Es muy común escuchar o leer de los exégetas de un autor o una corriente de pensamiento opiniones acerca de su obra o su trascendencia como tareas que están “todavía por hacerse”, o que de la biografía de tal o cual personaje de la historia de un país “resultaría la síntesis de la historia en una etapa determinada”. Consideramos que esta manera de concebir el quehacer del historiador es, por demás, justificativa, pues expresa una supuesta imposibilidad para realizar el trabajo que se desea.rnDe lo anterior se podría deducir, por lógica simple, que la historia de México tampoco está hecha. Siguiendo este razonamiento, las biografías de grandes hombres como Madero, Carranza, Villa, Zapata, Jara, Lombardo Toledano, Cárdenas, o las de Obregón, Calles, Ávila Camacho, etc., no serían equivalentes a hacer la historia de nuestro país. En efecto, tan falsos como linealmente lógicos el primero como el segundo juicios.rnrnEn primer término, porque la pretensión de hacer la historia, la biografía, de hacer en último análisis, la verdad sobre algo o alguien, conlleva una consideración muy común entre los que se autonombran científicos, aquella que dice que la verdad es descubrimiento, esto es, quitarle el velo a lo que ha sido hecho, dicho o creado. Tal pretensión refleja la concepción ideológica de la neutralidad e inmutabilidad del conocimiento, de la verdad científica desprovista de toda ideología.rnEn segundo, porque se apoyan en la vieja idea de hacer historia a través de los iluminados, de los profetas y los guías, como si éstos fueran paréntesis aislados y fortuitos en la marcha inconsciente de la ignorancia de las muchedumbres.rnrnEn tercero —y tal vez esto sea lo más importante—, aun en aquellos que tratan de reconstruir y explicar períodos o momentos de la historia, porque estudian a sus personajes aislados de los demás, como si el relacionar a uno con el otro pudiera restar brillantez al propio. Ejemplos hay numerosos, como lo hay también historias, lo que no hay ni habrá, por fortuna, es una sola historia. La historia es devenir; reconstruirla, análisis y síntesis permanentes del proceso dialéctico que la mueve.rnLa obra de Vicente Lombardo Toledano y los trabajos sobre la obra de Vicente Lombardo Toledano, pensamos, se harán y se reharán mientras exista inquietud por conocer su vida, su acción, su acontecer, su circunstancia y su trascendencia, pues eso sí, fue un hombre que hizo historia y propuso formas para seguirla haciendo.rnrnEste trabajo representa un esfuerzo muy significativo, que además es doble: por un lado, es una compilación de trabajos integrados con un criterio contextual, es decir, a partir de un suceso histórico determinante en el proceso de desarrollo de México en su etapa moderna: la Revolución Mexicana; y por otro, porque fue realizado con conciencia crítica y espíritu abierto, esto es, por mexicanos que conocen y aman a su patria y rechazan los prejuicios de aquellos que, por desconocimiento o falta de entendimiento, se refugian en el elogio a las figuras estáticas, o esconden su concepción rectilínea de la historia y su falta de rigor metodológico en la crítica ligera.rnrnPensamos que esta edición de trabajos de Vicente Lombardo Toledano sobre la Revolución Mexicana será una fuente de estudio para quienes, como él lo hizo, luchan por mantenerla a flote, por hacer posible que ésta no se detenga y alcance sus objetivos fundamentales proyectándolos al futuro.
Índice:
PROGRESO DEL PUEBLO CON INDEPENDENCIA NACIONAL (Pág: 10) UN GOBIERNO DE UNIDAD DEMOCRÁTICA (Pág: 19) EN BUSCA DE LA LIBERTAD (Pág: 24) LO QUE VIVE Y LO QUE HA MUERTO DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA (Pág: 36) URGE CAMBIAR EL ACTUAL GOBIERNO UNIPERSONAL POR UNO DE GENUINA REPRESENTACIÓN NACIONAL (Pág: 51) MENSAJE AL EJÉRCITO MEXICANO (Pág: 60) LA INDEPENDENCIA AMENAZADA (Pág: 66) LA ESCUELA DE LA REVOLUCIÓN (Pág: 74) LAS METAS DE LA REVOLUCIÓN SE HAN ALEJADO (Pág: 80) EL MOVIMIENTO OBRERO RECOBRARÁ SU AUTONOMÍA (Pág: 90) LA REVOLUCIÓN, EN LA OPOSICIÓN (Pág: 96) LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA Y EL VOTO DE LA MUJER (Pág: 111) CÓMO OFRECIÓ EL GOBIERNO DEL LIC. ALEMÁN EL PORVENIR ECONÓMICO DE MÉXICO A LOS ESTADOS UNIDOS (Pág: 115) LA EVOLUCIÓN DE MÉXICO DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX (Pág: 154) NUEVO BALANCE DE LA REVOLUCIÓN (Pág: 171) TESIS SOBRE MÉXICO (Pág: 203) LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL DE 1958 (Pág: 247) LOS OBJETIVOS ACTUALES DE LA REVOLUCIÓN (Pág: 254) UNIDAD NACIONAL Y FRENTE PATRIÓTICO: CONSIGNA PARA UN PERÍODO HISTÓRICO (Pág: 257) CÁRDENAS Y LA REVOLUCIÓN AGRARIA EN AMÉRICA LATINA (Pág: 260) HACER PROGRESAR A MÉXICO CON AUDACIA PATRIÓTICA (Pág: 264) CARTA A LA JUVENTUD (Pág: 277) LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 299) LAS REVOLUCIONES Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS (Pág: 313) EN MÉXICO NO PUEDE PREVALECER EL DERECHO INDIVIDUAL SOBRE EL SOCIAL (Pág: 322) FRANCISCO I. MADERO (1873-1913) (Pág: 327) LA PERSONALIDAD DE MÉXICO (Pág: 343) EL CAMINO MEXICANO HACIA UNA NUEVA DEMOCRACIA (Pág: 350) CUATRO ETAPAS DE LA HISTORIA DE MÉXICO (Pág: 356) LO NACIONAL Y LO UNIVERSAL EN LA HISTORIA DE MÉXICO (Pág: 363) EL PROBLEMA DE LA TIERRA EN MÉXICO (Pág: 373) UN NUEVO CAPÍTULO DE LA CONSTITUCIÓN (Pág: 377) LA REFORMA AGRARIA Y EL ARTÍCULO 27 (Pág: 391) LA CONFERENCIA TRICONTINENTAL Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 400) EL ANTICOMUNISMO NO HARÁ TRIUNFAR A LA REVOLUCIÓN MEXICANA (Pág: 405) LAS TESIS FUNDAMENTALES DE LAS CONSTITUCIONES EN MÉXICO (Pág: 420) LA CONSTITUCIÓN HA ENCAUZADO LA EVOLUCIÓN DE NUESTRO PAÍS (Pág: 463) DOS MANERAS DE EXAMINAR LA HISTORIA DE UN PUEBLO (Pág: 467) REFLEXIONES SOBRE EL FUTURO DE MÉXICO (Pág: 475) EL GOBIERNO VIOLA TODOS LOS ARTÍCULOS REVOLUCIONARIOS DE LA CONSTITUCIÓN (Pág: 487) EN TORNO AL PROBLEMA AGRARIO NUEVA OFENSIVA CONTRA LA REFORMA AGRARIA (Pág: 496)
La concepción educativa de Vicente Lombardo Toledano.
Por: Raúl Gutiérrez Lombardo.
El 28 de febrero del año de 1946, como reconocimiento a sus esfuerzos en defensa de la patria, en contra de sus enemigos del interior y del exterior, por ser y haber sido por ese motivo el mexicano más calumniado por los órganos de la prensa representativos de la regresión social y política del país, y por creer necesario estimular a quienes se signifiquen por su valor civil arrostrando las diatribas y las calumnias sólo por servir a la más noble de las causas posibles, los intelectuales —filósofos, artistas, técnicos y profesionales de todas las ramas del saber— más representativos de la cultura nacional tales como Alfonso Reyes, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Efraín Huerta, Martín Luis Guzmán, Eulalia Guzmán, Carlos Chávez, Leopoldo Méndez y muchos otros, deciden otorgar a Vicente Lombardo Toledano la “Condecoración del Combatiente”. Esta manifestación de solidaridad para el intelectual revolucionario y para el dirigente político, al considerarlo acreedor al título de haber sido el ciudadano de México más calumniado, ilustra varias cosas, pero ante todo el hecho de que la imagen que se puede crear de un hombre al manipular la información que sobre sus actividades y su acontecer se tiene, puede ser muy disímbola y no corresponder necesariamente a la realidad.
Es un hecho que Lombardo Toledano fue un hombre polémico, pero es totalmente distinto polemizar sobre puntos de vista divergentes, con los cuales puede uno estar o no de acuerdo, que utilizar la polémica para tergiversar la información que existe sobre la vida y la obra de un hombre.
Se ha dicho mucho acerca de lo que dijo Lombardo Toledano, pero pocas veces se ha analizado en qué circunstancias lo dijo para que, sobre esa base, se pueda comprender por qué lo dijo.
Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, 1933. Anfiteatro Simón Bolívar. Foto de Rodrigo Vázquez
Una de estas grandes falacias que se han manejado, a propósito de la figura de Lombardo Toledano, es la referente a su concepción educativa, concretamente la que se refiere al problema que se suscitó a raíz de las resoluciones del Congreso de Universitarios Mexicanos de 1933, en donde se dijo que Lombardo Toledano quería instaurar en la Universidad Nacional Autónoma de México al marxismo como credo filosófico, atentando y coartando la libertad de cátedra y de investigación.
Los objetivos de esta plática serán dos: por un lado, demostrar que esa imagen creada es inexacta y, por otro, explicar, basado de preferencia, en sus propias declaraciones, cuál era la concepción educativa de Lombardo Toledano y de qué manera se relaciona con su praxis política.
Para empezar, quiero señalar que Lombardo Toledano tenía diversas concepciones educativas, y esto lo afirmo porque resulta obvio que no es lo mismo hablar de su concepción ideológica, entendiendo a la educación como elemento de acción política, que de su concepción pedagógica, entendiendo a la educación como elemento de capacitación práctica y teórica, o de su concepción educativa en el terreno de la cultura, entendiendo a la educación como proceso de conformación de una conciencia en el educando acerca de la cultura universal y nacional.
A este respecto, es necesario tomar en consideración, con todo lo que este juicio implica, que Vicente Lombardo Toledano fue de una dualidad excepcional, pues fue al mismo tiempo un trabajador intelectual y un hombre de acción, un pensador que habitaba las cumbres más altas del conocimiento y un activo luchador por la transformación social, que consagró su vida a la formación de la conciencia de los trabajadores y a la construcción de un proyecto de lucha política.
Al penetrar un poco en la vida de Lombardo Toledano, se advierte que no solamente las características del momento histórico en que vive van a determinar esta vocación educativa y política, sino, por las influencias que recibiera de sus maestros, porque, y esto también hay que aclararlo, Antonio Caso no fue el único maestro que tuvo, ya que en su proceso formativo se conjugan tres pensamientos: el filosófico de Antonio Caso, el ideológico de Pedro Henríquez Ureña y el metodológico de Agustín Aragón.
Pedro Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884 – Buenos Aires, 1946).
En la época en que Lombardo Toledano ingresó a la Universidad era la época en que el grupo de intelectuales más avanzados del país había formado una agrupación independiente del régimen, cuyos miembros emprendieron la crítica al positivismo mexicano que en aquel entonces conformaba el cuerpo de la filosofía oficial y era el sostén ideológico del porfirismo, el grupo denominado “Ateneo de la Juventud”, que con el tiempo se transformaría en el “Ateneo de México”. Este grupo contaba entre sus más importantes fundadores a Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Alberto J. Pani, Alfonso Pruneda, Martín Luis Guzmán, Antonio Caso y Pedro Henríquez Ureña. Los últimos dos, Caso y Henríquez Ureña, junto con el último de los grandes representantes del positivismo mexicano, Agustín Aragón, constituyeron la influencia más importante en la formación intelectual de Lombardo Toledano. De don Antonio Caso, decía:
Fue para mí y sigue siendo en el recuerdo y en mi afecto personal el maestro por antonomasia, primero en el bachillerato, más tarde en la Escuela de Jurisprudencia y, simultáneamente, en mis estudios de filosofía en la Escuela de Altos Estudios. Orador brillante, expositor magistral y hombre de gran simpatía, el maestro Caso formaba nuestras ideas en las principales ramas del saber, casi sin darse cuenta de las consecuencias que la filosofía idealista-espiritualista que preconizaba habrían de tener en la vida nuestra en cuanto dejáramos las aulas.
En lo que se refiere a Pedro Henríquez Ureña, Lombardo lo caracterizaba como “más que un estupendo profesor de literatura, como un humanista moderno, con una cultura excepcional, que vivía atento a nuestra formación intelectual, provocando interés en nosotros por el contacto con las fuentes principales de la cultura y por el desarrollo y las perspectivas del conocimiento”.
Y en lo que toca a Agustín Aragón, Lombardo relata que, “por su parte, lo que el ingeniero Agustín Aragón me enseñó principalmente, fue el amor a la ciencia como espina dorsal del conocimiento”.
Esta influencia de sus maestros lo impulsa, durante sus años de estudiante universitario, a fundar junto con Alfonso Caso, Manuel Gómez Morín, Antonio Castro Leal, Alberto Vázquez del Mercado, Teófilo Olea y Leyva y Jesús Moreno Baca, la “Sociedad de Conferencias y Conciertos” —que se conocerá en el medio universitario con el nombre de “Grupo de los Siete Sabios” y más tarde como la “Generación del 15”— para canalizar su interés por los problemas de la cultura y de la educación nacional.
Fragmento del mural “La marcha de la libertad”, realizado por Diego Rivera.
El Ateneo de México tuvo entre sus iniciativas más importantes la de formar la Universidad Popular, destinada a difundir la cultura entre la gran masa de trabajadores mexicanos. Durante la fase armada de la Revolución Mexicana, la Universidad Popular cerró sus puertas, pero es reabierta hacia el final de la lucha armada y el rector Alfonso Pruneda invita al entonces aún estudiante Vicente Lombardo Toledano a hacerse cargo de su dirección. Este será el primer contacto de Lombardo Toledano con los trabajadores mexicanos de los cuales ya no se separaría. “Fue entonces cuando comprendí, comenta, toda la profundidad del drama social de México”.
Desde esta primera etapa de su vida profesional se manifiestan en Vicente Lombardo Toledano las dos características de su personalidad, que a partir de ese momento y hasta su muerte habrían de resultar inseparables: su vocación de maestro y su práctica política al servicio de la clase trabajadora.
Apenas acababa yo de terminar los estudios de derecho y filosofía —escribe Lombardo Toledano— cuando el positivismo de don Agustín Aragón, el espiritualismo de don Antonio Caso y el humanismo de Pedro Henríquez Ureña, entraron en conflicto en lo más profundo de mi conciencia, porque mientras fui, como ocurre a todos los estudiantes, un receptor de ideas, no advertía la incongruencia entre las enseñanzas recibidas pero, cuando terminé mis estudios y me incorporaba plenamente a las inquietudes del pueblo y particularmente a la lucha de la clase obrera de mi país, empecé a analizar críticamente el patrimonio intelectual de que disponía y pasé a una etapa nueva de mi existencia, caracterizada por el análisis crítico de las ideas y por una afición redoblada de ampliar mis conocimientos y darle unidad a mi pensamiento filosófico.
Este interés lo va a llevar, una vez nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria, en marzo de 1922, por acuerdo entre el entonces rector de la Universidad, Antonio Caso, y el Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, a cambiar radicalmente su organización y proponer nuevos programas de estudio. Es ilustrativo el hecho de que para comenzar, abrió a oposición todas las cátedras. De esta manera, ingresaron como profesores a la Escuela Nacional Preparatoria los intelectuales más valiosos de su tiempo. Lombardo Toledano puso tanto énfasis en su tarea de reorganización que, para no perder tiempo, decidió irse a vivir junto con su esposa al edificio de la preparatoria, tal como lo había hecho años atrás su fundador Gabino Barreda.
A partir de este momento empieza a formular las ideas fundamentales que para él deberían ser las directrices de la educación nacional, que consistían, básicamente, en la necesidad de emprender un gran esfuerzo por alfabetizar y enseñar el español a la masa de la población mexicana, con objeto de crear los rudimentos de una conciencia nacional. Comprendía con gran claridad el problema que representaba para la formación de dicha conciencia nacional la existencia de enormes diferencias étnicas y lingüísticas entre la población indígena de México, por lo que propuso que la enseñanza primaria se llevara a cabo, al menos en lo que respecta a los tres primeros años, en las lenguas indígenas respectivas de cada región del país. Estas ideas están expresadas en su obra El problema de la educación en México escrita en el año de 1924.
Karl Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883).
En 1925 tendría lugar un acontecimiento que iba a influir decisivamente en la vida y en las ideas del maestro. En ese año, durante un viaje a Nueva York con motivo de un Congreso Internacional de Ciudades al que asistió, tuvo oportunidad de visitar las librerías de aquella ciudad y por primera vez tiene acceso a las obras de Marx y Engels. Estas obras las empieza a recibir posteriormente por correo y comienza así su estudio sistemático, las cuales habrían de ocuparle por el resto de su vida en el proceso de su utilización como herramienta de análisis de la sociedad.
Pero es importante resaltar, que una vez incorporada en su pensamiento la filosofía del materialismo dialéctico, su concepción educativa se consolida, pero mantiene la idea rectora de la necesidad inminente para el país de crear una sólida conciencia nacional y una pedagogía propia. A partir de aquí, en pocos años se empiezan a conformar en el pensamiento de Lombardo Toledano sus tesis educativas.
Estas tesis se pueden agrupar en tres bloques, siguiendo la consideración hecha inicialmente: en primer lugar, las relativas a la cultura, tanto universal como nacional, en segundo lugar, las relativas al sistema educativo nacional; y, por último, las relativas a los problemas generales de la educación del pueblo mexicano y en particular de la clase obrera.
Estos tres grandes bloques representan, a mi juicio, los criterios más certeros para ordenar y sistematizar la obra educativa de Lombardo Toledano y poder así iniciar un análisis detallado de las ideas contenidas. En la fase actual del estudio de la obra educativa de Lombardo Toledano que se está realizando en el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, se ha llegado a la con- formación de un proyecto de investigación que pretende seguir como objetivos el estudio de tres grandes líneas del pensamiento de Lombardo Toledano; podríamos decir que son las tres ideas directrices que constituyen el núcleo de su concepción educativa y pedagógica. Estas tres grandes ideas son:
1) La idea de que mientras no exista un medio de comunicación común entre todos los mexicanos, constituido éste por un idioma común, difícilmente puede pensarse en una reforma integral a la educación y difícilmente puede pensarse en la posibilidad de crear una conciencia nacional, por lo cual se presenta como imperiosa la necesidad de castellanizar a la nación, conservando al mismo tiempo las diversas lenguas indígenas y culturas.
Esto no quiere decir que se trate de una política de incorporación de los núcleos indígenas a la civilización occidental, pues para Lombardo Toledano eso no era sino una forma de encubrir una política de exterminación de los núcleos indígenas y con ello de todas sus tradiciones culturales, sino de conformar lo que él llamaba una cultura nacional propia del pueblo mexicano, fruto de su realidad histórica y social.
2) La idea de que las condiciones económicas, políticas y sociales en que se encontraba el país al comienzo de la década de los años treinta reclamaban de un modo imperioso la completa reconstrucción económica de la sociedad, y para ello era absolutamente indispensable dar un impulso decisivo a la industrialización del país.
Para llevar a cabo dicha tarea, el país requería de técnicos capacitados, mismos que no existían, por lo que, la tarea de crear escuelas con esa orientación adquiría una prioridad absoluta y por lo tanto, la necesidad de una planificación global del proyecto de nación y con ello de la educación. Paralelamente a la reestructuración del aparato productivo, se hacía necesaria la reestructuración completa del sistema de educación, nacional en el sentido de una vinculación total entre la escuela y la producción económica, acorde con las necesidades del país.
3) La idea que se refiere a la educación y la escuela con re- lación al sistema social en que ésta se encuentra inmersa.
Al proponer la necesidad de vincular indisolublemente la escuela al aparato productivo, se plantea la pregunta por el papel social e ideológico que la escuela debe jugar en la transformación revolucionaria de la sociedad. En este punto, el pensamiento de Lombardo Toledano lucha en dos frentes: por un lado, propiamente el de la polémica, y por el otro, el de la acción directa. A su vez, la polémica es doble, pues por un lado nos encontramos con la polémica y la lucha frente a la reacción y el clero político, que han intentado durante todo el periodo de la historia de México que va desde la Reforma hasta nuestros días, rescatar el control total o parcial de la educación, controlando la enseñanza privada o intentando influir en la orientación de la educación nacional, para tener la posibilidad de intervenir en el curso futuro de la nación a través de la conciencia popular; y por otro lado, tenemos la polémica con los que llamaba “la izquierda delirante”, construida principalmente por los militantes comunistas de los llamados “ortodoxos”, principalmente de orientación troskista, que han sostenido siempre la imposibilidad de una escuela orientada a la transformación socialista de la sociedad mexicana mientras exista un régimen capitalista de producción.
Lombardo Toledano pensaba que la escuela, fruto de un estado determinado de la sociedad, no sólo sirve para justificar el régimen histórico dentro del cual se ha producido, sino también, poseyendo una orientación definida, para preparar la conciencia popular con miras a la transformación revolucionaria de la sociedad. Siempre estuvo convencido de que la escuela debía jugar un papel importante en la lucha por la construcción de una nueva sociedad. Eso explica la razón por la cual fundó y dirigió la Universidad Obrera de México; eso también explica su decidido impulso para la creación del Instituto Politécnico Nacional; o su atención por los problemas de la Escuela Normal y la orientación y preparación de los maestros; o su marcado interés por la publicación de todo tipo de instrumentos de educación para el pueblo.
En suma, podríamos adelantar, a manera de síntesis preliminar, que la concepción educativa de Lombardo Toledano se conforma en tres planos: en primer término, la educación como cultura, en donde sostiene (véase la polémica del congreso de 1933) que: la cultura es un simple instrumento del hombre, no es, por consiguiente, una finalidad en sí. No hay régimen histórico que no haya tenido a su servicio una manera de pensar la vida, una serie de juicios que tratan, en primer término, de hacer que perseveren, de hacer que se mantengan las instituciones que caracterizan a ese régimen histórico Por lo mismo, si entendemos que la cultura es un medio, si aceptamos que los valores culturales no son todos iguales, si creemos que en la época moderna más que en ninguna otra no se pueden entender los problemas sociales sino tomando como eje, como base de explicación el fenómeno económico, entonces, para ser consecuentes con nuestra creencia científica, tendremos que admitir que los otros valores de la cultura están íntimamente vinculados al valor económico.
En segundo término, la educación como pedagogía, en donde maneja la idea de crear una nueva pedagogía, una nueva manera de entender la enseñanza con el consiguiente establecimiento de los institutos y colegios superiores para lograrlo; por ello, el deber de dar a la educación una orientación definida. A este respecto decía:
Lo que sucede es que durante el último siglo de esta gran etapa de nuestra evolución histórica se ha creído que las escuelas han sido neutrales frente a los problemas sociales, frente a los problemas humanos y realmente no ha habido tal neutralidad; le hemos estado sirviendo inconscientemente o conscientemente, de modo explícito o implícito, al régimen que ha prevalecido en el país durante mucho tiempo. Y esta afirmación no la hago para nuestro país, sino para todos los países del mundo.
No se trata de poner a los alumnos en la posibilidad de elegir, se trata de formarles un criterio, y no se puede formar un criterio sin saber en qué consiste ese criterio. ¿Y qué es la enseñanza? No es una simple transmisión de conocimientos y, aún en el caso de transmisión de conocimientos, se opina al transmitirlos. Entonces allí, en la transmisión de conocimientos, en esa labor que puede parecer mecánica, ya se hizo un juicio, ya se está orientando.
A propósito de la enseñanza, decía que ésta debía basarse en un concepto científico de la verdad para hacer frente a los dogmas:
Afirmar una opinión, el sustentar un credo, el tener un criterio, no significa tenerlo para la eternidad; en esto, justamente, nos diferenciamos de los dogmas de carácter religioso. Los dogmas religiosos, los credos religiosos, son dogmas y credos hechos para siempre; en cambio, nuestra creencia científica de hoy nosotros mismos nos encargaremos de corregirla mañana; indudablemente que adoptaríamos una postura anticientífica si dijéramos que la verdad ya está hecha, pues nos pareceríamos en esto a los creyentes. La peor situación es la del hombre que, tratando de hallar la verdad, cree que la verdad ya fue encontrada. NO. Nosotros creemos que las verdades son contingentes; y precisamente por ser contingentes debemos mostrar las verdades de hoy antes de que pasen. Nosotros, los que no creemos que el móvil de la vida es el móvil religioso; los que creemos que la verdad se construye diariamente, a través de la historia, tenemos que afirmar con el mayor énfasis que todo ideal es fruto de la evolución histórica.
Y volviendo a lo que decíamos al principio sobre la libertad de cátedra y de investigación, sostiene:
Vicente Lombardo Toledano (Teziutlán, Puebla, 16 de julio de 1894 – Ciudad de México, 16 de noviembre de 1968).
Lo que nosotros queremos es que haya libertad de pensar, pero no en función del pasado sino en función del presente y en función del futuro, entonces la libertad humana tiene límites, y el límite principal para la libertad de cátedra no es decir las cosas si no pueden sustentarse desde el punto de vista científico; queremos lo de adelante, por lo menos lo de hoy, no lo de ayer, no existe, pues, contradicción, no hay incongruencia. ¿Qué importa que un bachiller orientado ya —nótese que siempre se refiere al bachillerato— vaya a escuchar todas las teorías políticas y científicas? No importa tampoco que un estudiante que trabaja en el laboratorio de biología, ya orientado, pueda descubrir mañana con sus propios ojos, si vale el término mediante los aparatos científicos, que su creencia de ayer es hoy errónea, mejor, eso quiere decir que la cultura irá de acuerdo con el tiempo y que la verdad será cada vez mejor y más limpia. No debemos creer que la verdad ya se formó, hay que formarla, transmitiéndola, ampliándola, enseñándola, diciendo en qué consiste.
Libertad de cátedra sí, pero no libertad para opinar a favor de lo que fue el pasado y menos aún en contra de las verdades presentes, en otros términos, libertad de cátedra sí, pero libertad para opinar de acuerdo con las realidades que vivimos y de acuerdo con la verdad futura, si es que alguien puede para facilidad suya y para provecho de la cultura mexicana adelantarse a las verdades de hoy.
Finalmente, la educación como instrumento de concientización política. En una conferencia que dio en la Universidad Autónoma de Puebla, en el año de 1962, sostiene que
No hay educación al margen de la vida real en ninguno de sus grados ni la puede haber. Y es menester no olvidar este hecho, que se comprueba con recordar simplemente los diversos momentos del desarrollo histórico para poder valorar lo que significan las universidades en nuestro tiempo y país.
En otra conferencia que dictó ante la Federación Local de Obreros y Campesinos de Teziutlán, en 1934, había dicho:
Educar significa formar hombres de acuerdo con las necesidades de la sociedad humana. La educación es un producto histórico también, como la moral y el derecho; ha sido el producto de un régimen en provecho de la clase social que detenta los instrumentos de la producción económica. No hay educación universal ni la ha habido; no ha habido ni hay escuelas alejadas de la política, de las ideas predominantes en un periodo de la evolución histórica y formadas por la clase que gobierna. La escuela ha sido y será siempre un medio de formación de hombres, de acuerdo con el tipo de hombres que la clase social dominante necesita para poderse perpetuar a través del tiempo. Pero ha servido y sirve también para dar carácter a las revoluciones de la clase explotada La educación es un instrumento de orden político para beneficio de una clase social. La única forma de que la educación deje de ser un factor de explotación más de la clase asalariada, es ponerla al servicio de la causa del proletariado.
En el trabajo “La educación socialista, producto legítimo de la Revolución Mexicana”, que presentó en la “Conferencia Nacional de Educación”, en 1939, en nombre de la CTM, expuso:
La escuela nunca ha estado desligada del Estado. La oposición no es la repulsa al proyecto del Ejecutivo; la oposición es a la propia carta política de la República Mexicana, porque el argumento principal de la oposición, consistente en afirmar que la educación no debe tener una orientación política es un argumento falso. Nunca, ni en nuestro país ni en ningún otro, ha habido un sistema educativo que no obedezca a un propósito claro y definido del Estado respecto de la orientación de la conciencia nacional.
La Revolución Mexicana, que trata de transformar al ejido en la fuente de producción de la economía nacional, para crear una economía popular, necesariamente converge en la escuela socialista. Una escuela que por encima de los intereses individuales proclama los derechos de la colectividad; que forma mentalidades libres a salvo de dogmas, fanatismos y prejuicios; que combate la plutocracia y el imperialismo; que se pone de parte de los débiles y los oprimidos para forjar una patria para todos. Nadie puede detener el proceso de la historia; nadie puede detener la creación de nuevos conceptos de la vida y del mundo; nadie puede detener la eficacia de las ideas-fuerza que están construyendo un mundo nuevo en medio de las ruinas de un mundo ya caduco. La Confederación de Trabajadores de México desea y espera, en consecuencia, que haciendo honor a la conciencia de responsabilidad que distingue por ventura a los maestros de México, a los maestros de la Revolución, esta Conferencia Nacional de Educación contribuya poderosamente a construir, sobre las bases de la ciencia verdadera, un nuevo país. De esta suerte, no sólo habrá de justificar el maestro mexicano su paso por las aulas, sino también su paso por la historia de la patria.
Pensamos, pues, que a partir de esta primera caracterización de la obra educativa de Vicente Lombardo Toledano es posible iniciar un estudio serio, riguroso y sistematizado, con objeto de conocer y entender mejor su rico pensamiento educativo y el impacto que ha tenido en la cultura de México.
BIBLIOGRAFÍA
Calderón Vega, L. Los Siete Sabios de México. Ed. Jus. 2a Edición, México, 1972, p. 71-74.
Lombardo, V. El problema de la educación en México. Ed. Cultura, México, 1924.
Lombardo V. Origen, carácter y misión política de la educación. Conferencia ante la Federación Local de Obreros y Campesinos de Teziutlán, Puebla. 1934.
Lombardo V. La educación socialista, producto legítimo de la Revolución Mexicana, e n CTM 1936-1941. Talleres Tipográficos Modelo, México, 1941.
Lombardo, V. La educación universitaria en México, Conferencia dictada en la Universidad Autónoma de Puebla, 1962.
Lombardo, V., Caso, A. Idealismo vs. materialismo dialéctico. Ed. VLT, 3a Edición, México, 1975, p. 37-40.
Wilkie, J., E. de Wilkie. Vicente Lombardo Toledano, teórico y militante marxista (entrevista).Ediciones del Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, 1969, p. 237.
A partir de 1930, Vicente Lombardo Toledano transmite y comenta —sin crítica y con solidez— diversos postulados del marxismo-leninismo, los defiende ante sus enemigos y elogia a sus fundadores. Ha concluido su proceso de tránsito del idealismo al marxismo. Lo sintetiza de la siguiente manera:
Vicente Lombardo Toledano
Mi formación intelectual fue, necesariamente, primero idealista, en la que yo creí; después una formación que se alejaba del idealismo para pasar a la concepción materialista. Pero en ese periodo hubo, naturalmente, contradicciones en mí mismo y, por último, llegué a la depuración de mi pensamiento aceptando la doctrina del materialismo dialéctico de una manera definitiva [1].
Otro factor que contribuye a su transformación es su relación con los trabajadores y su participación en la actividad sindical, lo que se refleja en todas sus actividades, por ejemplo, en un artículo publicado en el diario Excélsior, en enero de 1930, dice que: “Descartes, Bacon, Lutero, Pasteur, Darwin, Marx, fueron hombres de cultura extraordinaria; triunfaron porque el conocimiento de los errores de las disciplinas y de las ciencias anteriores a ellos hizo posible la organización de su propio pensamiento [2]”.
En otro artículo publicado en febrero en el mismo diario, al elogiar las huelgas organizadas por el movimiento sindical, señala que Marx proporcionó la base técnica de la ley del valor, el secreto de la producción, la génesis del capital y el carácter preferentemente económico de la sociedad humana [3].
En una conferencia dictada en octubre, en la Escuela Nacional Preparatoria, al defender a la Revolución Mexicana, argumenta que se le hace “el mismo cargo que los enemigos de las doctrinas socialistas formulan contra el gran movimiento del proletariado del mundo, iniciado sobre bases sólidas a partir del Manifiesto del Partido Comunistaque redactaran Carlos Marx y Federico Engels [4]”.
Federico Engels
En diciembre de 1931, participa en la redacción del dictamen del consejo nacional de la CROM sobre acción política, congruente con la ideología marxista-leninista, plantea que la organización sindical es para luchar por las reivindicaciones económicas y políticas de quienes la integran, que está conformada por individuos que lo único que comparten es la lucha por sus intereses inmediatos e históricos, independientemente de sus preferencias ideológicas, políticas, y creencias religiosas, por lo que no es suficiente para transformar el régimen capitalista; mientras que una organización política tiene unidad ideológica y política y constituye el medio para acceder al poder del Estado, porque mientras éste no pase a manos de los trabajadores es imposible construir un nuevo sistema social, que el único camino para llegar al poder es el de la acción política, ya sea por medio de transformaciones legislativas paulatinas, o por la apropiación violenta del poder público [5].
Para precisar su opinión, diferencia las funciones de la organización sindical y de la política, y propone la forma para combinar la lucha gremial con la partidaria; dice que las agrupaciones que integran la CROM deban seguir realizando su programa sindical, pero estima inconveniente que se permita que sus miembros actúen políticamente en partidos que no sean de clase, y que también es perjudicial que las agrupaciones prediquen la abstención política de un modo constante, porque imbuyen en los trabajadores la idea de que la acción política es funesta e inútil [6].
En abril de 1932, es electo secretario general de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal (FSODF); al día siguiente, en el discurso que pronuncia en el mitin conmemorativo del Primero de Mayo, expresa que no es una fiesta sino un acto de protesta contra la explotación de las masas por una minoría privilegiada, dueña de los medios y las fuentes de la producción económica, y que mientras la clase obrera no sea la dueña del producto de su trabajo, esta fecha es para recordar los sucesos de Chicago, es una fecha de protesta y no fecha de regocijo [7].
Después de analizar la situación económica y educativa, y referirse a la crisis del movimiento obrero —debido a la conducta de los mercenarios que han traicionado a la clase obrera, haciéndola depender del poder público—, expresa que los trabajadores están cansados de promesas incumplidas, que ha de llegar la hora de sepultar a todos los traidores a la revolución, de dentro y de fuera del gobierno, y concluye: “nosotros, camaradas, con todo el respeto que me merecen los primeros años de lucha del general Calles, no creemos como él que la revolución consiste en ayudar a los de abajo y a los de arriba; la Revolución Mexicana es unilateral y consiste exclusivamente en ayudar a los de abajo [8]”.
En ese momento, coexisten en la organización sindical dos corrientes: la reformista liderada por Luis N. Morones, cuya estrategia consiste en esperar la rectificación del gobierno, y la asumida por Lombardo, partidaria de la lucha de clases y la independencia de la CROM del poder público.
En julio, Lombardo pronuncia un discurso en el que después de preguntarse cuál debe ser la conducta del proletariado organizado ante la crisis, la derechización del gobierno y la ofensiva yanqui, expresa que la única respuesta del proletariado mexicano consciente y sincero es contribuir vigorosamente, por medio de su táctica de lucha, a la transformación del régimen burgués; que no puede ser otro camino para vivir y preparar una vida mejor para nuestros hijos, que si transigimos, si estamos de acuerdo con las transacciones, mantendremos el mendrugo de hoy a costa de privarnos del pan de mañana, que por esa razón ¡El camino está a la izquierda!, y que ese es el único camino de salvación [9].
En la Décima Convención de la CROM, de septiembre de 1932, se evidencia la pugna entre Lombardo y Morones, y el choque entre las dos corrientes es inevitable.
En un mitin organizado por la FSODF, Lombardo critica duramente la conducta del gobierno federal, y explica que: “Por este motivo nada es posible esperar ya del poder público; no podemos esperar nada de ellos porque el poder público carece de programa, porque el poder público cree que hay que entregar paulatinamente México a los Estados Unidos, y porque sus hombres se preocupan exclusivamente de hacer fortuna personal [10]”.
Los ideólogos e intelectuales al servicio de la burguesía acusan a Lombardo de ser un comunista solapado [11].” Éste responde que nunca ha predicado el comunismo, sino lo mismo que hace veinte años: la lucha de clases entre burguesía y proletariado; la socialización de las fuentes de producción económica, de la riqueza material; una mejor distribución de la renta pública; que las escuelas sirvan a la ideología revolucionaria; que se revisen los aranceles, los impuestos, y los métodos de gobierno; concluye afirmando que no hace comunismo, sino marxismo puro, de la mejor clase [12].
Su argumentación de no ser comunista, está relacionada no con el comunismo como doctrina y práctica política, sino a su rechazo a la política que mecánicamente aplican los miembros del Partido Comunista Mexicano (pcm) debido a la consigna sectaria de “clase contra clase”, aprobada en 1928 por la Internacional Comunista (IC), por eso explica que si no fuera marxista no tendría explicación ni justificación el esfuerzo que realiza y el que efectúan los trabajadores; que no es comunista porque difiere en el modo de actuar del partido organizado en Rusia, en la forma en que proceden los camaradas de Rusia, que se han equivocado y fracasado al querer sujetar a la misma táctica a todos los países del mundo sin importar los propósitos, los antecedentes, las características y las peculiaridades de cada pueblo [13].
Al finalizar su discurso, Lombardo argumenta: “El Estado significa, en todas las épocas de la historia, dictadura; siempre ha sido dictadura de una minoría; queremos que haya una dictadura de la mayoría sí, pero al servicio de los destinos de todos ”[14].
Morones responde atacando públicamente a Lombardo: lo acusa de propagar ideas exóticas, como la del socialismo.
Lombardo, en su renuncia a la organización sindical, señala que Morones, entre otras descalificaciones hacia su persona, desautorizó su discurso tachándolo de radical y perjudicial para la organización. Argumenta que desde que ingresó, en 1921, es la primera ocasión que desautorizan sus opiniones, que siempre ha normado su conducta con base en: “La declaración de principios de la constitución de la CROM, que sustenta la teoría materialista de la historia de Karl Marx y preconiza la lucha de clases como medio para lograr la emancipación del proletariado [15]”, y que ha pasado por alto el modo de vida de muchos de sus integrantes, porque su interés ha sido servirle a la masa y no a sus dirigentes. Después de responder a las demás críticas de Morones, afirma que su decisión de separarse: “Obedece a los motivos antes dichos y, además, a mi propósito de no dividir a la organización obrera [16]”. La separación de Lombardo representa: “En realidad el momento decisivo en el lesionamiento vital de la fuerza de la crom [17]”.
En 1933, la mayoría de los delegados a la convención de la confederación, protestan por las desviaciones de derecha de Morones y deciden convocar a una asamblea extraordinaria, e invitan a Lombardo para que dirija a la que llamaron “CROM depurada”. En marzo, cuando interviene en la convención extraordinaria pregunta ¿cuál fue la ideología de la CROM?, y responde: “Una repetición de los estatutos de muchas organizaciones obreras europeas partidarias de las doctrinas del socialismo científico formulado, preconizado y explicado por Karl Marx en la Primera Internacional obrera [18]”.
Primera Internacional
Explica que muchos párrafos y artículos de los documentos básicos de la CROM están tomados del Manifiesto del Partido Comunista, con el cual los va cotejando; por ejemplo, el artículo 18 expresa “que los sindicatos y uniones son cuerpos de acción organizados con el objeto de realizar la lucha de clases [19]”; en otra parte declara: “Que la industria debe estar en manos de quien la hace producir; que es preciso descentralizar la propiedad, que es menester socializar las fuentes de la producción económica, que es preciso remplazar al Estado capitalista por el Estado proletario [20]”, pero que, en la práctica, estos principios habían sido olvidados por sus dirigentes.
La convención acepta que sea revisada a fondo la actuación de la organización sindical y adopta el Programa Mínimo de Acción de la CROM —que incluye los principios del sindicalismo revolucionario, que Lombardo elabora en su carácter de dirigente de la FSODF— donde se establece la necesidad de reorganizar y depurar los sindicatos mediante el establecimiento de la democracia en su vida diaria; erradicar la corrupción; prohibir que sus miembros asistan a ceremonias religiosas; educar política y culturalmente a los trabajadores; prohibir que sus miembros acepten puestos públicos; desvincular a la organización del Partido Laborista Mexicano y de la Confederación Obrera Panamericana, y constituir la Confederación Obrera Iberoamericana, con un programa de defensa y acción contra el imperialismo; además, de un conjunto de demandas económicas y sociales entre las que destacan: nacionalizar el petróleo, la electricidad, los ferrocarriles, los transportes, las comunicaciones y la minería; intensificar la reforma agraria; restringir la entrada de capitales extranjeros, y reformar el artículo 123 constitucional y la legislación laboral para responder a las necesidades de vivienda, salud, transporte, educación —cuya orientación deberá ser socialista— y otras medidas populares; todo lo anterior con base en la acción permanente de los trabajadores al amparo de: “La lucha de clases hasta la desaparición del régimen burgués [21]”.
En octubre de 1933, Lombardo constituye la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM), con la mayoría de los sindicatos de la CROM y otras organizaciones independientes. En la nueva confederación quedan plasmados principios que caracterizan al sindicalismo revolucionario: lucha de clases, democracia sindical e independencia del movimiento obrero.
Confederación General de Obreros y Campesinos de México
El propósito de Lombardo es rehacer la unidad sindical. Valora la importancia de la CGOCM, como “una institución que se ha dado cuenta de que hay un problema más urgente que el de discutir sobre el sistema que debe remplazar a la sociedad capitalista: el de rehacer la fuerza del proletariado, agrupando en un solo organismo los núcleos dispersos o antagónicos [22]”, que con el desarrollo de su fuerza reconstituida decidirá acerca de los problemas a mediano plazo.
Aunque considera a la CGOCM como una organización de transición, de corta vida —octubre de 1933 a febrero de 1936— señala que está llamada a contribuir a generar frutos mayores desde el punto de vista organizativo e ideológico para la clase obrera y para contribuir a la unidad de los trabajadores de América Latina, y explica que constituye: “Un nuevo baluarte, recio grande, con […] experiencia fecunda […] dispuesta a inaugurar una nueva era por la reivindicación económica y moral de las masas desvalidas de México [23]”.
[1] James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, México visto en… op. cit., p. 100.
[2] Vicente Lombardo Toledano (en adelante VLT), “Revolución y cultura”, Obra histórico-cronológica, t. II, vol. 1, p. 281.
[3] VLT, “Elogio de la huelga”, op. cit., p. 318.
[4] VLT, “El sentido humanista de la Revolución Mexicana”, op. cit., p. 385.
[5] Juan B. Fonseca y VLT, “A las agrupaciones dependientes del Partido Veracruzano del Trabajo, representante en el estado del Laborista Mexicano”, Obra histórico-cronológica, t. II, vol. 2, p. 307.
[6] Ibid., p. 311.
[7] VLT, “Discurso del Primero de Mayo de 1932”, Obra histórico-cronológica, t. II, vol. 3, p. 103.
[8] Ibid., p. 115.
[9] VLT, “¡El camino está a la izquierda!” op. cit., pp. 192-193.
[10] VLT, “Mitin de la Federación de Sindicatos del D.F.”, op. cit., p. 242.
[11] Ibid. p. 243.
[12] Idem.
[13] VLT, “Mitin de la… op, cit., p. 244.
[14] Ibid. p. 246.
[15] VLT, “Renuncia a la crom”, op. cit., p. 250.
[16] Ibid., p. 252.
[17] Tzvi Medin, El minimato presidencial: historia política del maximato, (1928-1935), p. 61.
[18] VLT, “Discurso pronunciado ante la Convención Extraordinaria de la CROM, Obra histórico-cronológica, t. II, vol. 4, p. 38.
[19] Ibid., p. 40.
[20] Ibid., p. 42.
[21] VLT y Rafael García, “Programa Mínimo de Acción de la CROM”, Obra histórico-cronológica, t. II, vol. 4, pp. 73-82.
[22] VLT, “La Confederación General de Obreros y Campesinos de México”, op. cit., p. 238.
Conocer a México, requisito para transformarlo.[1]
Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.[2]
…sin conocer las formas peculiares del desarrollo histórico de México, es imposible…
Pero no basta con el conocimiento de la filosofía del proletariado para ser un dirigente político revolucionario capaz de cumplir sus funciones transformadoras de la realidad social en una cualitativamente superior, porque “sin conocer las formas peculiares del desarrollo histórico de nuestro país y sin aprovechar las experiencias de su pueblo, es imposible que el partido… pueda tener influencia en la clase obrera y en las grandes masas trabajadoras que constituyen la mayoría de la población”, escribió Vicente Lombardo Toledano[3].
Consecuentemente, dedicó su esfuerzo a ahondar en este conocimiento, armado del método dialéctico que dominó como pocas otras personalidades, y trazó los rasgos medulares de lo que denominó “la personalidad de México”, mismos que sintetizó en estas líneas:
“Tres revoluciones populares intensas y dramáticas; dos guerras injustas que mutilaron físicamente el país y desangraron grandemente a su pueblo; varias invasiones militares de su territorio por tropas extranjeras, y un tronco histórico formado por las civilizaciones indígenas y la española del siglo XVI, que dio frutos propios y ricos en todos los órdenes de la vida social y sigue floreciendo de manera inagotable, han formado la personalidad de México”.[4]
Respecto a nuestro tronco histórico y su componente indígena, Lombardo explica que al arribo de los europeos, a finales del siglo XV, existían en nuestro territorio numerosas tribus que todavía no eran naciones en el sentido estricto de la palabra. Algunas todavía estaban en la etapa del nomadismo y se dedicaban a la caza la pesca y la recolección, pero otras poseían conocimientos, que aún hoy asombran por el desarrollo que alcanzaron, de disciplinas como la astronomía, la medición del tiempo, con mayor precisión que los europeos de entonces, y medicina herbolaria. También construían obras de riego y practicaban con talento sorprendente la arquitectura, la escultura, la pintura, la orfebrería, la cerámica y la literatura. Gracias a esas habilidades y conocimientos, y a sus portentosas culturas, los conquistadores españoles fracasaron en su intento de borrar su huella, a pesar de que destruyeron sus ciudades, sus palacios y templos, quemaron sus códices y anatematizaron sus creencias religiosas.
…los conquistadores fracasaron en su intento de borrar su huella, a pesar de que destruyeron sus ciudades, sus palacios y templos, quemaron sus códices y anatematizaron sus creencias religiosas…
No obstante todo eso, los pueblos indígenas imprimieron su impronta sobre las expresiones de la civilización mediterránea que trasplantaron los europeos, por lo que aquí, en nuestro territorio, esas expresiones se mexicanizaron.
Por eso, escribe Lombardo, “El mestizaje fue el signo del país desde el siglo XVI, lo mismo en la sicología del pueblo nuevo que surgía de la unión de españoles e indígenas, que en las costumbres, en las artes plásticas, en la literatura y en la música.”[5] Es decir, debido a la riqueza de las culturas indígenas emergió una nueva cultura, una cultura mestiza, que es la que distingue a México respecto de otros pueblos del mundo.
Además del surgimiento de una cultura nueva, rica y vigorosa, el mestizaje incidió en cuanto a que el nuestro no fuera un país de inmigrantes, y también aportó otro rasgo singular:
“Fue la raza propia, la mestiza, la que creció y la que hoy constituye nuestro pueblo. Por eso cada mexicano, aún el que tiene ascendientes europeos, está arraigado profundamente a la historia colectiva a la que pertenece, y se siente dueño de su país con un sentido de propiedad más importante que el jurídico. El derecho de autodeterminación es congénito al pueblo mexicano”.[6]
Cuando se refiere a la primera de las “tres revoluciones populares” que Lombardo estima que contribuyeron poderosamente a forjar la
…la revolución de independencia, encabezada por… Hidalgo…
personalidad de México, habla de la revolución de independencia, encabezada por Miguel Hidalgo, y en su momento, por José María Morelos, que fueron sus figuras más prominentes. En su opinión, a esa lucha no la motivó el anhelo de liberación política, solamente, sino también y sobre todo el hecho de que las fuerzas productivas materiales, a pesar de su lento desarrollo, habían entrado en contradicción con las relaciones de producción existentes que trababan el ulterior desenvolvimiento de la economía. “La revolución ha estallado porque el régimen colonial ha paralizado la vida del país con sus monopolios materiales y políticos…”.[7]
Además, considera que hubo la influencia del pensamiento liberal más avanzado de la época en los dirigentes de la revolución de independencia, puesto que Hidalgo y varios otros de sus capitanes leyeron las obras de Voltaire, Rousseau y Montesquieu, entre otros, “encontrando en ellos la confirmación teórica plena de los ideales surgidos en México por razones exclusivamente mexicanas”.[8]
La segunda de esas tres revoluciones populares intensas y dramáticas, fue la de la Reforma, cuya principal figura fue Benito Juárez: “el movimiento de los liberales mexicanos contra el régimen del monopolio de la tierra y de la conciencia en manos de la Iglesia Católica, y a favor de los derechos del hombre, de la libertad de comercio en el interior del país y en el campo internacional…”[9] Esta revolución fue necesaria porque, como él afirma, “los insurgentes habían logrado la independencia política de México; pero no la emancipación de su pueblo respecto del régimen colonial… [por eso] fue
La segunda gran revolución popular fue la de la Reforma…
menester una nueva revolución que acabara con la estructura económica de más de tres siglos…”[10]
Y la tercera revolución fue la que estalló en 1910 y es ampliamente conocida con el nombre de Revolución Mexicana, a la que nos referiremos en un fragmento posterior.
Cuando Lombardo menciona como otro de los elementos determinantes de la personalidad de México las “dos guerras injustas que mutilaron físicamente el país y desangraron grandemente a su pueblo”, es evidente que se refiere a la que el gobierno estadounidense impuso a nuestro país y cuyo desenlace fue el despojo de más de la mitad del territorio nacional, en 1847. Esa acción de filibusterismo, por sus consecuencias sico-sociales, Lombardo la juzga “el factor más importante para la formación de la conciencia nacional antiimperialista”.[11]
Y se refiere también a la que Carlos Luis Napoleón Bonaparte, Napoleón III, apodado “el pequeño”, impuso a México en 1862:
“La guerra de 1847 y la de 1862, que ningún otro pueblo del Continente Americano ha sufrido en su propio hogar en parecida forma, constituyen, por su carácter, por la movilización de las fuerzas sociales que produjeron, por los principios que levantaron y por sus resultados, uno de los factores principales de la personalidad inconfundible de México”.[12]
De acuerdo con la ideas de Vicente Lombardo Toledano, ¿por qué otras razones es necesario que todo luchador revolucionario mexicano estudie y conozca la realidad nacional con profundidad? Porque, en opinión del destacado pensador marxista y dirigente político revolucionario:
“Sin conocer sus raíces, los sacrificios y las luchas tremendas de su pueblo en todas las etapas de su evolución, las ideas positivas y negativas que este doloroso y brillante proceso representa, no es posible llegar a una teoría revolucionaria y a una línea estratégica y táctica revolucionaria para acelerar en nuestro país el advenimiento de la sociedad socialista”.[13]
[1] Tercer fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y sus ideas. Su influjo en la vida política y social de México en los siglos XX y XXI”, recién concluida.
[2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.
[3] Lombardo, “La personalidad de México”,en ¿Moscú o Pekín?, La vía mexicana al socialismo. Editorial Combatiente, México, 1975, pág. 81.
[4] Op cit., pág. 103.
[5] Op cit, pág. 82.
[6] Op cit., pág. 83.
[7] Vicente Lombardo Toledano, Contenido y trascendencia del pensamiento popular mexicano. Mensaje de la Universidad Obrera de México a la UNESCO. Noviembre-diciembre de 1947.Primera edición, 1947, Universidad Obrera de México. Segunda edición facsimilar, 2010, CEFPSVLT. Pág. 12.
[8] Op cit., pág. 13.
[9] Op cit., pág. 16.
[10] Ibidem.
[11] Lombardo, La personalidad de México”,en Moscú o Pekín, pág. 87.
Lombardo vio con repudio a quienes conciben la política como un quehacer insubstancial y, con mayor motivo, a los que la corrompen al convertirla en actividad para el lucro y el enriquecimiento personal. Se trata de un quehacer trascendente, en su criterio, cuyo objeto es resolver las injusticias y construir una organización social superior.
Vicente Lombardo Toledano, sus ideas sobre la política.
Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.[2]
Vicente Lombardo Toledano sustentó que la naturaleza del ser humano no es individualista, sino esencialmente social, y poseyó un muy elevado concepto de la ética. Por estas razones vio con repudio a quienes conciben la política como un quehacer insubstancial y, con mayor motivo, a los que la corrompen al convertirla en actividad para el lucro y el enriquecimiento personal. Se trata de un quehacer trascendente, en su criterio, cuyo objeto es resolver las injusticias y construir una organización social superior.
Consideró que al no ser la sociedad un conjunto homogéneo, puesto que se halla compuesta por clases sociales con intereses, ideales y objetivos distintos y no armonizables, la política, más aún que otras disciplinas, puede estar al servicio de una u otra clase social; al servicio del pueblo, que, como lo proclamó, “todo lo produce con su trabajo físico y con su intelecto”, o de los explotadores del pueblo. Y desde el momento histórico en que hizo su aparición el imperialismo, la política puede servir a esa fuerza devastadora que vulnera la soberanía de las naciones, saquea la economía de los pueblos en cuyos territorios penetra, los sojuzga y se apodera de sus recursos, o puede luchar por la plena independencia económica y política, en nuestro caso de México, para liberarlo del imperialismo.
Pero no puede estar al servicio simultáneo de ambas clases sociales; tampoco del imperialismo y, al mismo tiempo, de los pueblos que aspiran a ser independientes y soberanos. Ni puede servir al “pueblo”, concebido como un todo indivisible o una entidad abstracta, porque esta manera de interpretarlo es una simple invención sin sustento de los ideólogos de la burguesía, discurrida siglos atrás. En las palabras de Lombardo Toledano:
“La creencia en el pueblo como categoría política indivisible fue una creación de los ideólogos que prepararon la revolución democrático-burguesa durante el siglo XVIII, para destruir el régimen feudal basado en restricciones y prohibiciones a las diversas actividades humanas, desde las económicas hasta las del pensamiento. El lema ‘Libertad, Igualdad, Fraternidad’, de la Revolución Francesa de 1789, y el de ‘Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’, de la Revolución democrática de los Estados Unidos de Norteamérica contra las intolerancias que caracterizaban a Inglaterra y contra el sistema esclavista de su propio país, tuvieron sólo el valor de proclamas para movilizar a las masas populares contra las ideas conservadoras; pero estaban condenadas al fracaso como normas de la vida social.”[3]
En consecuencia, por cuanto a su significado más general, el ideólogo marxista definió la política como “la ciencia de la dirección de la sociedad” [4], pero distinguió su contenido, orientación y propósitos vinculados a una u otra clase social y denominó política revolucionaria, a la que está específicamente al servicio de los trabajadores, y puntualizó que se trata de “la ciencia de la transformación de la realidad de manera progresiva, la disciplina que interpreta la realidad cambiante para hacerla mejor”[5].
La política revolucionaria, una tarea superior y compleja.
…denominó política revolucionaria, a la que está específicamente al servicio de los trabajadores, y puntualizó que se trata de “la ciencia de la transformación de la realidad de manera progresiva, la disciplina que interpreta la realidad cambiante para hacerla mejor”
Asimismo, concibió la política revolucionaria como una tarea superior y compleja, a la vez, porque, explicó, “requiere de las aportaciones que han hecho otras disciplinas que se refieren a los problemas humanos… cuyo remate es la filosofía, síntesis de la cultura universal y arma suprema para el logro del cambio progresivo de la humanidad”.[6] Precisó que se trata de una ciencia que consiste en saber cuáles son las leyes que presiden el desarrollo histórico y en aplicarlas de una manera precisa y creadora. Redondeando la idea, manifestó que no solamente es una ciencia, sino una práctica también, pues si se le restringiera al conocimiento de las leyes que rigen la transformación de la sociedad –exclusivamente con propósitos de erudición—se frustraría “su principal meta que es el cambio de las relaciones humanas”.[7]
Adicionalmente, sustentando que “…en la naturaleza y, por tanto, en la vida social, todo se transforma…”[8] y considerando, por lo que hace a la sociedad, que desde el momento histórico en que los medios de producción y cambio se tornaron en objeto de propiedad privada, la lucha de clases ha sido el motor de sus cambios profundos de uno a otro modo de producción, Lombardo declaró que “la transformación de la sociedad humana es una actividad eminentemente política”.[9]
De acuerdo con sus ideas, la clase poseedora de los medios de producción y cambio y que, por tanto es la dominante en la economía y en la vida político-social –la burguesía– ejerce la política con el fin de instalar sus intereses por encima de la sociedad en su conjunto, e imponer sus intenciones de acrecentar y eternizar su situación plagada de privilegios. Con esa finalidad, crea y sostiene organizaciones y partidos, y emplea a los políticos profesionales a su servicio, que más que políticos son mercenarios, pues venden su fuerza de trabajo a los explotadores. Por su parte, la clase trabajadora lucha por medio de la política revolucionaria con el propósito de cambiar esa realidad perversa, destruyendo las injustas relaciones de producción y edificando otras, superiores. Por lo expuesto, como Lombardo lo expresó, resulta imposible que un mismo partido sirva a las dos clases sociales, o que éstas gobiernen juntas:
“Porque los propietarios de la tierra, de las fábricas, de los transportes y del crédito, constituyen la fuerza social dominante en el campo económico y son también los que dominan, directa o indirectamente, la vida política. Las dos clases sociales, la propietaria del capital, representado por los medios de la producción, y la proletaria, representada por la gran mayoría que sólo cuenta para vivir con el pago de su trabajo, que explota la primera, persiguen fines diversos, antagónicos y viven en perpetua lucha. No puede, en consecuencia, gobernar juntas. Desde el punto de vista teórico, un gobierno que llevara en su seno la lucha de clases sería inconcebible y, considerado como realidad práctica, no se conoce en la historia.”[10]
…resulta imposible que un mismo partido sirva a las dos clases sociales, o que éstas gobiernen juntas…
La clase trabajadora debe organizarse en su propio partido, que se debe guiar por la filosofía del proletariado y por los principios del materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Y su objetivo debe ser la sustitución del capitalismo por el socialismo, porque:
“Los partidos políticos son los órganos de expresión teórica y de acción práctica de las clases sociales. No hay partidos que representen a todas las clases y a todos los ciudadanos, y si lo pretendieran no tendrían más importancia que la que poseen los grupos de ignorantes que confían en la ignorancia de otros para subsistir. Se pueden disfrazar de mil modos, pero su apariencia no cambia su contenido, porque lo que substancialmente define a un partido no es siquiera la ubicación social de sus integrantes, sino los intereses de clase a los que sirve, la ideología de clase que sustenta.”[11]
Con respecto a la izquierda, concepto que se maneja en nuestros tiempos con enorme ligereza e incurriendo en toda clase de equívocos, Lombardo consideró que no es un concepto laxo que admita variadas vinculaciones clasistas y diversas concepciones ideológicas. Según su pensamiento, políticos de izquierda lo son sólo quienes luchan a favor de los intereses y aspiraciones superiores de la clase trabajadora y el pueblo, militan en el partido de la clase social que vive de su esfuerzo personal y están comprometidos con principios de orden superior, y deben honrarlos, porque “…todo partido que no se proponga la sustitución del régimen capitalista por el sistema socialista, de acuerdo con los principios del materialismo dialéctico y de su aplicación a la sociedad humana, el materialismo histórico, no es un partido de izquierda”.[12]
En consecuencia, apelando a su propia experiencia, exigió, a los políticos al servicio de los trabajadores y pueblo, fidelidad a principios sólidos, sustentados en la certera filosofía del proletariado, porque
“La vida me ha demostrado que sin principios firmes, derivados de una doctrina filosófica válida acerca del universo, del mundo y del hombre, lo mismo en la dirección del Estado que en la lucha política, no es posible una obra perdurable y fructífera. Transigir con los principios equivale al suicidio, hasta que no queda del que prevarica sino el recuerdo triste de un vencido que en vano proclama su victoria.”[13]
Pero además, exhortó a los políticos revolucionarios a no improvisar; los invitó a adquirir una sólida preparación y basar en ella una concepción justa de estrategia y táctica que, para ser acertada, tiene que ser producto de la reflexión teórica penetrante y del conocimiento certero de la realidad nacional, de la historia, la geografía, la identidad cultural y la personalidad colectiva de nuestro pueblo.
En posteriores entregas continuaré con el tema.
[1] Fragmento de mi investigación titulada “Lombardo y sus ideas. Su influjo en la vida política y social de México en los siglos XX y XXI”, recién concluida.
[2] Maestro en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador de tiempo completo. Coordinador de Investigación del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano”.
[3] Vicente Lombardo Toledano. “Leccionesde política para párvulos. I. El concepto de pueblo.” Artículo publicado en la revista Siempre!, núm. 273. México, 17 de septiembre de 1958. Se puede consultar en VLT, Escritos en Siempre!, tomo I, vol. 2, pág. 688. Edicionesdel CEFPSVLT. México, 1994. También, en el folleto VLT, Lecciones de política para párvulos. Pág. 5. Edicionesdel CEFPSVLT. México, 2008.
[5] Vicente Lombardo Toledano. “La política y las leyes de la realidad”,en ¿Moscú o Pekín? La vía mexicana al socialismo. Editorial Combatiente, México, 1975, pág. 19.
[6] Lombardo, Mensaje a un joven socialista mexicano, op cit. pág. 6.
[7] Op cit. Pág. 7.
[8] Lombardo. “La política y las leyes de la realidad”, ibídem.
[9] Lombardo, Mensaje a un joven socialista mexicano, op cit., pág. 5.
[10] Lombardo, Lecciones de política para párvulos, op cit., pp. 5 y 6.
[11] Op cit., pág. 6.
[12] Vicente Lombardo Toledano, “Una vez más, qué es la izquierda”, artículo publicado en la revista Avante, núm. 26, juliode 1962.
[13] Vicente Lombardo Toledano, Lo que la vida me ha enseñado, intervención en el acto de homenaje que le rindieron sus amigos, discípulos, compañeros de lucha y personalidades del campo democrático en el Palacio de Bellas Artes, al cumplir sus 70 años de vida, 16 de julio de 1964. Publicada en la revista Siempre!, núm. 582, del 19 de agosto de 1964.
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