Aurelio Velázquez nació el 16 de febrero de 1899, en la ciudad de Mérida, estado de Yucatán (México); y murió el 10 de agosto de 1966, en la misma ciudad.
Estudió en el Instituto Literario del Estado, donde acabó el bachillerato en 1918.
Como intelectual, ya desde los 18 años, Aurelio Velázquez se inclinó por la literatura y el periodismo, participando en las tertulias celebradas durante el gobierno de Alvarado, en el café “Ambos Mundos”, y a tenor de la Revolución Mexicana. Esto también le llevó a participar en la revista Tierra, órgano de las Ligas de Resistencia del Partido Socialista del Sureste.
En política, Aurelio Velázquez trabajó en la administración pública estatal y municipal, fue secretario particular del gobernador Felipe Carrillo Puerto, de Álvaro Torre Díaz y otros gobernantes, regidor del Ayuntamiento de Mérida y diputado del Congreso del Estado de Yucatán por el Partido Socialista del Sureste.
Como poeta, la obra de Aurelio Velázquez se caracterizó por una poesía ingenua, sincera y sentimental; desarrollando una vertiente social y otra erótica. En su estilo poético influyó su maestro Leopoldo Lugones y el interés por imprimir musicalidad al verso. Prefirió el soneto tanto en endecasílabos como en alejandrinos. Entre sus aportaciones destacan Ala izquierda, incluida en la Antología de poetas revolucionarios del Prof. Felipe Jiménez de la Rosa, editado por la SEP, La canción del deseo y Los vocablos del ensueño, su último libro conocido.
En 1919, Villaespesa incluyó en el número extraordinario de la revista Cervantes, dedicado a Mérida, a Aurelio Velázquez. También figura en la Antología universal de sonetistas, Libros de los 1001 sonetos, que se publicó en Buenos Aires, Argentina.
Recordamos a Aurelio Velázquez con dos de sus poesías publicadas en Ala izquierda (1935), y una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Poesías de Aurelio Velázquez
BRONCE LITERARIO
Prócer efigie de bronce hierática y sugestiva, el indio anciano a la puerta de la casita descansa.
Las arrugas de su rostro senderos son del esfuerzo de una vida y una raza, estelas de los dolores, huellas que en carne dejaron las zarpas de la desgracia.
El indio anciano medita y en sus pupilas fulguran crepúsculos de agonía, llamaradas de protesta y luceros de esperanza, vía crucis del jornalero que al fin escucha los cantos de la alondra libertaria.
El indio anciano recuerda con terror los viejos tiempos, y piensa que él nunca pudo, ni en los años más lejanos, vibrar al ansia de vida de que hoy se muestran ufanos los jóvenes que a su lado gozan, bregando en la finca, vida y condición de humanos.
El indio anciano se asombra de tantas liberaciones.
Él era esclavo sufrido, él era bestia de carga, sus hijos son hoy felices y jamás serán esclavos.
El indio anciano medita y añora a la compañera que ha muchos años que duerme, calladita, bajo tierra.
Ah, si ella hubiera visto cómo cambiaron las cosas; cómo los indios son libres con los hijos y la esposa!
Ella que al plantel llevaba con devoción el pozole para aliviar el hostigo de las lluvias y los soles, y además la sal de gleba de su amor y su palabra.
Cómo hubiera sonreído y qué alegre exclamación de pájaro alborozado fondera siempre encendida dentro de su corazón!
Y aquel vástago mayor que un día más no volviera, aquel fornido muchacho que un día cayó en la leva y llevaron para el Norte sin decir adiós siquiera.
Pero la Revolución extirpó la odiosa leva. Y el recio bronce sonríe con un destello cordial por esta mágica nueva.
Su nieto aprende a leer y este pensamiento enflora su espíritu en el fervor.
(Continúa en la otra columna)
Cómo goza cuando el niño, contento y en alta voz, sus lecciones deletrea, y cómo estuvo riendo cuando el niño hizo un retrato del abuelo en el cuaderno!
El indio anciano palpita con santa consolación; buen premio para sus penas son las proclamas de hoy.
Libertad para los suyos, libertad y protección que también ellos son gentes.
Prócer efigie de bronce, hierática y sugestiva, el indio anciano a la puerta de la casita descansa.
Las arrugas de su rostro son ya caminos de luz, estelas de una esperanza señales que agrupan hombres bajo un estandarte rojo.
EX PATRÓN
En la plebe reverbera como lumbre de ilusión, la esperanza justiciera de ver mendigo al patrón.
Con harapos, harapiento en el alma y el vestir, con la traza del hambriento y el dolor del infeliz.
Suplicar por el mendrugo que él negara tiempo atrás con su gesto de verdugo y su término procaz.
El patrón, ente ignorante que riquezas heredó, sin saber un solo instante de la mínima labor.
Privilegio de su cuna hecha del lino mejor; su madrina, la fortuna, lo envolvió con su fulgor.
Mas, la vida fue implacable y, en un día socarrón, trocó en miseria incurable el orgullo del patrón.
La sonrisa proletaria ve en la calle al ex-patrón, hacer la búsqueda diaria del mendrugo y del frijol.
Los suyos saben ahora la fatiga del taller, salvo un hijo que atesora profesión de soutener.
El también odia a los ricos hoy que sabe del dolor, los tomaría en añicos a mordidas y a furor.
En un tiempo más que breve fue la realización; la esperanza de la plebe de ver mendigo al patrón.
Dedicatoria de Aurelio Velázquez del Valle al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Velázquez, Aurelio. Ala izquierda: poemas socialistas. México: Imprenta de la Cámara de Diputados, 1935.
Al Sr. Lic. Vicente Lombardo Toledano. Muy atentamente (firmado) Aurelio Velázquez
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Efemérides con fines de difusión cultural e histórica.
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Luis Quintanilla del Valle, también conocido por el seudónimo de Kyn Taniya, nació el 22 de noviembre de 1900, en París (Francia); y falleció el 16 de marzo de 1980. Fue un destacado diplomático, escritor, docente y poeta.
Luis Quintanilla estudió en la Sorbona de París y en la Johns Hopkins University de Baltimore, licenciándose en Letras y doctorándose en Filosofía y Ciencia Política.
Como docente, Luis Quintanilla del Valle ejerció en universidades de los Estados Unidos de América, como la George Washington, Cambridge, Harvard. En México, fue profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Como diplomático, Luis Quintanilla del Valle llegó, en 1921, a tercer secretario en Washington del servicio diplomático, y de ahí fue destinado a la Ciudad de Guatemala, a Río de Janeiro y a París. En 1939, ejerció de ministro consejero y encargado de negocios en Washington. De 1942 a 1945, fue embajador en la URSS, y de Colombia en 1945; ese mismo año también fue delegado en la Conferencia Internacional de la Paz, en San Francisco. Destaca su labor realizada durante el periodo de 1945 a 1958, como representante ante las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA), llegando a presidente del Consejo de 1949 a 1950.
Como literato, Luis Quintanilla perteneció al Movimiento Estridentista. Publicó dos obras de poesía: Avión y Radio. En la primera novela realizó un compendio temático sobre la guerra, la naturaleza, la insensatez del mundo moderno, las emociones del poeta, el amor sensual, y el color y las costumbres de México. Su segundo libro de poesía, Radio, mediante una utilización léxica propia de la ciencia, trató al hombre desde una dimensión cósmica.
Luis Quintanilla del Valle también dirigió El Teatro del Murciélago, basándose en el “Chauve Souris” ruso, pero concibiendo un género nuevo que manifestaba la esencia de México, a través del canto, la música, la danza, la pantomima y la pintura. Aquí se mostraron obras como Juego de los viejitos, Mañanitas, Danza de los moros, Fifís, Aparador, Camiones, Piñatas, Alameda de Santa María, Sones y El cántaro roto.
Se le recuerda también por sus colaboraciones en el diario Novedades, de 1964 a 1980, y por dirigir el Instituto Nacional de la Vivienda, de 1958 a 1964.
Recordamos a Luis Quintanilla del Valle con dos de sus poesías y una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Poesías de Luis Quintanilla del Valle
ESTADIO a José Vasconcelos
Herradura desprendida de un Pegaso gigantesco.
Pabellones al viento.
Las banderas flameantes gritan “hurrahs” tricolores
que empapan de luz el ambiente
Hip! Hip!
80,000 personas,
ochenta mil,
con una sola idea, con una sola alma que las cubre
como enorme toldo negro.
¡Hurrah! ¡Rah! ¡Rah!
Gritos de combate.
Gritos rojos de los equipos vencedores.
Gritos negros de los músculos vencidos.
Es la fiesta del cuerpo multiplicado por aire, multiplicado por sol.
80,000 personas con alma infantil
juegan mentalmente a la pelota con los cuerpos elásticos
de los atletas de hule “made in Central America”.
Y el juez que es poeta académico
tendrá que descalificar al campeón olímpico
por haber lanzado tan alto el disco de oro del sol.
Juegos olímpicos,
para los niños dioses.
¿Cuándo acabará el Marathon de los siglos?
Aquellos corredores agonizantes,
quizás vengan de muy lejos,
quizás vengan de otros mundos
Hay uno,
rubio,
que parece haber llegado esta misma mañana
por el frágil puente de rayos que ha tendido el sol
Hay otro,
moreno,
que el trampolín lanzó más allá de las gradas
y pronto enloqueció de azul al perderse en el espacio.
Cuba,
Guatemala,
y México.
Hermanos centroamericanos.
Estas piernas dinámicas, estos muslos tendidos,
son columnas de los templos robustos de marina.
Cada corredor es una antorcha,
¡Rápido! ¡Siempre más rápido!
aunque reviente el corazón y se rompan los frenos odiosos
de todos los records.
Pechos palpitantes que se abren paso cantando,
como las balas.
Yo revisaré todos los cronómetros para registrar el momento.
Y luego, ¡a brincar!
Salirse de su atmósfera como los gritos y los cometas,
con rojas cabelleras incendiadas,
rozando mundos nuevos.
RUMBOS NUEVOS.
Brincar sobre el trópico. Brincar sobre el mar.
Brincar sobre el tiempo.
¡Vivir! ¡Vivir! ¡Vivir!
México, octubre de 1926
TODA ELLA
A Berta Singerman
Ojos.
Ojos en éxtasis, turbios y embriagantes como ajenjo,
el ajenjo volátil de su verde túnica de humo.
Alma.
Alma quintaescenciada que perfuma y refresca los cuerpos,
los cuerpos regados por su titilante rocío espiritual.
Boca.
Boca entreabierta y trémula que dice frases etéreas,
frases con alas de oro, de plata y de cristal.
Cuerpo.
Cuerpo sonoro, vibrante todo como débil antena lujuriosa,
como débil antena que sacuden los espasmos del mensaje.
Manos.
Manos afiladas y lívidas, como largas uñas encendidas,
uñas que se agitan como pétalos de rosa.
Brazos.
Brazos castos y desnudos que se alargan y pierden,
que se alargan y pierden como sombras y suspiros.
Frente.
Frente amplia, límpida, luminosa y placida,
plácida como mármol helado de las tumbas.
Toda ella
es carne.
Carne castigada.
Carne que canta y gime.
Carne enferma de espíritu.
Carne alucinada.
TODA ELLA
es alma.
Alma cósmica.
Alma musical.
Alma que calienta e ilumina.
Alma fluida que se escurre de los dedos de la mano,
y no deja más huella que una frágil estela
vertical.
Dedicatoria de Luis Quintanilla del Valle al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Quintanilla, Luis. A Latin American Speaks. Nueva York: The Macmillan, 1943.
Para Vicente Lombardo Toledano, orgullo de nuestro México revolucionario, campeón de la democracia latinoamericana, con el fraternal afecto de Luis Quintanilla. Washington, D. C. febrero 1943
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Alfredo de Lara Isaacs nació el 14 de noviembre de 1919, en Calvillo, Aguascalientes (México); y falleció en 1972. Fue un destacado político, periodista, escritor y poeta.
De niño, se trasladó con sus padres a la capital de Aguascalientes, donde realizó sus primeros estudios. Cuando ya era un adolescente, se trasladó a la Ciudad de México, donde ingresó en la Universidad Nacional Autónoma de México, como alumno de tercer grado de la Escuela de Iniciación Universitaria; tras esto, ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria Nocturna. Finalmente, Alfredo de Lara Isaacs ingresó, en 1938, en la Facultad de Derecho.
Como político, en 1958, se presentó en campaña por un escaño como senador, que ocupó de 1958 a 1964. Tras esto, en 1965, Alfredo de Lara Isaacs trabajó como asesor técnico del gobierno federal, ocupándose como burócrata de primer nivel de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social.
En la literatura, Alfredo de Lara Isaacs desarrolló una narrativa enmarcada en el realismo social. Entre sus primeras obras destaca Cuentos de los hombres de la Tierra (1954), donde se describe la vida del campo, la verdad y la mentira, la opresión, y los conflictos sociales en torno a la mujer. Su segundo libro de cuentos de tituló Caminos tiene la Tierra (1969), un libro laberíntico, psicológico y maduro, que narra la vida de los mexicanos que persiguen el “sueño americano”. También escribió una novela, Río Blanco. En esta novela, se narra la lucha de unos obreros dedicados al textil que culmina en una matanza de los trabajadores. Como poeta, de Alfredo de Lara Isaacs destaca su publicación Visión trunca del mar.
Como periodista, editó la revista universitaria La Batalla, donde se defendía la libertad de cátedra y la autonomía universitaria. También publicó cuento en revistas y periódicos como ACA, Paralelo y El Heraldo de Aguascalientes. También colaboró en revistas como El libro y el pueblo, Signo y Nuevo Mundo, y escribió para periódicos como El Universal, El Día, El Nacional y El Periquillo.
Recordamos a Alfredo de Lara Isaacs con una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Dedicatoria
Lara Isaacs, Alfredo de. Jesús Terán, México frente a Europa. México: Asociación de Universitarios Nocturnos (AUN), 1957.
Con admiración y afecto al maestro Vicente Lombardo Toledano. El autor (firmado) Alfredo de Lara Isaacs. Méx – 1957
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Jesús Tenla: México frente a Europa Gobierno del Estado de Aguascalientes. 1952
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Tomás Rico Cano nació el 1 de noviembre de 1916, en Uruapan, estado de Michoacán (México); y falleció el 4 de marzo de 1993, en la ciudad de Morelia, estado de Michoacán (México). Fue abogado, escritor, docente, editor, periodista y distinguido poeta.
Estudió para maestro en la Normal Regional No. 3, y Derecho en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Como docente, Tomás Rico Cano fue profesor siendo aún muy joven, impartiendo clases de estética, español, civismo, ciencias sociales, economía y antropología, en escuelas de primaria, secundaria y preparatoria, por más cuarenta años. Además, participó y dirigió diversos movimientos estudiantiles y magisteriales.
Tomás Rico Cano fue un destacado periodista de izquierdas, lo que le llevó a fundar Juventud y a coeditar las revistas Pliego y Undani. También colaboró en El Heraldo de Michoacán, La Chispa, Pomoca, Paideia, El Nacional, El Popular, El Zumbido, Cuadernos de Derechos y Ciencias sociales; Uandami, Voces de la Cúpula y La Voz de Michoacán.
Como poeta, durante sus primeros años como periodista, Tomás Rico Cano publicó poesía en Juventud, en Rebeldías y en Ímpetus. Años más tarde, en 1988, publicó una columna titulada “La poesía de Michoacán” en El diario de Michoacán y en El Sol de Michoacán.
En el ámbito de la cultura, Tomás Rico Cano fue miembro de la Comisión de Cultura del Consejo de la Ciudad de Morelia (1983-1989), presidió la Delegación Moreliana del Instituto de Amistad e Intercambio Cultural México-URSS (1981-1991), y coordinó el taller de poesía de la Casa de la Cultura de Morelia.
Por su dedicación a la cultura, Tomás Rico Cano fue galardonado con la Presea al Mérito Maestro Rafael Ramírez, la Presea Maestro Rafael C. Haro, el Premio Imagen del 77, y la Condecoración Generalísimo Morelos.
Recordamos al autor con tres de sus poesías publicadas en su libro Algunos poemas (1962), y siete dedicatorias al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Poesías de Tomás Rico Cano
DEL PAISAJE
“Venimos de Michoacán, no queremos nada” Rafael Heliodoro, Valle
Alba
La noche es obstinada serpentina de presagios marinos y follajes que grávidos agitan sus ramajes como en espera de una golondrina.
La golondrina es blanca, se adivina ya su aletear de luz y de paisajes que azorados despiertan en celajes esmerilados de sutil neblina.
El milagro se ha hecho sin derroche de inútiles sonidos ni pinturas; discreta se ha ausentado ya la noche
y al oriente que es rumbo de la vida, suelto el cabello, boca estremecida, el alba corta estrellas ya maduras.
Ocaso
EL ausente fulgor, metal marino, es una rosa triste en agonía; sus pétalos adiós dicen al día, en extraño ademán, discreto y fino.
Se ensombrece la tarde, es el destino primario de esta hora-fantasía en que una espuma rara todavía se desgaja en coral, palmas y vino.
Las nubes estrangulan su follaje en capricho de tintas y figuras que presienten al fin su último viaje.
Y de su sangre tornasol, lejana, emerge entre rumores de campana la noche con su cauda de ternuras.
Romance de Amor a Uruapan
A María Cano de Rico, símbolo de mi tierra.
Ni olvido ni ingratitud tu fresco rostro me opacan, ni las neblinas de agosto hacen que olvide tus aguas; si no pronuncio tu nombre de cogollos y retamas es sólo por no mojarlo con el rocío de mis lágrimas. Mas aquí estás en mi pulso, en mi lengua y en mis ansias luciendo tus negras trenzas, tus listones y tus dalias. Te miro con tu guanengo bajando por la Charanda agitado el “rollo” negro para llegar a la plaza. ¿Qué lleva tu grande jicara? ¿juaquiniquiles, naranjas? ¿o aguacates deslumbrantes como si fueran de laca?
No quiero ver “la Rodilla”, la Atarjea ni la Ziranda, no quiero ver las espumas que los recuerdos levantan; quiero mejor aturdirme al golpe de la Tzaráracua. Iremos juntos a pie, muy poco después del alba, y en Jicalán beberemos con las manos agua clara. Si llueve, nos taparemos con un capote de palma o entraremos a una troje donde cuelguen las “zindángatas”. Y al regresar por la tarde —nubes plomizas y grana— en San Juan o San Francisco iremos a las canacuas. Mas antes de oír la música y de presenciar la danza, dame en un jarrito nuevo un buen trago de charanda para no llorar de pronto con los cantos de mi raza. ¡Flor de Canela!, suspiro y mi suspiro se clava y como un viento amoroso todos mis sueños levanta. Suspiro porque me acuerdo, a pesar de la distancia, de tu rubor encendido como rosa en madrugada.
Con las aguas de tu río quisiera bañarme el alma y hacer gemas encendidas con sus brisas irisadas. Pícame “pico de gallo’’ para un “perla” o un “uruapan” mientras de mero Paracho van afinando guitarras para cantarte “pirecuas” que digan cosas del alma.
Yo he mirado a Tata Vasco debajo de una ziranda, descansando del camino, más brillante la mirada. Y Fr. Juan de San Miguel en las noches enlunadas viene a buscar a sus indios a los barrios y a la plaza y triste y decepcionado se va por la madrugada. (El Hospital se acabó, las tierras están sembradas mas la cosecha la hacen manos que no las trabajan. Sus barrios están muy tristes sin músicas y sin danzas; y hay nuevos encomenderos con insignias derrotadas).
Adiós, por hoy, tierra mía, inolvidable y amada, el tren tiene que llevarme lejos de tus frescas aguas, mas he de volver muy pronto, mucho antes que el frío a mi espalda clave sus finos puñales como timbuques de plata, y entonces he de entregarte mi vida en una canacua.
Uruapan, si no te olvido no olvides a quien te canta con “el son del corazón” y el retintín de sus lágrimas; y cuando llegue la hora en que se quiebren mis ramas, con tu rebozo de guare cobíjame bien la cara…
Dedicatorias de Tomás Rico Cano al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Rico Cano, Tomás. El Colegio de San Nicolás en la lucha por la libertad y la cultura. México: Universidad Michoacana, Departamento de Extensión Universitaria, 1943.
Maestro: reciba este cuaderno que fue escrito bajo su inspiración guía, como una elemental, pero sólida muestra de reconocimiento y subordinación leal a sus consignas populares que usted encarna. Si alguna vez es posible, agradecería su opinión y aliento. Morelia, Mich., a 6 de febrero de 1944.
Rico Cano, Tomás. Algunas notas sobre el pensamiento político y jurídico de don José María Morelos. Michoacán: Ediciones de la Sociedad Gral. de alumnos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 1960.
Al Maestro y guía sincero de mi Patria, camarada Vicente Lombardo Toledano, con el afecto respetuoso y la admiración de (firmado) T Rico Cano Morelia, a 7 de mayo de 1950.
Rico Cano, Tomás. Amando a tres ciudades – Uruapan, Pátzcuaro y Morelia. Morelia, Mich.: Ediciones Tzinapu, 1952.
Al Sr. Lic. Y distinguido maestro y amigo Vicente Lombardo Toledano, con el afecto sincero, nicolaita, de (firmado) T Rico Cano. Morelia, a 4 de nov. De 1952
Rico Cano, Tomás. Un recado a mi madre. México: Ediciones Tzinapu, 1957.
Con el afecto y amistad de (firmado) T Rico Cano, para el maestro, Lic. Vicente Lombardo Toledano” Morelia, Mich., mayo de 1957.
Rico Cano, Tomás. Un canto a la Revolución Mexicana. Michoacán: Ediciones Tzinapu, 1960.
Al Sr. Lic. Vicente Lombardo Toledano, con el antiguo afecto respetuoso y revolucionario (firmado) de T Rico Cano, Morelia, feb. de 1960.
Rico Cano, Tomás. Algunos poemas. Morelia, Michoacán: Erandi, 1962.
Al maestro Lombardo Toledano, con el antiguo y revolucionario (firmado) de T Rico Cano. Morelia, feb 28 de 1962
Rico Cano, Tomás. Un retablo purépecha. Morelia, Michoacán, México: Ediciones de la Sección XVIII del S.N.T.E., 1964.
Con el afecto y amistad de (firmado) T Rico Cano, para el distinguido maestro, Lic. Vicente Lombardo Toledano. Morelia, Mich., agosto 23 de 1964. ¡Feliz Año Nuevo 1965!
Obras ubicadas en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Manuel Puga y Acal nació el 8 de octubre de 1860, en la ciudad de Guadalajara, estado de Jalisco (México); y falleció el 13 de septiembre de 1930, en la Ciudad de México. Fue un destacado escritor, crítico literario, político, periodista, docente, historiador, traductor y poeta.
Realizó sus estudios primarios en Guadalajara, tras los cuales viajó a Europa, para continuar sus estudios en el Lycée Janson-de-Saill de París y en la École des Mines de Mons en Bélgica. Fue en este periodo cuando escribió sus primeras poesías en francés. A su vuelta a México, fue profesor de la Escuela Nacional Preparatoria y de la Escuela Nacional de Altos Estudios. Y como investigador e historiador, Manuel Puga y Acal se especializó en el proceso de la Independencia de México, realizando sus estudios en el Archivo General de la Nación. En 1918, pasó a ser miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, y poco después fue elegido miembro de número, tomando posesión de la silla XIV en 1922.
Como periodista, Manuel Puga y Acal trabajó en los periódicos El Partido Liberal, El Pabellón Nacional y Excélsior.
Manuel Puga y Acal también trabajó como traductor. Entre sus traducciones destaca la del libro La intervención francesa y el imperio de Maximiliano en México de Émile Ollivier, y la de las poesías de Alfred de Musset, Armand Silvestre, Maurice Rollinat y Charles Baudelaire.
Por último, Manuel Puga y Acal también fue diputado en Jalisco y diputado federal.
Recordamos al autor con cinco de sus poesías, publicadas en Lirismos de antaño, versos y prosas (1923), y la nota que le dedica al Mtro. Vicente Lombardo Toledano en este mismo libro.
Poesías de Manuel Puga y Acal
AMANECER EN EL ATLÁNTICO
DILATADA pradera el mar parece; la onda duerme aún, y está tan quieta que su cristal no turba la coqueta nave que, airosa y a compás, se mece.
Las brisas suaves en las velas cantan, y, así como las aves en los prados, los peces voladores, argentados, en rápidos enjambres se levantan.
La tierra al occidente ya se esfuma; sobre la ola que la playa azota se cierne, alitendida, la gaviota, cual copo desprendido de la espuma.
Del divino rosal de la mañana brota en tanto, en los términos de oriente, esparciendo su luz resplandeciente, el sol, como una rosa soberana.
ENCUENTRO
Como dos marinas aves que se cruzan en el viento, en el líquido elemento se encontraron nuestras naves.
La vi al través de la bruma, en el puente, pensativa, como una encarnación viva de las hijas de la espuma.
Adiviné, que no vi, su esbeltez y su belleza; se alejó, y honda tristeza dentro del alma sentí.
Quedé inmóvil en la popa: hacia América volaba su barco; el mío bogaba rumbo a las playas de Europa.
Estaba nublado el cielo, mas cuando, no sé por qué, yo mi pañuelo agité, vi agitarse su pañuelo.
Después, se borró la estela que dejó el barco al pasar, y tras el confín del mar se ocultó la última vela…
Si aquella ignota mujer era ajena a mi destino, ¿por qué una lágrima vino mi pupila a humedecer?
La insensible eternidad guarda el secreto. ¿Quién sabe, oh Dios, si en aquella nave huyó mi felicidad!
Frente a las islas Azores.—1878.
BARCAROLA
Alegres tripulantes del barco de la vida que navegáis cantando monótona canción, seguid sin desconfianza: la mar está dormida y en ignorada gruta dormido el aquilón.
¿A dónde vais? ¿qué playa tras el azul se esconde, que burla vuestro eterno, indómito anhelar? ¿Cuál es vuestro camino? ¿a dónde vais? ¿a dónde os lleva el oleaje voluble de la mar?
¿Qué os dice la esperanza, la cándida gaviota que del erguido mástil revuela en derredor? ¿Os habla, tripulantes, de la ribera ignota, de la risueña y fértil ribera del amor?
Sois jóvenes vosotros, seguid el derrotero; bogad, las brisas vienen la vela a acariciar; más yo seguir el viaje, amigos, ya no quiero; me faltan ya las fuerzas y anhelo descansar.
También hacia esa playa mis ojos se tornaron, más ¡ay! seguir no pudo su nimbo mi bajel: deidades enemigas las olas encresparon que, airadas y pujantes, lanzaron contra él. Dejadme en ese islote salvaje en donde habita, serena y enlutada, la musa del dolor; contra él el océano en vano precipita sus fieras tempestades que rugen de furor.
Esperaré impasible…. — la espera será breve — El barco misterioso muy pronto llegará. Esperaré que venga, que venga y que me lleve el barco de la muerte que me recogerá.
Dejadme en ese islote: allí sufriré a solas; dejadme, que ya tengo herido el corazón. Ohé! seguid cantando alegres barcarolas, la mar está dormida, dormido el aquilón!
Bruselas — 1880.
A UNA DESDEÑOSA Alguna vez, en el salón callado, cuando la noche silenciosa llegue y sobre el raso del cojín bordado tu cintura de sílfide se pliegue;
Cuando, desde el jarrón, nos adormezca el ramillete de claveles rojos, y la frívola charla languidezca ante el lenguaje mudo de los ojos;
Cuando a nosotros lleguen los rumores de brisas vagarosas y suaves que lleven el perfume de las flores del jardín y los trinos de las aves;
alguna vez te lo diré! Olvidando el injusto desdén con que me humillas, mi altivez a tus plantas doblegando, al fin he de postrarme de rodillas.
El indomable amor que por ti siento elocuente expresión tiene en sí mismo, como tiene su azul el firmamento, como, en su fondo, horror tiene el abismo.
Entonces, de tu pecho emocionado surgirá la piedad, en recompensa de tanto y tanto tiempo en que he callado mi ardiente amor y mi ternura inmensa.
Y estas horas eternas de amargura, si me llegas a amar, hallaré breves… Cava roca tenaz la roca dura y el sol derrite las eternas nieves!
México — 1884.
LA GOLONDRINA MUERTA
La pólvora estalló, silbó la bala: a golondrina, con el pecho herido, inerte, rota, desplumada el ala, cayó desde lo alto de su nido.
Cayó sobre la hierba que crecía de la iglesia en el atrio solitario. Débil rayo del sol que se moría doraba la alta cruz del campanario.
Me acerqué a recoger la fácil presa; la pequeña pupila, agonizante, fija en mí, me miraba con tristeza; estaba el cuerpecito palpitante.
El ala intacta, a veces contraída por el dolor supremo, se agitaba y una gota de sangre, parecida a un rubí, sobre el pecho resaltaba
Escuché como voces misteriosas en mi alma, sentí pena profunda… Oh, qué cosas tan tristes, cuántas cosas dijo la pobre ave moribunda!
* * *
“Fui para ti la eterna mensajera de la dulce estación de los amores y—nuncio de la alegre primavera— me anticipaba a las primeras flores.
“Y jamás me alejaron de tu lado ingratitud, olvido ni desvío; bien sabes que me hubiera asesinado el rudo soplo del invierno frío.
“Pero luego que él su níveo manto con su aterida mano recogía, con las primeras nubes de amaranto y los primeros céfiros, volvía.
“Volvía con mi pléyade de hermanas formando densas nubes trinadoras, y anidábamos junto a las campanas anhelando adorar lo que tú adoras.
“Otras veces tu techo compartimos, y, nuestra vida con la tuya uniendo, “Buenos días,” al alba te dijimos, o “Adiós” estando el día atardeciendo
“Jamás, estando lejos, te olvidamos, y, a pesar de los mares y los montes, siempre hasta ti solícitas tornamos, cruzando dilatados horizontes.
“Mi muerte no te es útil, mis dolores no te dan un instante de ventura, porque, como las nubes y las flores, soy tan sólo sonrisa en la natura.”
* * *
Después… nada! Yo, siempre de rodillas, miré su último, débil movimiento. ¿Las almas de las muertas avecillas dónde van? preguntó mi pensamiento.
La dejé sobre el césped. En lo alto de la torre—espectáculo inefable— las aves, sin rencor, sin sobresalto, continuaban su charla interminable.
Volví a mi hogar. En un rincón obscuro dejé el arma fatal que me pesaba: quedó, no satisfecha, contra el muro, y hasta me pareció que bostezaba.
Y desde entonces, cuando Mayo viste on verde manto el prado y la colina, vuelve a mi mente, apenadora y triste, la imagen de la muerta golondrina.
Guadalajara.—1884
Dedicatoria de Manel Puga y Acal al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Puga y Acal, Manuel. Lirismos de antaño, versos y prosas. México: Imprenta Victoria, 1923.
Para el Sr. Lic. Vicente Lombardo Toledano, con la admiración y el afecto del autor. Julio 12/923”
Publicaciones de Manuel Puga y Acal
Después del beneficio ( 1884)
Los poetas mexicanos contemporáneos: ensayos críticos de Brummel (1888)
90 documentos para la historia patria (1898)
Verdad y Talamantes, primeros mártires de la Independencia (1908)
Fr. Gregorio de la Concepción y su proceso de infidencia (1911)
La fase diplomática de nuestra guerra de Independencia (1919)
La fase diplomática de nuestra guerra de Independencia (1919)
Lirismos de antaño: versos y prosas (1923)
Cuentos
Aliadófilos y germanófilos fundamentos de sus opiniones
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
José Luis Osorio Mondragón nació el 8 de octubre de 1885, en la ciudad de Texcoco, Estado de México; y falleció el 10 de abril de 1944, en la Ciudad de México. Fue un destacado ingeniero, escritor, periodista, docente e ilustre poeta mexicano.
Comenzó sus estudios a los cuatro años, acudiendo a la escuela en Texcoco, hasta que en 1893 se marchó junto a su familia a la Ciudad de México, tras la muerte de su hermano Manuel. Ya en la Ciudad de México, cursó sus estudios primarios en el Liceo Hispano Mexicano, y al terminar se matriculó en la Escuela Nacional de Preparatoria. Sin embargo, fue en Veracruz donde José Luis Osorio Mondragón terminó la preparatoria, en el Colegio Preparatorio del estado, en Orizaba, al mudarse de nuevo su familia a Río Blanco en 1899. En 1900, es enviado de nuevo a la Ciudad de México, y se matricula en el Colegio Militar de Chapultepec, donde se tituló como Ingeniero Constructor.
Sus estudios en geografía le permitieron formar parte de Alzate y de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y continuar sus estudios como investigador. José Luis Osorio Mondragón realizó importantes estudios sobre el sistema volcánico transversal mexicano, que denominó Tarasco-Nohoa. Tras concluir en 1925 la toponimia de México, publicó Algunas rectificaciones importantes a la Geografía de la República Mexicana y la división regional de su territorio. Esto le valió para ser asesor de Fritz Joeguer, de la Universidad de Berlín, y de Leo Weibell, de la Universidad de Kiel, en sus respectivos estudios sobre el Valle de México y el de Oaxaca. Otra publicación que destaca del autor es Breves Apuntes de Geografía Humana en sus ramas Social y Económica (1927).
Como académico, formó parte del profesorado de la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional de México, donde impartió cátedra por más de treinta años de Historia, Historia Antigua, Historia de la Edad Media, Historia Moderna y Contemporánea. En 1923, fue nombrado catedrático de la Facultad de Altos Estudios, y posteriormente pasó a la Facultad de Filosofía y Letras. José Luis Osorio Mondragón también formó parte del claustro de la Escuela Superior de Comercio. En 1932, fundó la Escuela Bancaria y Comercial, donde por varios años se hizo cargo de la cátedra de Geografía Económica. En 1933, participó en la creación del Departamento de Ciencias Geográficas y en la realización de sus planes de estudio, y fue nombrado catedrático de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, profesor de la Escuela Central de Artes Plásticas y Jefe de Grupo de Ciencias Geográficas. Finalmente, en 1942, llegó a director del Instituto de Investigaciones Geográficas.
José Luis Osorio Mondragón también contribuyó al servicio público, ayudando a la introducción de Aguas Potables y a la construcción del ferrocarril mexicano del Pacífico.
Como periodista, publicó en la revista Banca y Comercio, colaboró en la revista Conozca usted a México y en la revista El Turista Mexicano, y en 1940 fundó y dirigió La Revista Mexicana de Geografía.
Sus restos descansan en el Panteón Español de la Ciudad de México.
Recordamos al autor con dos de sus dedicatorias al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Osorio Mondragón, José Luis. Algunas rectificaciones importantes a la geografía de la República Mexicana, y la división regional de su territorio. México: Impresora de México, 1925.
29-oct-1925. A mi distinguido y fino amigo el culto y progresista Lic. D. Vicente Lombardo Toledano, en prueba de amistad y reconocimiento. El autor.
Osorio Mondragón, José Luis. Breves apuntes de geografía humana en sus ramas social y Económica. México: Imprenta Azteca, 1927.
A mi muy fino y distinguido amigo el h. Lic. D. Vicente Lombardo Toledano, en testimonio de amistad y gratitud. El autor, abril, 29 – 1927.
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Francisco Orozco Muñoz nació el 3 de octubre de 1884, en el poblado de San Francisco del Rincón, estado de Guanajuato (México); y falleció el 8 de marzo de 1950, en la Ciudad de México. Fue un destacado médico, político, diplomático y poeta mexicano.
Desarrolló sus estudios de medicina en Bélgica, en la Universidad de la Lovaina, en Lieja. Fue durante su estancia en Europa que estalló la Primera Guerra Mundial (1914), lo que le obligó a dejar los estudios para atender a los heridos. Y siendo voluntario de la Cruz Roja Belga, Francisco Orozco Muñoz se dio cuenta de que su verdadera vocación era la escritura. Como reconocimiento a su labor, el rey Alberto I le concedió la condecoración otorgada a los extranjeros que sirvieron con grado heroico.
En la docencia, Francisco Orozco Muñoz fungió como profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en 1945, fue nombrado Primer Director de la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas. En 1948, se hizo cargo del Departamento de Bibliotecas de la Secretaria de Educación Pública. Y en 1949, volvió a la Dirección de la escuela, cargo que ocupó hasta su fallecimiento. También fue miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana del Colegio de México, y fue Secretario y Administrador del Colegio Nacional.
Como escritor, su primer libro se tituló Invasión y Conquista de la Bélgica Mártir, obra poética de gran sensibilidad, belleza y valor filosófico. Su siguiente libro Bélgica en la Paz, también tuvo una buena recepción y fue muy bien valorada por Antonio Caso. Otras obras poéticas que destacan del autor son ¡Oh, tú, que comienzas a tener un Pasado! y Renglones de Sevilla.
También destaca la labor que Francisco Orozco Muñoz desarrolló como comisario y organizador del Pabellón de México en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, nombrado por Venustiano Carranza en 1929.
En el servicio diplomático, Francisco Orozco Muñoz fue Secretario del Servicio Diplomático en Bélgica, Suiza y España, donde recibía a personalidades mexicanas, y también fue Primer Secretario de las Legaciones de México en España y Bélgica.
Por último, Francisco Orozco Muñoz fue Diputado Federal electo por la XXVII Legislatura.
Recordamos al autor con varias de sus poesías y una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Poesías de Francisco Orozco Muñoz
A MI HIJO
Ya verás, ya verás… Es pobre la cosecha de toda una vida. Lo esencial cabe en estrofas de pocas palabras, las indispensables para vestir la idea. Lo esencial es el apretón de manos, la sonrisa, los ojos, la oferta inesperada… Las desesperaciones profundas y las inusitadas alegrías suelen no dejar huella: el alma sale límpida, vuelve a nacer.
Ya verás, ya verás… Después de los viajes, de los amigos, de las mujeres, del arte y de los libros, te preguntarás con angustia la razón de la supervivencia de recuerdos insignificantes: ¿Por qué el aroma de la cera de Campeche al cuajarse en tejos voluminosos, como mi padre la vendía ? ¿Por qué, en las situaciones difíciles, exhalan su perfume los ramos de romero de los nacimientos” de Nochebuena?
Ya verás, ya verás… En el término no abundan las estrofas. Encontrarás, en las que hoy te ofrezco, el corazón y el alma que te di hace pocos años. Entonces consideraste la doble dádiva de más valor que la herencia de la sangre, a menudo fortuita.
Ya verás, ya verás…
F. O. M. Bruselas, 1927.
I
CARIÑO, voz de niño, amanecer, ¡abuelo!
Armiño, luz de ala, atardecer, ¡abuelo!
II
¡CASA de altos muros y de honda tristeza nunca logró el sol apaciguar tu dolor!
III
Del niño, la mano sin soltar la flor en el horror de la inundación.
IV
LIMAS, pálidas limas, formas acabadas de miel y de ámbar, ¿dónde están las manos que ese seno desnudo acariciaron?
V
CABALLOS en el alba, y un camino… Al cruzar el río, flexibles ramillas de fresno contra la cara. En el pueblo, interminable adiós de los ojos en llanto.
VI
SEMINARIO, llama de cal y oro en el poniente, y el mejor presente tupido casimir en las manos. ¡Tan pura cortesía, a los trece años, ancló toda alegría!
VII
RAMO de pálido coral en el capelo de la Virgen de la casona maternal.
Rosa blanca de México a través del cristal de aquel amanecer sin olvidar…
¡Oh alborada de novia en pedestal!
VIII
El álamo en el viento nos da la cara de plata, y el cantar, con suave piedad de mujer que vuelve a amar.
IX
AÑOS tiernos del mozo… La doncella en la sombra sonríe… ¡Qué fiel el recuerdo de la imagen desnuda en la sinceridad del silencio!
X
El alma, sin hablar, a cada paisaje pone su cristal, contra el animal.
XI
CULPA fue del puente y del ojo gigante que nos vio indolente; la mujer no miente al amanecer… El dolor es mío, y el agua no deja de correr.
XII
PADRE que bien supiste poner más oro en tu bondad con mi sencilla amistad. Padre que te me fuiste y que jamás conociste que llevo en mí tu claridad.
XIII
CON el pincel y la tinta verde; antes de trazar imagino una figura larga, ¿verde esmeralda?… Lo que quiero es amar.
XIV
¡Oh cuerpo de límpido mirar, en luz de rescate de Dios! ¡Oh cuerpo con esperanza de morir y que la gota cálida de vino hace revivir!…
XV
Fue una sola mirada, y muy blancos los dientes. La vida, con dolor, cabalga sin igualar la luz de la mirada ni cubrir de azabache aquellos dientes.
XVI
SOMOS tan pobres, Poverello, que ya no podemos llorar, sólo amar.
Dedicatoria de Francisco Orozco Muñoz al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Orozco Muñoz, Francisco. ¡Oh, tú, que comienzas a tener un pasado!…: pequeños poemas. Bruselas: Imprenta de Luis Desmet-Verteneuil, 1932.
Para Vicente Lombardo Toledano, con un Saludo muy cordial de su sincero amigo (firmado) F. Orozco Muñoz. Bruselas, 19 – I – 1938
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Pintor Jorge Enciso y los escritores Julio Torri y Xavier Icaza, de pie; los autores y diplomáticos Genaro Estrada y Francisco A. de Icaza, y el también escritor Mariano Silva y Aceves.
Xavier Icaza nació el 2 de octubre de 1892, en la Ciudad de Durango (México), y falleció en 1969, en la Ciudad de México. Fue un destacado escritor, docente, “retablista”, ensayista, periodista y poeta.
Como profesor, Xavier Icaza impartió docencia en la Universidad de Xalapa y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Xavier Icaza, como periodista publicó numerosos artículos para la revista Futuro, que se pueden consultar aquí. Sus publicaciones se componían de fragmentos literarios de sus propias obras, y artículos sobre arte, política, cultura, educación y temas fundamentalmente mexicanos.
En la literatura, Xavier Icaza se interesó por la Revolución Mexicana y la explotación petrolera nacional por empresas extranjeras. Entre las obras propias de esta temática, destaca Panchito Chapopote, también conocida como retablo tropical o relación de un extraordinario sucedido de la heroica Veracruz (1928). Ésta es una obra realista y estridentista, donde se retrata el enriquecimiento, vida y muerte de un lugareño de Veracruz, al vender su tierra estéril, una “chapopotera” a unos estadounidenses buscadores de petróleo. También destacan tres obras que Xavier Icaza dedicó a temas religiosos populares: Retablo de Nuestra Señora de Guadalupe (1955), el poema Relación y prodigio del Santo Señor de Chalma (1963) y Tragedia y loa de Nuestra Señora de los Remedios (1936).
Recordamos a Xavier Icaza con dos de sus poesías publicadas en Marea Encendida y tres dedicatorias al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Poesías de Xavier Icaza
LA CANCIÓN DEL PANAL
Junto al nido, el panal, donde se halla el trabajo y el taller, donde se hace posible la vida para el nido, donde se estudian nuestros hondos problemas, donde se trata de alcanzar el ideal, donde juntos anhelamos construir nuestro destino, colocar nuestra piedra en la casa de todos, en la que sin distinción de clases ni de castas, vivan los hombres de común bandera cobijados.Lo que no acaba el uno, el otro lo termina, lo que el uno hace mal, el otro perfecciona, y todo lo importante, lo que implica verdadera creación,
es obra de los dos, en la que no se sabe dónde acaba del uno su trabajo ni el del otro en dónde comenzó.Tratar de resolver la tragedia de ahora, ayudar a construir de aquél mundo mejor que todos anhelamos los cimientos; colaborar en aquella obra intensa que arranque la ignorancia y los prejuicios y haga limpia la vida y la transforme en digna y clara, tal es lo que se incuba en el panal, esta la obra que los dos perseguimos y que también corona Amor.
CON UN PUÑAL DE CANTOS
Presiento el colofón de nuestro libro. Sólo faltan las hojas decisivas, donde se canta del amor de fuego y del que es un crepúsculo tenue.Ayer apenas, yo decía las vidas de otras gentes, sus problemas, sus odios, sus amores. Y ahora he abierto con un puñal de cantos mi pecho adormecido, y me enseño cual soy, y a la luz ha surgido nuestra marea encendida, el amor a la amada y a la hija y nuestro amor al nido.
Con mi sangre y mi anhelo queda escrito. Brotó cual fuente de agua clara, con ímpetu de fuerza retenida largos años.
Brotó sin un anuncio, sin que yo lo aguardara, con ritmo atropellado, com o nace un venero de agua hirviente.
Se apoderó de mí com o amante celosa y absorbente, sin dejarme ni com er ni pensar, y cayó de mis manos com o del risco se despeña el agua torrencial.Y así voy a acabarlo, así lo entregaré. Es sangre de dos sangres, es hijo del amor, ¡como tal vivirá!
Más allá de mi vida ha de quedarse, com o mi testamento, com o mi ensueño ardiente, como el hijo mejor y la espuma dorada de aquella marea en flamas, que montado en sus ondas va a llevarlo a la más alta roca, donde el águila anida y es frío el sol!
Dedicatorias de Xavier Icaza al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Icaza, Xavier. Magnavoz 1926: discurso mexicano. Xalapa, Ver.: Talleres Gráficos del Gobierno de Veracruz, 1926.
Para Vicente, con un abrazo y mis mejores deseos (firmado) Xavier, Xalapa-01 dic. 1926
Icaza, Xavier. Panchito Chapopote: retablo tropical o relación de un extraordinario sucedido de la Heroica Veracruz. México: Cultura, 1928.
Para Vicente, con el afecto de (firmado) Xavier, 1928
Icaza, Xavier. Trayectoria. México: Universidad Obrera de México, 1936.
Para Vicente, con mi viejo afecto fraternal y admiración (firmado) Xavier, 1936
Obras ubicadas en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Relación y prodigio del Santo Señor de Chalma (1963)
La Revolución Mexicana y la literatura
Marea encendida
Dilema
De Chalma y de Los Remedios
El nuevo derecho obrero mexicano
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
José María Benítez nació el 30 de junio de 1898, en Huanusco, estado de Zacatecas (México); y falleció el 11 de septiembre de 1967, en la Ciudad de México. Fue un destacado escritor, sindicalista, docente, narrador, periodista e ilustre poeta mexicano.
José María Benítez estudió preparatoria en la Escuela Nacional Preparatoria, continuando sus estudios en la Universidad Nacional de México, hoy conocida como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Como docente, José María Benítez impartió literatura e historia en secundaria, en diversas escuelas de la Ciudad de México.
Durante su actividad sindicalista, José María Benítez ocupó varios cargos, entre los que destacaron la dirección de la Alianza de Ferrocarrileros Mexicanos, en su Sindicato, y la dirección de la oficina de publicidad de 1938 a 1955.
En la administración, José María Benítez se desempeñó como secretario privado de la Secretaría de Salubridad y Asistencia.
En su actividad periodística, colaboró en el Excelsior y El Nacional, y en su suplemento Revista Mexicana de Cultura. También colaboró realizando diversos trabajos de periodismo cultural, con reseñas para libros sobre Economía, Política y Educación.
Como literato, de 1929 a 1930, perteneció al grupo literario “El Agorismo”, creado para el estudio de la lucha social en México y el mundo. Su trabajo en cuento lo dedicó a la denuncia de problemas sociales, representando situaciones cotidianas y, también, mostrando los conflictos psicológicos de los personajes y estampas de la Revolución. En la poesía, José María Benítez se centró, principalmente, en la naturaleza y el amor. Escribió una única novela, Ciudad, en la que presentó los efectos de la Revolución.
Recordamos a José María Benítez con tres de sus poesías y dos dedicatorias al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Poesías de José María Benítez
LLUEVE, AMIGO…
LLUEVE, amigo…
El torrente baja y baja, seda negra, sobre el llano. Lleva la tierra en el pecho prendido el cielo, y la mano se le crispa a cada estruendo. —¡Qué noche más negra, hermano!
—¿Te mojas? —La camisa y el sarape, el paño y el ceñidor. El torrente baja y baja y en la hondonada invisible resuena como tambor.
—Pronto llegaremos, anda; desentúmete, no tiembles, pues ya tu jacal se asoma. Silencio largo. La lluvia, tiene en los labios aroma.
Sonó un disparo. Cayó uno de los dos a un charco. A cien metros, unos hombres desfilan bajo la lluvia campestre, de cutis zarco.
—Uno menos, jefe, le dicen al hacendado. Y el grupo sale a galope por el campo ilimitado.
Con el muerto a cuestas llega a la puerta del jacal. Dejaban los pies un surco en el frío lodazal; perdió el muerto los huaraches y el sombrero; se los llevó el temporal.
Los hijos están en círculo. De la cabeza del muerto sale un hilillo de sangre que recibe la mujer. La lluvia cesó en el monte; sobre la choza y el mundo se deshoja el amargo amanecer.
Historia de campesinos que en la conciencia se aferra; historia que acabará con la toma de la tierra por los míos; habrá más héroes en esa próxima guerra, y hasta el último asesino morderá el polvo, en la ciudad o en la sierra.
—Llueve, amigo… deme por favor, la mano.
—Qué noche más negra, hermano.
FIGURA EN EL PAISAJE
CARA de tierra, ojos de sueño, mano morena.
Esqueleto frío de angustia, carne tranquila ante la pena, risa que no tiene aurora, reloj que no marca tiempo.
Ultima tabla de un barco, puño de tendones rotos, arco tendido, sin flecha, energía sin cauce, sola.
Indio, punto en la i del paisaje, maguey vestido de harapos manojo vivo de historia, inmovilidad sin mauser.
En el fondo de la tarde estás con la espalda al tiempo como en espera de una larga lluvia de luceros.
Quizás mañana te encuentre colgado de un árbol grande por haber pedido tierra para tus hijos desnudos, para tu mujer espectro; y esperarás como ahora, mudo, de espaldas al tiempo.
Indio de sarape rojo, pequeño gajo en la loma: quiero que dejes de ser ganancia de los caudillos, harina sin levadura, victoria sin resplandores.
Quiero que el rojo de ocaso que llevas sobre los hombros, no sea dato de paisaje, sino bandera de lucha.
Quiero que la sombra dura vuelva a mirar tu silueta con el arma al brazo, puestos los ojos en el futuro, que hablará el idioma firme y sonoro de las balas.
Inmóvil, sigue en la loma, el indio de mi poema; quizás espera su alma larga lluvia de luceros.
CARTA INCOMPLETA A UN NEGRO HAITÍ
TRAIGO la voz de mi tiempo y la voz de mi país, para hablarte, hermano negro, de la tragedia del indio, de las sombras en Haití, de los traidores de China, los vencidos del Brasil, del etiope rudo y cándido, del blanco salvaje y ruín, y del Asia devorada como tu tierra y la mía por idéntico mastín.
Doce millones de indios, quinientos latifundistas y un dictador. Tal era México, hermano, —angustia de ayer y hoy— cuando era sólo un polluelo sobre el trueno de la historia, la revolución.
Incendiamos los ingenios, las haciendas y las vías, y Norte y Sur eran rosas mecidas por el terror; y arrasaron nuestros pueblos, y quemaron nuestros montes sin compasión.
Y todavía en las llanuras sin fondo y en las cuestas sin verdor, gritan nuestros muertos: polvo humano frente al sol.
Con el mauser en la mano murió el abuelo, y el padre, y el niño creció en las aulas del asalto y el clarín.
Es esta la parda cinta, la gesta pueril y bárbara de mi pueblo y mi país.
Pero todo sigue igual, hermano: las minas son ríos de oro que no acaban de correr hacia Nueva York y Londres como hacia España en ayer, y sólo nos van quedando hombres espectrales, blancos de tisis, o verdes de cáustica hiel, silicosos retumbantes, mercurianos, hombres roídos, sin dientes, hombres sin esperanza y sin ley, que nada quieren, que dejaron cien por ciento de su vida en la entraña de la tierra, basta y fiel, compasiva, instintiva y firme: puño seguro que nos ha de disolver.
Todo está igual, camarada. A mis ancestros robaron 20 millones de hectáreas de tierra fértil, en nombre de Dios y el rey, y nos han devuelto algunos millones de hectáreas; es una cuenta muy precisa: por cada hectárea un cadáver de oscuro indio o de mujer.
En el campo, el pobre tiene apenas para comer, nopales, tunas, frijoles, maíz, salitre y maguey, y para alegrar la vida, alcohol, paisajes vacíos y un profundo anochecer…
Dedicatorias de José María Benítez al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Benítez, José María. La huelga ferroviaria y la lucha antiimperialista. México: Frente Cultural, 1936.
Afectuosamente al compañero Lombardo Toledano (firma) de José María Benítez
Benítez, José María. La voz de mi tiempo. México: Talleres Tipográficos la Nacional, 1940.
Para el compañero Vicente Lombardo Toledano, cordialmente (rúbrica) de José María Benítez.
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Efemérides con fines de difusión cultural e histórica.
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Luis Octavio Madero nació en 1908, en la ciudad de Morelia, estado de Michoacán (México); y falleció el 15 de agosto de 1964, en la Ciudad de México. Fue un destacado abogado, periodista, diplomático, escritor y poeta mexicano.
Luis Octavio Madero, fue alumno interno del Seminario Michoacán, lo que le serviría para escribir, años más tarde, Claustro (1932), una de sus obras más celebradas, narrada en primera persona y en tono coloquial. Estudió derecho en su ciudad natal, Morelia. Sin embargo, abandonó sus estudios para ser periodista de El Nacional, donde trabajó durante 30 años. También fue redactor de El Diario de México. Y, en 1934, trabajó como reportero en España y fungió como agregado periodístico en la Comisión Naval Mexicana.
Como diplomático, Luis Octavio Madero se desempeñó como cónsul general de primera en Barcelona, de 1938 a 1939.
En el ámbito literario, de 1929 a 1930, formó parte del Grupo Agorista, dedicado a la literatura. Como autor, Luis Octavio Madero escribió cuento, poesía y teatro. Entre sus obras destacan Claustro (1932), El octubre español (1935), Los alzados (1935), Sindicato (936), la antología de Teatro revolucionario mexicano (1937), Llanto por la vida transitoria (1945) y Rítmica voz (1951), entre otras.
Poemas de Luis Octavio Madero
LLANTO POR LA VIDA TRANSITORIA
I Poned sobre un puñado mínimo de materia Tal como Dios, un soplo de perenne inquietud; El dolor de la duda; la hez de la miseria Y la locura en carne ciega de juventud…!
II Poned en el misterio cóncavo de la nada la ínfima presencia de un átomo de luz Y luego haced que muera la estrella, desolada Bajo el eterno embozo que destruya esa luz…!
III Poned en una nube la ambiciosa mirada Y ponedla en la gloria, la mujer o la flor… ¡Oh, la angustia sin nombre del alma inhabitada! ¡Perderéis nube y gloria y perfume y amor!
IV Poned en el reposo lánguido de la cuna El eco vagoroso de un vagido inicial Y luego en el silencio de la paz sin fortuna La lógica tragedia del silencio final.
V Y pensad en un rapto de insondada pavura: ¡No somos ni un instante del instante fugaz! ……………………………………………………………… Y decid con acento trémulo de amargura: ¡Ha sido un hombre menos…!¡Ha sido un hombre más…!
Dedicatoria de Luis Octavio Madero al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Madero, Luis Octavio. Llanto por la vida transitoria. México: Ediciones Estampa, 1945.
Maestro Lombardo Toledano: a su llegada a México, un abrazo, por su inteligencia, su revolucionarismo ejemplar y todo mi agradecimiento por sus atenciones para mi hermano Ernesto. Muy cordialmente (Firmado) Luis Octavio Madero, marzo de 45” (1945)
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Efemérides con fines de difusión cultural e histórica.
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Rubén C. Navarro nació el 16 de julio de 1894, en Tangancícuaro, estado de Michoacán (México); y falleció el 8 de agosto de 1958, en la ciudad de Caborca, estado de Sonora (México). Fue un destacado escritor, diplomático, político y poeta mexicano.
Estudió en el Seminario de Zamora (Michoacán), junto con Amado Nervo, donde cursó humanidades. Sin embargo, en 1910, abandonó el seminario para incorporarse a la Revolución Mexicana.
Rubén C. Navarro (1894 – 1958)
Como político, Rubén C. Navarro fue Diputado en el Congreso de la Unión, donde presentó la iniciativa para crear el premio Nacional de Literatura. También fue Cónsul General en San Diego California y en la República del Brasil, lo que le sirvió para entablar amistad con la poetisa chilena Gabriela Mistral.
En 1936, Rubén C. Navarro fue socio fundador de la Unión de Directores Cinematográficos de México. En 1950 produjo y co-adaptó con el director Ernesto Cortázar El Cristo de mi cabecera, un melodrama costumbrista de chinacos que luchaban contra la intervención francesa.
Como poeta, Rubén C. Navarro desarrolló un estilo romántico modernista, filosófico, religioso y simbólico. Ganó el primer premio de los juegos florales de Tampico Fiesta de la Raza 1916. Destacan sus poesías: Sirve más Vino, Al Caballero Don Quijote, La muerte Pasa, Al buen Jesús, Qué cosas de Sor María, Nuestras Almas serán Águilas, Tabernero, Bienaventurados, El Cristo de mi Pueblo, Salutación, Silenciosamente, Resignación, Está muy bien, Quien pudiera ser Monje, Tu Amor es un Martirio, Yo el Rabí, Reza, Mírame Sultana, Doña Blanca de Nieves y El Cristo de mi Cabecera.
Los restos de Rubén C. Navarro descansan en la que fue su propiedad el Campo El Cortijo de la Morena.
Recordamos a Rubén C. Navarro con cinco de sus poemas publicados en su libro Ritmos de otoño (1945), y con una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano, escrita en el mismo libro, que se encuentra disponible en la Biblioteca del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Cinco poesías de Rubén C. Navarro publicadas en Ritmos de otoño (1945)
EL RITMO DE LA ETERNA CANCIÓN
El ruiseñor del bosque me enseñó su canción… (¡Es un secreto a voces que el viento se llevó…!)
¿Qué fiesta de calandrias hay en el campo en flor…? Si el trigo no lo sabe ¿voy a saberlo yo…?
El ruiseñor del bosque me enseñó su canción… ¿Quieres que te la cante cuando amanezca Dios…?
Nuestra amiga la fuente ¿por qué no canta hoy…? ¿Porque ha quedado viuda…? ¿Porque perdió la voz…?
Y el grillo, desde lejos contesta en “si bemol”: ”¡si si el viento no lo sabe, lo sabe el ruiseñor…!
Cigarra, mi vecina: ¡compónme un madrigal! ¡Hay que ser todo ritmos y cantar… y cantar…!
¡Cantar en la alegría! ¡Cantar en el dolor! ¡Hacer un ritmo eterno de nuestro corazón…!
….
Volcó el ciprés inmóvil sus ánforas de luna en el hueco caliente de mis manos desnudas…
“¡Bebe —me dijo— bebe para saciar tu sed…! ¡Y me bebí la luna como quien bebe miel…!
!Borrachera de luna es la que tengo yo…! ¿ Qué haré con tu tristeza de siglos, corazón.. . ?
…Y desde el viejo chopo la alondra me gritó: vamos a hacer el ritmo de la eterna canción…!”
EL RITMO DE LA VIDA SENCILLA
PODABA mis manzanos, cuando el viento se posó en una rama y me dijo: “poeta: ¿quieres tocar mi flauta…?” Y yo le respondí con ese dejo de cansancio que pongo en las palabras : “amigo viento: ¡gracias…! Ya tengo todo el ritmo de la vida sencilla que en mí canta; el ritmo de una cítara divina cuyas cuerdas se alargan desde mi voz hasta las más remotas estrellas irisadas… ¡Ya soy un ritmo eterno con alas y con alma…! …¿ Quieres un ritmo nuevo para tu vieja flauta…?
El vientecillo músico ya no me dijo nada. Se bajó de la rama, plegó sus tenues alas y se fue por la angosta callejuela empedrada, cuyo lejano término se henchía de luz de sol y gritos de campanas…
Yo me quedé pensando, llena de paz el alma: “¡feliz quien vive al ritmo de la vida sencilla que en él canta…!”
EL RITMO DEL CORAZÓN
CORAZON que te quejas, dime: ¿qué tienes…? ¿Qué no ves el otoño cuajado en mieles…?
El manzano de junto dio dos manzanas… ¡Ay, corazón sediento, quién las probara…!
¡Rí0! ¡Rí0!: ¡qué lindas tus claras linfas!
Si pasan por el huerto ¡qué olor a limas! Si se beben el cielo ¡qué maravilla…! ¡Qué azul será el espejo donde se miran…!
Corazón que te quejas: ¿te están doliendo las espinas de plata de los luceros que hoy en la madrugada te florecieron…?
El viento de la tarde huele a membrillos… ¿Por qué como otras veces no huele a lirios…? ¡Ah, viento voluptuoso, viento ladino!: ¡tú besaste los labios de las muchachas que cortan amapolas entre los trigos…!
“¡Al sol!” “¡Al sol!” — grita una rana, desde su charco bruñido en oros… — “¡Al sol!” “¡Al sol!” — y pasa borrando el cielo una larga y obscura nube de tordos… —
Corazón que te quejas, dime en secreto: ¿quién echó en tus jardines pájaros muertos…?
EL RITMO DE LAS FLORES Y LAS ALAS
MARIPOSA del campo, toda llena de gracia: ¿quién te dio los colores para pintar tus alas?
La magnolia suspira desde su verde rama: “¡alabado sea Dios que me hizo blanca…!
“Run” “run”, dice la abeja; “¿quién quiere miel dorada…? ¡Toda la miel del huerto me la llevé a mi casa…!”
Y murmura la rosa: “dar miel, es no dar nada… ¡Sólo con el perfume se da el alma…!
Dice la golondrina: “quiero construir mi casa… Si me das el alero, yo pongo barro y paja…”
Y un zángano ventrudo, cínicamente exclama: “¡dichoso el colibrí que no trabaja…!”
Con el oído atento yo escucho la palabra que es un ritmo en el ritmo de la flor y del ala…
Y pensando en los besos que me da mi zagala, con las labios henchidos de dulzuras extrañas,
digo como la rosa: “dar miel, es no dar nada… Sólo con el perfume se da el alma…!
EL RITMO DE LOS GERMENES
¡POBRE pan de los pobres!: ¡bendigamos al trigo que es “oro en grano” para tu fiesta de domingo…!
¡En la espiga se quedan enredados los ritmos de la Naturaleza multiforme que no tiene prejuicios!
Hermanita tornera: ¡bendigamos el corazón del trigo! ¡Carne de lunas para hostias de sacrificio…!
¡La voz del agua canta en el surco bendito…! ¡Los gérmenes, al beso de la tierra, se convierten en ritmos…!
Las amapolas cantan: “¡el Señor es contigo!” …Yo levanto los ojos al cielo y me santiguo…
¡Pobre pan de los pobres!: ¡bendigamos el ritmo de Dios, que es “oro en grano” para tu alegre fiesta de domingo…!
¡Corazón mío, lleno de esperanza en ti mismo!: ¡bendigamos el ritmo de los gérmenes que canta hasta en las piedras del camino…!
Dedicatoria de Rubén C. Navarro a Vicente Lombardo Toledano en Ritmos de otoño (1945)
Navarro, Rubén C. Ritmos de otoño. Rio de Janeiro: Irmaos Pongetti, 1945.
Para el Sr. Lic. Lombardo Toledano, hombre de América y prestigio del mundo, con un abrazo muy apretado y muy cordial de su devoto amigo y admirador. (Firmado) Rubén C Navarro. Rio de Janeiro, Brasil. 28 de marzo de 1945”
Página web: www.centrolombardo.edu.mx Link del catálogo en línea: http://200.78.223.179:8292/LOMBARDO
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
María del Carmen Mondragón Valseca, conocida por su seudónimo Nahui Olin, nació el 8 de julio de 1893, en el pueblo de Tacubaya, Ciudad de México, y falleció el 23 de enero de 1978, en su casa de Tacubaya. Fue una destacada escritora, pintora y poetisa mexicana. También fue una activista feminista influenciada por la ideología de Mary Wollstonecraft, según indica Rubí de María Gómez. También formó parte del grupo “Las siete cabritas”, que activaron la vida cultural mexicana de 1920 a 1930.
Su madre, Mercedes Valseca, le enseñó a escribir y a tocar el piano, a muy temprana edad. Y tras trasladarse a París con su familia a la edad de cuatro años, donde vivió un total de ocho años, Carmen Mondragón ingresó en un internado donde aprendió arte, danza, pintura, literatura y teatro.
Tras su adolescencia, Carmen Mondragón volvió a la Ciudad de México, donde conoció a Manuel Rodríguez Lozano, con quien se casó en 1913. Tras esto, el matrimonio se trasladó a París, donde convivieron con artistas como Pablo Picasso, Georges Braque, Diego Rivera y Henri Matisse. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, la familia Mondragón huyó a San Sebastián (España), donde el matrimonio se dedicó a la pintura. Sin embargo, tras la muerte de su recién nacido, regresaron a México en 1921, separándose al poco tiempo, cuando Carmen Mondragón conoció al Doctor Atl (Gerardo Murillo). Fue en ese mismo año cuando pasó a llamarse Nahui Olin.
Ya en la Ciudad de México, Nahui Olin retornó a la pintura, conviviendo con artistas como Frida Kahlo, José Vasconcelos, Xavier Villaurrutia, Guadalupe Marín, Tereza Montoya, Dolores del Río, Tina Modotti, José Clemente Orozco, María Izquierdo, David Alfaro Siqueiros, Salvador Novo y Lupe Vélez. Carmen Mondragón también trabajó como modelo para Rosario Cabrera, y para el mural de Diego Rivera La creación (1922). Fue durante esta época, de 1921 a 1924, cuando Nahui Olin fue más prolífica en arte y poesía.
Carmen Modragón fue una de las dos únicas mujeres integrantes de la Unión Revolucionaria de Obreros, Técnicos, Pintores, Escultores y Similares, y en 1935 también fue fundadora de la Liga Feminista de Lucha contra las toxicomanías. También se unió a otros grupos feministas que demandaban el voto de la mujer, derechos iguales, la integración de las mujeres indígenas, el acceso a la educación de la mujer, acceso al trabajo con apoyo a la maternidad y el derecho a poseer tierras por parte de las mujeres.
Tras dejar al Doctor Atl y conocer al caricaturista Matías Santoyo, se trasladó a Hollywood, donde se enfrentó al papel sexual de la mujer en el cine. Ya con cuarenta años conoció al capitán Eugenio Agacino, con quien viajó a Cuba, España y Francia, participando en exposiciones, dedicándose a la pintura y al piano. Tras la muerte de Eugenio Agacino, Nahui Olin se retiró de la vida pública, para dedicarse al arte y a la escritura principalmente. Fue entonces cuando publicó Energía Cósmica (1930), un libro de poesía, reflexiones y asertos científicos contra la teoría de la relatividad de Einstein.
Durante sus últimos años de vida enseñó pintura en una escuela de primaria y disfrutó de una beca de Bellas Artes.
Carmen Mondragón descansa en el Panteón Español de la Ciudad de México.
Recordamos a Nahui Olin con cuatro de sus poesías y una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Poesías de Nahui Olin, Carmen Mondragón
LA ARENA QUE CUBRE LA PIRÁMIDE DE BRONCE
La arena que cubre la pirámide de Bronce, es la arena de un desierto que aterra —y cuando se levanta, pesa como una ola inmensa que aplasta— y va subiendo hasta cubrir el bronce de la pirámide —que no tiene espíritu— Y su materia va sepultándose sin defensa alguna bajo la fuerza de la arena de un desierto que aterra. —De un desierto que ocupa un ínfimo espacio en un enorme continente, de un desierto que quema la materia que no tiene espíritu. —La materia que va sepultando la arena que cubre la pirámide de Bronce.
Oaxaca, 17 de abril de 1922.
BAJO LA MORTAJA DE NIEVE DUERME LA IZTATZIHUATL EN SU INERCIA DE MUERTE
Bajo la mortaja de leyes humanas, duerme la masa mundial de mujeres, en silencio eterno, en inercia de muerte, y bajo la mortaja de nieve– son la Iztatzihuatl, en su belleza impasible, en su masa enorme, en su boca sellada por nieves perpetuas,– por leyes humanas.– Mas dentro de la enorme mole, que aparentemente duerme, y sólo belleza revela a los ojos huma- nos, existe una fuerza dinámica que acumula de instante en instante una potencia tremenda de rebeldías, que pondrán en actividad su alma encerrada, en nieves perpetuas, en leyes humanas de feroz tiranía.– Y la mortaja fría de la Iztatzihuatl se tornará en los atardeceres en manto teñido de sangre roja, en grito intenso de libertad, y bajo frío y cruel aprisionamiento ahogaron su voz; pero su espíritu de independiente fuerza, no conoce leyes, ni admite que puedan existir para regirlo o sujetarlo bajo la mortaja de nieve en que duerme la Iztatzihuatl en su inercia de muerte, en nieves perpetuas.–
Óptica cerebral. Poemas dinámicos.
SUPREMO EGOÍSMO
El egoísmo supremo es el inagotable deseo, la ambición desmedida del vivirse en el aislamiento, supremo egoísmo–Satisfacción cerebral.–
No hay nada más interesante que el mundo que llevamos dentro–no hay nada más ilimitado que nuestro espíritu, y no debemos buscar ninguna otra fuerza o potencia para vivir o para producir: hay que fecundar en sus propias entrañas y dar a luz.–
Pretender obtener de todas las cosas fuerza, y expresarla, es impotencia, debilidad, nulidad.–
Bastarse a sí mismo es la eliminación de toda necesidad–la solución del problema intelectual.–
Soledad, magnitud donde sólo uno se escucha, donde no subleva el ruido de la matraca impertinente y absurda de la pobre humanidad que de uniformadas y mezquinas opiniones vive, aturdiéndose de trágicas risas nerviosas, nacidas del terror de mirar el propio vacío, la nada que cada uno significa,–cadáveres flotantes antes de la podredumbre misma del pellejo.–
Óptica cerebral. Poemas dinámicos
TOTALIDAD
La comprensión de la totalidad equivale a utilizar con la fuerza consciente, el cerebro la fuerza única, el misterio o problema de la existencia del infinito y hacer un infinito consciente en cada infinito de molécula, relacionado con una sola vibración vibro-eléctrica consciente de mi cerebro que sería la totalidad.–
La fuerza que podríamos utilizar para desencadenarnos de nuestra miseria y de nuestra impotencia, son ínfimas partículas de belleza, de movimiento que distraen la vista, el pensamiento, y absorben la materia de nuestro ser por decirlo así, son intrigas que cubren de un velo de misterio el porqué de nosotros mismos, es el instinto de conservación de esa totalidad, y como en cada cosa existe el infinito, nosotros nos desviamos queriendo seguir este infinito–inconscientemente hemos hecho la abstracción de esta cosa y nuestra imaginación le ha prestado la ventaja de existir aislada y el misterio se hace más indescifrable porque nosotros no tenemos toda la capacidad necesaria para comprender esta cosa y con esta cosa la totalidad, porque si nosotros movemos una ínfima pieza de este grande aparato–el universo–la totalidad ha tomado ese movimiento multiplicado al esfuerzo de la cosa que se mueve por nuestro movimiento más nuestro propio movimiento de vitalidad mecánica.–
Energía cósmica
Dedicatoria de Nahui Olin al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Enrique González Vásquez nació el 5 de julio de 1915, en Acuitzio, estado de Michoacán (México), y falleció el 9 de enero de 1971, en la ciudad de Morelia, Michoacán (México). Fue editor, periodista y poeta mexicano.
Enrique González Vásquez estudió en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo, y años más tarde estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana.
Como periodista y literato, Enrique González trabajó en la revista Voces como editor, y en la revista Pliegos. Colaboró también en la revista La Espiga y El Laurel, impulsada por Ezequiel Calderón Gómez. También escribió columnas crónicas, columnas y artículos culturales.
Como escritor, a temprana edad publicó poemas en la revista Juventud, Atalaya, Ímpetus y Voces. En 1949, Enrique González Vásquez publicó Peluquitas, una novela por entregas. Años mas tarde lograría su mayor reconocimiento como poeta al publicar Desnudo viento, en 1955, y con Formas de gritos, publicada en 1961. Su obra lírica se encuentra recogida en su gran mayoría en Al filo del tiempo, antología compilada por el poeta José Antonio Alvarado y publicada en 2006. Sus temas favoritos fueron la recreación del paisaje de su pueblo natal, la libertad, el amor, la soledad “y ese filo del tiempo que transcurre entre la vida y el desprendimiento de ésta para ingresar al recuerdo de la existencia que en sus poemas se estremecía”.
“Tu vida fue una espiga florida” (Tomás Rico Cano)
“Enrique González hecho de nubes, de brisa, de rocío… lo conocí en los primeros años de nuestra vida en el Colegio”.
“Su serenidad y tranquilidad con que veía pasar las cosas, y la actitud reposada que adoptaba en todos los casos, llegaron a impresionarnos totalmente”. (David Franco Rodríguez)
“La pasión de González Vázquez según nos deja ver en sus escritos tanto en prosa como en verso, no es otro que el amor a la Belleza (así lo escribía, con mayúsculas), sea ésta la de la mujer, la del paisaje rural o urbano que en realidad se interpretan y bañan la visión del héroe y de la amada. La presencia del héroe no es un testimonio del pasado, es presente y porvenir”. (José Antonio Alvarado)
Recordamos al autor con seis poesías que podemos encontrar en la obra dedicada al Mtro. Vicente Lombardo Toledano: Desnudo Viento (1955).
Poesías de Enrique González Vásquez en Desnudo Viento
ENCIMA DE LA TIERRA
ENCIMA de la tierra, fulge la voz del pueblo de secular prestigio conmovida. Y tierra adentro, de inusitada fuente, la limpidez nupcial del corazón, siega las campanadas de estas siembras de polvo.
La cumplida constancia campesina, huele en la flor de inofensivos juegos de muchachos; y sublimado el grito, dignamente se encrespa sobre el mar de la Patria; y sin ceder al golpe, hay un dulce llamado de esperanza.
DESNUDO VIENTO
VIENTO abierto, gracia de tu arrogante presencia fina, cuando espacias la voz de música y de lágrimas, de dolor y de pueblo; asido al ritmo que sentí al aspirarte, voy por tus brazos ávidos de límites, por tus imposibles riberas habitadas, por tu tránsito humano por todos los caminos del mundo; por ti, por fin, cuando decides llevar la más auténtica palabra de mi pueblo.
Siembra de alientos patrios, las más amplias avenidas de México, y llegará la vida a nuestras manos con la humildad de una fragante espiga…
NI SOLEDAD, NI OLVIDO
NI soledad, ni olvido, frente a la fuente pura del sol que enardece las raíces del Hombre; abramos la distancia de nuestros corazones, y aceptemos el ansia del pueblo mexicano. Cerremos las ventanas de nuestros puños; impidamos el són desesperado que alienta todavía sobre las rosas.
Cuando gritemos: ¡Mi país, mi Patria!, en la más franca música del alma; cuando agitemos la palabra Amor en persistente ritmo popular, mi corazón, en su desnudo viento, temblará de pasión…
SU BREVE CALIDAD
UNTO a la espera, avanza su breve calidad, el calor de su aliento, la certeza del aire que acarició su nombre…
Vendrá por fin, diciéndome el olvido en un adiós profundo, y sentiré su ritmo buscando todavía la mañana y la noche, bajo su luz, Amor, sobre mi sombra.
La voz amaneció sobre sus claras manos, pero yo la he olvidado, porque guardo la noche de sus cabellos.
HUMEDECIDOS DE ALBA
MUEVOME al són maduro de su nombre, para adquirir el ritmo de sentirla, Patria de mis abuelos liberales, dura presencia henchida por la humedad de lágrimas y sangre; México del maíz y de la espina, de la serpiente y del águila.
Miguel Hidalgo, Pípila, humedecidos de alba; Morelos, y Morelos, sobre vertientes ávidas de esperanza.
Patria: ¡Cuántos silencios de abnegado esfuerzo, flotan por vuestro cielo! ¡Cuántos hombres ignoran, el sabor de la risa!
¡QUÉ MANIFIESTO DE LÁGRIMAS!
I No su caricia, su golpe, que en él la encontramos presta. ¡Qué exactitud sorprendente, de su maduro dolor! ¡Qué manifiesto de lágrimas, para el futuro del Hombre!
En su sonora estancia, el mundo se desangra; limpia, la llama quiere resucitar su forma. ¡Qué amanecer de gritos en sus ojos!
II Cuando fluye el olvido, su presencia se escapa; siguen sus huellas duras, el calor de sus lágrimas. Ceñido a su voz, el filo de mi silencio; el aire del valle, la hoja del cielo, su fulgor.
Clavados e inolvidables como la luz, sus ojos; su desnudo rumor, el atar de su risa.
Su sombra, al aire, era una prisa de salir de la sombra; y fue vano el donaire de su mirada, de su mañana y de su fruta.
Dedicatoria al Lic. Vicente Lombardo Toledano en la obra de Enrique González Vásquez: Desnudo Viento
González Vásquez, Enrique. Desnudo viento. Michoacán: Universidad Michoacana, 1955.
para el Señor Lic. Vicente Lombardo Toledano, con la esperanza de un México mejor. (Firmado) Enrique González V., Morelia 25 de junio. 1955” Colegio de San Nicolás.
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Artículo escrito por el Doctorante Josep Francesc Sanmartín Cava en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Enrique Othón Díaz Melo nació el 3 de julio de 1903 o 1904[1], en la ciudad de Oaxaca, estado de Oaxaca (México); y falleció el 11 de junio de 1967, en la Ciudad de México. Fue un importante político, militar, cineasta, periodista, escritor y poeta. Se le reconoce como uno de los miembros de la generación del “Medio Siglo”, grupo destacado de intelectuales oaxaqueños, dedicados principalmente a la literatura.
Se dice de Enrique Othón, que recibió su educación básica en el Colegio del Espíritu Santo, dirigido por Carlos Gracida, donde pudo alternar con Fernando Iturribarría. No existen registros claros sobre sus estudios, pero, según los periodistas Néstor Sánchez y Arcelia Yañiz, su educación fue mayormente autodidacta, ya que tuvo que abandonar la escuela para ayudar a su familia, aunque eso no le impidió seguir formándose en las letras.
Como político y militar, Enrique Othón Díaz formó parte del Bloque de Obreros Intelectuales, apoyó el gobierno de Cárdenas y, en 1929, fungió como secretario del grupo Rebeldía, ayudando a su constitución como entidad organizada afiliada a la Confederación de Partidos Socialistas de Oaxaca (CPSO), de tipo marxista. El grupo Rebeldía defendió una mejor educación y el reparto agrario, defendiendo a la clase trabajadora de Oaxaca, luchando contra el abuso del alcohol y por la creación de pequeñas industrias que sirvieran para la rehabilitación de las masas indígenas.
Como educador, Enrique Othón participó como miembro de la Sociedad de Amigos del Libro Mexicano y del Grupo “En Marcha”, y desarrolló labores educativas en el Partido de la Revolución Mexicana y como profesor en la Universidad Obrera, creada y dirigida por el Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Como periodista, de muy joven Enrique Othón se hizo cargo del suplemento dominical del diario El Oaxaqueño, fue uno de los fundadores de la revista 18 de marzo, que sirvió para la comunicación entre Petróleos Mexicanos y sus trabajadores. También fue responsable de la redacción del Boletín del programa Nacional Fronterizo y colaboró con la revista Crisol y en el periódico Nacional.
Como cineasta, Enrique Othón Díaz produjo varios documentales sobre la vida y las costumbres indígenas mexicanas.
Como escritor, Enrique Othón escribió novela, cuento, poesía y teatro. El contenido de su obra siempre tuvo carácter social, denunciando los abusos del poder, las injusticias que los hacendados y los militares cometieron contra el pueblo mexicano y, en especial, contra los indios, obreros y campesinos. Su estilo, se ajustó a lo defendido por el grupo Rebeldía: “un arte sencillo, vigoroso y rebelde”; “una literatura eminentemente socialista y humana que combatiera todos los prejuicios y todos los fanatismos; un arte revolucionario, agitador y orientador”. También retrató la situación educativa y la miseria en la que vivían los maestros rurales en tiempos de la Revolución. En 1931, publicó Canto ingenuo. La escuela rural, en 1933 publicó Madre tierra. Poemas al Ejido, en 1937 publicó Montaña virgen como Protesta. Seis aguafuertes, en 1938 publicó S.F.Z. Escuela. La novela de un maestro, editada por el grupo “En Marcha”, en 1955 publicó Dos poemas y La creciente: comedia dramática en tres actos. Dejó dos novelas inéditas: Alud y La luz viene de lejos.
La renovación social no puede aplazarse impunemente, y es nuestro deber responder al llamado angustioso de la época, constituyéndonos en paladines de la transformación que extiende sus abanicos luminosos en el horizonte magnífico donde apunta una aurora esplendente de justicia social. (Párrafo del Manifiesto del grupo Rebeldía)
Enrique Othón Díaz también escribió ensayo, tratando, sobre todo, la historia y folklore oaxaqueños.
Recordamos a Enrique Othón con uno de los poemas publicado en Dos poemas (1955), y tres dedicatorias al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
ELEGIA DE LAS VOCES OCULTAS…
Fue a la hora en que el mundo con torpeza de niño comienza a perseguir el alba como una mariposa, cuando la noche con sandalias de musgo se arrebujó en tu carne y se durmió en tus huesos con un pesado sueño de plomo y de murciélago.
¡Vivías! Vivías, y sobre tus dos piernas, bajo los arcos audaces de tus cejas, encima del cauce de tu pecho corría bronco y mugiente el río de la vida!…
Mas de pronto tus ojos se llenaron de tierra, zozobraron sus luces, se adelgazó tu voz, se dobló tu coraje y hecho un solo y eterno latido te hundiste en lo insondable como buscando un paréntesis de quietud infinita.
Te fuiste así, sereno y fuerte, inadaptado, en cita prematura con lo que llena la distancia de galaxias y astros a la hora precisa en que la vida iba a madurar sus frutos en tus sienes, a hacer fértil tu abrasada parcela, poderosa angustia, sosegada tu llamada, claro y fecundo tu destino…
Sucumbiste a destiempo, sin soslayar el alba, triste, joven e irrealizado, tan harapo encendido, impetuoso y rebelde…
Te fuiste, buscándolo, señero y melancólico, por los viejos caminos de ceniza y silencio, de palúdica angustia y estelar esperanza que domina la muerte.
¡Cazador de imposibles: ya sólo eres un dardo perdido por rutas desmesuradas de universos. Ya tu sangre es venero fecundando la tierra. Ya sólo eres un canto subterráneo y callado.
Te fuiste cuando apuntaba el alba!…
Y yo, de momento, me quedé como desenraizado, como voluta de humo que de tanto torcerse y retorcerse no tiene ni una lágrima.
Quise agarrarme a lo alto y fue como si quisiera hacerlo de las nubes. Busqué el suelo para apoyarme en él y sólo fue una fuga de materia brindándome el vacío.
Quise gritar pero mi grito corrió a estrellarse en una sorda muralla de granito. Mi pecho se desgarró como una tela de seda envejecida sin ruido, sin sangre y sin alientos…
Fue atroz el puñetazo del destino. Fue el mar metido de golpe entre mi tórax.
Ya asentada la furia de ese oleaje, fuerte y en nave de confianza, iré con tu recuerdo en busca de destinos; será tanta mi fe, que desde hoy, mis ojos irán rastreando al Hombre por todos los caminos inciertos de la tierra, que desde hoy, en ellos, habrá un hervor de lumbre, un tránsito sin tregua de vientos, tormentas y esperanzas…
Por eso a tu llamado viril de última hora, cuando sin terror ni congoja me buscaste en el filo de la tumba para estrechar mi mano en un adiós afirmativo de raíces, tan sólo te respondo con un vasto silencio de montañas, con ímpetu de ríos en crecida, con la pujante fuerza de las savias!…
Y evoco tu figura. Abro como un gajo de flor de amanecer tu niñez y la mía, la que vivimos juntos entre un temblor intermitente de preguntas y un gozo inexpresable de la vida.
Recuerdo ese pasado como recuerda un ciego la ráfaga de luz de una mañana. Cuando nuestros sentidos se abrían en floración consternadora y asombrada; cuando arrojábamos nuestras palabras al caracol de la montaña ara recrearnos con su eco; cuando con anzuelo de gozo, pescábamos estrellas surcando la piel fosforescente de las aguas dormidas en los caños; cuando aprendimos a saborear la miel espesa de la tierra, a paladear raíces, a sorprender las voces sabias y calladas balbuceando en las cenizas de todos los abuelos que tuvimos.
¡Qué inmensidad azul de sueños, de ímpetus, de tierras y montañas!
¡Qué grito lacerante de razas y de siglos latiendo como un feto en nuestra entraña!
¡Qué galope de vida!
¡Qué ardor de arena, de cielo y mar; de galápagos, lagartos y de trópico!
¡Qué tempestad de vida cimbrando los alambres de las venas, batiendo las persianas de las almas, cegando los faros de los ojos!…
¡Qué ansia, qué fiebre, qué avidez! ¡Qué vuelo de pájaros negros en locura! ¡Qué levantarse de osamentas de las tumbas por donde se fueron caminando los ancestros!
¡Qué impotencia de darse y encontrarse! ¡Qué ineptitud de afanes y de fuerzas! ¡Qué insolvencia de voces, qué clamor de banderas, de surcos y esperanzas!
¡Qué condena implacable y calosfriante! ¡Qué fatal perdición desde el instante en que un golpe de mar rompió las amarras de tu barco y de mi nave apenas atracados a la vida n el sereno estuario del vientre de la madre que tú sabes!…
¡Qué avalancha en nosotros de mandatos, paisajes y de razas!
¡Qué golpe insoportable de horizontes! ¡Qué vastedad de vida, de encomiendas, de obra, de muerte prematura y de destinos!…
Por eso nos sabíamos perdidos e impotentes y buscábamos en el magma ardoroso de las copas la fuerza necesaria para soportar el peso de montañas que heredamos; para que las manos pudieran no quemarse con esa carne ardiente de luceros; para engrosar la voz y hacerla varonil y fuerte; para hacer de piedra y argamasa la garganta; para templar el corazón en la fragua quemante de la vida; para que los gritos admonitores de los siglos que irrumpían a toda hora en nuestro pecho, no rompieran las cuerdas vocales como una telaraña y las arterias no estallaran y la voluntad no se quebrara y el peso de nuestro prodigioso y aterrador destino no sellara en sombras la encendida romería del corazón y de la fe a toda hora palpitante y repicador como campana!…
Estábamos perdidos. Perdidos y aturdidos por ese peso descomunal de continentes; perdidos y aturdidos porque fuimos la jaula de los pájaros de todos nuestros bosques, de la esperanza de toda nuestra raza y por haber anclado en ti y en mí la flota de todos los dolores y el llanto sempiterno de los nuestros!…
¡Estábamos perdidos y salvados! Perdidos y salvados por el peso de cielos y montañas, de siglos y más siglos que acabaron por hacernos el corazón convexo y cóncavo para estirarlo en un camino eterno de universos!
Estábamos perdidos y salvados porque se nos metieron dentro las montañas y los soles y los astros y un lloro de milenios y las imprecaciones y las blasfemias y los espantos y las negruras y los ayes y la desesperación y la risa y la bondad y las promesas de la absurda, estéril, grávida y sublime tormenta de la Vidal…
Una raya de luz en sombra de horizonte es ya tu vida. Redimida y limpia llama en alborada preñada de presagios. Rumor de larvas genitrices en la matriz augusta de la tierra.
Te digo ya calmado, seguro de mi mismo: “Hasta muy pronto, hermano!”
Y seas recordado con respeto amoroso porque te fuiste en el fondo de una copa en hora nueva, cuando el Hombre comienza a soslayar la verdad de su destino entre un cortejo de lágrimas del pueblo y entre la gratitud humilde de los tuyos!.
(1948)
Libros dedicados por Enrique Othón al Mtro. Vicente Lombardo Toledano
Othón Díaz, Enrique. SFZ-33 escuela: la novela de un maestro. México: Grupo en Marcha, [s.f.].
Para el compañero Vicente Lombardo Toledano, con mis votos sinceros por su completo restablecimiento y mi vieja admiración por su gran obra social revolucionaria. Afectivamente (firmado) E. Othón
Othón Díaz, Enrique. La creciente: comedia dramática en tres actos, la acción en la ciudad de México, el año de 1941. México: Continente, 1955.
Para el maestro Vicente Lombardo Toledano, con mi admiración y mi inquebrantable lealtad y afecto. (Firmado) E. Othón
Othón Díaz, Enrique. Dos poemas. México: [s.n.], 1955.
Para el maestro Vicente Lombardo Toledano, con la sincera inquebrantable estimación de (firmado) E. Othón
Obras ubicadas en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Imagen de Enrique Othón Díaz recuperada de la revista Síntesis Gráfica, dirigida
por Arcelia Yañiz (julio de 1967).
NOTAS:
[1] El año exacto de su nacimiento no está claro. Según el Diccionario de escritores mexicanos nació en 1903, pero según la semblanza escrita por el abogado Manuel Zárate Aquino, nació en 1904.
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