

“Sólo se podrá proteger y promover la diversidad cultural si se garantizan los derechos humanos y las libertades fundamentales como la libertad de expresión, información y comunicación, así 3

como la posibilidad de que las personas escojan sus expresiones culturales. Nadie podrá involucrar las disposiciones de la presente Convención para atentar contra los derechos humanos y las libertades fundamentales proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y garantizados por el derecho internacional, o para limitar su ámbito de aplicación”.

A partir de estas consideraciones sobre la naturaleza y alcances de los derechos culturales, se entiende por qué deben basarse en el concepto de los derechos humanos, que resultan ser más congruentes con las definiciones de garantías o derechos fundamentales.

Así, el concepto de derechos humanos ha sufrido una larga evolución transitando de la individualidad en contradicción con el Estado a una demanda social de la que el órgano estatal es o debería ser el principal garante. La idea de los derechos humanos, en su perspectiva de derechos civiles y políticos, perduró por más de 150 años. Hace apenas 50 años no se hablaba de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de una manera tan definida como ahora, de acuerdo con el Pacto Internacional firmado en 1966 y puesto en vigor en 1976. Hoy día ya se habla de nuevas generaciones de derechos humanos e incluso, de nuevas realidades como los derechos reproductivos, los derechos informáticos, los derechos al matrimonio igualitario, los derechos de las personas con alguna discapacidad, y los derechos a formar diferentes tipos de familias.

El aspecto a destacar entonces, es la manera en que los derechos humanos y sociales se han vuelto más específicos, precisamente porque son grupos más diferenciados los que reclaman el reconocimiento a sus prerrogativas.

También podemos encontrar una revisión muy amplia respecto al papel que el Estado juega en la dinámica de los derechos humanos y sociales. En los primeros estadios, los derechos humanos parecen constituirse en la manera en que el ciudadano podría defenderse de los abusos del Estado. Ahora, los derechos humanos y sociales más modernos entienden que el Estado debe volverse el principal obligado y garante de las condiciones que permitan el desarrollo de dichas prerrogativas.

En el ámbito de los derechos culturales en particular, ya se reconoce que no existe un solo derecho de acceso y disfrute a la cultura. La cultura es un hecho y condición humana tan inherente y compleja que no puede agotarse en una sola prerrogativa general. Si algo caracteriza a la cultura es que es un hecho cotidiano y comunitario que se da desde el comienzo de todo ser humano.

Pero, y esto es importante anotarlo, en el caso de nuestro país, hemos experimentado, por ejemplo, el reconocimiento de los derechos culturales de las comunidades indígenas y un concepto general de derecho a la cultura sin que exista una definición clara sobre los mismos, lo cual reduce su posibilidad de aplicación efectiva, o su violación, incluso por el propio Estado.

Lo que sí podemos afirmar es que en las controversias que actualmente se dan no existe un entendimiento integral de la condición humana, pues lo que define nuestro tiempo no es la diferencia sino la riqueza de la diversidad de la existencia humana y de sus testimonios materiales e inmateriales, manifestados en el conocimiento de los fenómenos y las cosas, en la cultura en sí.

BIBLIOGRAFÍA

Arteaga, E. (2009). Garantías individuales. México: Oxford University Press, p. 22.

Ferrajoli, L. (2009). Los fundamentos de los derechos fundamentales. Madrid: Trotta. p. 293.

Olivos, J. R. (2011). Los derechos humanos y sus garantías. México: Porrúa. (2ª ed.), pp. 9 y 28-31.

Rodríguez y Rodríguez, J. (1991). Diccionario jurídico mexicano. Tomo II. México: UNAM. p. 1063, 1066 y 1068.

*Palabras pronunciadas en el homenaje a Vicente Lombardo Toledano con motivo del 125 aniversario de su natalicio en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón de Dolores, CDMX, 16 de julio de 2019.

Vicente Lombardo Toledano y la solidaridad de México con la República Española

Sinaia

Decía Vicente Lombardo Toledano que España es uno de los países más destacados en la historia del mundo, pues un solo hecho le otorga una celebridad que será milenaria: su participación adelantada, decisiva, en la gran empresa de completar el mundo, mediante el descubrimiento de Amé­ rica. Con esa hazaña, el pueblo español aceleró la caída de la Edad Media y abrió de par en par las puertas de los nuevos tiempos. Asimismo, que a lo largo de la historia, España ha sido un manantial inagotable de ideas, de proce­dimientos y de instituciones, que se esparcieron por Europa y llegaron hasta el continente americano.

Vicente Lombardo
Vicente Lombardo Toledano (1894 – 1968)

En 1931, con el advenimiento de la Segunda República, pudo pensarse que la caída del antiguo Imperio permitiría que España entrara a una nueva época de democracia. Pero esa Segunda República, víctima de un liberalismo anárqui­co, vacilante y contradictorio, se mostró ineficaz para reali­zar la tarea renovadora que las circunstancias reclamaban, y con su propia inconsistencia facilitó el ataque alevoso de la reacción feudal y eclesiástica, unida a los enemigos interna­cionales de la libertad y la independencia de todos los pue­blos en ese entonces: el nazifascismo.

En la defensa de su naciente régimen democrático y de su independencia nacional, España se convirtió otra vez en un punto clave de la historia del mundo. La gran guerra contra el nazifascismo comenzó en España, y el pueblo español ganó la gloria de ser la avanzada vigorosa y heroica de todos los pueblos en la lucha contra esa amenaza.

Esa es la razón por la cual la causa de la República Espa­ñola fue considerada como la causa de toda la humanidad progresista; como parte indivisible de la lucha de las nacio­nes partidarias sinceras del progreso, de la libertad y de la convivencia pacífica. En esta razón se apoyaron las Naciones Unidas, durante la guerra y después de la guerra, para condenar al régimen franquista y excluirlo durante muchos años del trato de las naciones libres. Y es que, sin sombra de exageración, debe decirse que España, el pueblo español en lucha contra el fascismo, fue uno de los más valerosos pre­cursores de las Naciones Unidas.

Este cambio por la democracia se retrasaría por más de tres décadas de dictadura militar, pero a partir de la consti­tución de la Junta Democrática de España, conformada en Pa­rís en 1974 por los dirigentes de las principales fuerzas polí­ticas y sociales de España, se iniciarían las negociaciones que propiciaron la llamada transición, que se ha convertido en un ejemplo para muchos otros países que buscan construir un régimen democrático.

En este trabajo quiero repasar algunos hechos sobre el pa­pel que México desempeñó en apoyo a aquella efímera re­ pública y la razón histórica para hacerlo, pues aparte de la solidaridad internacional mostrada por otros pueblos del mundo, al pueblo de México y al pueblo de España los unen lazos económicos, culturales y familiares de prácticamente toda la vida.

No hace falta ponderar aquí lo bueno y lo malo de esa re­lación; se han escrito y dicho muchas cosas al respecto, pero, ¿acaso no es lo natural de toda relación, ya sea pública o pri­vada, encontrar situaciones y sentimientos opuestos, ya se hable de sociedades o de familias?

La historia que voy a contar en este trabajo empieza en 1925, cuando Vicente Lombardo Toledano, dirigente de la Confederación Regional Obrera Mexicana, de México, en ocasión de la Conferencia Internacional del Trabajo celebra­ da en Ginebra, asiste como observador a dicha reunión. Ahí establece relaciones con destacados dirigentes sindicales, entre los que se encontraba Francisco Largo Caballero, de España. Desde entonces nacería una gran amistad entre es­ tos dos luchadores sociales.

Amaro del Rosal, otro dirigente obrero español que cono­ció y devino amigo de Lombardo, narra que en octubre de 1934, a los tres años de creada la Segunda República, el mo­vimiento obrero español se ve obligado a declarar un movi­miento nacional revolucionario que es aplastado y seguido de dos años de una brutal represión.

En ese mismo año, el general Lázaro Cárdenas llega a la Presidencia de la República Mexicana, y Lombardo Toledano dirige el movimiento obrero mexicano, primero como secre­tario general de la CROM Depurada (1933), luego de la CGOCM (1933), y a partir de 1936 de la poderosa CTM. Las organizaciones sindicales mexicanas se solidarizan con la lu­cha del movimiento obrero español y después con la defen­sa de la República Española.

En 1935, después de un viaje por la URSS y otros países de Europa, Lombardo Toledano visita España. Según este mis­mo autor, motiva el viaje de Lombardo a España un senti­miento de solidaridad y un deseo de rendir homenaje a Francisco Largo Caballero que, como consecuencia del movimiento revolucionario de octubre de 1934, se encontraba en la cárcel de Madrid con los demás miembros de la comi­sión ejecutiva de la UGT, entre ellos, el propio Amaro del Ro­ sal. La mayoría de la CE de la UGT, principal responsable del movimiento, estaba en prisión y algunos miembros conde­nados a diversas penas. Los ejecutivos eran los siguientes: Largo Caballero, José Díaz Alor, Pascual Tomás, A. Rosal, Felipe Pretel, W. Carrillo y Carlos Hernández Zancajo. El to­ tal de presos en toda España ascendía a más de treinta mil. Se habían producido varias penas de muerte y fusilamien­tos. Se desarrollaba una campaña internacional a favor de los presos y en defensa de los condenados a muerte. Entre ellos figuraba el gran dirigente de los mineros asturianos, Ramón González Peña.

Narra el autor:

El compañero Lombardo Toledano llega a Madrid y realiza varias visitas especiales a la cárcel para entrevistarse por pro­cedimientos medio clandestinos con el compañero Largo Ca­ballero y demás dirigentes de la UGT. Recordamos, sin retener precisiones, que en una de nuestras reuniones de la CE — que se celebraban todos los jueves— Caballero informó de la visita del compañero Lombardo. Los miembros de la CE gozaban de ciertos privilegios, recibían visitas especiales, individual­ mente o en grupo. En nuestra calidad de presos políticos, las visitas especiales se hacían en un locutorio que permitía estar cerca de los visitantes, separados por una verja que hacía posible el saludo de mano por entre las rejas y la introducción, con mucha frecuencia, de objetos que nos obsequiaban, por lo general, cajas de cigarros y botellas de licores y, por supues­to, materiales de propaganda. Es un hecho curioso. Desde la cárcel se dirigían las organizaciones, a la UGT, al Partido Socialista y a las Juventudes Socialistas. Los dirigentes nacio­nales de estas organizaciones que se encontraban en la cárcel, con la complicidad del director, un connotado masón, hacían posible esa labor de dar continuidad a la acción dirigente.

De las visitas del compañero Lombardo a la cárcel — recuer­da A. del Rosal— retengo un comentario con el compañero de ejecutiva y prisión, Felipe Pretel, sobre la personalidad del dirigente mexicano, de la claridad de su modo de hablar, de su pensamiento, de su madurez política. Él, y quien le acom­pañaba en esta visita, después del saludo general, mantuvie­ron la conversación con el compañero Largo. La verdad es que no retengo en mi mente la imagen del compañero Lombardo en aquellos momentos.

Sin duda Caballero trasmitió a la ejecutiva lo tratado con el dirigente mexicano de la CTM en una de las reuniones forma­ les de la misma, con ampliación en las “informales” en el paseo cotidiano en el patio de recreo de la Quinta Galería de la cárcel de Madrid. Lo que es obvio es que el compañero Lombardo estaba en Madrid para patentizar su solidaridad con las vícti­ mas del movimiento revolucionario de octubre, para expresar que la CTM, el movimiento obrero mexicano, contribuiría decididamente a la campaña internacional en contra de la represión y a favor de los presos y condenados a muerte y a largas penas de prisión.

Luego escribe:

 

En febrero de 1936, la gran victoria del Frente Popular recu­pera la República e impone la libertad de los presos y la rehabilitación de todos los represaliados. El embajador de México, Ramón De Negri, es uno de los diplomáticos que muestra su identificación con el pueblo español en su lucha por la libertad y la democracia, como más tarde lo estaría el coronel Adalberto Tejeda, quien vivió nuestra derrota y la tragedia del éxodo hacia Francia. Por unos días fungirá como embajador del medio millón de refugiados deambulando por las carreteras, pueblos y campos de concentración del sur de Francia, desde un hotel de Perpignan mientras, en París, el embajador de México en Francia, Narciso Bassols, en colabo­ración con el doctor Negrín, presidente del gobierno legal de la República en el exilio, realizaban gestiones y misiones decisivas en ayuda y defensa de los refugiados españoles y en la solución de problemas de la máxima importancia para los intereses de la República. En esos momentos, el gobierno legal de la República Española no tema más apoyo en París que la embajada de México.

El nuevo periodo de libertad y democracia de la República Española recuperada después de la victoria del Frente Popu­lar, en febrero de 1936, no había durado más que cinco meses. El 18 de julio el ejército se subleva en contra de la República y sus instituciones democráticas, iniciándose la terrible guerra civil que duraría hasta marzo de 1939.

Cuando en noviembre de 1936 está en peligro Madrid, cuando más escaseaban las armas y municiones, llega a la capital de España la primera manifestación de solidaridad del pueblo mexicano para con el pueblo español con el envío de unos miles de fusiles. En aquellos días dramáticos de un Madrid asediado por las fuerzas sublevadas, los fusiles de México representaron un alivio y un fortalecimiento de la moral de los combatientes. Los milicianos no dejaban de exclamar: “¡Llegaron los fusiles mexicanos!” No se borra de mi mente la figura quijotesca, alto, delgado, con su barbilla, del que había tenido la responsabilidad de la expedición, un tal José María Arguelles, que después de cumplida su misión, visita el domicilio de la UGT (Fuencarral 93) para transmitimos un mensaje de aliento y solidaridad del compañero Lombar­do Toledano. Al general Cárdenas, al general Ávila Camacho y a Lombardo Toledano, se debía ese gesto del pueblo mexi­cano que tanto significó, psicológicamente, para el pueblo madrileño en los días de angustia de noviembre de 1936, cuando la prensa mundial daba por perdida la capital de España y por vencida la resistencia de la República. José María Argüelles, en nombre de Lombardo Toledano y de la CTM por medio de nuestra estación de Radio UGT , envió un emociona­ do mensaje al pueblo español y a los combatientes.

A partir de entonces, la solidaridad hacia la República Espa­ñola fue permanente. En el editorial de la revista Futuro, que dirigía Vicente Lombardo Toledano, del mes de octubre de 1936, número de homenaje a España, se expresa:

Es necesario hacer un alto en el camino y marcar la situación de España tal como es y que a mostrarla contribuyan repre­sentativos de los grupos aparentemente más alejados, pero unidos todos en el común ideal que encarna el Frente Popular. Así lo hace Futuro en este número y deja oír en sus páginas a favor de la pugna de España de hoy, la voz de altos repre­sentativos de la cultura universal.

También, como secretario general, en representación de la Confederación de Trabajadores de México, envía un “Mensaje al proletariado español”:

Vuestro heroico ejemplo ha logrado lo que hasta hoy los siglos no habían conseguido: la fraternidad entusiasta del pueblo mexicano con el pueblo español. Hace cuatrocientos años, el Estado-Iglesia que prevalecía entre vosotros adquirió, a fuer­za de armas esta región de América, para beneficio de los detentadores de la riqueza de vuestro país, y declaró sus súbditos a los que la habitaban; no hermanos del pueblo español sino individuos sujetos a la autoridad de sus reyes. Desde entonces, el mismo régimen que vosotros padecéis todavía, lo sufrimos intensamente en México hasta hace unas décadas: feudalismo, latifundio, industria paralítica, clero opresor, ejército podrido.

La Revolución Mexicana no ha liquidado aún todo el pasa­ do oprobioso, pero ha elevado a nuestro pueblo ignorante y pobre a la categoría histórica de base y objeto de las institu­ciones públicas, y nos ha enseñado a luchar contra la explota­ción de los hombres y contra los opresores actuales de nuestra nación. Ahora vosotros castigáis en nombre de España y de la América española al enemigo común: al encomendero, al gachupín, al cura rico, al soldado mercenario, al acaparador de la tierra, al industrial sin escrúpulos, al noble, al parásito, al enemigo del bienestar y del progreso. Por estas causas seguimos con enorme interés, con emoción profunda, la gi­antesca lucha en que está empeñado vuestro pueblo, es la suerte de todos la que en España se debate; el porvenir inmediato de la madre y de los hijos; el futuro próximo de los pueblos hermanos. Pero hay algo más que rebasa el problema de la destrucción o del mantenimiento de las formas semifeudales de la vida social en España y en América: la rebelión del ejército español contra un gobierno electo por el pueblo en forma clamorosa y sin precedente, no es sólo una amenaza contra las libertades cívicas que vuestra España ha conquista­ do con grandes sufrimientos en el curso de su larga vida, y contra nuestra democracia incipiente, sino que significa, en esta hora trágica para el destino del mundo, un nuevo avance de la barbarie fascista, una nueva fuerza que se suma a la causa de la violencia, de la tiranía y de la destrucción de los mejores frutos de la civilización humana.

La posición de México se manifestó en todos los campos, entre ellos en el de la diplomacia internacional, en el que el repre­sentante de México en la Liga de las Naciones, señaló con claridad y precisión. En este foro, Narciso Bassols expresó:

Apoyado en sólidas bases jurídicas y de comprensión del problema del gobierno español, pues México ha sufrido en el curso de su historia el azote de cuartelazos antisociales, el gobierno de México definió su política de cooperación mate­rial para con el gobierno legítimo de España, que tenía enfren­te el hecho crudo de una sublevación militar. Esta línea de conducta cae dentro del ejercicio de nuestra soberanía propia y se basta a sí misma por su claro apoyo en el derecho, de tal manera que ni siquiera la examinaríamos en esta tribuna internacional si no fuera porque, como dejamos expuesto, el fenómeno político español ha planteado agudamente la ur­gencia de que, también en este otro aspecto de la actividad natural de la Sociedad de las Naciones, se busquen los medios de lograr la aplicación eficaz de las reglas jurídicas vigentes. México cumple su deber de venir a señalar en esta asamblea la necesidad de evitar el peligro que encarna el hecho de que, en vez de progresar el derecho internacional, se produzcan manifestaciones de retrogradación jurídica.

La solidaridad del movimiento obrero para con la lucha del pueblo español fue expresada principalmente por las accio­nes de la CTM dirigida por Vicente Lombardo Toledano; así, el 10 de septiembre de 1937, el embajador de España en México, doctor Félix Gordón Ordas, en representación del gobierno de la República Española, impuso al secretario general de la CTM la condecoración denominada Encomien­ da de Isabel la Católica, por su lucha a favor del pueblo de España.

El embajador de la España republicana en México expresa este enjuiciamiento ético:

triunfante o derrotada, España se salvará incólume de este naufragio moral. Si triunfante, porque afirmará las normas de una fuerza democrática y salvará la paz del mundo; si derro­tada, porque habrá dado su vida en defensa de la libertad de los pueblos. Y así España sabe ser fiel a sí misma en una época bochornosa de claudicaciones y reverencias ante la fuerza bruta.

El final de la guerra de España, que fue la derrota de la República frente a la fuerza bélica del fascismo internacio­nal, presentó al pueblo español la grave alternativa de decidir entre la continuidad de la lucha hasta el aniquila­ miento (Juan Negrín) o la capitulación (Segismundo Casa­ do), o sea, un acuerdo de cese al fuego y un pacto con Franco. El tomar el segundo camino, dio por resultado la llamada tragedia de Alicante y los campos de concentración, crueles ejemplos del significado de la tiranía y el terror fascistas.

Los campos de concentración en Francia fueron el antece­dente obligado del exilio de los republicanos españoles a los diversos países que expresaron su solidaridad, principal­ mente México, la URSS, Francia, Argentina, Venezuela, Re­ pública Dominicana, Cuba, Chile y Bélgica.

Las gestiones para dar refugio a los españoles en México, principiaron desde 1937: El embajador Daniel Cossío Ville­ gas desde Portugal y por medio del director del Banco de México, Luis Montes de Oca, con apoyo de los que forma­ ron parte de la Casa de España, como Alfonso Reyes, Eduar­ do Villaseñor, Genaro Estrada Jesús Silva Herzog y Manuel Martínez Báez, trajeron a los primeros intelectuales invita­dos a México.

Se creó la Casa de España en México, que fue auspiciada por varias instituciones: la Secretaría de Educación Pública, el Fondo de Cultura Económica, el Banco Nacional de Mé­xico y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Portada de Lombardo, mi abuelo.
Este artículo se corresponde a uno de los capítulos del libro Lombardo, mi abuelo (2009).

En febrero de 1939, antes del final de la guerra, Isidro Fa­bela, representante de México en la Liga de las Naciones, re­ corrió los campos de concentración en Francia para exami­nar las posibilidades de dar ayuda a los que estaban interna­ dos, advirtiendo que ahí estaban hombres de reconocida inteligencia y preparación, con un manifiesto deseo de ir a México.

Pero la firme actitud del gobierno de México, de solidari­dad para con los republicanos de España, tuvo en contra una intensa propaganda llevada a cabo por los periódicos de mayor circulación y de tendencia manifiestamente dere­chista. Por ello, fue necesaria una campaña de orientación acerca del significado y de los beneficios de la inmigración republicana a México. La defensa más firme frente a los ata­ques de la prensa fue la realizada por la Confederación de Trabajadores de México dirigida por Vicente Lombardo To­ledano, en todos los frentes y también por la prensa, por me­ dio del periódico El Popular, que permanentemente orienta­ba sobre la realidad de la llegada de los republicanos espa­ñoles. Con el mismo objetivo se realizaron reuniones en las organizaciones de trabajadores, asociaciones médicas, sin­dicatos de maestros y sociedades de estudiantes.

Las gestiones de los representantes de México en la Liga de las Naciones (Isidro Fabela) y ante el gobierno de Francia (Narciso Bassols), lograron resolver y organizar los viajes de los refugiados republicanos que se encontraban en los cam­pos de concentración de Francia, a través de los esposos Gamboa (Fernando y Susana).

El primer viaje fue el del doctor Juan Negrín y Julio Álva­rez del Vayo, quienes, vía Nueva York y Los Ángeles, viaja­ ron al estado de Sonora para entrevistarse con el presidente Lázaro Cárdenas, llegando a la Ciudad de México el día 7 de junio de 1939.

El día 31 de mayo, llegaron a Veracruz 323 republicanos españoles, entre los cuales llegó el expresidente del Consejo de Ministros del gobierno republicano, José Giral; el técnico agrícola Francisco Julio Roiz, acompañados de muchos pro­fesionistas.

En el mes de mayo de 1939 salió a México la primera expe­dición masiva de los republicanos españoles, que arribó al puerto de Veracruz el día 13 de junio en el buque francés Si­mia, con 1620 pasajeros seleccionados por oficiales españo­les y el embajador mexicano Narciso Bassols, con ayuda de Fernando y Susana Gamboa. El aspecto financiero fue cu­bierto por el Comité de Ayuda a los Refugiados Españoles.

En el puerto de Veracruz se les brindó una recepción en­tusiasta y cariñosa; las organizaciones obreras del puerto — miembros de la CTM— recibieron a los republicanos españo­les tributándoles un cálido homenaje, expresando que Mé­xico no recibía a los exiliados como “náufragos de una tem­pestad”, sino como heroicos luchadores de la democracia.

Magna fue la recepción que las organizaciones obreras, campesinas y pueblo en general tributaron a los refugiados que llegaron a las playas veracruzanas en el vapor Simia. Al bajar a tierra, en medio de los vítores del pueblo, los recibió la comitiva encargada de darles la recepción oficial formada por Ignacio García Téllez, secretario de Gobernación; Vicen­te Lombardo Toledano, secretario general de la Confedera­ción de Trabajadores de México; Alejandro Gómez Magan­da, representante personal del general Lázaro Cárdenas; Fernando Casas Alemán, gobernador del estado; Francisco Trejo, jefe de la Oficina de Población; Vidal Díaz Muñoz, di­ rigente de la CTM en Veracruz; Alejandro Carrillo, de la Universidad Obrera de México, y Rodolfo Piña Soria del comité nacional de la CTM; por la parte española, la comitiva estuvo formada por Juan Negrín, Francisco Méndez Aspe y A. Pu­ che.

Las circunstancias históricas en que este acto tuvo lugar, hacen necesaria la remembranza de los discursos que se pronunciaron en esta recepción. Dijo García Téllez:

Españoles: no os recibimos como náufragos de la persecución dictatorial a quienes misericordiosamente se arroja una tabla de salvación, sino como a defensores aguerridos de la demo­cracia republicana y de la soberanía territorial, que lucharon contra la maquinaria opresora al servicio de la conspiración totalitaria universal; el gobierno y el pueblo de México os reciben como exponentes de la causa imperecedera de las libertades del hombre. Vuestras madres, esposas e hijos, en­contrarán en nuestro suelo un regazo cariñoso y hospitalario. Entráis al hogar que formaron vuestros ancestros para en­ tendernos en el mismo idioma, mezclar nuestra sangre, hacer fructificar los campos y acrecentar la industria, aportando recursos económicos, capacidad técnica y fuerza de trabajo. Los altos valores que representáis en las ciencias y en las letras contribuirán al brillo de la cultura nacional y recogeremos a la vez el ejemplo de la superación de la intelectualidad espa­ñola que puso su patrimonio espiritual al servicio de la Repú­blica.

El mensaje de Alejandro Gómez Maganda, como repre­sentante personal del presidente Lázaro Cárdenas (en ver­sión periodística), es el siguiente:

El propio general Cárdenas lamenta el no haber estado a la llegada del Simia, como fue su deseo. La mejor inmigración que México puede recibir es la española, por unidad espiri­tual, por afinidad, por cultura y lazos de sangre; México no es un país en auge sino un país que se construye con la fe en su propio destino.

Al dar el saludo en nombre del presidente Cárdenas a los refugiados, espero que la solidaridad del pueblo mexicano lleve a sus espíritus angustiados por una guerra injusta y cruel, la tranquilidad y el afecto. El que convivió durante un año y medio la guerra con el heroico pueblo español, está perfectamente seguro de que con sus esfuerzos y trabajo harán un México constructivo, y resolviendo su propio pro­blema coadyuvarán al engrandecimiento de la patria, que tiene fe en un porvenir mejor por la nobleza y voluntad creadora de sus hijos.

A nombre de la Confederación de Trabajadores de México, Vicente Lombardo Toledano, al dar la bienvenida a los republicanos dijo entre otras palabras:

Si el destino histórico nos los entrega, tenemos el deber de recibirlos entusiastamente. La sola presencia de la flor y nata del pueblo español bastará para estimular nuestro empeño, el empeño del pueblo mexicano para alcanzar nuestra inde­pendencia económica y política.

El pueblo y el proletariado los reciben porque sabemos que este es un tesoro en favor de la causa de España, en favor de la causa de México, en favor de la causa de todos los pueblos libres de la tierra, porque la causa de España no se ha perdido. Prometemos, en nombre de un millón de hombres y mujeres que se agrupan en torno a las filas de la CTM, que ningún español republicano será extraño en nuestro país. Ustedes, españoles, forman la vértebra de nuestra raza.

A instancias del público intervino el doctor Juan Negrín, quien dijo:

Los españoles pronto sabrán demostrar que colaborarán con los trabajadores de México, pueblo que no sólo es hermano de sangre, sino que tiene su propia personalidad conjugada con la civilización de una raza autóctona, que aunque no le gusta voltear hacia atrás, en esta ocasión debería detenerse a reconsiderar sobre lo pasado y así darse cuenta de los motivos del triunfo franquista, que no fue motivado sino por la desu­nión, lo cual deben los españoles republicanos tomar en cuenta para cavilar sobre el futuro, cuando piensen reconquistar España, a la que pronto recuperaremos para la democracia.

Al concluir la guerra de España e iniciarse la Segunda Guerra Mundial, se comprendió que los republicanos espa­ñoles trabajarían en México por tiempo indefinido, partici­pando cada vez más en la realidad mexicana.

Las actividades de los refugiados se ubicaron fundamen­talmente en la capital del país; se organizaron asociaciones y se establecieron reconocidos centros de reunión para ali­viar las penalidades del exilio. Cuando el tiempo del exilio aumentaba y la perspectiva del retorno a España disminuía, la actividad de estos centros se fortalecía.

Los republicanos de la clase obrera trabajaron ingresando a los sindicatos de la CTM, o en nuevas empresas creadas con recursos de los propios emigrantes, las que tuvieron éxito material en algunos casos.

Algunos de los académicos españoles contribuyeron a las investigaciones antropológicas de México y de otros países de Latinoamérica; los sabios españoles que más se interesa­ ron por lo mexicano fueron los antropólogos Pere Bosch Gimpera, Juan Comas y Santiago Genovés, quienes al hacer la historia de las civilizaciones prehispánicas, hicieron com­prender que el nacionalismo mexicano parte del sentimien­to hacia el pasado indígena.

En sociología, derecho y humanidades, así como en biolo­gía, física, química y matemáticas, los académicos españoles se integraron al personal docente de las universidades y de los institutos tecnológicos.

También dieron su contribución los intelectuales españo­les en el arte y la literatura, tomando como motivo de inspi­ración el panorama mexicano, ya que sus obras fueron pro­ducto de sus sentimientos frente a lo mexicano.

En la medicina la contribución de los médicos españoles del exilio fue extraordinaria; casi quinientos médicos llega­ ron a México en la inmigración procedentes de las faculta­ des de medicina de las diferentes universidades españolas; muchos de ellos especialistas de prestigio internacional en cardiología, oftalmología, psicología y ginecología, relevan­ tes en México para impulsar su desarrollo científico.

Importantes médicos españoles formaron parte del per­sonal de varias universidades mexicanas y del Instituto Po­litécnico Nacional; otros del personal de los principales hospitales de México y otros trabajaron también fundando pe­queños nosocomios; algunos otros en instituciones especia­ les como el Leprosario.

Fue en la labor editorial donde la inmigración republica­na dio otra de las mayores aportaciones al país. Con la inmi­gración llegaron elementos con la experiencia y la capaci­dad necesarias, con el deseo de continuar ejerciendo su ac­tividad. Al ingresar al Fondo de Cultura Económica trabaja­ ron afanosamente y en poco tiempo llegó a ser una casa edi­torial de gran importancia, publicando obras originales y traducciones en siete ramas académicas y seis colecciones especiales. Los editores españoles, además de cooperar con el Fondo de Cultura Económica, fundaron sus propias editoriales.

La labor periodística del exilio dio principio, primero, con su participación en periódicos y revistas como El Popular y Futuro, en donde destaca la labor fotoperiodística de Paco Mayo y sus hermanos; después, con revistas literarias como España Peregrina, editada por Juan Larrea.

Con el apoyo de Jesús Silva Herzog, quien reunió a un grupo de escritores españoles y mexicanos, se produce la edición de una revista de mayor amplitud. En la dirección se nombró a Larrea y a León Felipe; así, en enero de 1942, nace Cuadernos Americanos. Su consejo editorial se formó con cuatro escritores españoles y seis mexicanos, todos conocidos por su preparación académica.

Los escritores y literatos españoles en el exilio participa­ ron en varias publicaciones literarias periódicas. Unas tra­tando sólo temas españoles como España Peregrina, Litoral y Las Españas; otras fundadas por españoles con colaboracio­nes de mexicanos como Cuadernos Americanos, Romance, El Hijo Pródigo, Tierra Nueva y Taller; otras más fueron en los su­plementos literarios de periódicos diarios.

Fue editado también el periódico Ciencia, que se inició en 1940, fundado por el destacado científico Ignacio Bolívar, cubriendo todos los campos de la ciencia y de la medicina, logrando un merecido prestigio desde su primer número.

A esta España del exilio corresponden los Premios Nobel de Literatura y de Ciencias de Juan Ramón Jiménez (1956) y Severo Ochoa (1959).

Los inmigrantes no sólo fueron los intelectuales, los pro­fesionales y los políticos, sino también trabajadores y técni­cos que llegaron en gran número a partir de 1940, principal­mente valencianos, catalanes y vascos, que formaban el ejército republicano.

Al llegar estos inmigrantes se interesaron en fomentar ac­tividades características de la forma de ser habitual del espa­ñol. Los republicanos españoles, fieles a su identidad nacio­nal y a su situación en el exilio, formaron agrupaciones para fomentar sus relaciones sociales. El lazo de unión de la ac­ción social fue el interés por la cultura española para conservar su identidad. Los sitios clásicos de reunión fueron los cafés.

Otra tendencia para fomentar y fortalecer la identidad es­pañola en la existencia y la mentalidad de la inmigración, con trascendencia hacia las generaciones siguientes, fue la fundación de colegios, sin relación con los llamados “Niños de Morelia”, traídos en plena guerra por iniciativa del presi­dente Cárdenas y su esposa. Las primeras escuelas para los hijos de los inmigrantes fueron el Instituto Luis Vives, la Academia Hispano-Mexicana y el Colegio Madrid, funda­ dos en la Ciudad de México.

En suma, las actividades de la inmigración republicana española en los aspectos intelectual, social y económico se realizaron hallando excelentes soluciones, ayudando al de­sarrollo y al progreso de México.

BIBLIOGRAFÍA

Bassols, Narciso, Cartas. Textos de Humanidades. Colección Educadores

Mexicanos. Edit. UNAM-IPN, México, 1986.

CTAL. Por un mundo mejor. Diario de una organización obrera durante la Segunda Guerra Mundial. Edit. CTAL, México, 1948.

CTM. 1936-1941. Obra documental de los primeros cinco años de la Confedera­ción. Edit. CTM, México, 1941.

Del Rosal, Amaro, Vicente Lombardo Toledano y sus relaciones con el movimiento obrero español. Edit. CEFPSVLT, México, 1980.

Fagen, Patricia W., Transterrados y ciudadanos: Los Republicanos españoles en México. Edit. FCE., México, 1975.

Lombardo Toledano, Vicente, Obra histórico-cmnológica: Tomo II, vols. 2, 3 y 4; Tomo III, vols. del 1 al 10. Edit. CEFPSVLT, México, 1997.

Revista Futuro, México, 1933-1946.

La configuración del ser humano a través de la mitología en la narrativa audiovisual: cine.

Raúl Gutiérrez Lombardo

Hablar de cine como producto cultural o como industria de entretenimiento es insuficiente para explicarlo, pues se ha convertido en algo necesario para ver el mundo. Del cine proceden muchas de nuestras experiencias, conductas y esperanzas. El cine ya forma parte de nuestras vidas.

El cine es aventura, emoción, duda, conocimiento y, como siempre se le ha caracterizado, una máquina para hacer los sueños realidad, aunque sea por un rato.

Cuando uno piensa en cierto tipo de películas, sean éstas con actores reales o animados, de inmediato nos vienen a la memoria monstruos, seres malignos, villanos, pero también héroes, mujeres hermosas, galanes, historias de amor o de profunda tristeza.

En este contexto narrativo, en el cine no podía faltar el elemento fantástico o, si se prefiere, la incorporación de los mitos a la historia, generalmente dramática, que nos cuenta.

Al principio fueron las historias basadas en las grandes tradiciones culturales de la antigüedad cuyas creencias se traducían en dioses, semidioses, castigos y reconciliaciones.

Luego vinieron los monstruos en donde el miedo y la angustia fueron los protagonistas. Le siguieron los seres espeluznantes que nos hacían olvidar por una hora y media las penurias del día a día.

Más tarde llegaron las criaturas producto del mal trato que le damos a nuestro planeta.

A partir de ese momento nos lanzamos a la conquista del universo para no morir sin intentar hacer algo, pero nos topamos con los aliens que nos regresaron a la madre tierra.

¿Y qué pasa ahora?

El miedo y la angustia se están alimentando de ecología y tecnología. El Armagedón viene.

Zombies, epidemias, meteoritos exterminadores, por un lado, y máquinas inteligentes que nos van a remplazar en un futuro cercano.

¿Y qué se necesita para que todo esto salga bien y nos enganche una película? Dinero, sí, buenas historias, sí, buenos actores y directores, sí, pero, sobre todo, como en todo, talento.

portada congreso La Mitología en la Narrativa Audiovisual

La izquierda, o es ética o no es izquierda

En conmemoración del 50 aniversario del fallecimiento de Vicente Lombardo Toledano, reproducimos su discurso “EL CAMINO ESTÁ A LA IZQUIERDA” que pronunció el 23 de julio de 1932 en el Frontón Nacional de la Ciudad de México.1

Al aceptar la invitación que me hizo el Comité Ejecutivo de la Unión Linotipográfica de la República Mexicana, para que comentara ante ustedes y de un modo público el convenio celebrado con la empresa del periódico Excélsior, que dio fin a la huelga decretada en contra de esa misma negociación, no tengo el propósito de hacer ninguna censura a lo realizado por algunos de los compañeros de la Alianza de Artes Gráficas, porque, en primer lugar, no tengo derecho para ello, y porque la censura a los trabajadores debe hacerse dentro de las mismas asociaciones que ellos forman y por quienes tienen derecho a exigir responsabilidades. Tampoco vengo a disertar con la presunción del que pretende dar cátedra. Hablar de derecho industrial o de derecho obrero ante los trabajadores de mi país, no equivale, para mí, a explicar ante mis discípulos en la Facultad de Derecho, cuál es la significación de las normas jurídicas que rigen en nuestra nación las relaciones entre el capital y el trabajo. Existe una diferencia, porque disertar sobre derecho industrial ante estudiantes, es darles por lo menos a conocer una realidad que ellos ignoran. En cambio, hablar de derecho obrero ante los trabajadores que lo están organizando y formando todos los días, ante los verdaderos autores, materiales e intelectuales, de las normas jurídicas que rigen el capital y el trabajo en México; hablar sobre esa materia en el tono de la cátedra, sería de mi parte una presunción inexplicable e injustificada.

Agradezco profundamente, al compañero Gracidas, a todos los miembros del Comité de la Unión y a todos los camaradas de Artes Gráficas, la invitación que se me ha hecho; y a Gracidas especialmente los elogios inmerecidos que acaba de hacer de mi persona. Pero no vengo aquí como maestro, no vengo tampoco como catedrático, vengo sólo como un luchador, como un miembro del proletariado mexicano, a hacer consideraciones al margen del convenio con el cual concluyó la huelga de Excélsior, porque la situación que vive nuestro país en estos momentos es tan interesante para los trabajadores y para todos los hombres que valorizan día a día el proceso de la Revolución Mexicana que vale la pena reunirse, no una vez, sino muchas veces y en público, para debatir como miembros de un país libre, como hombres libres de una nación que respeta el derecho más grande del hombre que es la expresión de la palabra, la situación por la que atraviesa la nación y el derrotero que debe seguir el proletariado organizado frente a la crisis.

Dicho lo anterior, quiero situar, desde luego, la condición del proletariado mexicano con relación a la del proletariado internacional para después referirme concretamente a las características del desenvolvimiento político y social de México en los últimos años.

DECADENCIA DEL RÉGIMEN CAPITALISTA

Aun para los hombres que observan de un modo superficial la situación del mundo, es un hecho indiscutible que el régimen social que surgió en el siglo pasado y que llegó a su apogeo antes de comenzar la Guerra de 1917, es un sistema social que está en decadencia. Es inútil que pretendamos alargarle la vida o suponer que tiene todavía vigor por muchos años el régimen capitalista. Muchos signos elocuentes de descomposición, tanto en el orden político cuanto en el económico y en el moral, nos demuestran que es un régimen caduco, que está dejando su lugar en la historia a un sistema nuevo, gracias a un proceso de inadaptación sociológica, en la misma forma que muchas especies zoológicas han desaparecido en el curso de la historia del planeta porque cambiando las condiciones geográficas, las condiciones físicas del medio, tales especies no pudieron sobrevivir. Y de la misma suerte que surgen en el mundo y desaparecen las especies animales y vegetales, surgen en la historia y desaparecen de ella las especies sociales, los organismos humanos, las sociedades, los regímenes de la vida pública, cumpliendo un ciclo, un periodo vital, para dejar su sitio a otros sistemas de la vida colectiva.

SERVICIOS PRESTADOS POR EL CAPITALISMO

El régimen capitalista cumplió una gran misión que nosotros, principalmente los trabajadores, debemos agradecer profundamente. Sustentado ideológicamente en la doctrina de la libertad económica, de la libertad de comercio, de la libertad de trabajo, de la libertad de la industria, de la libertad de la conducta dedicada a la producción; y en el terreno político en la libertad del individuo, como base y objeto de las instituciones sociales, pudo en muy poco tiempo organizar métodos y crear elementos mecánicos con el fin de comunicar a los hombres entre sí y transformar la industria medieval, exigua, de industria a domicilio, en gran industria. Gracias, pues, a los medios técnicos de la producción y a la fácil comunicación de los pueblos, presididos y cobijados por un ambiente de libertad sin cortapisas, pudieron las naciones acercarse más de lo que estaban, conocerse íntimamente; los hombres, traspasar las fronteras con rapidez; el pensamiento, surcar las distancias más grandes, y el conjunto de la especie humana, convertirse en una sociedad homogénea, aun en sus luchas tradicionales y específicas, que tienden para los que las realizan a vencer el destino de la fatalidad.

Esta nueva faz del mundo reunió a los trabajadores en grupos numerosos bajo el mismo techo, al crear las fábricas hizo nacer en ellos un espíritu de clase que no poseían y provocó el advenimiento de la organización internacional de los asalariados. El régimen capitalista es, en consecuencia, en cierto sentido, la causa del proletariado como factor social y la causa de la organización obrera.

CAUSAS DE LA RUINA DEL RÉGIMEN

Pero independientemente de este servicio prestado a los humildes; independientemente del servicio que las máquinas aplicadas a la propaganda de las ideas humanas, por conducto de las artes gráficas —del libro, de la prensa— han hecho a la cultura, no sólo la misma clase trabajadora, sino la humanidad entera, han tenido que reprochar a los directores de ese régimen social el haber utilizado las condiciones creadas por el proceso histórico, para organizar, para constituir, una casta de privilegiados que, concentrando cada día más el capital, fruto del esfuerzo de las masas trabajadoras, y depositándolo en unas cuantas manos, se convirtió en dueña del mundo. Este proceso de concentración de los capitales, para beneficio de un corto número, de aprovechamiento, del esfuerzo de la humanidad misma; este afán de disfrute exclusivo de una minoría que caracteriza al régimen burgués, ha sido la causa de su ruina; el proletariado, hijo del régimen, lo ha delatado, ha descubierto sus llagas incurables, lo ha combatido como sistema de injusticia y ha propuesto su sustitución por otro más honesto y más humano.

que el año de 1914 señala la apoteosis del régimen burgués. En efecto, esa fecha marcó el punto culminante del movimiento de ascenso del capitalismo. Hasta entonces, los ataques del socialismo organizado, los ataques del proletariado mundial en contra de la burguesía, fuera de las filas obreras tenían pocos adeptos. Se creía que si era verdad en parte, que si era justificada en cierto sentido la censura de las masas de asalariados en contra del régimen, este hecho no merecía la reprobación sistemática de que era víctima, porque  había construido mucho y, sobre todo, porque moralmente no era un sistema que negara en principio las aspiraciones justas y legítimas del género humano.

Pero la guerra no sólo comprobó que la arenga, que la protesta, que la censura socialista, que el llamamiento elocuente de la clase trabajadora a la conciencia de todos los hombres libres del mundo era justificada, sino que demostró a los mismos partidarios indecisos del capitalismo que si en el campo económico la injusticia era un hecho, en el campo espiritual el régimen se había convertido o había provocado una verdadera catástrofe. ¿Quién, después del Tratado de Versalles, que haya tenido una identidad como hombre libre, ha defendido al régimen capitalista? La guerra, como se sabe, no es más que una movilización violenta, un desplazamiento violento de hombres, es decir, un desplazamiento violento del capital que se arroja sobre un mercado que no controla. ¿Quién, después del Tratado de Paz, ha aplaudido o se ha atrevido a sostener el régimen capitalista como bueno? Nadie, absolutamente ningún hombre que sienta en sí mismo la dignidad de la especie humana. Al contrario, la guerra produjo una reacción espiritual tan profunda, conmovió tanto los espíritus, provocó un asco tal en los que ya el régimen, que una literatura copiosa que no cesa, sino que va en aumento, a medida que se ha tenido tiempo para pensar en lo espantoso del conflicto, demuestra que de todos los círculos sociales, de todos los rincones de la Tierra, de todas las tribunas y en todos los países, el grito castigando de una manera implacable al régimen capitalista ha dejado de ser la queja y la admonición de una sola clase social para transformarse en protesta airada del hombre mismo.

NO DEBEMOS PERDER DE VISTA EL CONJUNTO

Tales son las características, principalmente morales, que tiene el periodo que nos ha tocado en suerte vivir. Si nosotros, los miembros de la organización obrera, constituida principalmente para transformar el régimen burgués, no tenemos presente en todos los momentos de nuestra lucha el objetivo, el propósito para el cual nacimos; y si además, olvidamos cuál es el panorama de la Tierra dentro del cual nosotros constituimos un punto, actuaríamos como sonámbulos, lucharíamos alejados de la realidad. Cuando hacemos consideraciones de carácter abstracto, cuando meditamos en los problemas de la hora, cuando analizamos el proceso histórico de Europa, de los Estados Unidos, de la América Latina y del Oriente, no estamos haciendo disertaciones inútiles, disertaciones pueriles, discursos estériles de mitin o conferencias de cátedra; estamos respondiendo a nuestra finalidad, estamos actuando como hombres responsables de la suerte de las masas organizadas para un propósito bien claro. Perder, pues, de vista el panorama general del mundo, olvidarnos de que somos composición del paisaje —si se quiere tomar espectacularmente el proceso histórico—; olvidar que somos parte del rebaño —si se quiere aceptar el vivir de las sociedades humanas como el paso de las muchedumbres a través del tiempo y del espacio—; olvidar que somos actores y no sólo jueces de lo que acontece en el mundo —adoptando una posición más de acuerdo con la realidad— equivaldría a perder la base de nuestra conducta y, al mismo tiempo, el método indicado por la experiencia y por la ciencia, para poder valorizar nuestros propios actos por pequeños que parezcan.

LA REVOLUCIÓN MEXICANA, SU ORIGEN

Y pasando de lo que el mundo es, como aspecto, como panorama, o como ser que vive para propósitos definidos, al estudio de los problemas de nuestro país, ¿qué hallamos en él? ¿Cuáles son las características de nuestro momento? ¿Cuál es la fisonomía de la Revolución Mexicana? ¿Cuál es la balanza que podemos hacer de la situación? Nos interesa a los trabajadores mexicanos organizados hacer este análisis, no sólo porque la realidad mexicana somos sustancialmente nosotros, no sólo porque es nuestro propio hogar el que quizá esté en peligro, sino porque conocida o recordada la situación internacional, tendremos la posibilidad de conducirnos con mayor éxito.

México inició en 1910 una revolución con el objeto de derrocar un régimen político, social, económico y moral que había prevalecido por más de treinta años. En un principio, cuando se oyeron las voces románticas, generosas, suicidas si se quiere, pero limpias y conmovedoras de los precursores del movimiento, allá en el norte, en la frontera con los Estados Unidos, las voces de Ricardo Flores Magón, de Gutiérrez, de Lara y de otros muchos luchadores como éstos cuyos nombres acabo de pronunciar para hacer, en esta asamblea, un homenaje a su recuerdo; cuando además de estas voces autorizadas surgieron en otras regiones del país grupos de hombres armados, que merecieron inmediatamente del gobierno y de la prensa de la época, el mote de ‘bandidos”, porque carecían de tribuna y hasta de posibilidad fisiológica para poder expresar su pensamiento; cuando, al mismo tiempo, se manifestaba la inconformidad con el régimen, de un grupo muy pequeño de intelectuales en la Ciudad de México, tratando de transformar la ideología imperante en los centros más altos de cultura; no sabía el pueblo como masa, como fuerza poseedora de un solo espíritu, qué se quería en concreto con la Revolución. Nuestro movimiento, a diferencia de la Revolución Francesa, a diferencia de la Revolución Rusa, que fueron movimientos organizados, presididos y guiados por intelectuales de gran capacidad, de una excepcional capacidad, fue una acción unánime, vigorosa, pero carente de rumbo preciso. Los grupos pedían lo que necesitaban de inmediato: unos, tierras; otros, mayores salarios; un sector, el de la opinión de más ilustración en el país, libertad cívica, respeto al sufragio, libertad de palabra, libertad de acción. Los lemas se entrecruzaron en los combates; los programas truncos surgieron de todos los pechos en todos los instantes, en todos los momentos de acción, de disputa, de controversia, sin un plan coordinado pero obedeciendo a un sentimiento único de inconformidad con lo pasado. Así se fue organizando la Revolución hasta el momento en que ésta adquirió, gracias al empuje de la clase trabajadora, la característica de un juicio en contra del régimen porfirista y de una valoración del futuro, en el que la clase oprimida habría de ocupa r el primer sitio en la economía del país y en la estimación social.

EL SENTIDO SOCIAL DE LA REVOLUCIÓN

El pacto firmado por la Casa del Obrero Mundial con don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, es el documento que explicará a la posteridad el meollo de la Revolución Mexicana, su sentido profundo, su sentido de la tierra, como diría Nietzsche. Mientras no alcanzó esta expresión social, la Revolución no tuvo trascendencia. Reformar regímenes políticos para el fin de cambiar la técnica de alcanzar los puestos públicos es acometer transformaciones que tienen importancia, como todo paso hacia adelante, que llegan a adquirir el influjo de las transformaciones que significan una subversión total de los regímenes de la vida económica, de los sistemas de la producción material.

Por eso deda que ese famoso pacto, olvidado por muchos y descœ nocido por la mayoría, es el documento que da carácter, que da aspecto teleológico a la Revolución Mexicana. ¿Por qué? Porque en él se expresa de una manera clara, terminante, el deseo de las masas trabajadoras de transformar de raíz el pasado.

La tierra debe ser una institución pública; la tierra no puede ser privilegio de nadie; la tierra debe ser una función sœial. La industria no debe ser profesión libre; la industria debe tender a realizar un beneficio colectivo. Estas ideas centrales del pacto con Carranza, no expresadas en la forma de definición que acabo de emplear, pero contenidas implícitamente en el documento, fueron objeto de una propaganda intensa desde la tribuna de la Casa del Obrero Mundial. Todo el mundo sabe en México que desde los primeros años en que el movimiento obrero se organizó no había un solo miembro de un sindicato, por humilde que fuera, que no supiera bien la doctrina socialista y que no pudiera analizar cualquier momento el valor de los acontecimientos del día. La organización obrera presentaba entonces el aspecto de un ejército integrado por generales, y lo era en realidad, porque todos sus miembros fueron líderes de sí mismos antes que líderes de masas futuras. Cada obrero fue entonces un maestro de la utopía del mañana y un constructor del porvenir. En esas condiciones, no había dudas: los principios eran firmes y la táctica de lucha, clara. ¿Cuál fue esa ideología, cuál fue esa táctica? La ideología fue la aceptación de un régimen social injusto, mejor dicho, la ideol%ía se basaba en el reconocimiento de la injusticia social imperante. Conclusión de este primer postulado: la sustitución del régimen burgués por el régimen socialista. Táctica a emplear: la lucha de clases, la oposición de la clase obrera organizada frente a la clase tesis todavía es, por fortuna, la declaración de principios de las más importantes agrupaciones obreras del país; las constituciones de las asociaciones de sindicatos en México, comienzan con ella. Y consecuentes con la tesis, el principio de la inteligencia internacional de los trabajadores para obrar de consuno en el advenimiento de la nueva vida.

Y mientras esto ocurría con la clase obrera, el proceso de transformación del porfirismo seguía su curso. el ejército porfirista; se organizó por los mismos que habían empuñado las armas un nuevo ejército revolucionario, de hombres oscuros en su mayoría, con algunos elementos de valor, pero sin experiencia política y con deseos, aparentes al menos, de transformar la situación. Estos y otros más fueron ocupando los puestos de dirección y de responsabilidad pública.

LOS HOMBRES DE LA REVOLUCIÓN MENOSPRECIARON EL CONCURSO DEL PROLETARIADO

Durante muchos años la clase obrera no quiso intervenir en la lucha política. de lo que era en el mundo el Estado burgués, desconfiada respecto de lo que puede hacerse desde el gobierno de una nación mientras no se transforme la nación misma en cuanto a sus métodos de trabajo y de conducta, la clase obrera, sin sospechar de los hombres salidos de la Revolución, sospechaba del éxito de esos hombres, porque veía que la estructura del Estado permanecía intacta, que estaba completa la estructura capitalista, y se abstuvo, no quiso intervenir en la política, no quiso compartir los puestos de responsabilidad. Sin embargo, esperaba que los hombres salidos de la Revolución realizaran algún día próximo el propósito intrínseco del movimiento iniciado en 1910. Quería que el sentimiento humanístico que había lanzado a las masas a la lucha se elevara a la categoría de preceptos obligatorios, de normas públicas, de leyes; esperaba que los revolucionarios realizaran la Revolución; que la tesis socialista fuera hecho y no palabra, que el sacrificio floreciera en una organización social nueva y fecunda.

Pero la clase obrera se equivocó. Se empezaron a dar tierras, sí; se empezaron a dictar algunas leyes de protección para los trabajadores, pero hasta ahí nada más. El régimen mismo, el sistema de la vida pública permanecía igual. Entonces un sector de la clase obrera, la CROM, el núcleo más importante del proletariado del país, intentó realizar el esfuerzo por su cuenta. Abandonó la teoría tradicional de la lucha sindical y estableció el principio de la acción múltiple con el propósito de llevar a sus hombres a los puestos públicos, para que ellos, poseyendo la máquina del Estado, pudiesen transformar el viejo régimen, el sistema burgués mexicano. Esa decisión de la CROM creó el Partido Laborista, el cual despertó desde un principio en los militares y en los civiles directores de la cosa pública una serie enorme de suspicacias: ¡La clase obrera mexicana se atrevía o quería gobernar! ¿Cuál era su programa? El programa político de la clase obrera mexicana era y es un programa hermético, unilateral, parcial, socialista. No ser, por tanto, un programa simpático a los ojos de los hombres que no tenían ese punto de vista porque para ellos la sociedad es algo más que la clase trabajadora. A poco andar el tiempo, empezó a levantarse en contra de ese partido de clase la ideología burguesa, la misma ideología liberal del siglo pasado: la sociedad no es sólo la clase trabajadora. Un gobierno debe ser de todos y para todos.

MÚLTIPLES CAUDILLOS Y GOBIERNOS, PERO UN SOLO RÉGIMEN BURGUÉS

No voy a referirme a las contingencias de la lucha política, a los éxitos, a las derrotas, a los fracasos sufridos por el Partido Laborista Mexicano porque esto desviaría indudablemente la atención del auditorio del punto central de mi disertación, y, además, porque me haría perder un tiempo precioso que deseo emplear, sin fatigar demasiado a los compañeros, en analizar la táctica de la lucha obrera frente a los problemas concretos del momento. Pero es necesario decir que aun en la época en que el Partido Laborista tuvo su mayor éxito, durante el gobierno del general Calles, nunca estuvo el gobierno de la República en manos de la clase obrera. Es menester declararlo especialmente ahora, porque en estos días en que se trata de señalar responsabilidades respecto del pasado, con relación a los derechos de la clase trabajadora, se lanza el ataque de que cuando los elementos obreros gobernaban en México, cuando tuvieron el gobierno en sus manos, nada hicieron por la clase trabajadora que decían representar. El régimen del general Calles fue un régimen burgués; el régimen de Carranza fue un régimen burgués; el régimen de Portes Gil fue un régimen burgués; el régimen de don Pascual Ortiz Rubio es un régimen burgués.

Todos los regímenes habidos desde 1910 hasta 1931, es decir, todos los gobiernos de México durante la Revolución han sido gobiernos burgueses. Lo mismo fue el porfirista, lo mismo fue el santanista lo mismo fue el juarista, lo mismo que lo fue la primera junta de gobierno a raíz de la consumación de la Independencia.

Nunca en México, jamás, ha habido un gobierno que no haya sido un gobierno burgués. Naturalmente que hay diferencia entre ellos, pero la diferencia no proviene de su ideología, ni de su estructura; proviene de su forma, cuando más de su intención.

Quede, pues, anotada mi observación de que jamás, en México, ha habido un gobierno socialista y de que nunca la clase obrera ha tenido en sus manos la responsabilidad de la cosa pública. Hemos participado en el gobierno a veces, sí, con el mejor deseo, con el propósito más vehemente de contribuir a la transformación del sistema capitalista, pero sin éxito. También es necesario declarar que hemos fracasado; hemos fracasado probablemente por nuestra ineficacia, probablemente por nuestra falta de preparación; hemos fracasado por muchas causas imputables a nosotros mismos, pero hemos fracasado principalmente porque los hombres de la Revolución, los hombres surgidos de ella que no mantenían el criterio unilateral, proletario, socialista. Fueron hombres que en cuanto llegaron al poder temblaron, vacilaron, dudaron, y para salvar su puesto se abrazaron a la derecha, al árbol burgués, en lugar de abrazarse al árbol de la izquierda, que era el de la causa del trabajador.

La clase obrera mexicana, independientemente de los motivos que han producido su división, sin tomar en cuenta las causas que a veces la separan, se encuentra en la actualidad frente a este problema: la Revolución se inició con dos leyes de garantías para el proletariado, la Ley Agraria y la Ley Obrera, pero no ha avanzado una pulgada después de estos dos primeros pasos. La Revolución hace mucho tiempo que está detenida, y está detenida porque no se hizo de ella un movimiento de transformación ininterrumpido. Fue un movimiento que empezó bien y que por falta de desarrollo, por falta de impulso, por falta de realización de su propósito, se fue esterilizando a sí misma cada vez más, aniquilarse.

HOY COMO HACE CIEN AÑOS

El régimen de los impuestos en México es el mismo de hace cien años: se sigue todavía gravando al productor; todas las contribuciones que se pagan en nuestro país pesan sobre el que trabaja, y este ha sido uno de los puntos de mira más importantes del movimiento obrero mundial. Uno de los primeros postulados de la bandera socialista es la transformación del sistema tributario. Mientras el trabajador, a quien se roba una parte de su esfuerzo dado el régimen actual de la producción, todavía tenga que entregar, en forma de impuesto, una parte más de lo que él mismo ha producido, demuestra que no estamos viviendo dentro de un régimen revolucionario. Los impuestos directos, en cambio, los que gravan los bienes de la comunidad, apenas se han iniciado en forma tímida, puesto que no han llegado a constituir la materia ni la conducta ni la doctrina del poder público.

No hay tampoco, no ha habido un intento por limitar las fortunas. El régimen revolucionario, el régimen socialista, condena la abundancia que existe en unos cuantos junto a la pobreza y la miseria de las masas. Este postulado es un principio viejísimo del proletariado universal y de la clase obrera mexicana y, sin embargo, ¿qué hemos hecho para limitar las fortunas en nuestro país? ¿Qué leyes, qué disposiciones, qué sistemas hemos implantado con el fin de que no se mantenga ese desequilibrio injurioso de la fortuna, de la opulencia de un pequeño grupo frente a la miseria de la mayoría? No sólo no hemos formulado leyes con impuestos severos a las herencias y a las fortunas cuantiosas que el sistema burgués engendra, sino que para las fortunas rápidamente organizadas o adquiridas no hay impedimentos. Por desgracia, aunque hay excepciones, la mayoría de los hombres surgidos de la Revolución están ricos, algunos son millonarios, en contra de la teoría y en contra de la bandera revolucionaria. Tampoco hemos hecho nada en materia de organización de la producción. Vivimos, desde el punto de vista de la producción económica, ya se tome el fruto de la tierra o el de la industria de transformación, en el mismo ambiente de anarquía que hace un siglo. Sigue imperando el criterio liberal, el criterio individualista; se sigue sosteniendo que el dedicarse al comercio, al trabajo o a la industria es un derecho del hombre, un derecho intocable del individuo y no hay cortapisas para esta acción como no sea la de que la profesión elegida debe ser lícita; si no está prohibida por la ley, toda actividad debe ser protegida por el Estado. Pero, refiriéndome a algo más elemental, ¿hemos siquiera intentado, como en otras partes del mundo lo hacen, saber, investigar, estudiar en qué forma viven las industrias en nuestro país? ¿Conocemos, hemos analizado la política social de nuestras industrias, de las industrias ubicadas en la República? No hay ninguna ley, no sólo de orientación de la industria, desde el punto de vista económico y técnico, sino que tampœo existe ley de responsabilidad profesional respecto de los empresarios. Cada quien opera como gusta; algunos al garete, inspirados en su propio interés, en su ignorancia o en su sabiduría. El industrial radicado en México, el representante del capital extranjero que viene a nuestro país, sabe de antemano, o por lo menos llega con esa intención, que México es un país del trópico, un país con grandes perspectivas, como dicen los hombres de negocios, en donde se pueden obtener pingües utilidades. Por eso al venir a México cada quien obra como le place. Nunca se ha investigado, por lo mismo, cuáles son los intereses que en realidad devenga ese capital, cuáles las utilidades que obtiene. Y no obstante que todo mundo sabe que las ganancias de tales empresas han sido a veces fabulosas y excelentes en todo tiempo, el industrial de México es un empresario que siempre se queja de la situación: “el momento es malo, el capital no estamos viviendo sólo por no quebrar; es preciso que el gobierno nos ayude; es menester que la clase trabajadora haga un sacrificio para no perder su fuente de trabajo; es preciso que esta industria, que es la vida del país, se mantenga y prospere, porque, ¿qué harían ustedes los mexicanos sin las industrias que les dan sus salarios? Es urgente salvarlas”. Sin embargo, nosotros, los que tenemos experiencia de lo que es la vida económica de México, los que conocemos muy bien cuál es la sicología de nuestros industriales y cuál es su competencia técnica, de sobra sabemos que estas actitudes plañideras no son más que un ardid oriental para explotar o espantar a los hombres tontos o impreparados. Sabemos muy bien que en México, ante la ausencia de un plan de producción económica, ante la falta de métodos del Estado respecto de la economía nacional, los hombres que se dedican a la industria hacen fortunas enormes, y a veces los más audaces, los individuos con menos escrúpulos, llegan en su actitud hasta a robar a sus propios colaboradores, a los mismos individuos con quienes comparten su éxito.

Y si seguimos analizando, camaradas, qué cosa se ha hecho desde el punto de vista de los intereses de la sociedad, si pasamos lista a las medidas gubernativas tendientes a la transformación del régimen feudal, porfirista, capitalista y burgués, tendremos que llegar a la conclusión de que ese régimen, según lo he afirmado y repetido varias veces, permanece de pie, íntegro, completo. Y si la Revolución Mexicana hecha para transformar el régimen porfirista no lo ha tocado, si los hombres que la representan en el gobierno no sólo no tienen el de*0 de transformar el régimen, sino que aconsejan en momentos de crisis como el actual, orden, espera, paz, limitación de peticiones, espíritu de sacrificio, ¿qué pensar? ¿Cuál es el porvenir de la Revolución? Y si, por añadidura, tomamos en cuenta el desbordante y casi incontenible propósito de los Unidos de Norteamérica, después de la guerra, de apoderarse de la América Latina para su expansión económica y espiritual, y si no olvidamos que somos la primera fracción de ese mercado, tenemos que preguntamos con desconsuelo cuál es el porvenir de la Revolución. Gobernantes que no tienen el deseo de transformar el régimen burgués, capitalistas yanquis que tienen el propósito de adueñarse económica y espiritualmente de nuestro país, esta es la realidad, esta es la verdadera situación mexicana. Quien quiera negar el hecho, miente. Es muy triste, es muy doloroso confesarlo; pero es cierto. Todo mexicano bien nacido, sea reaccionario, revolucionario, socialista, católico o protestante, tiene que lamentar que nuestro país tenga un porvenir, cuando menos en este momento, bien oscuro. Mis palabras, pues, no deben tomarse como censura a los gobernantes actuales; no me interesan las personas que están en los puestos públicos, ni hoy ni antes me han importado las personas físicas, algunas de ellas amigas mías, pues los problemas del proletariado y los problemas ideológicos nunca los he resuelto a la luz de la amistad de nadie ni a la luz de la enemistad de ninguno, como creo que el proletariado mexicano debe hacerlo también. El proletariado debe resolver sus problemas exclusivamente con ayuda de las ideas que el proletariado sostiene. Por este motivo, no me refiero a los hombres que ocupan los puestos públicos; no valen nada, como tampoco nosotros valemos nada; ni ellos ni nosotros valemos nada para el país si tratamos de hacer una valoración de la estructura de la sociedad mexicana. Somos valores tránsfugas, ellos y nosotros, porque somos mortales; lo único que perdura a través del tiempo

es la ideología, es la actitud que los hombres deciden tener frente al destino. Ellos tienen, por supuesto, una responsabilidad, y nosotros la nuestra; el tiempo nos la habrá de exigir. Lo que debemos ver, en consecuencia, es lo que ha sobrevivido de la Revolución, lo que ha sobrevivido del porfirismo y lo que puede vivir en el futuro, de una y de otro, dada la situación presente. La balanza es desconsoladora, y si esta es, repito, la realidad, ¿cuál debe ser el papel del proletariado mexicano? Camaradas, ¿cuál debe ser nuestra actitud? En estos tiempos de crisis, se dice que es menester hacer sacrificios; que es preciso que todos los mexicanos nos unamos como un solo haz, como un “fascio”, según diría Mussolini, con el fin de que con la cooperación de todos y de cada uno la nación se salve. Yo estoy de acuerdo en el princiPio, estoy de acuerdo en el propósito, sólo que he preguntado constantemente en qué consiste la unión, cuáles deben ser los sacrificios y hacia dónde vamos, y no he hallado respuesta.

LA CAMPAÑA NACIONALISTA

Se realizó hace unos días una manifestación pública de carácter nacionalista. No supongo en sus organizadores mala fe, de ninguna manera; ciertos detalles ingenuos me demuestran la buena fe de ellos, pero se cree que consumiendo “artículos nacionales” se salvará al país, y sobre este error hay otro, que es el de no saber cuáles son los “artículos nacionales”. Se cree que el concepto de nacionalismo es un concepto geográfico o es un concepto sentimental, olvidando que el concepto de nacionalismo económico es un concepto político. ¿Toda industria ubicada en el país es una industria nacional? Sí, dicen ellos. Yo niego. ¿Es industria nacional la organizada con capital mexicano? Por supuesto, se afirma. Yo niego. ¿Cuál es la industria nacional, por tanto? Yo digo que es la que sirve a la nación mexicana. La industria es un servicio público, no es el negocio de don Fulano, ni es tampoco la empresa de don Mengano. No importa tanto que el capital invertido en las industrias de México sea esquimal, ruso, japonés, francés o noruego, cuanto que ese capital se invierta para producir artículos que beneficien al pueblo de México. ¿Por qué hemos de comprar artículos producidos en México si éstos son más caros o de inferior calidad que los extranjeros? Yo, que vivo de un salario, compraré siempre el producto mejor en relación con el dinero que doy por él. Si un vestido de casimir inglés me dura cuatro años y el mexicano me dura un año, haré siempre el sacrificio y compraré casimir inglés; si los zapatos yanquis me duran tres veces más que los zapatos mexicanos, compraré los zapatos yanquis. ¿Por qué tener, pues, un concepto folklórico del nacionalismo? Y es curioso, por otra parte, que protejamos no sólo a las industrias que viven del arancel evitando la fácil competencia extranjera, sino que protejamos a las que no tienen competencia fácil y que sólo por estar en México tienen precios tan altos, casi prohibitivos, que no al alcance de la mayoría del pueblo. El papel, por ejemplo. En México tenemos una fábrica de papel, es nacional el papel, sin embargo, es muy difícil publicar un libro como no sea con la ayuda del gobierno, y somos un pueblo de analfabetos. La lista de ejemplos sería interminable.

Es que ya lo ha cambiado todo el principio socialista; desde luego, el concepto de la producción. No podemos llamar industria nacional, a la ubicada en México; tenemos que llamar industria nacional, repito, a la que sirve al país; si la industria de Noruega sirve al pueblo mexicano, dado el estándar de vida de nuestros trabajadores, la industria nacional será la noruega, no la establecida en México. Si la industria japonesa es una industria que puede, dado el salario de la mayoría de los mexicanos, favorecer al pueblo de México, esa es la industria nacionalista, no es la industria protegida por el arancel y ubicada en México y que beneficia a unos cuantos privilegiados.

Proteger, pues, la industria nacional, la llamada industria nacional, sin modificar el régimen capitalista dentro del cual esa industria vive a sus anchas, no es más que proteger a un grupo de afortunados y aumentar la miseria de las clases trabajadoras. ¿No es monstruoso, compañeros, que los trabajadores del Ingenio de Los Mochis, Sinaloa el primer ingenio del país, o que los trabajadores del Ingenio de Atencingo, el segundo en su género, de la United Sugar Companny y de la Jenkins and Company; no es monstruoso que los camaradas de estos ingenios no puedan comprar un kilo de azúcar que ellos mismos producen, porque el 33 por ciento de su jornal? El azúcar vale treinta centavos kilo y el trabajador gana un peso diario. ¿Esta es una industria nacional? ¿Puede llamarse nacional a esa industria por el solo hecho de estar en México? Y todavía más, para mantener ese precio alto, se queman los cañaverales y se exportan diez mil toneladas de azúcar a Cuba, en donde vale dos centavos el kilo.

He citado algunos ejemplos, porque es preciso llegar al fondo del asunto. No sólo vivimos y seguimos viviendo en el régimen feudal, burgués, porfirista, capitalista descompuesto. Porque aquél fue un régimen burgués típico, neto; el de hoy es un régimen porfirista con la apariencia de un régimen nuevo. ¿Cuál debe ser, vuelvo a preguntar, la actitud de la clase trabajadora? ¿Cómo habremos de salvar la crisis? En la actualidad, cuando una industria está en malas condiciones, apela a los obreros, a su espíritu patriótico: “iMexicanos, es preciso mantener las industrias del país! iTrabajadores, es preciso mantener las fuentes de trabajo! ” Y muchos compañeros creen ingenuamente que concediendo, que accediendo a las demandas de los industriales, se resuelve la crisis. No se resuelve así la crisis, camaradas, porque mientras no transformemos la mentalidad político-social de los directores de las industrias mexicanas; mientras no transformemos la ideología de los responsables del poder público; mientras no hagamos leyes de responsabilidad técnico-económica; mientras no hagamos leyes de impuestos de acuerdo con el interés social; mientras no se corrijan los aranceles; mientras no haya una política social del crédito; mientras no un plan de las comunicaciones, que fomente la producción y no el turismo; mientras no se formule un programa científico de la producción agrícola; en suma, mientras no transformemos el régimen burgués, no será posible que el sacrificio de las masas, casi hambrientas, pueda transformar y salvar a la República. Eso es falso.

LA ORGANIZACIÓN OBRERA NO ES LIGA DE RESIGNACIÓN

Si el movimiento obrero mexicano fuese una sociedad mutualista, yo convengo en que la única actitud posible de la clase trabajadora sería la de la resignación ante lo imposible y ante lo inevitable. Si nuestro propósito al unirnos hubiera sido el de dar una moneda para enterrar a un camarada que fallece; si nuestro objeto hubiese sido el dar otra moneda cuando la mujer de un compañero va a tener un hijo; si nuestro fin hubiese sido el de restar una parte de nuestro salario para entregarla al camarada que enferma; si nuestro fin hubiese sido no transformar el régimen burgués sino vivir lo menos mal dentro de régimen sin intentar tocarlo, yo acepto que la única línea de conducta del proletariado sería la de transigir, transigir, transigir, como el que va a ser fusilado y pide una tregua de unas horas para gustar un poco más de la vida o para emplearlas en la meditación. Pero no hemos nacido sociedad mutualista ni organismo contemplativo. No hemos nacido para incorporarnos en un sistema social organizado por otros y que nosotros tengamos que aceptar como bueno. Hemos nacido, naturalmente, para ir viviendo todos los días, para ir capeando el temporal, como diría un marinero, pero, además, nacimos para transformar, para contribuir a transformar el régimen imperante. Si nosotros no tomamos en esta situación, si olvidamos en todos los momentos de la lucha que el trabajador tiene una doble misión: vivir, pero vivir de tal modo que su vida contribuya a la transformación del régimen capitalista; si lo olvidamos y por nuestro afán de vivir todos los días contribuimos a que el régimen se afiance, en lugar de hacer una labor revolucionaria, sólo habremos hecho una labor de acólitos del régimen capitalista.

EN QUÉ RADICA NUESTRA FUERZA

Muchos se ríen de nosotros, sobre todo nuestros enemigos, los que se sienten ilustrados. “Sí —dicen— cuando oímos hablar a Lombardo Toledano o a cualquier otro de estos directores de las organizaciones obreras, nosotros pensamos que, dado el calor con que se expresan y los anatemas con que señalan la conducta de muchos, la sociedad va a derrumbar. Sin embargo —comentan, con una ironía que quiere ser profunda y sabia— no pasa nada. Son pobres ilusos, románticos, idealistas”. Esto nos dicen, cuando nos califican con bondad. En otras ocasiones, declaran: “Son líderes desprestigiados, fracasados, que quieren vivir de los obreros”. Yo soy quien los compadece; dudan de nuestra fuerza moral, porque ellos no la tienen. Esa gente no tiene fe en el idea l, como nosotros, porque nunca ha tenido un verdadero ideal. Esa gente cree que teniendo el poder público en las manos y el ejército y el dinero, se puede permanecer impunemente en el tiempo y en el espacio, y se equivocan. Nosotros nacimos desarmados y vivimos desarmados; todo el mundo lo sabe. No tenemos poco dinero que oponer a la fortuna de la nación; no administramos el tesoro público. Estamos inermes en el sentido literal del término y pobres por la cuantía de nuestra fortuna metálica, pero en cambio, iqué grande es nuestra fuerza espiritual, qué enorme es nuestro destino, camaradas! Y los que duden todavía de la eficacia del ideal frente a la fuerza aparente de los magnates políticos y de la fuerza contundente de las bayonetas y del poder del dinero, que compra conciencias y hace la felicidad material de algunos hombres, que repasen en su memoria los episodios más grandes de la humanidad. ¿Quiénes han hecho los movimientos que han transformado la ideología y la estructura de los pueblos?

QUIÉNES HAN HECHO LAS REVOLUCIONES EN EL MUNDO

No fueron los hombres calculadores de la situación. Los reformadores, los revolucionarios, los que han subvertido a las sociedades humanas, han sido los que no han tenido más fe que en el valor del ideal. idea, cuando es justa y se ha sentido dentro y se ha lanzado a actuar, traspasa todo, derrumba todo, todo lo allana, adereza todos los caminos, amplía todas las sendas y construye todo lo que es posible y capaz de construir el hombre.

No nos da pena, pues, presentarnos como idealistas, como sostenedores de. utopías frente a un momento de crisis.

Hace unas noches, el 18 de julio, comentaba yo con unos amigos la obra de Juárez. Yo decía que el juarismo está muerto, bien muerto como doctrina política. ¿Quién cree ya en la libertad abstracta del hombre? ¿Quién cree en el individuo como única realidad social? ¿Quién cree en la soberanía de entidades políticas y en la bondad de los frenos y contrafrenos como sistema de gobierno? ¿Qué es, por tanto, lo que sobrevive de la obra de Juárez? Un principio para mí es el único que sobrevive: el reconocimiento del derecho inmanente del pueblo de darse la forma de gobierno que le plazca; esto respecto de la obra jurídica, pero hay algo de Juárez que sobrevivirá eternamente: su ejemplo moral.

La Revolución de Reforma se inició y se desarrolló en condiciones mucho más difíciles que la Revolución maderista. El pueblo siguió a Madero en masa; el pueblo no siguió a Juárez en masa. En un principio el pueblo estaba con los conservadores, como todo el mundo sabe. Un pequeño núcleo de hombres preparados, virtuosos e impasibles, enamorados del ideal, hicieron de la utopía una bandera, la propagaron sin descanso y en el curso de los años el ideal de unos cuantos se convirtió en el ideal de las masas, pero, para llegar a este fin, ¡cuántas veces tuvo Juárez que huir y aun mendigar el pan extranjero! Su obra, por eso sólo, es la obra de un gigante. Lo que Juárez nos enseñó es que la táctica de lucha en los momentos de crisis consiste en no transigir, en no traicionar la causa. Este es el mayor servicio cívico que nos ha hecho el indio de Oaxaca. Por eso, camaradas, no debemos sentimos solos en la consecución del ideal; no compartimos solos la creencia en el poder de la fuerza moral y de los programas que han de salvar a México en el futuro. Por lo menos, en nuestra propia lista de hombres grandes de verdad, tenemos un ejemplo de luchador y de intransigencia espiritual; contamos con un maestro de idealismo.

¡EL CAMINO ESTÁ A LA IZQUIERDA!

¿Cuál debe ser, camaradas, repito una vez más, la conducta del proletariado organizado, si por una parte se ha vuelto a la derecha, que equivale a caminar hacia atrás, y por otra parte nos amenaza el yanqui como nunca y muchos desconfían de la fuerza de los grandes programas? La contestación única, la respuesta única que debe brotar de labios de un miembro consciente y sincero del proletariado mexicano es esta: contribuir vigorosamente, dentro de los medios de táctica de lucha de la clase obrera, a la transformación del régimen burgués. No puede ser otro el camino. Mentira que nosotros podamos vivir y preparar una situación mejor para nuestros hijos si transigimos, si constantemente estamos de acuerdo en las transacciones, y si por mantener el mendrugo de hoy vamos a privarnos hasta de la brizna del pan de mañana. Es mentira, camaradas, es mentira que sigamos un camino claro para el porvenir; es mentira que estemos sobre un camino cierto, sobre un terreno firme si nosotros mismos contribuimos a que las cosas se oscurezcan, a que el horizonte se empañe. ¡El camino, camaradas, está a la izquierda; es el único camino de salvación!

NO SOMOS COMUNISTAS

Todo el mundo sabe que yo no soy comunista, y no soy comunista porque me ligue a los que temen al comunismo; yo no le temo, como no le temo a ninguna idea generosa, a ninguna idea nueva. No soy comunista, como ustedes tampoco, sólo porque creemos que la táctica de lucha del comunismo en México sería una táctica que fracasaría. Sin embargo, yo digo que el camino está a la izquierda, no a la izquierda comunista ni a una izquierda que vamos a inventar: a la izquierda que tenemos impresa, pero olvidada, en los estatutos de nuestros gremios obreros de México. No vamos, pues, a crear nada nuevo, camaradas; no vamos a revelar una cosa desconocida. Es la izquierda con la que nacimos, pero que hemos cambiado en derecha, y sería preferible, para que se acaben las tentaciones, si fuere preciso, desde hoy arrancarnos la derecha para no ser mancos de izquierda.

SIGNIFICACIÓN DEL INFORME DE LA UNIÓN LINOTIPOGRÁFICA

Para concluir, camaradas —no deseo cansar más a la asamblea— ¿qué valor tiene el informe de la Unión Linotipográfica, después de todo lo que he dicho? Los compañeros de la Unión manifestaron su inconformidad con los procedimientos empleados para concluir con la huelga de Excélsior. Lo que yo he inferido del descontento de los componentes de la Unión Linotipográfica es que prefieren que se pierda una huelga, que se llegue al sacrificio de verdad, serio, antes que mancillar los postulados obreros y contribuir a que el régimen burgués se fortalezca y perdure en nuestro país. Por eso la indignación de los compañeros al decir: qué nos sirve obtener cien o más pesos, si ese dinero lo hemos conseguido con base en triquiñuelas de abogado, con base en transacciones de ideología, con base en pasos atrás en el terreno de la ética de lucha preconizada en nuestra Constitución?” Es como si dijese un padre de familia necesitado de alimentos, como sus hijos, ante una suma de dinero que le llevara la hija que salió a la calle: qué me sirve, hija, que mitigues mi hambre y mi sed y la de tus hermanos, si te has prostituido?” Cuando hay gestos como éste de la Unión Linotipográfica; cuando hay gestos como el de los estibadores de Acapulco a quienes se les ha arrebatado su trabajo sólo por pertenecer a la CROM y que vendieron ya sus casas, sus pobres chozas de pescadores, y ayer me decían en una que van a vender una máquina de coser que es lo único que queda en uno de sus hogares, y un bote de remos, para poder seguir luchando, pero que no transigirán con sus derechos legítimos, inatacables; cuando hay gestos como éstos en México, uno debe enorgullecerse, camaradas, de pertenecer al proletariado mexicano.

iEl camino está a la izquierda! El camino consiste en llegar a un régimen mejor que el actual. Yo preferiría que en este momento hubiera un régimen burgués, claro, terminante, definitivo, fuerte; sabríamos siquiera a qué atenernos. No hay peor manera de acabar con el empuje místico de los grandes movimientos populares, que simularlos. Por eso los peores enemigos de los partidos socialistas en el mundo, son los partidos socializantes. No hay peores enemigos del proletariado mexicano que los que se dicen ser amigos de él y no lo son; porque establecen la confusión y la duda y algunos llegan a creer que es bueno transigir y esperar el momento propicio. El único momento propicio para transformar un régimen social es el momento en que se tienen deseos sinceros de hacerlo. No hay otro. Las transformaciones siempre son propicias.

Las esperas, cuando en el ánimo de todos está el anhelo de una transformación, son claudicaciones.

No quiero referirme, camaradas, a la parte técnico-jurídica de este informe. Yo, abogado, no quiero referirme a ese aspecto porque la clase trabajadora tiene algo más importante que hacer que la interpretación de los artículos de las leyes de las leyes llenas de lagunas o de los convenios escri tos. El proletariado mexicano debe tener más fe que en la interpretación casuística y jurídica de las leyes, en la interpretación de la conciencia pública y, al mismo tiempo, en su sentido de responsabilidad revoluciœ naria.

Felicito a la Unión Linotipográfica. Felicito a todas las agrupaciones de la Alianza de Artes Gráficas por mantenerse unidas, independientemente de los criterios que se sostengan frente a su porvenir.

Yo lo único que quisiera es que los camaradas que, al margen de un problema como este, lanzan ataques y hablan de responsabilidades pasadas, futuras y presentes, viesen que por encima de los intereses y equivocaciones de otros está su sentido de responsabilidad de obreros sœialistas. Si eso llegaran a sentir todos y no claudicaran el porvenir sería inmediatamente nuestro, pero, por fortuna, los que claudican son muy pocos.

Yo creo, camaradas, que en el momento mismo en que la clase obrera actúe a la izquierda, desde ese mismo momento empezará, aunque sea tarde, a constituir una realidad la Revolución Mexicana.


  1. Discurso publicado en Revista Futuro No. 10, mayo 1933, pp. 54 – 61; y  reproducido en Obra Histórico Cronológica, T. II, Vol. 3. México: Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.  pp. 173-195.

Donación de la Biblioteca de la Mtra. Marcela Lombardo Otero (1926-2018) al Centro Lombardo

Fotografía de la biblioteca del centro lombardo

Retrato fotográfico de la Matra. Marcela Lombardo Otero
Marcela Lombardo Otero (1926-2018)

El Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, recibió en donación la biblioteca particular de la Mtra. Marcela Lombardo Otero (1926-2018), Directora Emérita de la institución. La biblioteca consta de 4514 libros, sobre temas de arte, educación, política, democracia, imperialismo, mujeres, literatura, historia de México, historia universal, marxismo, movimiento obrero, problemas agrícolas, obras de escritores sobre la vida y obra del Dr. Vicente Lombardo Toledano.

Colección que estará disponible para su consulta y apoyo a usuarios de la biblioteca Vicente Lombardo Toledano.

Más información

Jean Gayon, 1949 – 2018

El pasado 28 de abril falleció el amigo, colega y colaborador entusiasta de la revista Ludus Vitalis. Desde su fundación en 1993, Jean Gayon participó activamente escribiendo artículos memorables para la revista y dictando destacadas conferencias en los coloquios y seminarios convocados por el Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano y el Centro Darwin de Pensamiento Evolucionista. Francia y el mundo entero pierden a uno de los grandes pensadores de la evolución biológica y cultural, y la filosofía de la biología.

Los investigadores de este Centro lamentamos profundamente esta irreparable pérdida y nos solidarizamos con sus seres queridos.

En recuerdo de Jean Gayon, compartimos cinco de sus colaboraciones para Eslabones en el Desarrollo de la Ciencia, dos conferencias y un artículo publicado en Ludus Vitalis y difundido a través de nuestro Blog.

ESLABONES EN EL DESARROLLO DE LA CIENCIA

Técnica y ser humano (2017)

¿Conservadores o transformadores de la naturaleza? (Pág. PDF: 143)

Cultura y evolución (2016)

Evolución cultural: una apreciación general (Pág. PDF: 29)

Senderos de la conservación y de la restauración ecológica. Evaluación crítica y ética (2005)

¿Conservadores o transformadores de la naturaleza? (Pág. PDF: 118)

Del A.D.N. a la humanidad: homenaje a Francisco Ayala (2000)

La crítica nietzscheana a la “lucha por la vida” (Pág. PDF: 63)
Nietzsche el eugenista (Pág. PDF: 80)

Vol. I. Estudios en historia y filosofía de la biología (1999)

What does “darwinism” mean? (Pág. PDF: 184)

I CONGRESO INTERNACIONAL CEDAR-V: EVOLUCIÓN BIOLÓGICA Y CULTURAL. XALAPA (MÉXICO).

¿Se puede todavía hablar de reinos orgánicos? (English)

01/09/2015. 09:00 – 09:30
Replicante: José Antonio Hernanz

El homo duplex de Buffon y sus sucesores. Comentarios en torno al libro “Buffon’s primates” de Jorge Martínez Contreras

03/09/2015. 16:00 – 18:00
Participan: Jean Gayon, Michel Bourdeau, Gustavo Caponi y María Luisa Bacarlett
Coordina: Joao Quartim de Moraes

ARTÍCULO DE LUDUS VITALIS

Cultural evolution: a general appraisal (2005)

¿Qué es el naturalismo metodológico?

Con presentación de Raúl Gutiérrez Lombardo (Entrada del Blog)


Servicio Institucional

Este Centro de Estudios pone a disposición gratuita de instituciones académicas y culturales su sala principal, sala de reuniones y terraza para realizar actividades como conferencias, cursos, coloquios, seminarios, presentaciones de libros y exposiciones.

La sala principal correspondiente al área de lectura de la biblioteca, con capacidad para 80 personas, y una pequeña sala de reuniones con capacidad para 16 personas.

SALA PRINCIPAL

La sala principal cuenta con mesas y sillas para actividades de hasta 40 personas, un vídeo-proyector y dos pantallas. La sala se puede dividir con un biombo acústico para actividades de hasta 20 personas. También se puede preparar la sala para conferencias, despejando el espacio y disponiendo un total de 80 sillas, apoyando la actividad con un equipo de sonido.

La sala principal cuenta con una terraza contigua para convivios.

1. Espacio completo de la Biblioteca del Centro Lombardo Toledano.

2. Disposición para cursos.

3. Disposición para seminarios (con biombo acústico para separar espacios).

4. Disposición para exhibiciones.

5. Disposición Conferencias.

7. Terraza del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.

SALA MARCELA LOMBARDO OTERO

Sala para reuniones y seminarios de un máximo de 16 personas.

6. Sala Marcela Lombardo Otero

Informes: Secretaría
Email: centrolombardo.edu@gmail.com
Teléfonos:  01 55 5661 4679

Marcela Lombardo Otero, 1926 – 2018

Hoy lunes 5 de marzo de 2018, a las 7:00 am, Marcela Lombardo Otero, Directora Emérita de este centro de estudios, dejó de existir. Murió serenamente, sabía que tuvo una vida plena en lo familiar, en lo social y en lo cultural.

Pintura de Federico Silva (1950)

¡Te vamos a extrañar Marcela!

Nació en la Ciudad de México el 20 de marzo de 1926, y falleció el 5 de marzo de 2018, En la ruta de su vida, ha contado con una singular circunstancia, positiva y favorable pero también signo de una responsabilidad: ser hija de Vicente Lombardo Toledano.

Esa circunstancia le ha significado poseer características especiales, determinadas por un ambiente de alta cultura, de respeto y de un ejemplo entrañable y permanente, que le permitió darle a su vida una dirección rectilínea en su devenir y, al mismo tiempo, un sitio elevado para avizorar el mundo de las luchas sociales, con sus contradicciones, sus altibajos, sus manifestaciones y sus perspectivas. Así ha formado sus convicciones y los lineamientos de una militancia conscientemente orientada, activa e insobornable.

Estudió en la Escuela Nacional de Maestros en la cual se tituló como maestra de enseñanza primaria y posteriormente estudió en la Escuela Nacional de Economía de la UNAM.

Desde la creación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano y siendo sus finalidades del rango educativo y cultural, primero como miembro del Consejo Directivo, más tarde como Directora del mismo, así como del Proyecto: Obra Histórico-Cronológica y Obra Temática del Dr. VLT, le ha dado una proyección de dimensiones nacionales e internacionales.

En México ha recibido distinciones otorgadas por Universidades, e instituciones de Educación Superior, Culturales y Gubernamentales así como en el extranjero, destacan:

  • Colegio Nacional de Economistas, A.C. 1991.
  • Grado de Doctor Honoris Causa.
  • Otorgado por la Universidad “Simón Bolívar”, Barranquilla
  • República de Colombia. 1992
  • Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana del Atlántico, A.C. 1992
  • Condecoración “Orden de la Amistad” otorgada por el Gobierno de la República Socialista de Viet Nam.1995.
  • “Orden Académica Simón Bolívar” otorgada por la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla Colombia, 7 de marzo de 1997.
  • Integrante del Consejo Consultivo de la Coordinación Nacional de Comisiones y Representantes Juaristas para los Festejos del Bicentenario del Natalicio de Don Benito Juárez García

Actividades académicas y políticas:

  • Auxiliar de  Vicente  Lombardo  Toledano  en  la Fundación  de  la Federación Sindical Mundial. París. 1945.
  • Auxiliar  de  Vicente  Lombardo Toledano en la visita que hizo  a  la República Socialista de Yugoslavia,  a invitación del mariscal Josip Bros Tito. 1947.
  • Auxiliar  de  Vicente Lombardo Toledano en la visita que hizo  a  la República Popular de Bulgaria a invitación de Georgi Dimitrov. 1947.
  • Auxiliar  de Vicente Lombardo Toledano en la Reunión del Secretariado de la Federación Sindical Mundial, Pekín, China. 1960.
  • I Congreso Latinoamericano sobre el Pensamiento Antiimperialista,
    Managua, Nicaragua. Febrero 18-20 de 1985.
  • Decenio de la Mujer. ONU.
    “La Mujer en la Lucha por la Paz” Nairobi, Kenia. junio 23-27 de 1985.
  • Congreso de Intelectuales por el Futuro Pacífico del Mundo.
    Varsovia, Polonia. Enero 16-19 de 1986.
  • II Congreso de la Unión de Científicos sobre Problemas de la Paz y la Prevención de la Guerra Nuclear. Academia de Ciencias de la URSS. Moscú, URSS. Mayo 27-29 de 1986.
  • Conferencia Científica Internacional “El Gran Octubre y la Actualidad”, Instituto de Marxismo Leninismo, Moscú, URSS. 1987.
  • Segunda Conferencia Nacional de la Mujer Saharaui. República Democrática Popular Saharaui. 1990.
  • La validez de las ideas de Ho Chi Min en la presente era. Conferencia organizada por la UNESCO y la Academia de Ciencias Sociales de Viet Nam en el Centenario de Ho Chi Min en Hanoi, República Socialista de Viet Nam. 1990.
  • Intervención y recepción del Doctorado Post-Mortem a VLT, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. 1994.
  • Co-organizadora, fundadora y dirigente del Movimiento de la Juventud Popular. 1948.
  • Fundadora del Partido Popular en 1948, más tarde Partido Popular Socialista.
  • Organizadora y responsable de Ediciones y de la Librería del Partido Popular.
  • Como dirigente juvenil, fue parte del equipo de trabajo en la comitiva de Vicente Lombardo Toledano en su Campaña Presidencial de 1952.
  • Miembro del Comité Central del Partido Popular Socialista.
  • Miembro de la Dirección Nacional del Comité Central del Partido Popular Socialista. 1993-1994.

Proyección Parlamentaria

Su ruta hacia los cargos de representación popular se inició con las varias ocasiones en que fue postulada para puestos de elección popular, sacando siempre la más alta votación entre sus compañeros postulados en el Distrito Federal.

Fue elegida como Diputada Federal en la L Legislatura (1976-79) en cuya tribuna realizó valiosas intervenciones.

Fue electa, por mayoría, Diputada Federal para la LIV Legislatura (1988-1991) en la que destacó por sus intervenciones en la tribuna.

Destaca por su importancia y por su repercusión nacional, y por haber sido un ejemplo de valor civil en las lides políticas, aquella que, a nombre del Frente Nacional Democrático presentó, en la tribuna del Congreso el 1 de diciembre de 1988, la denuncia del fraude electoral del año de 1988, que llevó a la Presidencia de la República al licenciado Carlos Salinas de Gortari.

La trayectoria política de Marcela Lombardo Otero, después de haber transcurrido con la línea estratégica y táctica creada y dirigida por VLT, con los objetivos y las finalidades de las luchas revolucionarias y con la perspectiva histórica de la Revolución Mexicana, llega a su máxima expresión y significación que tuvo, y tiene aún, el lanzamiento de su candidatura a la Presidencia de la República en el proceso electoral de 1994, por el partido que creó, fundó y dirigió VLT, el Partido Popular Socialista.

Su realización

El conjunto de sus valores y de sus concepciones tanto familiares, educativas y culturales como sus convicciones sociales, políticas e ideológicas, así como su preparación profesional, su capacidad intelectual con su expresión ética y estética, actuando en la dirección de las grandes luchas de otras destacadas mujeres, han logrado que al dar impulso a sus objetivos revolucionarios y al fijar y señalar la trayectoria y la perspectiva de sus más caros anhelos, ella misma ha llegado a su plena realización como mujer, como mujer de su tiempo y de su patria.

Fotografía de Marcela Lombardo Otero con su padre Vicente Lombardo Toledano, en París en 1945, con motivo de la fundación de la Federación Sindical Mundial.
Marcela Lombardo Otero con su padre Vicente Lombardo Toledano, en París en 1945, con motivo de la fundación de la Federación Sindical Mundial.

Fotografía de Marcela Lombardo Otero, siendo candidata a la Presidencia de la República en 1994, con sus siete nietos. De izquierda a derecha Pablo, Rodrigo, Daniela, Natalia, Marcela, Emilio y Diego.
Marcela Lombardo Otero, siendo candidata a la Presidencia de la República en 1994, con sus siete nietos. De izquierda a derecha Pablo, Rodrigo, Daniela, Natalia, Marcela, Emilio y Diego.

¿Qué es el naturalismo metodológico?

Filosóficamente hablando, en la filosofía contemporánea el naturalismo no es una doctrina metafísica. No vivimos más en el mundo de Spinoza o Diderot. No vivimos más en un mundo donde el naturalismo fue un sinónimo del ateísmo y el materialismo. El naturalismo contemporáneo es más una doctrina metodológica que una doctrina ontológica. Su núcleo central es el postulado heurístico que dice que no hay un límite a priori para las explicaciones naturalistas. Por “explicación naturalista”, los modernos filósofos naturalistas se refieren a una explicación que cuente con la ayuda de la más eficiente forma de conocimiento que tenemos hoy a nuestra disposición, una forma de conocimiento inspirada por los métodos y conceptos de la ciencias naturales: la física, la química, la biología. Ser un naturalista hoy significa que uno se adhiere a la idea de que todo lo que existe, incluyendo los estados mentales y los fenómenos sociales, son accesibles a la investigación empírica y a la explicación, no sólo a la interpretación.

Tal actitud metodológica es compatible con doctrinas metafísicas tales como el ateísmo y el materialismo, sin embargo, no necesariamente hay una relación entre el naturalismo metodológico y el metafísico. El naturalismo metodológico es la convicción de que las ciencias humanas y la filosofía deben confiar más de lo que lo hacen en las teorías y métodos de las ciencias naturales para resolver sus propios problemas. Esta es obviamente una preferencia cognitiva, pero también es un asunto empírico. El naturalismo metodológico no es bueno en sí mismo. Es una preferencia heurística que debe ser juzgada sobre la base de sus éxitos empíricos. Esta es la manera, creo, de evaluar apropiadamente los estudios actuales sobre la evolución cultural.

 Artículo completo de Jean Gayon.

Tomado de la revista Ludus Vitalis, vol. XIII, num. 23: 139-150, 2005, en idioma inglés, con el título: Cultural evolution: A general appraisal, escrito por Jean Gayon, Universidad de Paris I, Sorbonne.

A propósito del libro de Daniela Spenser: En combate. La vida de Lombardo Toledano

El libro En combate. La vida de Lombardo Toledano (2018), recientemente publicado en la colección Debate de la editorial Penguin, Random House, que agradezco a la autora su sentida dedicatoria hacia mi persona, a reserva de las variadas reseñas que sin duda se harán sobre el libro, quiero hacer algunos comentarios, resultado de una primera lectura.

  1. Es el primer libro que leo de Vicente Lombardo Toledano que abarca toda su vida en sus diferentes facetas, que consta, por cierto, de 567 páginas, en el cual solo las fuentes bibliográficas corresponden a casi la cuarta parte del texto. Además, son fuentes originales buscadas minuciosamente en instituciones tanto de México como de muchos otros países, incluyendo archivos que en algunos casos estuvieron “clasificados” por las agencias de inteligencia de EEUU y la URSS.
  2. El libro abarca desde el origen de la familia Lombardo en México, en la segunda mitad el siglo XIX, hasta la muerte del biografiado en 1968, fecha que coincide en este 2018 —dicho sea de paso—, con el 50 aniversario de su fallecimiento.
  3. Mi opinión preliminar sobre el libro, que podría tener cierta importancia como reflexión acerca de esta magna obra, es la pregunta sobre el papel que deben tener los juicios de valor en una biografía, porque considero que haciendo eso, estaríamos en una especie de extensión de la falacia naturalista denunciada por Hume en el terreno de la ética, es decir: pasar de los enunciados que se refieren a hechos a las conclusiones en términos de valores. Se podría pensar, incluso, que existe también una falacia historicista, que consistiría en narrar una biografía en términos de hechos y sacar luego conclusiones valorativas (morales). Estoy convencido de que es la historia la que ha de juzgar a Lombardo Toledano que, de hecho, al reconocerlo como un “héroe” de la etapa constructiva de la Revolución Mexicana, ya lo ha hecho, y no los historiadores que, a mi juicio, deben limitarse a exponer los hechos tal y como fueron.

Espero que el libro sea leído por historiadores, politólogos, sociólogos y antropólogos y nos den también sus opiniones.

Raúl Gutiérrez Lombardo.

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