Revista editada desde 1933 a 1946 por el Mtro. Vicente Lombardo Toledano y dedicada a cuestiones económicas, políticas, jurídicas, morales, religiosas y artísticas de México, principalmente, pero también del panorama internacional. La revista Futuro, es una fuente de primera mano, elaborada por la intelectualidad revolucionaria y progresista de la época, con aportaciones de ilustres tales como Xavier Icaza, Verna Carleton, Vicente Sáenz, Víctor Marx, Pablo Picasso, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Blanca Lydia Trejo, Diego Rivera, Herminia Zur Mühlen, Luis Cardoza y Aragón, Klee, entre muchos otros y otras.
Índice y autores:
Notas breves (Pág: 3)
Mensaje al proletariado de los Estados Unidos de Norteamérica (Pág: 5)
El problema religioso (Pág: 7) Editorial Habla Stalin (Pág: 9)
Guerrero y Oaxaca (Pág: 14) Manuel Mesa A Discurso pronunciado en el mitin que tuvo lugar en la Plaza de la Constitución el día 12 de abril de 1936 (Pág: 18) Vicente Lombardo Toledano La derrota del fascismo español en las elecciones del 16 de febrero (Pág: 23) Andrés Iduarte La nueva tiranía de Cuba (Pág: 27) Enrique C. Henríquez
Manuel Mesa A Vicente Lombardo Toledano Andrés Iduarte Enrique C. Henríquez
Descripción:
Revista editada desde 1933 a 1946 por el Mtro. Vicente Lombardo Toledano y dedicada a cuestiones económicas, políticas, jurídicas, morales, religiosas y artísticas de México, principalmente, pero también del panorama internacional. La revista Futuro, es una fuente de primera mano, elaborada por la intelectualidad revolucionaria y progresista de la época, con aportaciones de ilustres tales como Xavier Icaza, Verna Carleton, Vicente Sáenz, Víctor Marx, Pablo Picasso, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Blanca Lydia Trejo, Diego Rivera, Herminia Zur Mühlen, Luis Cardoza y Aragón, Klee, entre muchos otros y otras.
Enrique Othón Díaz Melo nació el 3 de julio de 1903 o 1904[1], en la ciudad de Oaxaca, estado de Oaxaca (México); y falleció el 11 de junio de 1967, en la Ciudad de México. Fue un importante político, militar, cineasta, periodista, escritor y poeta. Se le reconoce como uno de los miembros de la generación del “Medio Siglo”, grupo destacado de intelectuales oaxaqueños, dedicados principalmente a la literatura.
Se dice de Enrique Othón, que recibió su educación básica en el Colegio del Espíritu Santo, dirigido por Carlos Gracida, donde pudo alternar con Fernando Iturribarría. No existen registros claros sobre sus estudios, pero, según los periodistas Néstor Sánchez y Arcelia Yañiz, su educación fue mayormente autodidacta, ya que tuvo que abandonar la escuela para ayudar a su familia, aunque eso no le impidió seguir formándose en las letras.
Como político y militar, Enrique Othón Díaz formó parte del Bloque de Obreros Intelectuales, apoyó el gobierno de Cárdenas y, en 1929, fungió como secretario del grupo Rebeldía, ayudando a su constitución como entidad organizada afiliada a la Confederación de Partidos Socialistas de Oaxaca (CPSO), de tipo marxista. El grupo Rebeldía defendió una mejor educación y el reparto agrario, defendiendo a la clase trabajadora de Oaxaca, luchando contra el abuso del alcohol y por la creación de pequeñas industrias que sirvieran para la rehabilitación de las masas indígenas.
Como educador, Enrique Othón participó como miembro de la Sociedad de Amigos del Libro Mexicano y del Grupo “En Marcha”, y desarrolló labores educativas en el Partido de la Revolución Mexicana y como profesor en la Universidad Obrera, creada y dirigida por el Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Como periodista, de muy joven Enrique Othón se hizo cargo del suplemento dominical del diario El Oaxaqueño, fue uno de los fundadores de la revista 18 de marzo, que sirvió para la comunicación entre Petróleos Mexicanos y sus trabajadores. También fue responsable de la redacción del Boletín del programa Nacional Fronterizo y colaboró con la revista Crisol y en el periódico Nacional.
Como cineasta, Enrique Othón Díaz produjo varios documentales sobre la vida y las costumbres indígenas mexicanas.
Como escritor, Enrique Othón escribió novela, cuento, poesía y teatro. El contenido de su obra siempre tuvo carácter social, denunciando los abusos del poder, las injusticias que los hacendados y los militares cometieron contra el pueblo mexicano y, en especial, contra los indios, obreros y campesinos. Su estilo, se ajustó a lo defendido por el grupo Rebeldía: “un arte sencillo, vigoroso y rebelde”; “una literatura eminentemente socialista y humana que combatiera todos los prejuicios y todos los fanatismos; un arte revolucionario, agitador y orientador”. También retrató la situación educativa y la miseria en la que vivían los maestros rurales en tiempos de la Revolución. En 1931, publicó Canto ingenuo. La escuela rural, en 1933 publicó Madre tierra. Poemas al Ejido, en 1937 publicó Montaña virgen como Protesta. Seis aguafuertes, en 1938 publicó S.F.Z. Escuela. La novela de un maestro, editada por el grupo “En Marcha”, en 1955 publicó Dos poemas y La creciente: comedia dramática en tres actos. Dejó dos novelas inéditas: Alud y La luz viene de lejos.
La renovación social no puede aplazarse impunemente, y es nuestro deber responder al llamado angustioso de la época, constituyéndonos en paladines de la transformación que extiende sus abanicos luminosos en el horizonte magnífico donde apunta una aurora esplendente de justicia social. (Párrafo del Manifiesto del grupo Rebeldía)
Enrique Othón Díaz también escribió ensayo, tratando, sobre todo, la historia y folklore oaxaqueños.
Recordamos a Enrique Othón con uno de los poemas publicado en Dos poemas (1955), y tres dedicatorias al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
ELEGIA DE LAS VOCES OCULTAS…
Fue a la hora en que el mundo con torpeza de niño comienza a perseguir el alba como una mariposa, cuando la noche con sandalias de musgo se arrebujó en tu carne y se durmió en tus huesos con un pesado sueño de plomo y de murciélago.
¡Vivías! Vivías, y sobre tus dos piernas, bajo los arcos audaces de tus cejas, encima del cauce de tu pecho corría bronco y mugiente el río de la vida!…
Mas de pronto tus ojos se llenaron de tierra, zozobraron sus luces, se adelgazó tu voz, se dobló tu coraje y hecho un solo y eterno latido te hundiste en lo insondable como buscando un paréntesis de quietud infinita.
Te fuiste así, sereno y fuerte, inadaptado, en cita prematura con lo que llena la distancia de galaxias y astros a la hora precisa en que la vida iba a madurar sus frutos en tus sienes, a hacer fértil tu abrasada parcela, poderosa angustia, sosegada tu llamada, claro y fecundo tu destino…
Sucumbiste a destiempo, sin soslayar el alba, triste, joven e irrealizado, tan harapo encendido, impetuoso y rebelde…
Te fuiste, buscándolo, señero y melancólico, por los viejos caminos de ceniza y silencio, de palúdica angustia y estelar esperanza que domina la muerte.
¡Cazador de imposibles: ya sólo eres un dardo perdido por rutas desmesuradas de universos. Ya tu sangre es venero fecundando la tierra. Ya sólo eres un canto subterráneo y callado.
Te fuiste cuando apuntaba el alba!…
Y yo, de momento, me quedé como desenraizado, como voluta de humo que de tanto torcerse y retorcerse no tiene ni una lágrima.
Quise agarrarme a lo alto y fue como si quisiera hacerlo de las nubes. Busqué el suelo para apoyarme en él y sólo fue una fuga de materia brindándome el vacío.
Quise gritar pero mi grito corrió a estrellarse en una sorda muralla de granito. Mi pecho se desgarró como una tela de seda envejecida sin ruido, sin sangre y sin alientos…
Fue atroz el puñetazo del destino. Fue el mar metido de golpe entre mi tórax.
Ya asentada la furia de ese oleaje, fuerte y en nave de confianza, iré con tu recuerdo en busca de destinos; será tanta mi fe, que desde hoy, mis ojos irán rastreando al Hombre por todos los caminos inciertos de la tierra, que desde hoy, en ellos, habrá un hervor de lumbre, un tránsito sin tregua de vientos, tormentas y esperanzas…
Por eso a tu llamado viril de última hora, cuando sin terror ni congoja me buscaste en el filo de la tumba para estrechar mi mano en un adiós afirmativo de raíces, tan sólo te respondo con un vasto silencio de montañas, con ímpetu de ríos en crecida, con la pujante fuerza de las savias!…
Y evoco tu figura. Abro como un gajo de flor de amanecer tu niñez y la mía, la que vivimos juntos entre un temblor intermitente de preguntas y un gozo inexpresable de la vida.
Recuerdo ese pasado como recuerda un ciego la ráfaga de luz de una mañana. Cuando nuestros sentidos se abrían en floración consternadora y asombrada; cuando arrojábamos nuestras palabras al caracol de la montaña ara recrearnos con su eco; cuando con anzuelo de gozo, pescábamos estrellas surcando la piel fosforescente de las aguas dormidas en los caños; cuando aprendimos a saborear la miel espesa de la tierra, a paladear raíces, a sorprender las voces sabias y calladas balbuceando en las cenizas de todos los abuelos que tuvimos.
¡Qué inmensidad azul de sueños, de ímpetus, de tierras y montañas!
¡Qué grito lacerante de razas y de siglos latiendo como un feto en nuestra entraña!
¡Qué galope de vida!
¡Qué ardor de arena, de cielo y mar; de galápagos, lagartos y de trópico!
¡Qué tempestad de vida cimbrando los alambres de las venas, batiendo las persianas de las almas, cegando los faros de los ojos!…
¡Qué ansia, qué fiebre, qué avidez! ¡Qué vuelo de pájaros negros en locura! ¡Qué levantarse de osamentas de las tumbas por donde se fueron caminando los ancestros!
¡Qué impotencia de darse y encontrarse! ¡Qué ineptitud de afanes y de fuerzas! ¡Qué insolvencia de voces, qué clamor de banderas, de surcos y esperanzas!
¡Qué condena implacable y calosfriante! ¡Qué fatal perdición desde el instante en que un golpe de mar rompió las amarras de tu barco y de mi nave apenas atracados a la vida n el sereno estuario del vientre de la madre que tú sabes!…
¡Qué avalancha en nosotros de mandatos, paisajes y de razas!
¡Qué golpe insoportable de horizontes! ¡Qué vastedad de vida, de encomiendas, de obra, de muerte prematura y de destinos!…
Por eso nos sabíamos perdidos e impotentes y buscábamos en el magma ardoroso de las copas la fuerza necesaria para soportar el peso de montañas que heredamos; para que las manos pudieran no quemarse con esa carne ardiente de luceros; para engrosar la voz y hacerla varonil y fuerte; para hacer de piedra y argamasa la garganta; para templar el corazón en la fragua quemante de la vida; para que los gritos admonitores de los siglos que irrumpían a toda hora en nuestro pecho, no rompieran las cuerdas vocales como una telaraña y las arterias no estallaran y la voluntad no se quebrara y el peso de nuestro prodigioso y aterrador destino no sellara en sombras la encendida romería del corazón y de la fe a toda hora palpitante y repicador como campana!…
Estábamos perdidos. Perdidos y aturdidos por ese peso descomunal de continentes; perdidos y aturdidos porque fuimos la jaula de los pájaros de todos nuestros bosques, de la esperanza de toda nuestra raza y por haber anclado en ti y en mí la flota de todos los dolores y el llanto sempiterno de los nuestros!…
¡Estábamos perdidos y salvados! Perdidos y salvados por el peso de cielos y montañas, de siglos y más siglos que acabaron por hacernos el corazón convexo y cóncavo para estirarlo en un camino eterno de universos!
Estábamos perdidos y salvados porque se nos metieron dentro las montañas y los soles y los astros y un lloro de milenios y las imprecaciones y las blasfemias y los espantos y las negruras y los ayes y la desesperación y la risa y la bondad y las promesas de la absurda, estéril, grávida y sublime tormenta de la Vidal…
Una raya de luz en sombra de horizonte es ya tu vida. Redimida y limpia llama en alborada preñada de presagios. Rumor de larvas genitrices en la matriz augusta de la tierra.
Te digo ya calmado, seguro de mi mismo: “Hasta muy pronto, hermano!”
Y seas recordado con respeto amoroso porque te fuiste en el fondo de una copa en hora nueva, cuando el Hombre comienza a soslayar la verdad de su destino entre un cortejo de lágrimas del pueblo y entre la gratitud humilde de los tuyos!.
(1948)
Libros dedicados por Enrique Othón al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Para el compañero Vicente Lombardo Toledano, con mis votos sinceros por su completo restablecimiento y mi vieja admiración por su gran obra social revolucionaria. Afectivamente (firmado) E. Othón
Para el maestro Vicente Lombardo Toledano, con mi admiración y mi inquebrantable lealtad y afecto. (Firmado) E. Othón
Para el maestro Vicente Lombardo Toledano, con la sincera inquebrantable estimación de (firmado) E. Othón
Obras ubicadas en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Imagen de Enrique Othón Díaz recuperada de la revista Síntesis Gráfica, dirigida
por Arcelia Yañiz (julio de 1967).
NOTAS:
[1] El año exacto de su nacimiento no está claro. Según el Diccionario de escritores mexicanos nació en 1903, pero según la semblanza escrita por el abogado Manuel Zárate Aquino, nació en 1904.
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web. Si continúas utilizando este sitio asumiremos que estás de acuerdo. Estoy de acuerdoLeer más
Privacy & Cookies Policy
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are as essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.