Adolfo Montiel Ballesteros nació el 2 de noviembre de 1888, en Paysandú (Uruguay); y falleció el 1 de agosto de 1971, en la ciudad de Montevideo (Uruguay). Fue un ilustre escritor, dramaturgo, político, diplomático y poeta.
Como escritor, Adolfo Montiel Ballesteros se destacó en la novela, la poesía y el cuento. De joven viajó a Europa, lo que le valió para conocer a Rubén Darío. Ya en su país natal, encabezó el movimiento “Juventud Literaria del Uruguay”. Entre los años 1912 y 1913, su obra se vio influenciada por el modernismo.
Adolfo Montiel Ballesteros también escribió para la revista literaria Pegaso, junto con autores de la talla de Antón Martín Saavedra, Wifredo Pi, César Miranda y José María Delgado. También presidió la Sociedad de Autores Uruguayos de Teatro, y fue Vicepresidente de la Asociación Uruguaya de Escritores y miembro de número de la Academia Nacional de Letras del Uruguay.
En política, Adolfo Montiel Ballesteros fungió como Cónsul, de 1919 a1929, en Florencia (Italia). A su vuelta a Uruguay, se postuló a cargos electivos por el Partido Socialista del Uruguay.
Recordamos a Adolfo Montiel Ballesteros con tres de sus poesías y una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
Poesía de Adolfo Montiel Ballesteros
PAISAJE
Sobre el fondo de seda amarilla las cuatro líneas geométricas de la casa, con su puerta, su ventanita y su penacho humoso de pose fotográfica. Duros, duros, verdes, verdes, cinco árboles. Colgando de un hilo invisible, un pájaro vuela. Un prado de heno fresco reluce mórbido y mira curioso al caminillo blanco, arroyo de savia por el cual se desangra el paisaje. Una pastorcita, vestida de azul, se inmoviliza como un fantoche con las piernas de palo. Y entre la hierba humilde estallan amapolas sangrientas y enormes margaritas de oro, con su ojo solo guiñando promesas, y con su robustez saludable de sirvienta campesina recién llegada. Amapolas y margaritas primitivas robadas a una mancha sintética y cerebral de Rafael Barradas. No hay firma. La artista anónima se ríe de la gloria y lo mismo remata con amor el paisaje que con inédito encanto ingenuo luce el delantal de mi hija. Mundo flamante y mágico donde se posarán los ojos vírgenes, donde resbalará su primera sonrisa y alguna lágrima desteñirá los hilos de colores, como en la vida se nos van destiñendo los sueños…
EL LADRÓN DE ESTRELLAS
Cuando la ciudad se desliza en el precipicio de la sombra, el cielo enciende sus luminarias. Entonces, el hombrecillo práctico roba una estrella y en la punta de su indice tenso por toda la ciudad la pasea!
Ahora la oscuridad llora lágrimas de fuego? No. Está reflejando los astros en su espejo negro. El hombre del largo dedo ígneo, se acerca a los picos de gas y les susurra una confidencia: —Hermanos— los incita, —el cielo está lleno de luces, regalémoles a la tierra, para su fiesta, unas estrellas.
Hombrecillo misterioso, que antes reclamaba, yo no te necesito… Mi Alma está toda iluminada con el astro azul de mi hijo.
EL ESPANTAPÁJAROS
Entre toda esta sonrisa de fiesta de la mañana solar: alegría de colores, cielo, verdura, flores, con los brazos de par en par, ese vestido hecho jirones y el sombrero en los ojos, pones, espantapájaros, toda una nota singular. Píííí, píííí, píííí! La protesta de los pájaros, a quienes ahogas la fiesta… Píííí, píííí, píííí! Se te importa un bledo? Los pájaros niños se erizan de miedo, mirando tu facha y tus desaliños… El horror les traes, pues, para asustarlos, dicen sus mamaes: ¡El hombre que roba los pájaros niños! Y, naturalmente, huyen los cantores. Tu silueta infúndeles oscuros terrores. Ante ti se hielan las alas inquietas. —Pájaros colegas, el mundo está lleno de espanta-poetas!…..
Catania 1925
Montiel Ballesteros en su libro escribió la dedicatoria:
A V. Lombardo Toledano, cordialmente (firmado) Montiel
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava, en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Serafín José García nació el 5 de junio de 1905, en Cañada Grade, Treinta y Tres, y falleció el 29 de abril de 1985, en Montevideo. Fue un destacado escritor y poeta uruguayo de proyección internacional.
La única educación formal que recibió Serafín J. García fue escolar, en la localidad de Vergara, el resto de su educación fue autodidacta. Esto no le impidió formarse como tipógrafo en 1917, lo que le sirvió para publicar su primeras rimas, narraciones y composiciones literarias poco tiempo después. Además, gracias a su trabajo en la biblioteca del club social, se inspiró en autores clásicos españoles y otros autores como Leónidas Andreiev, Henri Barbusse, Romain Rolland y Máximo Gorki. Su desempeño literario, también le sirvió para trabajar como periodista local.
En 1936 publicó su primera obra poética, Tacuruses, con prólogo de Ledo Arroyo Torres. Esta obra tuvo tal éxito que Serafín J. García fue premiado por el Ministerio de Instrucción Pública. El 18 de febrero de ese mismo año, el presidente Gabriel Terra firmó un decreto presidencial por el cual se distribuyeron 300 ejemplares de la obra en distintas Jefaturas Policiales del País y se ascendió a García al grado de sub-comisario en Santa Clara de Olimar, aunque siguió trabajando en la jefatura de Treinta y Tres hasta 1940.
En 1968, Serafín J. García publicó Piquin y Chispita, obra que fue catalogada como una de las diez mejores obras nacionales de este género publicadas entre 1967 y 1968. También recibió por esta misma obra la Mención de Honor del Premio «Hans Christian Andersen» de Literatura Infantil Universal, el 4 de abril de 1970, en Bolonia (Italia).
En 1983 pasó a formar parte de la Academia Nacional de Letras del Uruguay, tras ser nominado en 1974.
La proyección literaria de Serafín J. García, le valió para ser reconocido internacionalmente, con obras traducidas al inglés, al portugués, al francés, al yidis y al italiano.
Recordamos a Serafín J. García con dos de sus poesías y una de sus dedicatorias al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
ROMANCE DEL LABRADOR SIN CANCIONESHala que hala la yunta. Corta que corta la reja. Brilla que brilla la escarcha sobre la negra paniega.Va el ancho tajo del surco despanzurrando la tierra, que paga en buenos olores al hierro que la penetra.Las palomas y los tordos —bruma y sombra, noche y niebla— desanillan las lombrices enroscadas en la gleba.Hala que hala la yunta sobre la tierra morena. Brilla que brilla el azúcar de la escarcha mañanera.Y el labrador —ceño adusto, manos rudas, tez cobreña— crispa que crispa los puños obre la tosca mancera.Va sin palabras ni cantos —silencio de hierro y piedra—, curvado el enjuto cuerpo, cansina y gacha la testa.En tanto la aurora exprime la pulpa de sus cerezas, y el hornerito alfarero su laborar recomienza.En tanto los herbazales trascienden a primavera, y el aire limpio se endulza con el olor de las yemas.Se irán las blancas heladas. Se irá la negra tristeza. Ya está setiembre aniñando de brotes las arboledas.
Ya se ha encendido la brasa del churrinche en la pradera, y anda cardando vellones de nubes una cigüeña.
Ya el sol acuesta brazadas de luz jugosa en la hierba, y el día surte su alforja con zumos de espliego y menta.
Hala que hala la yunta sobre la negra paniega, mientras setiembre reparte su carga de vida nueva.
¿Nada le trae al labriego que está binando la tierra? ¿Ni el verde de una esperanza? ¿Ni el rosa de una promesa?
¡Ay!, labrador sin canciones —silencio de hierro y piedra—: empozada en tus pupilas se quedará la tristeza…
Labrador de callos duros como raíces resecas, como terrones sin lluvia, como carozos sin tierra.
Oro de espigas candeales dará otra vez la paniega, mas no irán a tu granero los granos de la cosecha.
Parvas de rubias gavillas perfumarán esa tierra. Con sus rimeros de trigo se marcharán las carretas.
Y tú a limpiar los rastrojos y a rejar para otra siembra, que ofrecerá nuevos granos para las nuevas moliendas…
Hala que hala la yunta. Ya está setiembre en las yemas y en el verdor del herbajo que trasciende a primavera.
¡Ay!, labrador sin canciones que labras la tierra ajena: tanto trigo que has sembrado ¡y ni un pan blanco en tu mesa!
ROMANCE DE LA LLUVIA TRUNCA
Alégrate, labrador, que el cielo se está cubriendo, y antes que cierre la noche tendrás la lluvia en tu huerto.
Esas nubazas buchonas traen en sus odres repletos el cantarino y gozoso milagro del aguacero.
Ya están las píricas ranas sus ocarinas tañendo, y hay una prisa de hormigas camino del hormiguero.
Alégrate, labrador, que el cielo se está cubriendo, y en júbilo de cristales vendrá la lluvia a tu huerto.
Se dará en trémolos claros a los tallos macilentos. Se filtrará en las raíces y en los cogollos enfermos.
Y verdeará el alfalfar, y el trigal se pondrá bueno, y tendrás choclos lechosos para dorar en el fuego…
Alégrate, labrador, que ya redoblan los truenos y los relámpagos rayan de viborones el cielo.
¡Ya caen las primeras gotas! ¡Aleluya, compañero! ¡Ya repican en las hojas del maizal amarillento!
¡Con qué avidez las absorbe la tierra! ¡No es para menos! ¡Lo que ha sufrido la pobre con estos soles de enero!
Alégrate, labrador, que ya está aquí el aguacero, y habrá pororó sabroso para las noches de invierno.
¿Por qué esa cara de angustia? ¿Por qué esos ojos de miedo? ¿Por qué esas manos mesando los cenicientos cabellos?
¡Ah, compañero, qué pena! ¡Se está levantando viento, un seco viento del Norte que viene a barrer el cielo!
Arreará todas las nubes ese maldito tropero, camino del mar distante que no necesita riegos.
Volverán los soles largos a chupar la savia al huerto, y no habrá ni una espiguita para el hambre del invierno…
Ya se marcharon las nubes, ya está despejado el cielo, y el viento perverso canta su triunfo en los tallos secos…
¡Qué dura es tu suerte, amigo! ¡Qué dura! ¡Recién comprendo por qué se han encanecido tus cabellos a destiempo!
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
Para el prestigioso intelectual Vicente Lombardo Toledano, con mi admiración y mi simpatía más cordiales. (Firmado) Serafín J. García, XI – 16 – 1935, s/c Bacaray, Montevideo, Uruguay
Emilio Frugoni Queirolo nació el 30 de marzo de 1880, en la ciudad de Montevideo (Uruguay), y falleció el 28 de agosto de 1969 en esta misma ciudad. Fue un destacado abogado, escritor, poeta, docente y político uruguayo.
Como soldado, luchó bajo las órdenes del General Muniz defendiendo el gobierno de Batlle, durante la Guerra Civil de 1904 en Uruguay. Tras esto, nunca más volvería a ejercer como militar. Así expresó el mismo esta decisión:
no prestarme más a la sanguinaria rivalidad de las divisas (…) para abrir una nueva ruta al criterio político de nuestro pueblo para apartarlo de la arcaica costumbre del tradicionalismo de blancos y colorados, siempre prontos a dirimir sus rivalidades en los campos de batalla.
Como político, inició su carrera en diciembre de 1904 cuando realizó su conferencia “Profesión de fe socialista” en el Teatro Stella d´Italia, lo que le serviría, sumado a su talento oratorio y político, para impulsar la fundación del Partido Socialista de Uruguay en 1910, del cual sería su primer Secretario General. Como parlamentario, logró ser el primer diputado socialista de Uruguay, y destacó por su labor fuertemente combativa y en denuncia de la corrupción. Tanto es así que estuvo a punto de batirse en duelo con el diputado colorado Pelayo, cuando este le dijo: “El diputado Frugoni da más en la herradura que en el clavo”; y Frugoni le respondió: “No es mi culpa que el Señor Diputado se mueva tanto”.
Cuando el Partido Socialista se convirtió en el Partido Comunista de Uruguay, asumiendo las 21 condiciones planteadas de la Tercera Internacional, Emilio Frugoni decidió abandonar el partido, pues no estaba de acuerdo con ninguna de las condiciones. Tras refundar el Partido Socialista, volvió a ser diputado en 1929. A los pocos años, Frugoni no puede evitar enfrentarse al régimen de Terra (1933-1938), y fue detenido y desterrado. Sin embargo, volvió como diputado electo en 1934, protagonizando de nuevo un enfrentamiento con Terra en el Parlamento en el día de su juramento para asumir el gobierno. Así le replicó Frugoni a Terra cuando éste se proponía jurar:
Ese juramento no tiene valor, porque el doctor Terra ha demostrado que no cumple lo que jura.
Esto le costó a Emilio Frugoni que lo expulsaran del Parlamento y que la policía le golpeara hasta que se pudo refugiar en la Casa del Pueblo.
En 1942, el mismo año en que falleció su mujer, María Rosa Barreto, es mandado, por el gobierno del presidente Juan José de Amézaga, a la Unión Soviética como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Uruguay. Sin embargo, en 1946 volvió de la URSS desencantado y muy crítico. Tanto es así que publicó el libro La Esfinge Roja (1948), donde criticó al gobierno soviético.
En 1963 abandonó el Partido Socialista, debido, principalmente, a la oposición de Enrique Erro, quien promovió la llamada Unión Popular que contradecía los principios democráticos y marxistas de Frugoni. Es por esto que decide impulsar el Movimiento Socialista basándose en su “Declaración de fe socialista”.
Emilio Frugoni se presentó en 1966 a las elecciones, con 86 años de edad. Un año más tarde, Jorge Pacheco Areco suprimió el valor jurídico del partido Socialista, y clausuró su sede y la Casa del Pueblo. Es entonces cuando insinuó que podría entregar la sede al Movimiento Socialista de Frugoni, a lo que éste se negó respondiendo:
Tenemos clara y definida orientación política. No es esta oportunidad para ventilar discrepancias con las otras fuerzas en el campo de la izquierda ni admitiremos que de ella sea árbitro el Poder Ejecutivo ni ningún otro órgano de gobierno. No aceptaremos ventajas provenientes de medidas represivas ni toleraremos ningún atropello atentatorio contra el ejercicio de derechos esenciales. (Semanario Marcha 22-12-67)
De su labor política destaca también la defensa del voto secreto en la Asamblea Constituyente de 1916, la defensa de los derechos de la mujer, la defensa de la capacidad política de las autonomías municipales, la entrega de la carta de ciudadanía para los extranjeros y la creación del Instituto de Colonización y Reforma Agraria.
Recordamos a Emilio Frugoni con una poesía y una dedicatoria al Mtro. Vicente Lombardo Toledano.
LAS PLAYAS
I
Montevideo tiene un aire de pereza. Tendida cabe el río, sobre colinas gayas, aburrida bosteza hacia el espacio, por sus cinco playas.
¡Oh, las graciosas playas de Montevideo! Abren sus blancos brazos, como con el deseo de estrechar todo el río en sus arenas, y el río les regala el cabrilleo de sus aguas serenas.
Ramírez y Pocitos, y Carrasco y Malvín y Capurro, hospitales que curan el esplín. En ellas tiende el Río de la Plata sus sábanas de espuma para la conjunción de sus aguas azules con la arena de plata en que lento se acuesta el río, como un león.
Con esas cinco playas, que son bocas divinas, sonríe en el estío a las auras marinas que la perfuman al pasar, dejando en esas bocas un ósculo del mar.
Montevideo tiene un aíre de pereza. . . Al descender los días estivales sobre sus costumbres casi coloniales, es como una criolla joven, pero algo obesa, que al sol se despereza con movimientos lentos y sensuales.
Sus pupilas se encienden de un fulgor repentino, sus labios reflorecen con dulzor de pitanga, y su garganta arroja al aire cristalino, como una piedra, el grito de su risa guaranga.
Hacia las cinco playas vuela el aburrimiento de la ciudad, en automóviles y tranvías, y allí lo contemplamos, en aquel somnoliento desfile por las ramblas, igual todos los días.
II
¡Playas armoniosas! En su blanco seno Yo sorbo de bruces, junto al mar sereno, con labios voraces, la savia esencial de la vida, que hierve en las ondas y flota en el viento. En ellas mis ojos audaces gustaron visiones de carnal belleza que me depararon un deslumbramiento, y también un poco de vaga tristeza como deshojarla como flor al viento…
Yo adoro esas playas,, y en ellas adoro a las mil ondinas de cabellos de oro o de bronceados o negros cabellos, que muestran sus cuerpos flexibles y bellos ante el mar sonoro.
Yo adoro los muslos pulidos, los brazos, los cuellos de mujer desnudos, en la arena llena de chispazos de oro. ¡Playas! las sirenas cantan a los ojos sobre las arenas que el día rescalda, ofreciendo al aíre los senos, la espalda,
las carnes morenas que el sol les madura con su beso gualda. Playas deliciosas que adoro y envidio; sobre vuestro seno aventan su fastidio voluptuosamente divinas ondinas; ¡oh, playas divinas! Yo envidio las ondas que abrazan y tumban los cuerpos de diosa, tal como en un lecho; con mil dientes blancos les muerden el pecho, y, al fin, jadeando, a sus pies se derrumban. . ¡Playas, playas, playas! bocas sonrientes. ¡Playas, playas, playas! brazos en que veo mecerse confiadas mil formas vivientes que admiro o deseo. ¡Playas, playas, playas de Montevideo…
A Vicente Lombardo Toledano, homenaje a su alta intelectualidad y valiente espíritu, en compañero de ideales. Firmado por Emilio Frugoni. Marzo de 1931
Obra ubicada en el acervo histórico: “Dedicatorias a Vicente Lombardo Toledano” de la biblioteca del Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano.
La revolución del machete: panorama político del Uruguay (1934)
La elegía unánime (1942)
Las tres dimensiones de la democracia (1944)
De Montevideo a Moscú: crónicas de viaje en misión diplomática (1945)
La esfinge roja memorial de un aprendiz de diplomático en la Unión Soviética (1948)
Ensayos sobre marxismo (1985)
Génesis, esencia y fundamentos del socialismo, Volumen 1. (1989)
Artículo escrito por el Doctorando Josep Francesc Sanmartín Cava en colaboración con los Servicios Bibliotecarios del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano.
Imagen de Emilio Frugoni albergada en la web La República.
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web. Si continúas utilizando este sitio asumiremos que estás de acuerdo. Estoy de acuerdoLeer más
Privacy & Cookies Policy
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are as essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.