Presentación del libro En la tierra de Lombardo

PRESENTACIÓN DEL LIBRO EN LA TIERRA DE LOMBARDO*

Por Emilio García Bonilla

Señoras y señores:

En primer lugar quiero agradecer al Dr. Julio Patricio Eufracio Solano, director del Museo de la Revolución Mexicana en Puebla por las facilidades para presentar este libro en este histórico lugar: la Casa de los Hermanos Serdán, cuyo apellido es sinónimo de intransigencia ante el autoritarismo y la falta de democracia en la época porfirista.

Los hermanos Serdán formaban parte de toda una corriente política que anhelaba un cambio en el país, imagesesos hombres y mujeres harían temblar los cimientos de la estructura oligárquica que se había apoderado de la nación, y después de varios años de lucha le darían una nueva fisonomía con la Carta Magna que el próximo año cumplirá un siglo.

Como los hermanos Serdán, la historia de nuestro país está llena de mujeres y hombres que han estado dispuestos a dar su vida en defensa de las mejores causas. Con defectos como todos los seres humanos, pero con grandes méritos que los hacen ocupar lugares de honor en nuestra historia.

Junto a los grandes dirigentes sociales y políticos que figuran en los libros y en los registros, han estado masas oscuras de hombres y mujeres cuyos rostros y nombres ha borrado el tiempo, pero sin cuya participación los personajes destacados no hubieran figurado. Hidalgo y Morelos no podrían entenderse sin los insurgentes; Juárez no hubiera podido vencer a los enemigos de dentro y fuera del país sin la participación de los combativos chinacos; Villa y Zapata no serían recordados como los caudillos más populares de la Revolución Mexicana si no hubieran estado al lado de ellos miles de hombres y mujeres con las armas en la mano.

No son los héroes los que hacen a los pueblos, sino los pueblos los que forman a sus héroes, como decía Vicente Lombardo Toledano, y en su caso, aunado a su innegable talento intelectual, su relación con los trabajadores le hizo destacar como dirigente político, líder sindical y pensador al servicio de los más necesitados. Hubo momentos de su trayectoria política en los que Lombardo Toledano estuvo respaldado no sólo por cientos de miles de personas, sino por millones, como en la década de 1940 cuando, en plena Segunda Guerra Mundial, presidió la organización sindical más grande que haya existido en el continente: la Confederación de Trabajadores de América Latina, y al final de la guerra, en 1945, participó en la fundación de la Federación Sindical Mundial, de la que fue uno de sus vicepresidentes. Por eso en una ocasión señaló: “el pueblo es el único héroe de la historia, y los individuos valen en la proporción en que sepan interpretar y servir fielmente los intereses y los anhelos del pueblo”.[1]

No es mi afán en esta ocasión hacer una apología de Vicente Lombardo Toledano, sino explicarles la razón de ser de mi libro.

Hace ya varios años, siendo estudiante universitario, empezaron a llegar a mis manos algunos materiales que hicieron que me planteara la posibilidad de realizar esta obra. Primero conocí la fotocopia de una carta fechada en 1927 en la cual Lombardo Toledano se dirigía de una forma muy emotiva a los trabajadores teziutecos (paradójicamente esta carta cierra el último capítulo del libro). Conocí también un expediente judicial de un proceso que se le siguió a uno de los dirigentes lombardistas en Teziutlán, Benigno Campos. Al empezar a investigar en el archivo particular de Vicente Lombardo Toledano, que resguarda la Universidad Obrera de México, me llevé la grata sorpresa de que había cientos y cientos de cartas, telegramas, oficios, informes y fotografías, de la época de los inicios de la trayectoria política y sindical del destacado teziuteco.FB_IMG_1468351703281 Estos documentos se complementaron con los hallados en el Archivo General de la Nación: informes de agentes de la Secretaría de Gobernación, recortes de periódicos, documentación oficial, entre otros. Todo esto se convirtió en la materia prima para escribir el libro y me permitió empezar a conocer a los primeros lombardistas.

Nunca nadie se había preocupado por rescatar del olvido a esos teziutecos que impulsaron a Vicente Lombardo Toledano en sus primeros años de vida política. ¿Cómo se llamaron? ¿Quiénes eran? ¿Cómo pensaban? ¿Cómo se expresaban? ¿Cómo estaban organizados? ¿Qué problemas, triunfos y derrotas tuvieron? Todas esas preguntas fui contestándolas con los más de mil quinientos documentos que pude recopilar. Comencé a encontrar nombres, situaciones, conflictos, que fui relacionando hasta hilvanar una línea narrativa que rebasó mis expectativas iniciales.

El resultado fue este libro voluminoso, de más de 500 páginas. Nada de lo que contiene es producto de la imaginación, todos son hechos reales y comprobables. En él podemos encontrar detalles de la vida política y social en el Teziutlán de los años veinte, antes de la influencia de los Ávila Camacho, podemos conocer cómo eran los procesos electorales en esa época (desde las campañas hasta la calificación de los resultados), la forma de hacer política, los personajes y los partidos que contendían, la etapa de gran inestabilidad que vivió el estado de Puebla, al grado de tener 19 gobernadores en diez años, y Teziutlán 34 presidentes municipales en ese mismo periodo (1919-1928).

Ocupan un lugar principal en mi libro las elecciones en las que participaron Lombardo y sus partidarios, DSC03764el ascenso en la organización política y sindical, los conflictos en los que se vieron involucrados, los momentos de represión y persecución de que fueron víctimas, los esfuerzos de Vicente Lombardo Toledano para infundirles ánimo, su labor como interlocutor ante el gobierno federal, pero sobre todo el trato fraterno y cordial que siempre tuvo con sus compañeros y paisanos.

En un capítulo me refiero al breve periodo en el que Lombardo Toledano, con 29 años de edad, fue gobernador provisional de Puebla, realizando algunas acciones significativas: la prohibición de las corridas de toros, la firma del primer contrato colectivo de trabajo del país, el proyecto para crear el Museo de Historia, Arqueología y Etnografía (hoy Museo Casa de Alfeñique), la modernización del Colegio del Estado (antecedente de la BUAP), la dotación a pueblos y ejidos con casi trece mil hectáreas de tierras, todo esto en sólo cuatro meses que estuvo al frente del gobierno estatal.

En otro apartado señalo que, sin descuidar su actividad política ni su trabajo como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria y la Universidad Nacional, Vicente Lombardo Toledano llevó a cabo una interesante investigación arqueológica y antropológica en la Sierra Norte de Puebla, donde realizó trabajo de campo en diferentes asentamientos prehispánicos, así como en comunidades indígenas para conocer sus particularidades culturales y lingüísticas, a fin de proponer un método pedagógico para la enseñanza en las escuelas primarias de las regiones indígenas del país.

Los protagonistas de mi libro son los hijos del pueblo, los trabajadores organizados, porque con esta obra he pretendido hacer un humilde reconocimiento a los primeros lombardistas teziutecos, quienes fueron los más combativos, los mejor organizados y los más sinceros, los que estuvieron dispuestos a ofrendar su sangre en aras del progreso social y que tuvieron la fortuna de ver de cerca el ascenso de Vicente Lombardo Toledano en el ámbito político y sindical. Los zapateros, los panaderos, los peluqueros, los carpinteros, los mineros, el oficinista, el pequeño comerciante. Al honrar a esos hombres desconocidos cumplo con mi deber como historiador y como teziuteco.

Señoras y señores:

Aquí en Puebla hay una leyenda muy conocida que dice que los ángeles subieron la gran campana de ocho toneladas hasta su lugar en la torre norte de la catedral. Ojalá hubieran sido ángeles y no las decenas de hombres sin nombre y sin rostro que a fuerza de músculo y sudor lograron esa proeza.

DSC03742La historia la hacen los pueblos, la riqueza la producen los trabajadores con su esfuerzo, las naciones progresan con el sudor de su gente, y los gigantes del pensamiento y la acción son grandes porque interpretan los anhelos de las clases trabajadoras, las que pocas veces son mencionadas por los historiadores.

Quiero concluir con unos versos del poema titulado Los Nadies, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, porque con mi libro, los olvidados por la historia, los nadies de Teziutlán, al mencionarlos y reconocerlos, dejan de serlo. A ellos dedico esta presentación.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados.

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Información detallada del libro


*Palabras pronunciadas el 11 de junio de 2016 en el Museo Regional de la Revolución Mexicana, Casa de los Hermanos Serdán, Puebla, Pue.

[1] VLT, “El papel del individuo en la historia”, 27 de julio de 1956, en Obra histórico-cronológica, tomo V, Vol. 24, México, CEFPSVLT, 2006: p. 26.

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El interés arqueológico de Vicente Lombardo Toledano

El interés arqueológico de Vicente Lombardo Toledano

Por Emilio García Bonilla

En el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano” se conservan algunas esculturas prehispánicas talladas en piedra, las cuales son parte de la colección arqueológica que reuniera Vicente Lombardo Toledano principalmente en la década de 1920. ¿Qué relación tienen esas piezas arqueológicas con la tesis con la que Lombardo obtuvo el grado de doctor en Filosofía por la Universidad Nacional en 1933?

El interés de Lombardo por la arqueología se expresó desde que fue gobernador de Puebla (1923-1924) al presentar una iniciativa para crear el Museo de Historia, Arqueología y Etnografía, primera institución de este tipo en la entidad, en ese documento argumentaba:

He juzgado que uno de los deberes más altos que tiene el gobierno que en la actualidad tengo la honra de presidir, es el de crear cuanto antes un museo […], considerado, no como un conjunto sin orden ni principio de objetos de estimación más o menos relativa, sino como un sitio que recuerde de un modo dinámico el pasado de nuestro terruño y la importancia que tuvo el espíritu privilegiado de los hombres y los pueblos, […] señalando el camino del porvenir.[1]

Luís Castillo Ledón, director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, respaldó ese proyecto, ofreciendo enviar a Puebla las piezas arqueológicas duplicadas que no estuvieran exhibidas en los salones del Museo Nacional. Ante la solicitud de Lombardo de “vaciados en yeso de los más importantes objetos del Salón de Monolitos”, Castillo Ledón aceptó formar una colección “compuesta de veinte piezas de las más interesantes”.[2] Sin embargo, el proyecto no se logró concretar por el breve tiempo que Lombardo Toledano estuvo al frente del gobierno estatal.

De los constantes viajes que realizaba a la Sierra de Puebla, su tierra natal, surgió el interés por estudiar a los pueblos originarios en esa región con tanta riqueza natural y cultural. Lombardo Toledano había aprendido la lengua náhuatl desde niño y mantenía viejas amistades en la zona, por lo que en los años 20 la recorrió y estudió con la finalidad de sustentar su propuesta pedagógica de que en los primeros años de la educación primaria la enseñanza se impartiera en las lenguas maternas de los niños indígenas, porque un idioma no es un simple medio de comunicación, sino que “toda lengua revela el concepto de la vida que tienen quienes la han forjado y la emplean”.[3] Para ello debía elaborarse una carta lingüística de todo el país identificando con precisión los idiomas hablados en las comunidades indígenas. Lombardo decidió comenzar haciendo la descripción y el análisis de las lenguas habladas en su región natal.

MapaA principios de 1925, Abraham Lucas de Tetela de Ocampo le hizo llegar a Lombardo a petición expresa, “un croquis donde señalo los límites donde se habla el mexicano clásico o sea al que se le pospone la l a la t, señalo donde hablan el que yo entendí me dijo Vd. es el olmeca o sea al que no le posponen la l a la t, y también señalé los pueblos que hablan el totonaco, se entiende pueblos de más significación”.[4] Lombardo señaló que esa información la cotejaría “minuciosamente con los datos que ya tenía […] y creo que podrá resultar de todo una carta lingüística bastante exacta.”[5]

Así, y con base en sus investigaciones, Vicente Lombardo Toledano realizó la carta etnográfica de la Sierra de Puebla, señalando las lenguas habladas en cada zona de la región: el otomí, el totonaco, el mexicano clásico y el olmeca-mexicano. Además, pudo elaborar la carta etnográfica para la misma región pero señalando las lenguas que se hablaban en 1570, cuando ya se había implantado el dominio colonial español. En ambos mapas, Lombardo señaló los sitios donde se habían identificado restos arqueológicos indicativos de que hubo núcleos urbanos prehispánicos, habiéndose confirmado la idea de que la Sierra norte de Puebla fue en su momento una de las regiones más densamente pobladas de Mesoamérica.

Vicente Lombardo Toledano también propuso un mapa señalando las rutas que siguieron las lenguas como resultado de las migraciones de los diferentes grupos humanos que poblaron la región antes de la llegada de los españoles.

Alfonso Caso
Alfonso Caso

Lombardo conoció personalmente los yacimientos prehispánicos de su región natal, zona identificada con el Totonacapan: en compañía de su cuñado Alfonso Caso visitó las ruinas de Yohualichan en Cuetzalan invitados por Ángel Huidobro Flores, dibujando el propio Lombardo el primer croquis del lugar dándolo así a conocer.[6] Asimismo a finales de enero de 1925 emprendió un viaje a Papantla, “con el exclusivo objeto de visitar nuestro Tajín para hacer algunos estudios arqueológicos”, para lo cual fue presentado y recomendado por el diputado Luís G. Márquez con Benjamín de Castro, editor del periódico regional El Tajín, quien además tenía “algunas fotografías del sitio arqueológico de hace algún tiempo, cuando todavía no estaba tan destruido como ahora.” Se le solicitó que lo ayudara “en todo lo que pueda para conseguir algunos datos que desea sobre nuestros totonacos.”[7]

Sus amistades poblanas y veracruzanas contribuyeron a que Lombardo Toledano ampliara sus conocimientos arqueológicos, antropológicos y lingüísticos de la región. Por ejemplo, en agosto de 1926, el ingeniero Emilio Aguirre Muñoz, teziuteco que trabajaba en Veracruz, le prometió que “cuando esté Ud. desocupado le enviaré algunos apuntes de datos arqueológicos que poco a poco voy consiguiendo, de personas que dicen haber visto los lugares.”[8] También en diciembre de ese mismo año un amigo de Hueytamalco le comunicó a Lombardo que le había mandado con Luís López “unos ídolos y una máscara de piedra que espero ya sean en su poder”.[9]

A principios de 1927, el profesor José Guadalupe Pérez Méndez desde Teziutlán envío a Lombardo Toledano tres ídolos prehispánicos: dos en regular estado y uno quebrado, y en el mes de mayo le remitió por ferrocarril “el ídolo en buen estado que fue el que le gustó en Xiutetelco y que no le quisieron dar, habiendo sacado Ud. solamente un dibujo; por tratarse de Ud. tomé todo empeño en conseguirlo para proporcionarle la satisfacción de tenerlo.”[10]

Los resultados de esas investigaciones conformarían su tesis doctoral en Filosofía que fue publicada en 1931 con el título de Geografía de las Lenguas de la Sierra de Puebla con algunas observaciones sobre sus primeros y actuales pobladores.[11] En dicha obra, Lombardo realizó importantes aportes para el conocimiento de esa región, destacando la diferenciación que encontró entre el náhuatl clásico o del imperio (hablado en el norte de la región) y el olmeca-mexicano (hablado en el sur), éste último como una variante del primero, producto de la mezcla de grupos culturales diferenciados. En el olmeca-mexicano la t nunca se antepone ni se pospone a la l, existiendo una clara distinción entre los vocablos de una y otra lengua.

Portada de la Geografía de las Lenguas
Portada de la Geografía de las Lenguas

En la Geografía de las Lenguas, Lombardo Toledano presentó la descripción arqueológica y en algunos casos los croquis de sitios prehispánicos en donde él realizó trabajo de campo: Xiutetelco, Teteles, Chignautla, Poza Larga, Hueytamalco, Ixtacapa, San José Acateno, Santa Emilia, Mecapalco, Amixtlán, Yohualichan, San Agustín Matlatlán, Bienvenido o Ignacio Ramírez, Tilapa, Tlacuilolostoc y Atotocoyan. En muchos de esos sitios, Lombardo fue el primero en investigarlos con interés científico, y la gran mayoría en la actualidad siguen ocultos por la naturaleza. Como reconoció el propio autor: “No soy arqueólogo. Estimo que el valor de mi estudio –si es que lo tiene– es el narrativo, con relación a los lugares descritos, los objetos hallados y las costumbres reveladas. Precisamente es de la región totonaca de la sierra de Puebla, de la zona que hasta hoy se ignora casi todo por los investigadores más autorizados del antiguo Totonacapan”.[12]

Vicente Lombardo Toledano destacó a Xiutetelco como el lugar más importante de la región desde el punto de vista arqueológico. Dibujó por primera vez un croquis señalando sus montículos principales y mencionó que ahí había encontrado los ejemplares más hermosos de la escultura totonaca. La riqueza cultural prehispánica de Xiutetelco reflejada en los constantes descubrimientos es clara cuando Lombardo señaló en su libro que estando él en Teziutlán en 1924 le pidieron que acudiera a presenciar el hallazgo de un sepulcro, el cual describió mencionando que era una cripta recubierta de estuco blanco, verde y rojo.[13]

Además, en su obra, Lombardo Toledano realizó un análisis lingüístico de la etimología de los nombres de los pueblos de la sierra, hizo un estudio antropológico de los totonacos contemporáneos como el núcleo cultural más importante de la región: su historia y migraciones, las variantes de su lengua, sus ocupaciones, habitación, muebles, alimentación, vestido, religión y supersticiones, sus danzas, el carácter de la mujer y el uso medicinal de las plantas.

En suma, la Geografía de las Lenguas de la Sierra de Puebla de Vicente Lombardo Toledano constituye un estudio histórico, lingüístico, etnográfico, arqueológico y antropológico para sustentar una propuesta pedagógica aplicable a todo el país. A más de ochenta años de su publicación, sigue siendo un referente para conocer y comprender el desarrollo cultural de los pueblos de esa región. Para su consulta, se encuentra en el tomo II, volumen 2 de la Obra Histórico-cronológica, editada por el CEFPSVLT, la que constituye la compilación más completa de la obra escrita del ilustre revolucionario mexicano.

[1] VLT, “Iniciativa para crear el Museo de Historia, Arqueología y Etnografía de Puebla”, Boletín del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Puebla, tomo I, núm. 8, Puebla de Zaragoza, 9 de febrero de 1924. En Obra Histórico-cronológica, t. I, vol. 2, México, CEFPSVLT, 1994, pp. 51-54.

[2] Carta de Luís Castillo Ledón a VLT, 14 de febrero de 1924, en Fondo Histórico de la Universidad Obrera de México (FHUOM), Legajo 47.

[3] VLT, Geografía de las Lenguas de la Sierra de Puebla [1931], en Obra Histórico-cronológica, t. II, vol.2, México, CEFPSVLT, 1995, p. 191.

[4] Carta de VLT a Abraham Lucas, 28 de enero de 1925, y Carta de Abraham Lucas a VLT, 4 de febrero de 1925, en FHUOM, Legajo 75.

[5] Carta de VLT a Abraham Lucas, 14 de febrero de 1925, en FHUOM, Legajo 75.

[6] Carlos Romero Giordano, “La zona arqueológica de Yohualichan”, en México Desconocido, octubre de 2014.

[7] Carta de Luís G. Márquez a Benjamín de Castro, 29 de enero de 1925, en FHUOM, Legajo 75.

[8] Carta de Emilio Aguirre Muñoz a VLT, 25 de agosto de 1926, en FHUOM, Legajo 96.

[9] Carta del Sr. Martínez a VLT, 18 de diciembre de 1926, en FHUOM, Legajo 101.

[10] Carta de J. Guadalupe Pérez Méndez, 22 de mayo de 1927, en FHUOM, Legajo 113.

[11] Geografía de las Lenguas en la Sierra de Puebla. En Obra Histórico-cronológica, t. II, vol. 2, México, CEFPSVLT, 1995, pp. 191-282.

[12] Ibid., p. 234

[13] Ibid: p. 209

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